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Joyas botánicas acorraladas en Coslada

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         Este es un trabajo que no debéis perderos,  en el blog "Mis encuentros con lo autentico"  http://lospaseosdeeritaco.blogspot.com/p/enclaves-naturales-de-coslada.html , se trata de una entrada sobre la flora de Coslada, una poblacion del extrarradio del este madrileño aparentemente despojado de naturaleza salvaje. Desde luego las apariencias engañan, y en este caso totalmente. Hago esta minientrada, para que podáis todos enlazar a esa macroentrada (en una pestaña especifica del blog) dada su importancia, por lo que ruego toda la difusión posible. Puesta al dia en otra nueva entrada mas breve pero muy dura.
             http:/ http://lospaseosdeeritaco.blogspot.com/ 2012/01/malas-noticias-para-la-biodiversidad.html


El grupo farmacéutico Cofares en su publicidad hace de la biodiversidad bandera, pero luego....

        Lo principal del asunto es una de las floras mas olvidadas por blogueros e investigadores. Se trata de los pastizales. Ni de alta montaña, ni de riberas, se trata de los majadales, los llanos sin cultivar, los eriales viejos. Hace años eran corrientes y abundantes, pero desde hace unas pocas décadas con la agricultura intensiva, los pesticidas y la explosión urbanística, se ha ido relegando toda una gran comunidad vegetal al olvido y a la desaparición.
         Pero este trabajo no tiene valor solamente por estudiar al detalle una vegetación en apariencia, degradada, sino por descubrirnos sus riquezas, en este caso enormes. El estudio de una serie de "eriales" en el entorno urbano dio con el descubrimiento de varias plantas que no estaban en la Lista Roja de las especies madrileñas, porque no se sabia ni de su existencia.
        Perfectas desconocidas para la mayoría de los botánicos, Cynara tournefortii, Malvella sherardiana y otras rarezas como Teucrium spinosum, Geropogon hybridus o Klasea flavescens pueden llegar a desaparecer para siempre, de persistir los empeños de quienes nos administran (CAM y Ayto. Coslada). Se trata de la ampliación de un gran centro de transportes (terrenos adquiridos por la farmacéutica COFARES que terminaría por eliminar los escasos pastizales de estos llanos de Coslada.

Cynara tournefortii en su única localidad del centro peninsular

         Esta localidad ya era conocida de un grupo de amigos que intentamos conocer a fondo la flora del sureste de Madrid, pero ante la gravedad de la situación y la falta de miramientos de quienes nos gobiernan respecto al medio natural, nos ha hecho emprender esta campaña para que todo el mundo sepa lo que esta pasando con unas de las ultimas joyas botánicas de Madrid.


Gracias a todos y en especial a "Eritaco" (autor de las fotos), por su trabajo y su lucha.


Última hora:     Comentario del científico Juan Manuel Martínez Labarga, verdadero descubridor y valedor de este enclave:   “Además de estas especies, en esta enclave hay otras sumamente interesantes, como Teucrium spinosum, Convolvulus undulatus, Serratula flavescens, Linaria caesia, Crucianella patula, Scolymus maculatus, Ziziphora hispanica, Centaurium pulchellum….. En total unas 200 especies, para un pequeño rincón menor de 10 ha.Algunas tienen aquí su única localidad conocida en todo el territorio de la Comunidad de Madrid. Sin duda un testigo de lo que eran los pastizales y barbechos, en el área periurbana de Madrid, sobre arcillas grises y marrones.Este lugar, situado en el contacto entre las arcosas que vienen del Guadarrama y los materiales sedimentarios calizo-gipsófilos de la Cuenca del Tajo, sería la representación actual más próxima al Cerro Negro, localidad clásica madrileña hoy desaparecida por la voracidad de la urbe. En definitiva, un lugar idóneo para una microrreserva de flora.”

El invierno en los majanos y bardales de Ciudad Real

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         Parece que este invierno no va a ser nada lluvioso, de momento y con algún empujoncillo, apenas llevamos una tercera parte de lo que sería habitual en esta época y el aspecto del campo es mucho más triste de lo habitual, aunque el Guadiana y otros arroyos siguen viviendo de las rentas de los dos últimos buenos años. Aun así me sigo dando mis paseos en busca de lo que me salga al encuentro, que no es poco.




         El Campo de Calatrava, comarca centro-occidental de Ciudad Real, posee una peculiar mezcla de litologías que le confiere una identidad propia. Es el borde occidental de la planicie carbonatada manchega, sobre la que emerge un oleaje de serretas cuarcíticas, estando todo salpicado de variadas manifestaciones volcánicas. De no estar estas tierras tan transformadas por la mano del hombre durante varios milenios, a lo que ha contribuido la riqueza edáfica propiciada por los volcanes, su riqueza vegetal sería inmensa, pues se aunarían tres tipos de vegetación, la basófila, la silícea y la volcánica.



Estos paseos invernales los he dado por dos tipos diferentes de áreas cercanas al curso del Guadiana medio, en las cercanías de Ciudad Real; una zona caliza que coincide con el final exacto de la planicie calcárea manchega, que aquí donde los ríos comienzan a serlo de verdad, profundizan su cauce, dejando colgada la repisa de dura costra caliza superior que remata una empinada cuesta con restos de vegetación natural. Abajo, en cuanto declina la pendiente comienzan los cultivos.
El otro tipo de área es un majano (tierra entre cultivos), formado por una largo y sinuoso borde de una colada volcánica que separa dos campos de cereal, uno superior y otro inferior que enlaza con la llanura de inundación del Guadiana.


