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Channel: ALMANAQUE NATURAL
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La Cárcel de los Ríos

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        La Junta de los Ríos, es la región de la compleja unión de los ríos Záncara y Gigüela en la llanura manchega en la provincia de Ciudad Real. Se trata de una vasta área llana de suelos salobres blanco-grisáceos, en los que cuando aparecen arados, uno se hunde hasta más allá de los tobillos al andar sobre ellos.  Aquí probablemente sea donde se encuentre la mayor superficie europea de tarayales, unos naturales y la gran mayoría de repoblación, todo ello salpicado de someras depresiones inundables y de rectilíneas infraestructuras para domesticar el efímero curso de unas aguas cada vez más ausentes.


        Esta área también tiene un nombre bastante singular, aunque ahora apenas se oye, “la Cárcel de los Ríos”, nombre más que significativo, que creo viene dado por dar nombre a una gran zona de confluencia, rejuego y desaparición de las mayores áreas fluviales manchegas, al menos las de antaño. Además, a muy pocos kilómetros y formando parte de esta zona, está el área donde desaparecía el misterioso Guadiana Viejo, en Villacentenos, mítica y desamparada localidad que contaba con castillo, iglesia y batán, para volver a aparecer cinco leguas a occidente, en los Ojos del Guadiana.


        Villacentenos o Villa Centenillos daría para una buena entrada, pues era una localidad pleiteada largamente por Alcázar, por Herencia e incluso por Villarta de San Juan por sus buenos pastizales y dehesas que abastecían a miles de ovejas, vacas y ganado de tiro en aquellos tiempos. La historia de esta feraz localidad y su debacle demográfica y material ven paralelos y habla fielmente lo que fueron y en lo que se han convertido, los espacios naturales manchegos.

Bebedero de arenisca de una sola pieza; hoy roto y sin ganados

        Aquí, solo en episodios verdaderamente húmedos, el Guadiana Viejo unía en superficie su cauce al del Záncara, el Canal Izquierdo del Guadiana que acababa en el batán de Villacentenos e inundaba posteriormente, una gran área que contactaba con el Záncara muy poco antes de la Junta con el Gigüela. Río éste que desde el norte venía ya recrecido por la unión con su “hermano gemelo”, el Riansares, poco antes de Alcázar de San Juan y cuyo nombre lo dice ornitológicamente todo, de cómo debió de ser en el pasado. A estas juntas se le unen otras, con valles fluviales igualmente inundables, como el que llega desde el este de la laguna de Cerro Mesado o el Valdespino que viene desde Herencia.


        Geológicamente estamos en el epicentro de la gran llanura manchega. Hace un par de millones de años, se trataba de una gran cuenca interior cerrada, continua de norte a sur, desde Guadarrama-Ayllón, hasta Sierra Morena, unos miles de años adelante, esta cuenca comenzaba a bascular muy ligeramente hacia el oeste, para dejar de ser cerrada y abrirse hacia el Atlántico. El Tajo comenzó a profundizar sus valles hacia el oeste y fue aislando la mitad sur de Madrid de la Mancha, luego vendría la España de las autonomías y completaría la separación, pero no cabe ninguna duda que, de Atocha para abajo, estamos en La Mancha.

Amarillos: costra calliza, punteado y mamelones: playas secas y húmedas, medias lunas: arenales

No ocurrió lo mismo con el Guadiana, cuya capacidad erosiva apenas ha podido erosionar ligeramente el portal occidental del Campo de Calatrava y sus serrezuelas transversales. Las escasas precipitaciones y la alta permeabilidad del sustrato de la llanura manchega restan casi toda su potencia erosiva a unos ríos que apenas fluyen temporalmente por su superficie. No ocurrió lo mismo en un pasado geológico no muy lejano, pues son numerosos los valles fluviales llenos de meandros que hoy no son funcionales, con sus fondos roturados casi en su totalidad. Son las famosas “cañadas” manchegas, buenas rutas de pastos que por eso acuñaron ese nombre.


Hoy en día los pistacheros están imponiéndose en casi todo tipo de suelos

Hoy la extinción casi total del pastoreo manchego ha venido como causa y efecto al mismo tiempo, de la desaparición de las grandes llanuras de inundación manchegas, al ser este un gremio que, quitando los tiempos de la mesta, no ha tenido la alta influencia política que sí ha conseguido el aquí todopoderoso sector agrario.

