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Los Narcisos del Valle de Alcudia

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         Si no fuera por el hallazgo, gracias a Leovigildo Flox, de una nueva especie de narciso para Castilla la Mancha, este trabajillo, no tendría demasiado sentido, ya que a pesar de no ser infrecuentes y tener una buena variedad de ellos, el valle de Alcudia, no destaca precisamente por su riqueza en narcisos, una de las plantas más bellas de los arranques de la primavera y mucho más ibérica de lo que creen casi todos los jardineros, acostumbrados a variedades cultivares procedentes de Inglaterra o de Holanda.


         En semana Santa me dí mis buenos paseos y carreras por lo alto de la sierra norte de Alcudia o Solana de Alcudia, por allí descubrí que, aunque ya estaban pasados en localizaciones de cotas más bajas, aún estaban en su esplendor los Narcissus cantabricus que llenaban los suelos, nunca cultivados, de estas pedregosas serretas, enseñoreándose de repisas rocosas con sus blancas trompetillas.

El inconfundible Narcissus cantabricus, una de las primeras flores de mediados de invierno

     Mucho más al este, en la sierra del Relumbrar, el límite oriental de Sierra Morena, aparece otra especie muy similar, en casi todo algo menor, pero siempre de tonos netamente amarillentos, es Narcissus hedraeanthus que ya en las áreas calizas de Alcaraz se decanta en la subespecie luteolentus.

Las colgantes flores de Narcissus triandrus subsp. pallidulus

         También por esas alturas y por las peanas de sus umbrías, como en los pinos de Puertollano, abundaba Narcissus triandrus subsp. pallidulus, un narciso más común y extendido que el anterior y que por esas sierras me llamó la atención la variedad de tonos que mostraban, pues su nombre subespecífico hace referencia al color más crema que amarillo de sus flores, pero que por aquí llega a mostrar individuos de un vibrante amarillo kodak, como le llaman algunos fotógrafos. Es una pena no haber subido con la cámara, pues observé imágenes con ejemplares completamente dispares en colorido. Ya empezaba a dudar si no me estaría confundiendo con la especie anterior por esa gran variación de tonalidades que van casi del blanco al amarillo intenso.

Narcissus rupícola entre el jaral en una repisa de solana

         La especie más serrana, la de los suelos más rocosos, la de las repisas y la que sin duda muestra un nombre más acorde a su naturaleza, es el Narcissus rupícola. Este narciso, también muy madrugador y por aquí bastante escaso que a veces aparece en el interior de jarales de las repisas rocosas, no presenta confusión dado su inconfundible hábitat. Otra cosa sería si lo pusiéramos junto con otros de áreas inferiores como Narcissus fernandesii e incluso otro de junqueras y marjales como Narcissus jonquilla.

Praderita de Narcissus fernandesii en suelo volcánico fuera de Alcudia

         Los narcisos que no son tan amantes de los relieves montanos, tienen nichos ecológicos inferiores y variados, como puedan ser los mullidos suelos forestales o los fondos de los innumerables vallejos que salpican desde la caída de las dos sierras que enmarcan el valle de Alcudia por el norte y por el sur, a los innumerables vallejos interiores labrados en el centro del anticlinal desventrado que es este valle, con sus grauvacas oscuras, las “pizarras” de sus riscales como las llaman sus habitantes.

Narcissus jonquilla en los bordes del Tablillas

         En los bordes pedregosos de los esporádicos arroyuelos alcudianos aparece, a veces con profusión, el junquillo Narcissus jonquilla, aunque junquillo se le llama en el campo a muchas cosas, en este caso parece que la coincidencia del nombre vulgar y el específico no es casual. Este narciso suele crecer en grupos, existen lugares en que es absolutamente masivo, ya fuera de Alcudia, como un poco más al NW en islillas y desembocaduras de arroyuelos en los grandes pantanos extremeños como el de la Serena.