Borde de la colada volcánica con un alomado volcán y el Guadiana de fondo


En estos paseos una de las cosas que más busco son las orquídeas. Parece que no es para nada su momento, pero es de los mejores del año pues los pastizales se encuentran deshojados o muy mermados y es el momento en que son más visibles las futuras orquídeas, pues mas tarde con la primavera serán ocultadas por la masa vegetal de mayor crecimiento.
         Las orquídeas suelen tener sus hojas basales, principalmente el gran género Ophrys, el de las abejeras o flores que simulan abejorros e incluso huelen a abejorros hembra. Estas plantas son geófitos, es decir, plantas que tienen órganos de reserva bajo el suelo, de los que se nutren para brotar con fuerza cuando las condiciones son benignas, pero aun así, empiezan a desarrollar las hojas con el otoño y aguantan todo el invierno con sus resistentes hojas basales. Diferenciar unas especies de otras solo por las hojas basales es de nota, pero se puede conseguir a poco que se practique.


Mesa caliza con el telón de fondo de las serretas cuarcíticas


         Hasta el año pasado no conseguí ver a la mayor orquídea española Barlia robertiana, en invierno, distinguible a distancia por sus grandes hojas de un verde rezogante que destacaban en medio de los colores pardo-cenizos del pastizal invernal, justo una semana mas tarde localicé varios ejemplares exactamente iguales en Ciudad Real, donde no está citada, donde además Valentín, Iván y Ramón ávidos investigadores de las orquídeas ciudarrealeñas, llevan años buscándola. Acudí pronto a comentarles mi hallazgo, pero cuando se las mostré, Valentín dijo que eran Himantoglossum hircinum, la otra gran orquídea ibérica y tenía toda la razón como pudimos comprobar meses mas tarde, aun así, también es una rareza, por ejemplo en Madrid solo conocemos una única localidad.



Aunque muchos botánicos no reconocen una vegetación volcánica, la realidad es que su presencia determina un fuerte cambio fisionómico al paisaje vegetal, quizá dominado por especies basófilas pero muy poco corrientes o abundantes en exceso respecto a las localidades calizas vecinas.
         La época del año en que nos encontramos y la escasez de precipitaciones hacen que este año sea particularmente pobre, aun así la constancia y potencia de las situaciones anticiclónicas con heladas mucho mas suaves de lo que nos tienen acostumbrados los anticiclones invernales, deja un estado ambiental particularmente estático, impasible, velado. Las tardes quedan abiertas a un paseo tranquilo con una luz tenue, casi todavía otoñal.




         La vegetación de estas escasas franjas de terreno ajenas al arado es llamativa por su escasez, aparecen especies muy calizas que apenas se dejan ver en otros pastizales vecinos. Destacan las leguminosas y labiadas sobre las gramíneas Veo varios rabos de gatos (Sideritis sp.) de gran tamaño que identificaré en primavera, las plantas del lino tienen partes rebrotando, hay euforbias de gran tamaño que no veo en la Mancha y menos aun hacia el oeste silíceo. Veo Hippocrepis, Hedysarum y  varios Astragalus vivaces, alguno tan interesante como para volver en primavera.
         Varias laderas están sometidas a procesos de gravedad que hacen fluir los materiales más arcillosos ladera abajo, creando calveros y tramos agrietados entre la vegetación. Estas calvas, también llamadas por aquí blanquizales, son los que poseen la vegetación más original de estos terrenos, sin interferencias antrópicas.


El borde de la mesa caliza y la cuesta hacia el Guadiana


Las laderas mas pedregosas tienen tomillares mayormente formados por zamarrillas (Teucrium sp.) y jarillas (Helianthemum sp.) con tomillos. En terrenos más estables y profundos las gramíneas se hacen más preponderantes y también entran especies como artemisas (A. herva alva y A. campestris), linos, Serratulas  en sus bordes aparecen las primeras orquídeas, en medio de suelos muy minerales, desprotegidas, son Ophrys de las dos clases que viven aquí, la O. lutea, muy buscada un par de años atrás por su rareza en Ciudad Real pero de la que ya hemos encontrado varias buenas poblaciones y la O.sphegodes.
         Entre tanta hierba en hibernación destacan poderosamente un par de flores de ojo de buey (Pallenis spinosa), muy pasadas de fecha o confundidas con los extraños calores de finales del otoño, tras las escasas lluvias de noviembre.


Flor de estrella espinosa u ojo de buey confundida por un otoño-invierno anormalmente cálido


         Este año compruebo en varios lugares la agresividad del arado que araña los bardales e inclinadas laderas en un intento de ganarle superficie a los sembrados, parece que se continúan dando ayudas agrícolas a la superficie, pues otra explicación no tiene pues la producción en estos bordes es absolutamente ridícula y sin embargo el daño que se le hace a la biodiversidad es grande.


Los tractoristas hacen lo imposible por ganar unos metros a las laderas calizas


         En otros bardales volcánicos veo que apenas existen unas jarillas, tomillos y esparragueras entre tanta gramínea, mucho mas abundantes que en la anterior zona caliza. Lo que más destaca ahora y mucho más dentro de pocos días, son las grandes hojas y flores del lirio de invierno, (Iris planifolia) del que llego a descubrir, protegidos por retamas, varios ejemplares floridos.


La primera flor del año, el volcánico lirio de invierno, este año desafiando a las heladas de enero


La única vegetación de gran tamaño de este lugar son unas escasas grandes retamas y varios almendros o arzollos como les llaman por aquí, estando a un par de km el mayor almendral salvaje del centro peninsular, el poco conocido y menos valorado Arzollar de Alarcos, junto a las ruinas de la ciudad del mismo nombre que también es el de la mayor derrota cristiana de la reconquista, deliberadamente olvidada por la vieja historiografía hispánica.


Arzollar de Alarcos, el mejor almendral espontáneo del centro peninsular (Feb-2011)


Para dar la nota trágica, al atravesar un sembrado me dirigí a una mancha llamativamente blanca en medio del oscuro terreno volcánico, al acercarme vi que era el plumón blanco con algunas plumas color castaño de una avutarda cazada ilegalmente. Es una pena, pese a encontrarnos enfrente del llamado cerro de las Avutardas por aquí es muy difícil observarlas.