Moderna plantación de almendros destrozando la vegetación de los escasísios arenales manchegos

He visto fotos aéreas de finales de los años cincuenta, el famoso “vuelo americano”, en las que aparece un área tan vasta, variada y rica que bien  podría rivalizar con Doñana, no en vano este tipo de lugares es lo que se está dando en llamar, a pesar de los embites del calentamiento del clima y de la moderna agricultura, “las marismas manchegas”, término que viene a denominar el conjunto de esas grandes llanuras de inundación y las numerosas lagunas endorreicas del entorno. 

Pastizal natural limo-arenoso con alguna Artemisa campestris

Gran parte de estas marismas manchegas se han querido salvar en la denominada Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda, lo que ha promovido varios proyectos LIFE que han sido bastante eficaces en casi todos los casos, poniendo ademán en valor, entre la población local un nicho ecológico que hasta hace relativamente poco tiempo, para algunos de ellos, veían como un estorbo para su desarrollo.


Mapa Reserva de la Biosfera de La Mancha Húmeda

A parte de las llanuras de inundación de esos grandes ríos, la zona cuenta con muchas lagunas más o menos temporales, agrupadas en complejos conjuntos lagunares como los de Lillo, Villacañas, Quero, Villafranca, Alcázar, Muletero-Pedro Muñoz-Las Mesas-Manjavacas, etc. Las mayores de estas lagunas están protegidas o disfrutan de algún proyecto de recuperación, pero lamentablemente son muchas más las desaparecidas o usurpadas. Obstinadamente, contra pronóstico, tras unas lluvias decentes, las aguas rompen las zanjas y los esquemas de quienes las pusieron en explotación, y las vuelven a colmar de vida, recuperando milagrosamente parte de sus vegetales esplendores y de sus orníticos paraísos. En teoría las lagunas, por muy temporales que éstas sean, son Dominio Público Hidráulico, no sé qué títulos de propiedad, ni que legitimidad, obra en poder de estas personas.



Esta Junta de los Ríos viene o venía a ser, una mezcla de zonas palustres, salobres y esteparias en un aparente caos meandriforme que dominaba enormes extensiones en forma de “Y”, con dos ramales del Gigüela y del Záncara y otro resultante en un Gigüela recrecido. Éste ha recibido unos 15 kms. antes a su simétrico Riansares, cuyo nombre “ornitológicamente” lo dice todo; el segundo ramal es el del oriental río Záncara que recoge, pocos kilómetros antes, el llamado canal del Guadiana  y el Canal del Gran Prior o Guadiana Viejo, que es el que recorre este río en esos episodios lluviosos en los que no llega a desaparecer en el interior del subsuelo manchego, desde las lagunas de Ruidera. También, poco antes, el Záncara acoge al triste y encauzado río Córcoles, aunque por aquí lo llaman Acequia de Socuéllamos, procedente de la mancha conquense y del Campo de Montiel albaceteño.

Llanura inunable de céspedes de Frankenia en barbecho cuando debería ser saladares, albardinales y lagunillas

A partir de esta uniónel Gigüela sale hacia el suroeste, el mismo que en Villarta de San Juan, pasa por debajo del mayor puentede toda la Mancha, (47 ojos que fueron algunos más). Varios kilómetros río abajo, desemboca (ya solo muy ocasionalmente), en el padre Guadiana que renace (con permiso de las extracciones) en los Ojos del Guadiana. Esa unión forma las Tablas de Daimiel, lugar antes conocido como Laguna de las Islas y que hoy, ni con la artificial ayuda de cuatro diques, consigue rememorar sus antiguos esplendores.
Tras este sofocante verano, estoy oyendo hablar mucho de la peor cara del calentamiento global, de los incendios del Amazonas, del gran incendio de Siberia o de la desertización. Es gracioso, pero lamentable, ver como miramos detrás de la valla y no nos percatamos de lo que acontece en nuestro propio jardín, delante de nuestras narices. No hay que irse fuera para horrorizarse por cómo han desaparecido el lago Chad o el mar de Aral, solo hay que seguir la secuencia temporal, incluso fotográfica, para comprobar que no podemos echar balones fuera, que aquí en casa, somos un fragrante mal ejemplo de lo que es la desertización claramente inducida por el hombre y sus espurios intereses.