Junquillos entre el tamujar y los ranúnculos

         Este narciso apenas aparece en las zonas orientales del Alcudia, a partir de la cabecera del Tablillas, más quebradas y algo más secas que las occidentales. El valle de Alcudia es tan largo, casi cien kilómetros, que hace un poco de bisagra entre las áreas más atlánticas occidentales y las más secas orientales y mediterráneas. Este carácter tiene su reflejo en la vegetación general, donde, por ejemplo, brezales, durillos y mirtos apenas muestran efectivos en sus extremos más orientales.

Narcissus bulbocodium en pradillos pastoreados

         También en los fondos de vallejo, aunque puedan aparecer en repisas herbosas de zonas algo más altas, aparece uno de los narcisos más comunes y pequeños, es el Narcissus bulbocodium, son como trompetitas cónicas de un intenso color amarillo. Suele crecer en grupos más o menos numerosos. Aparecen a principios de la primavera sobre herbazales usualmente ramoneados por las ovejas, sobre los que destacan poderosamente.

Narcissus bulbocodium en su variedad "alzada" a pesar de la sequía de 2017

        En algunos lugares aparecen ejemplares diferenciables del anterior por no aparecer de forma tan numerosa, ser mayores, más altos, siempre verticales y crecer exclusivamente en bordes de corrientes temporales. Por más que he buscado no he encontrado de cuál de las subespecies o taxones existentes, pero no contemplados por Flora Ibérica, podría tratarse.

Narcissus assoanus y en blanco su híbrido con N. cantabricus

         Otro narciso que podría aparecer en Alcudia, pues existe a pocos kilómetros al este en Sierra Morena y en las vecindades del Guadiana medio, es Narcissus fernandesii (en Flora Ibérica N. assoanus) con alguna población muy numerosa en la vecindad de un volcán calatraveño. Narciso muy parecido al N. jonquilla pero menor y con menos requerimientos hídricos. Se le podría esbozar como el intermedio entre el anterior y N. rupícola, tanto en caracteres como en ecología.

Narcissus muñozii-garmendiae (habrá que creérselo) antes de la floración

         En los buenos suelos forestales de algunos de sus mejores robledos (muy escasos en lo que es la umbría de Alcudia), quejigares o lo que es lo normal, bosques mixtos de quercíneas, y también en los bordes de bonales o nacederos, puede aparecer el que es el único endemismo de la provincia de Ciudad Real. Se trata del bello narciso trompetero Narcissus muñozii-garmediae, aunque Flora Ibérica los trata como perteneciente al grupo Pseudonarcissus; yo apoyo a otros autores que lo creen especie y afín a otras también defenestradas en F.I. bajo Narcissus minor, tales como Narcissusasturiensis o N. jacetanus.

Narcissus pseudonaricissus subsp. portensis en un bonal al sur del Guadiana

Narcissus muñozii-garmendiae que yo aún no he visto en flor, es relativamente difícil de distinguir de otro narciso de ecología muy parecida y bastante extendido en todos los montes de Ciudad Real, salvo Sierra Morena, Narcissus pseudonarcissus subsp. portensis, que podría aparecer en los bordes noroccidentales del valle, por haber buenas poblaciones a pocos kilómetros más al norte, ya en el entorno del cercano Guadiana.

Robledal, con Narcissus pseudonarcissus subsp. portensis que aquí algún botánico dio por N. muñozii-garmendiae

Narcissus pseudonarcisus subsp. portensis tiene una ecología más variada y es capaz de aguantar condiciones ambientales que el otro no toleraría, como es la exposición directa al sol, tornando sus hojas tonalidades glaucas que son menos notables en los ejemplares del subvuelo del bosque. Otras diferencias entre ellos es que Narcissus muñozii-garmendiae es ligeramente menor en todo, aunque con un pedicelo floral mayor y un ligero estrechamiento en su relativamente corto tubo. A nivel más práctico, casi nunca forma masas densas, sus hojas no se alzan todas verticales, pueden aparecer ejemplares con dos flores y si se intenta arrancar, sale al mínimo esfuerzo por tener su bulbo muy superficial y en suelo mullido y aireado.