     ....una avutarda menos
  
 Noticia trágica:

En una de las mejores fincas públicas de la provincia, la Encomienda de Mudela, han aparecido seis águilas imperiales envenenadas, todo un récord, indignante cuando cundía cierto optimismo sobre el futuro de esta emblemática especie. Ya en otra entrada, la de la laguna del Acebuche, avisaba que había visto una urraca muerta y otra agonizante, probablemente por uso de venenos. Parece una práctica arraigada en la provincia, aún recuerdo que hace pocos años lo avisaban con carteles de :
                 >         " Peligro Cebos Envenenados "         <

Las primeras flores del año

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Hoy voy a hablar de las primeras flores del año por estos pagos, lo hago con quince días de retraso desde que tengo todo el material a finales de febrero, con lo que hoy ya veríamos algunas flores ya pasadas y otras desaparecidas.


Narciso de pedrera, el primero en aguantar el frío sin perder el tipo

Por todo el centro de España seguimos con la sequía, desde el cuarenta de mayo la lluvia que ha caído ha sido más testimonial que otra cosa, incluso este otoño, prácticamente, no ha habido temporada de setas, a pesar del agua de noviembre que no ha sido capaz de levantar una otoñada sedienta. En la época del año que más tiene que llover, no ha caído ni una cuarta parte de lo que sería habitual para estas fechas.

La primera flor del año, el lirio de invierno 

Sigo con mis paseos habituales con cierta desgana, por las malas condiciones en que se encuentra el campo, aunque siempre aparece algo interesante o nuevo. No puedo dejar de comparar el campo, con otros años por estas fechas, aunque hay que reconocer que los dos últimos años han sido excepcionales. La sequía se nota mucho, este año no está el campo ni mínimamente verde, aunque ríos y arroyos siguen viviendo de las rentas de esos dos fantásticos años.

Los garbancillos abundan por ser venenosos para el ganado

La temporada, que en el campo comienza, como en los colegios, en septiembre, empezó seca y más calurosa de lo normal, el invierno llegó tarde pero fuerte, no por desviarse excesivamente de las medias climáticas, sino más por el contraste con los meses previos. A primeros de año estuve por Cuenca, increíblemente, desayunando al  sol, cuando diez días más tarde las temperaturas bajaron muchos días seguidos de los diez bajo cero. En todo el centro ibérico no solo las temperaturas y la humedad han sido muy bajas, sino que se ha mantenido así un mes, hasta finales de febrero, en que el invierno se va despidiendo en las tardes, que no por las mañanas.

Romero en flor

 Como de costumbre sigo el ritmo del almanaque natural y voy buscando las primeras floraciones del año. La primera gran flor del año la mostré en mi última entrada, un lirio de invierno, Iris planifolia, un no muy común lirio andaluz que llega hasta los terrenos volcánicos del Campo de Calatrava; posteriormente fui a buscarlos en su momento álgido, a finales de enero y principios de febrero. Hay plantas que florecen cuando tienen que florecer, caiga la que caiga; es el caso de estos lirios que solo veo en su esplendoroso “delirio”, uno de cada cuatro años, pues lo normal es que el hielo no les deje mostrar su plenitud. Este año se veían muchas más plantas “fanés y descangallás” que en buen estado, además el entorno reseco no contribuía al espectáculo. Incluso las grandes, duras e invernales hojas de la cebolla albarrana (Urginea maritima) estaban hechas una pena por los fríos y la sequía.


Cebolla albarrana quemada por las heladas

En cambio otras plantas son capaces de retrasar un poco su floración, es el caso del almendro y la mimosa, que este año, aunque engordaron sus yemas en su tiempo, todavía no los he visto floridos en campo abierto, sino alguna rama en algún jardín protegido. Me han comentado que cerca de Sierra Morena algunos han florecido pero que han perdido esas flores con los hielos. Para mí el almendro es quien anualmente da el pistoletazo de salida a la temporada fotográfica.

Coronillas de fraile

Quienes sí que me han sorprendido este año han sido los narcisos, ya se ve alguno florido en jardines, los olorosos junquillos, aunque en situaciones algo protegidas, pues aún no están en su apogeo. Pero me refiero a un narciso mentiroso, por el nombre poco afortunado que le dio algún descuido botánico, el Narcissus cantabricus, un pequeño y grácil narciso blanco que crece en lo más bravío y pedregoso del monte mediterráneo silíceo (nada Cantábrico); parece que las grandes heladas no les han molestado en absoluto.

Narcisos de pedrera (Narcissus cantabricus)

Otra planta por lo general poco corriente, pero que donde crece lo hace en grupo, (caso parecido al del lirio de invierno) es la, “teóricamente” levantina, coronilla de fraile, Globularia alypum, que florece de forma explosiva en esta época y cuya flor, por su forma, realmente parece una “tonsurada” cabeza de fraile. Me ha costado encontrar esta planta en Ciudad Real, pues es básicamente caliza y del este, pero poco a poco voy localizando unas cuantas poblaciones, siempre en solanas descarnadas. En el sureste de Madrid también estoy comprobando su presencia cada vez mayor, lo que puede ser un leve indicio de cambio climático pues desde el levante, en sentido amplio, se va extendiendo poco a poco, hacia el interior peninsular, como vienen haciendo toda una serie de plantas.

Coronilla de fraile (Globularia alypum)

La coronilla de fraile es una de esas bellas plantas arbustivas con las que uno se pregunta si no habrá que pasársela a los floricultores holandeses para que puedan llegar a nuestros viveros y jardines, como ha ocurrido con los tomillos y otras plantas mediterráneas que no valoramos hasta que ellos las introducen en nuestros mercados. Como ésta hay muchas otras autóctonas ornamentales que además están perfectamente adaptadas a nuestro clima.