Increíblemente, la muerte de tantísimas hectáreas de áreas naturales de llanura interior con sus albardinales, arenales, tablas fluviales, dehesas, etc., la historia de este desastre, no sólo ha pasado casi desapercibida, sino que continúa engullendo los últimos rincones naturales de toda esta región. Es una desaparición ahora ya a pequeña escala, pero masiva. Son rinconcitos, bordes de arroyos, bardales, bordes de caminos, retazos de cuestas que se van recortando y haciendo retroceder. Laderas que se llenan de caliches desde el campo de cultivo despedregado, de la mesetilla superior; incluso se hacen desaparecer lagunas temporales pasando una y otra vez las rejas hasta allanar completamente el terreno; despojándolo de la escasa, pero magistralmente adaptada vida vegetal y animal que hubiera podido albergar con anterioridad.

Las curvas de los surcos denotan lomillas y concavidades que el arado tiende a rellenar

Llama la atención en las áreas más arenosas que flanquean por ambas orillas, a norte y a sur, hoy despojadas casi completamente de un tipo de vegetación tan especial, como magníficamente adaptada a vivir en esto medios móviles y estériles, algunos bardales de separación de fincas o de bordes de caminos, han quedado resaltados como diques que contienen el avenamiento de las propiedades en los episodios ventosos que movilizan esas arenas.

Bardal formado por un gran montículo arenosoque sirve de contención al movimiento de las arenas
Varias matas de la alta gramínea Imperata cylindrica

En algunos lugares, esos bardales o diques arenosos de metro a metro y medio de altura y unos cuatro o cinco metros de ancho, son los únicos espacios que albergan una pequeña muestra de vegetación natural en kilómetros a la redonda. En algunas se pueden encontrar restos de albardinal, artemisias o incluso en uno encontré la gran y rara gramínea Imperata cylindrica. De la vegetación natural, solo restan algún pequeño retazo de encinar, breves cuestas y algunos bordes inundables de los ríos que, con su irregular cauce, a pesar de los encauzamientos, todavía consiguen que algunos restos de naturaleza, sean difíciles de doblegar.


Voy a la misma Junta de los Ríos desde el sur, poco antes de llegar hay unos pastizales a medio camino entre arenal y pastizal, de hecho dentro y en sus bordes al este hay varias grandes artemisias. En la vecindad un pinarejo asienta una buena zona arenosa.


Cruzo el río y llego al canal del Gigüela que se encarga de vaciar y reconducir el río, desde varios kilómetros antes de su desembocadura, aunque confluye casi en el mismo lugar que la arteria a la que desangra y con el Záncara. Los terrenos cauce del Gigüela, kilómetros antes y al oeste, aparece salvajemente arado. Camino por ese campo y me voy hundiendo en un limo seco y profundo. Cruzo el cauce y llego a un camino kilométrico paralelo a un canal que es en lo que ha quedado convertido el espacioso río Gigüela.

Tarayes, orzaga y matas de Limonium al borde del canal del Gigüela

Ese largo y rectilíneo camino es kilométrico; el caballón del canal está lleno de Limonium, algunos en resalte erosivo, mostrando buenas tallas, también hay bastantes orzagas Atriplex hallimus y el canal del río es todo grandes tarayes. A un lado del canal un llano salobre arado, muy diferente del que aparece en la margen oriental que lleva al menos un año sin arar y casi todo está cubierto de los ralos y marrones céspedes de las Frankenia pulverulenta y bordeado de matas de Limonium, (se trata de comunidades protegidas por la Directiva Hábitats), lo que indica a las claras y, a pesar del arado, la vocación de estos terrenos. Algún apero de labranza denota las labores que le suelen dar a estos espacios tan secos, triste y yermos, a pesar de las labores agrícolas.


Vuelvo sobre mis pasos y vuelvo a cruzar hacia la Junta de los Ríos, justo donde aparece lo que yo pensaba que era una motilla, el cerrillo de las Cabezuelas, pero al subir a su cima veo grandes bloques de costras calizas que desmontan mi teoría. Aun así, es un mirador incomparable en el justo centro de la llanura fluvial más importante de toda la Mancha, punto demasiado significativo como para que haya pasado desapercibido en cualquier época anterior a la nuestra. De hecho, en sus cercanías encontré un neolítico molino de mano.