La novedad, de la que andaba pendiente ya varios años para poder verla, es la de unos narcisos blancos que crecen en un único vallejo de todo el valle de Alcudia. Me lo comunicó Leovigildo Flox, pero entre lo difícil que es acertar con el momento exacto de la floración y lo distante de su localización, no ha podido ser hasta este magnífico inicio de primavera que nos ha deparado un mes de marzo muy abundante en precipitaciones.


Se trata de Narcissus papyraceus, un narciso del suroeste ibérico, impensable para estos lugares algo más mesetarios, pero teniendo en cuenta que aparece en las comarcas vecinas de los Pedroches, en Córdoba al sur, y en la Serena, en Badajoz al oeste, por qué no habría de estar en esta localidad intermedia entre ambas. En su día Leovi avisó a Ramiro García Río, el gran botánico y conocedor de estas sierras, de este descubrimiento, pero Ramiro que no llegó a verlos, dudó mucho de que tuvieran un origen autóctono.


Los narcisos aparecen con profusión en el fondo de este vallejo. No todos están florecidos y desde lejos, las matas sin florecer, apenas son distinguibles de los numerosos gamones de estos pastos. Existen puntos en que aparece alguna mancha masiva, pero la mayoría están dispersos en manchas de pocos ejemplares, aunque con hojas muy numerosas. Leoví me comentó que otros años aparecían en manchas más espesas y más ceñidos a la línea central del fondo de valle y también me dijo que habló con una mujer mayor, de la finca más cercana y que ésta le contó que cuando ella era pequeña esos narcisos ya estaban allí y en buena cantidad.


Es un narciso alto, de hojas muy planas y grisáceas, con flores blancas sin apenas pedicelo, pequeñas en comparación con el tamaño de la planta y con un fuerte olor, no precisamente agradable. Su bulbo es muy grande y rodeado de una túnica prácticamente negra. A estas alturas prácticamente la mayoría de las flores ya estaban algo marchitas y las matas bastante hojisecas, algo difícil de explicar un año en que apenas ha habido dos días en semana Santa de temperaturas y sol que no estuvieran bastante por debajo de la media.


Estas plantas no hacen sino incrementar el ya alto valor natural de este fantástico y descomunal valle que, junto con Sierra Madrona, lleva pocos años ostentando la categoría de Parque Natural. Yo siempre he pensado, incluso antes de Cabañeros, que el verdadero Parque Nacional representativo del ecosistema del monte mediterráneo, no podría ser sino Sierra Madrona y sus alrededores, como es el magnífico valle de Alcudia.


Esperemos que la gestión del Parque esté (y parece estarlo) a la altura de los altos valores naturales y humanos que pretende conservar. No obstante, una empresa pública como es la enorme dehesa y montes de Castilserás, debería gastar muchos menos euros en autobombo y cuidar sus más que dudosas técnicas de tratamiento forestal y agropecuario, tales como la introducción de maquinaria pesada en las dehesas para desempedrar, acumulando bloques en grandes montículos entre las encians, como pude comprobar. Esta empresa pública debería dar ejemplo a la privada, en aras de una conservación, al menos como la mantenida hasta estos tiempos que nos han traído al presente una naturaleza y unos paisajes tan sobresalientes, ricos y variados como los actuales.


Otro gran peligro para los narcisos y para el paisaje tradicional del valle es la puesta en cultivo cerealístico. Ya se sabe que el peor enemigo de las plantas con bulbo es el arado y esto en Alcudia tradicionalmente no pasa. Solo ocurrió muy parcialmente desde los años del hambre hasta inicios de los 70’ y por causa de la pobreza extrema de sus habitantes que vino a terminarse con el masivo éxodo rural.


   La actual Política Agraria Común parece que abre una ventana subvencionadora para el cultivo de cereales, algo muy poco rentable en estas pobres tierras tan dependientes de la climatología. Este enorme valle es el invernadero clásico de una gran cabaña ovina solo comparable con la vecina Serena extremeña.


Este año el valle de Alcudia está que se sale, pocas veces está tan bello este valle como a principios de primavera y pocos años, como este, tan ricos y tan bien alimentados por las lluvias y una climatología propicia, muy al contrario que los últimos, en que fue noticia este valle por la “resurrección” de las plagas de langostas.


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