La coronilla de fraile en pleno monte mediterráneo

 Otras plantas que comienzan ahora son ya los más abundantes pequeños y péndulos, narcisos amarillentos, el Narcissus pallidulus, también llama la atención ahora, otro abundante geófito, la estrella amarilla, Gagea sp. abundante en las ralas praderas de hierbas bajas y entre las peñas. De mayor tamaño los garbancillos (Astragalus lusitanicus) prosperan pronto en situaciones protegidas, haciéndose masivos al no ser comenstibles para fauna y ganado.

/Narcissus pallidulus)

          También empiezan ahora a florecer muchas de las plantas más corrientes que van llamando a las puertas de la primavera, aquellas de los bordes de caminos y sembrados, los zapatitos de la virgen (Lamium amplexicaule) los pequeños pero bellos geranios silvestres (Erodium primulaceum, etc.), las caléndulas silvestres, como las de jardín pero en miniatura y posteriormente otras muchas más.

Estrellas amarillas (Gagea spp.)

           En el monte comienza la temporada del romero que se puede tirar floreciendo más de tres meses no como hace el brezo colorado (Erica australis) que deja de florecer con los primeros calores de finales del invierno o comienzo de la primavera.

Flores de brezo colorado, más tardía que las anteriores

          A partir de estas flores comienza la explosión floral de los almendros. No hace falta ser fotógrafo para disfrutar como abejas de los almendros en flor; los japoneses tienen en un altar a sus cerezos, nosotros tenemos abandonados nuestros almendros, y junto con la encina, pocos árboles más agradecidos. Bien sea porque es barato comprar la almendra a otros países, porque no nos las roben los vecinos, o por falta del mínimo cuidado que requiere, el almendro ha ido desapareciendo de nuestros campos y linderos.

Atardecer de uno de los días más fríos y ventosos sobre la laguna de Caracuel


El Arzollar

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           Arzollar es el nombre antiguo que se da o daba en la Mancha a los almendrales silvestres. El nombre deriva del ya perdido allozo o arzollo que es el almendro, aunque ha ido quedando relegado para el almendro asilvestrado o para el almendro amargo.


            El almendro es uno de los cultivos más  antiguo que se da en la agricultura ibérica, de tal forma se adapta a nuestro clima que a alguien ajeno a la historia botánica del Mediterráneo le sería imposible discernir si se trata de una especie autóctona o naturalizada. Tal es así que hoy en día el papel ecológico que desempeña en numerosas regiones y barrancos viene a complementar y en muchos casos a sustituir a nuestras “autóctonas” en el papel de regenerar la cubierta arbórea de muchos de los montes más degradados.


            Hace un par de años hice un artículo para el boletín de ARBA (Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono), en el que hablaba del papel que desempeñan numerosas especies no autóctonas, en sentido estricto, en la ecología de nuestros montes, hablaba de almendros, castaños, higueras, membrilleros, zumaques, etc., en el que destacaba el gran papel del almendro en la recuperación o mantenimiento de la riqueza de nuestros ecosistemas.


            Desde entonces no hago más que comprobar que con especies como el almendro no estamos hablando de una invasión, de una colonización o de una desnaturalización de nuestros montes sino, al contrario, de un enriquecimiento, de una aceleración de la regeneración de nuestros bosques en áreas marginales o degradadas. Tal es su papel que llega a ser más duro frente a la sequía que la encina y que con su protección inicial, bajo su liviano dosel, comienza una seriación progresiva de la vegetación hacia etapas más cercanas a la climácica. Favorecimiento que a la postre va a terminar haciéndole desaparecer del monte.

Suelo cubierto por narcisos de pedrera (Narcissus cantabricus) al pie de un almendro

            El almendro sigue siendo un cultivo, pero de su importancia histórica estamos muy lejos, no lo hemos sabido vender, ni lo hemos querido mantener, salvo en zonas levantinas y andaluzas, incluso en zonas con una alta producción de turrones y dulces a base de almendras como la provincia de Toledo, su cultivo está bajo mínimos. Hace pocos años la hegemonía mundial de su producción nos la arrebató U.S.A. con su saber vender, en forma de “snacks”, aperitivos, lecitinas, añadida a los cereales, etc.

En la esquina superior izquierda se pueden apreciar los "bolos" de basalto de la cantera

            Ni que decir tiene que el almendro es el más Mediterráneo de los frutales, tal es su aguante que en la península ha tolerado casi toda nuestra gama climática, desde el semidesierto del Campo de Nïjar, hasta los extremos continentales del alto Sistema Ibérico, donde típicamente, solo había buenas cosechas uno de cada dos años,  debido a las heladas tardías. Según los libros, como de costumbre y de manera simplista como también se dice de otros frutales, este árbol tiene su origen en las montañas de Asia Central, aunque contradictoriamente pertenece al mundo de clima Mediterráneo.


Parte del Arzollar de Alarcos en todo su esplendor el invierno pasado 

            El almendro se encuentra de forma espontánea en montes del centro, este y sur peninsular, principalmente en zonas abruptas y térmicas no cultivadas, en zonas salvajes o abandonadas en medio de regiones ampliamente culturizadas. Al oeste de la Mancha es abundante en el Campo de Calatrava, con una marcada preferencia por sus montes volcánicos, donde en muchos casos es la única especie arbórea; pero lo normal es que se asocie con la encina en diferentes proporciones, esto ocurre con frecuencia en los barrancos, berrocales y “arribes” de todo el valle del Tajo, aunque en su tramo medio, sobre yesos y margas, muchas veces, junto con la higuera silvestre, sea la única vegetación arbórea.

Puerta de la muralla de Alarcos, ermita románica y el caserío de Valverde al fondo

            Es del oeste manchego donde podermos encontrar con asiduidad la palabra Arzollar en su toponimia, donde destaca poderosamente el famoso Arzollar de Alarcos, tan espectacular a finales de febrero y primeros de marzo como poco conocido o valorado por las autoridades municipales de Ciudad Real.  Alarcos fue el nombre de la mayor ciudad medieval entre Tajo y Guadalquivir, algo olvidado intencionadamente por ser el nombre de la más terrible derrota cristiana de toda la reconquista. Enclavado en un entorno riquísimo, arqueológica, ecológica y geomorfológicamente, en la sierra del Despeñadero al borde del Guadiana.