Cerrillo de las Cabezuelas colonizadas por un calaminar, ralo por arriba y espeso abajo

La peana de las Cabezuelas es un amplio calaminar que se por toda su base y se resuelve en un almajal de Suaedas, tarayales y céspedes de Frankeniahacia el sur; hacia el norte hay algunas zanjas artificiales y otras no tanto, que cobijan al Záncara cuando fluye justo muy poco antes de la Junta con el Gigüela, unión tapada por árboles y espesos herbazales y carrizales.


Al pasar a este lado compruebo la existencia de zanjas y caballones más someros que los del canal del Gigüela. Descubro sobre uno de los caballones un amplio cuartucho o cabaña de observación de aves. La gran cantidad de plantas taponando la entrada muestran el poco uso que se hace de esta instalación, supongo que, también motivada por la ausencia de agua al otro lado de sus ventanas, sobre las que cuelgan posters de las aves objeto de posible observación. Este recinto cercado o cerrado por este caballón donde se asienta el observatorio, delimita lo que es el paraje restaurado de la Junta de los Ríos, absolutamente escaso, por no decir escuálido, respecto a la enormidad de hectáreas que podría tener este espacio natural, si se hubiese restaurado en la amplitud que este lugar, sin lugar a dudas, merece.


        Ahora mismo se está planteando, probablemente ya esté aprobado, un trasvase de nada menos que 20 Hm3 de agua desde la cabecera del Tajo a las Tablas de Daimiel. No hay ninguna organización ecologista que esté de acuerdo con esta medida, pero la Comunidad de Usuarios de la Masa de Agua Subterránea Mancha Occidental I que es quien realmente tiene voz y voto en esta región, así lo ha decidido.

Interesante hábitat sabulícola, artificiosamente reforestado en una situación disclimácica

Es necesario recalcar que si bien, el Gigüela ya estaba canalizado, los pasados trasvases desde el Tajo-Segura a Las Tablas, se realizaron aprovechando el canal del Gigüela y esto fue la puntilla definitiva a todas estas áreas fluviales y lagunares que formaba este río manchego. Esto llevó a la re-elevación de caballones, la impermeabilización y sellado del canal, el cierre de compuertas a determinadas lagunas “privadas” que, con finalidad cinegética, mantenían aún con vida las últimas áreas palustres de esta arteria. Todo para nada, para alimentar un bebedero para patos, igual que podían haber inundado cualquier otro humedal seco como los cientos de ellos que había de camino.

Este yermo cereal fue en tiempos una muy variada zona natural y pastoril

Ahora se esgrime que es a través de una tubería y que apenas habrá pérdidas (que llegaban hasta el 90%), pero eso no quita la enorme arbitrariedad, artificialidad y absoluta falta de concordancia, con lo que son los vaivenes climáticos naturales de nuestro clima mediterráneo. Quizás esta sea la ocasión de que las Tablas se libren por fin y de forma natural, de la plaga de carpas que están acabando con las praderas de “ovas” y dejar de dilapidar tanto dinero en la extracción y muerte de las mismas. Hay que asumir que las Tablas de Daimiel es un ecosistema natural y que se tiene que comportar de acuerdo a las condiciones que afectan a su entorno del que, para bien o para mal, no puede disociarse.

Matillas de Frankenia laevis en el fondo de la cubeta lagunar

Cómo serían las Tablas si no se hubiera parado in extremis su desecación, pues la muestra está clara, solo hay que ver el estado actual de esta Junta de los Ríos. Pero es necesario recalcar que es una situación perfectamente reversible, que los terrenos ganados a la naturaleza, apenas producen lo que se gasta en su explotación y que si se deshicieran zanjas y caballones, tendríamos un gran espaciotemporalmente inundable, lleno de diferentes ecosistemas ligados a las aguas, a la salinidad, a los variados tipos de sustrato y además tendríamos, un magnífico sumidero que alimentase el magnífico y útil acuífero que existe bajo el subsuelo manchego.

Área máxima inundable, más albardinales de orla, en el entorno de la Junta

Todo es proponérselo, es una opción de futuro probablemente más seria que el intentar seguir manteniendo una agricultura, en esta área en concreto que jamás sería rentable de no ser por unas incongruentes subvenciones o por el poder de algunos de sus propietarios que probablemente no lo eran a la hora de promover estas grandes desecaciones.




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