Cráter del Despeñadero, paredes, maar y un pliegue de cuarcita que cobija una cueva al fondo

            El Despeñadero en cuestión es un gran cráter que rompió transversalmente dicha sierra dejando un enormer socabón, un “maar” ya colmatado. Al pie del Arzollar otro cráter-maar, mucho menos espectacular, al pie de un volcán en rápido proceso de desmantelamiento por una gran cantera; aquí también había una famosa fuente, todos estos elementos (volcán, cantera, fuente y maar) bajo el nombre "del Arzollar". A su lado y coronando el monte la ermita románica de Alarcos y a pocos metros, uno de los mayores y más completos enclaves arqueológicos de la península, Alarcos.


Vista a un Guadiana pletórico desde Alarcos

            Todo este conjunto se encuentra en una elevación cuarcítica parapetada sobre el valle del Guadiana, que en época de aguas colmata una vasta y bien conservada llanura aluvial. Vamos, el entorno perfecto para ser encumbrado a alguna figura de protección que preserve su altísimo valor natural y cultural, (futurible Parque Nacional del Guadiana). Todo a pesar del sobrepastoreo ovino en sus cumbres y de la basura del incivismo de visitantes y romeros de Alarcos.

Llanura de inundación del Guadiana al fondo

            En un radio de menos de 25km. podemos encontrar también el Morro del Arzollar, que es el gran volcán que explica el nombre del pueblo que se asienta al pie de sus “coladas”, Piedrabuena, por lo pedregoso pero muy fértil de su terreno volcánico, con uno de los más extensos campos de lava peninsulares. También y muy parecido es el volcán del cerro del Arzollar sobre el maar-laguna de La Camacha, en Alcolea de Calatrava. Más al sur, en terrenos de Aldea del Rey, tenemos la sierra del Arzollar que acoge en su ladera norte la laguna de Cervera, también de origen volcánico y que posee entre el agua y los altos cortados una enorme pedrera llena de almendros y flanqueada por un espeso acebuchal.

Morro del Arzollar, el mayor volcán de Piedrabuena

            Desde que el abandono rural empezó a castigar nuestros pueblos, hemos ido perdiendo nuestros almendros, poco a poco y sin el mínimo mantenimiento que requieren o quitados para que no estorben las maniobras de los tractores, vamos haciendo desaparecer uno de los árboles más generoso de nuestro país.

Fortaleza de Alarcos, parte de un gran conjunto arqueo-ecológico
            
            Recuerdo el comentario de una amigo, de la parte ya más extremeña que castellana del valle del Tajo que decía que sus antepasados durante generaciones lograron unos buenos almendrales y que por un vuelco comercial, a mediados de los 70`, se empezó a pagar mucho más la almendra amarga que la dulce, con lo que se empezó a recoger la almendra de los arzollos de rocas y barrancos. Lo que hasta entonces  era broza que adornaba el monte a fines de invierno, pasó a ser un recurso de la gente más humilde, como los espárragos, las setas o la caza.


            En otros países tienen árboles sagrados, árboles nacionales o simple devoción por la belleza de algunas especies vegetales. En nuestro país está empezando a pasar algo parecido con los cerezos del Valle del Jerte, (también de todas las sierras vecinas), pero realmente si tenemos un arbol nacional, somos el país que más encinas y almendros tenemos del mundo. No estaría de más valorar, simplemente en lo que vale, el papel ecológico y la belleza del almendro. Hay una ruta de almendros por la que desde finales de enero, en los valles almerienses, hasta primeros de abril, en el Maestrazgo, podemos maravillarnos con el espectáculo de los almendros en flor y aún sin turistizar ni masificar como la anterior.




La Laguna del Aceite (Ivan III)

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El pasado sábado realizamos otra marcha más para llamar la atención de nuevo, sobre el mortífero abandono que sufre la laguna del aceite de Arganda. Como explicaba en otra entrada, (con la coletilla de -Ivan II- por ser la segunda entrada sobre el tema y tener claro que había serie para rato), la laguna Chernóbil se formó por el vertido continuado de aceites industriales durante casi 20 años. Estos aceites y otros muchos vertidos más, realizados, no con la complicidad, pero si con la connivencia o falta absoluta de control de la C. H. del Tajo, la Comunidad de Madrid (hoy “el Rincón de Espe”) y el Ayuntamiento de Arganda.

  
Este residuo ha ido evolucionando químicamente hasta crear una sopa de compuestos que generan un olor químicamente nauseabundo de una acidez mortal. Ave que aterriza engañada allí por creer que es una de las muchas lagunas de la zona, muere en escasos instantes. No solo eso, al parecer la laguna ha ido creciendo en profundidad al ir corroyendo su base.
La laguna, como se puede apreciar en una imagen de Google, está en pleno corazón húmedo del Parque Regional del Sureste de Madrid, una isla de enorme riqueza ornitológica en un entorno cada vez más urbanizado y maltratado por todo tipo de infraestructuras.


 La marcha transcurrió desde el metro de Rivas Vaciamadrid hasta la laguna, pasando por el antiguo puente de hierro de Arganda y luego por la carretera de Morata hasta desviarnos hacia la laguna, justo en el desvío hay una gran laguna a la que nos asomamos para ver un total de cinco vehículos en su fondo. Rara imagen esa de los coches como pecios con enormes carpas sobrevolándolos.

Unas enormes carpas se cercan al morro de una furgoneta hundida

Es una muestra más del abandono de este rincón madrileño, lo que contrasta con las contiguas Lagunas de las Madres, en buen estado por servir de parque, eco-escuela y mini picadero a los Argandeños; poco más allá están las grandes Lagunas del Porcal, que forman un conjunto que con toda probabilidad es la mayor zona ornitológica de todo el centro peninsular.


Esta vez no fue nadie a recibirnos, después de la última vez de escaso lucimiento de la depuesta gerente de GEDESMA, es preferible no dejarnos pasar dentro que nos acompañe la Guardia Civil y así no comprobar como hace poco alguien ha podido lanzar un coche al agua a pesar del vallado ni arriesgarse a ser pillados en una nueva mentira sobre lo que van a hacer con la laguna. La primera gran mentira fue la de la instalación de una fábrica de tratamiento del residuo in situ por un importe de 20 millones de euros, la siguiente fue la del traslado del vertido a un punto de tratamiento de este tipo de residuos (algo factible).


 Ahora por lo visto, según nos informa en un comunicado informativo y de agradecimiento a los participantes, Raúl Urquiaga y Antonio Martínez, (GRAMA y JARAMA VIVO), la Consejería de Medio Ambiente, tiene sobre la mesa una batería de siete acciones posibles, entre las que al parecer no figura la que realmente se está llevando a la práctica, el “pasar de todo” con la escusa de que no hay dinero. También nos cuentan que se han interpuesto peticiones a la Comunidad Europea, para que tome cartas en este asunto así como en el de la eliminación de los órganos consultivos y participativos en la política ecológica del Rincón de Espe, que aquí dio al traste con el Consejo Rector del Parque del Sureste, única vía de información y comunicación de las acciones que afectan a este espacio natural. Ambas peticiones tienen muchas posibilidades de prosperar.

Balizas, cañones sónicos y todo tipo de desechos
  
Respecto al “no hay dinero” voy a informaros de en que se ha gastado “en ecología” más de 13 millones de euros en este Rincón de Espe. Atención!!


En los montes denominados Las Calerizas, entre Patones y Torrelaguna, se produjo hace años un incendio del enebral, coscojar, encinar y jaral que lo poblaba. Con el tiempo ocurre lo bueno que ocurre en nuestro monte mediterráneo, comenzó la regeneración natural del monte, con abundante matorral y con pies de encina, coscoja, acebuche, espino negro, etc. de varios metros de altura. Hasta ahí bien y barato.
Al poco tiempo se amplió Barajas a costa de acabar con un magnífico soto del río Jarama, casualmente con una buena población de los escasos alisos madrileñós y se desvió el río.

Palabras y datos para no olvidar
  
Para contrarrestar el desagravio, se programaron unas Medidas Compensatorias, un dinero para gastar en asuntos ecológicos. Pues bien de ese dinero se han ido a tirar 13 millones y medio, (supongo que para los firmantes del cartel) en ese monte, aunque sea paradójico, ha sido peor que lo del incendio previo. Aproximadamente el doble de lo que costaría restaurar la laguna del Aceite

Izda: Plantón reciente de olivo, Dcha: acebuche de 2m arrancado por las cadenas
  
            Tras una primera repoblación por medio de hoyos, se trabajó el monte con maquinaria pesada, se pasaron cadenas para desbrozar el terreno,  se aró sobre terreno rocoso, formando en el terreno grandes caballones que durarán así decenios. Luego se ha procedido a plantar, en la solana frondosas (quejigo, encina, coscoja, acebuche,.) y en la umbría en el mejor terreno donde habrían podido agarrar las frondosas se han plantado pinos.
            Comprobados los resultados in situ se han podido ver plantones de acebuche, encinas y coscojas al lado de sus ya altos congéneres nativos destrozados, las marras de los plantones se acercan al 90% a pesar de los buenos años de lluvias y, para colmo, los montes vecinos que no ardieron tampoco se libran del desastre.

Enebro de más de dos metros arrancado de cuajo

            Como escribe (creo que Darío), al final del artículo de la web de ARBA: Si todo lo público se gestiona de este modo, nos espera la ruina. Estoy aterrado!

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Narcisos,...enamorados de su propia imagen

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            Es con este tipo de plantas extremadamente bellas, con las que me empecé a introducir en la botánica, plantas entre las que incluyo, lirios, orquídeas, gencianas, peonías, etc. las que me hicieron sentir curiosidad por el nombre de las plantas y su ecología. A ello contribuyó el ir conociendo localizaciones masivas, de una belleza breve, pero espectacular: laderas en montes de Toledo, quejigares de vaguada, praderas de montaña, pastizales de ribera, etc.

Rompiendo el suelo y llevándos las hojas con ellos. N. hispanicus-pseudonarcissus

           Al contrario de lo que yo antes pensaba, que eran plantas de países más húmedos que el nuestro, se trata de plantas mediterráneo-occidentales con su centro de diversificaciónmundial en la península ibérica. Posteriormente, debido a su belleza, han sido ampliamente usados en jardinería y se han expandido y naturalizado en numerosos países. Yo casi tenía instalada en mi cabeza la imagen de los jardines ingleses en abril con sus narcisos  dispersos por las praderas. Pero realmente hay que pensar en  prados de ribera del monte mediterráneo o en los frescos pastizales de montaña.


Un macizo de narcisos entre la hojarasca de un bosque galería

            A nivel popular se les suele denominar junquillos, por tener un alto tallo sin ramificar, unas hojas acintadas y por crecer usualmente cerca del agua, como los juncos; aunque  se suele dejar el nombre de junquillo para los narcisos pequeños que a menudo crecen arracimados, quedando el nombre de narcisos trompeteros o trompones para los narcisos grandes que tienen una sobresaliente corola tubular. Otras especies parecen un simple embudo sin apenas piezas de cáliz en su base (N. bulbocodium, N. cantabricus,..) y otros péndulos, con las piezas del cáliz hacia arriba y la corola mirando hacia abajo (N. triandrus).


Narcissus bulbocodium subsp. nivalis, como su propio nombre subespecífico indica, en el valle de Lozoya

            La identificación de los narcisos es complicada, por la variabillidad de caracteres, por su hibridación y por una  gran diversificación geográfica. Pero también lo es el darles nombre, por las diferentes teorías de los distintos especialistas; incluso dudo que haya quedado esclarecido en Flora Ibércia, aunque solo sea por la continuidad de los nombres tradicionales excluídos (N. confusus, N. hispanicus, N fernadesii, N. perez-chiscanoi, etc.); también compruebo aquí que son demasiado taxónomos (trabajo con la lupa) pero muy poco ecólogos (trabajo en su hábitat); incluso el apartado "Observaciones" es superior al texto, lo que denota la dificultad de esta síntesis.


Macizo de N. assoanus de gran tamaño con un par de híbridos blancos entre ellos

                 De los junquillos (Sect. Jonquilla), es difícil distinguir entre ellos en zonas donde coexisten varias especies (jonquilla, assoanus, gaditanus, etc.), los caracteres diferenciadores suelen ser la longitud de la copa, del tubo calicino, las hojas, etc. Los trompos o narcisos trompeteros (Sect. Pseudonarcissi), mayoritarios en estas fotografías son de identificación complicada, hay que fijarse en la longitud y forma del tubo, el tamaño de la espata, la túnica del bulbo, el número de flores por tallo, su distribución geográfica, etc. 

Detalle de N. fernandesii, ahora N. assoanus


            Una vez llevé unas fotografías a la facultad de Farmacia de la Complutense y allí tuve el honor de conocer al mayor especialista en narcisos, F. Javier Fernández Casas que me habló de los narcisos de mis salidas ciudadrealeñas y me insistió en que no había quedado una determinación y un nombre verdaderamente apropiado para los narcisos que le mostré. Me habló de una localidad clásica, la fuente de la Buenagua, donde describió una población que llamó Narcissus pérez-chiscanoi, pero con posterioridad vio que dicha población era bastante peculiar, tanto que no había encontrado otra igual en las inmediaciones. Le hablé de narcisos sobre suelos calizos fluviales, (fotos entre carrizal) muy grisáceos (glaucos) y otros en galerías fluviales ácidas (mucho más verdes), pero me dijo que era la misma especie y que esa variación de color dependía sólo de su exposición al sol.


Narcisos glaucos entre el carrizal (N. hispanicus, ahora N. pseudonarcissus subsp. pseudonarissus)


A estos narcisos “confussus” se le oponen otros parecidos pero bien fijados, como el que es el único endemismo estrictamente ciudadrrealeño, el Narcissus muñozii-garmendiae(odio los nombre propios en seres vivos, aunque se trate de merecidos homenajes). Lo busqué, lo encontré, pero aún no estaba en flor, aparece en las gargantillas del interior y norte de Sierra Morena y sus estribaciones, no amacolla como el otro, aún creciendo también en medio de la hojarasca y, a veces, tiene dos flores por escapo.


Explosión floral entre el carrizal-juncal en su última localidad del río Guadiana


            Los narcisos son de las plantas más madrugadoras*, a veces los he visto romper la costra de nieve para proclamar su explosión amarilla, en Guadarrama o Gredos (Narcissus confusus ahora N. pseudonarissus subsp. portensis). En donde sólo llegan a ser verdaderamente abundantes en las áreas más occidentales de Gredos.

(* ver foto de los narcisos de pedrera -N. cantabricus- y de N. triandrus subsp. pallidulus en la anterior entrada “Las primeras flores del año”).

 

Masa de narcisos en pastos de Gredos (N. confusus)

            El gran enemigo de los narcisos, como el de casi todas las plantas con bulbo, es el arado, me han comentado que Galicia era una tierra de narcisos, pero que con los años del hambre (los primeros años cuarenta), se araron grandes extensiones, a pesar del terrible trabajo que ello supuso, que hasta entonces se habían salvado de la reja, pero había que comer. A partir de entonces apenas quedan narcisos, sólo en las altas montañas o en valles angostos.


N. pseudonarcissus subsp. portensis, antes N. confussus debido a la dificultad de su caracterización

            Recuerdo hace muchos años, yendo en coche por pueblos gredenses, ver mujeres cargadas de fardos de narcisos para llevarlos a la iglesia, en esas fechas cercanas o coincidentes con la semana santa. Esa, la de la recolección como planta ornamental, ha sido una de las causas antiguas de su paulatina desaparición. Una planta tan llamativa es difícil que pase desapercibida.

            Más fáciles de ver son los junquillos, debido a su menor tamaño e incluso a un olor tan aromático que carga demasiado (narciso viene de Narkos: narcótico). No son tan recolectados como los grandes, además, el crecer muchas veces en terrenos inundables no facilita la tarea. El verdadero enemigo de estos pequeños o medianos narcisos es el ganado, para ser más exactos, las vacas y los jabalíes.


Masa de Narcissus rupicola en crestones rocosos de Ayllón

            Hace tiempo que vengo hablando del cambio de usos de nuestros campos y como hemos pasado, de unos tiempos en que el hombre trabajaba los campos, a otros en que el campo ha quedado muy abandonado y solo trabajado por máquinas. En principio parece una baza favorable para los narcisos, pero la realidad es que el descontrol ganadero, ha hecho que se pase de una ganadería de ovejas con pastores, a otra de vacas y sin pastores. También se ha pasado del ganado doméstico  a la caza, y ésta en verano, o si el año va mal de lluvias, se querencia con los humedales, nacederos y riberas, o sea, las zonas de narcisos, provocando su desaparición por pisoteo y ramoneo, proliferando otros geófitos nitrófilos como los gamones. Eso sin hablar de la explosión demográfica del jabalí, auténtico arado animal que no va a por los bulbos de narciso, pero levanta los céspedes muriendo plantas y bulbos por desenraizamiento y desecación.


Junquillos, (N. jonquilla) al borde de un arroyo lleno de ranúnculos

 

            Pero nada comparable a la nitrificación de los suelos, el pisoteo y el enterramiento por sus plastas a la que está sometida  la vegetación de los sotos por el ganado vacuno. En no demasiados años he visto praderas idílicas, de céspedes y flores en plan Bambi convertidos en sesteaderos y cagaderos llenos de cardos, ortigas, gordolobos, senecios y boñigas. Todo por la enorme presión de un ganado sin control ni papeles, que vaga libremente por el dominio público hidráulico ante la pasividad de algunos policías de aguas de las distintas Confederaciones Hidrológicas que prefieren no enemistarse con los paisanos. Esto ocurre en la práctica totalidad de los ríos españoles sin que nadie tome cartas en el asunto. Estamos perdiendo a ojos vista, nuestros mejores sotos, los recuerdos camperos de nuestros padres y abuelos, de sus comidas y fogatas al lado del río en lugares bellísimos; lugares donde hoy no irían ni los del botellón a ortigarse y pincharse con los cardos de estas zonas tan maltratadas por un ganado ilegal a cuyos dueños, probablemente, estemos pagando entre todos vía subvenciones ganaderas.



 

            Algunas fotos fui a hacerlas a un vallejo con quejigar donde abundan los dos narcisos, el grande y el junquillo. Gran parte de la población de los grandes y algunas orquídeas que conocí, acaban de desaparecer por una labor de reja que han pasado sobre gran parte de la pradera-juncal de ese fondo de valle. No sé que sentido económico tiene, probablemente solo haya sido para desbrozar, pero el mal ya está hecho.




            A pesar de todo, sigue habiendo buenos lugares de narcisos y tenemos una variedad auténticamente envidiada por nuestros vecinos del norte. Estos vegetales son además fáciles de reproducir y replantar, aunque hay que llevar cuidado con su hibridación y nunca introducir  en el campo plantas ajenas a la región o al tipo de hábitat.


PD/ El carácter excesivamente sintético del borrador de Flora Ibérica se lleva por delante el esfuerzo de numerosos autores previos en la correcta definición de los narcisos ibéricos. El excesivo celo en la exacta y diferenciable taxonomía de cada especie, ha obviado las grandes diferencias ecológicas entre muchos narcisos ibéricos “relativamente” parecidos. Es por esto predecible que en paralelo a lo que establezca “legalmente” Flora Ibérica, siga vigente otra clasificación más ecológica y adaptada a la gran diferenciación geográfica del género narciso en la península ibérica.

Orquídeas

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                 Ha sido un año muy duro este de 2011-2012; desde los primeros días de junio hasta hace un mes, es decir en nueve meses, han caído 90mm. de lluvia, salvando el mes de noviembre que con sus 55mm., hizo un intento por salvar una otoñada ya perdida. No solo eso, sino que esa sequía ha venido acompañada de una muy elevada evaporación y con varios episodios de vientos y duras heladas. Afortunadamente en este último mes han caído 85mm., lo que viene a ser la misma cantidad de esos ocho meses que, en teoría, son los meses lluviosos del año. Los datos son de Ciudad Real pero creo son extrapolables a todo el centro peninsular.

Ophrys tenthredinifera, uno de los escasos grupos de este año 

Mal año para las orquídeas. Yo pensaba que las plantas con bulbo habían acumulado unas buenas reservas en la excelente primavera pasada, lo que haría que este seco invierno no les afectase demasiado. Pero no contaba con lo que costaría sacar adelante las plantas a principio de temporada. En vano busqué una orquídea gigante, Barlia robertiana, que conocemos por nuestra zona del sureste de Madrid, este año no brotó cuando la busqué, en su época de floración, una de las  orquídeas más madrugadoras.

Ophrys scolopax, del griego pico de perdiz, un buen nombre
  
Hace unas semanas me enseñaron una de las escasísimas localidades madrileñas de la parecida en tamaño Himantoglossum hircinum, orquídea más tardía pero que  mantiene todo el invierno unas rozagantes hojas verdes que este año dejaban ver los muñones secos de varios intentos infructuosos de elevar sus hojas a la intemperie. Vuelvo a otra localidad que yo conocía por Ciudad Real y me encuentro la misma desoladora estampa.

Estado lamentable de un grupo de Himantoglossum a pesar de las últimas lluvias

         Ayer, cerrando la temporada de las orquídeas “secas”, es decir, algunas del género Orchis y abejeras (género Ophrys), me encontré en el campo, delante de un gran campo de Orchis papilionaceas, (dos de ellas blancas y yo sin mi cámara), con un paisano que me decía: si lo hubiese visto usted hace quince días, todo seco, no se podría creer lo que está viendo ahora. Y era verdad, apenas he visto abejeras y en esta localidad son muy abundantes. Las que salen más tarde, han cogido las lluvias y les ha dado tiempo ha salir en todo o en parte de su esplendor, pero a las madrugadoras, les ha pillado "la seca". Como ya  había visto, este paisano me comentó que este año no han salido algunas especies. Aunque a las abejeras amarillas (Ophrys lutea), parece importarles poco la sequía.

La abejera amarilla ha salido sin contratiempos a pesar del mal año
  
         En estos campos del occidente manchego, antes de pasar a las serrezuelas y rañas silíceas de carácter extremeño, las orquídeas son bastante abundantes, cosa que vuelve a ocurrir en el centro y oeste de extremadura, sobretodo en sus serrezuelas calizas. Además aquí se puede comprobar que en las partes superiores del terreno abundan especies indiferentes o acidófilas, y en las partes bajas, más calizas, especies basófilas.
  
Espejo de Venus, Ophrys speculum, este año pocas y pequeñas

         La secuencia se repite en un par de buenas localidades calatraveñas, la parte de superior del terreno, ampliamente cultivada, es una raña “colgada”, o sea, separada de su área fuente, una serreta cuarcítica; y las partes inferiores muestran niveles carbonatados procedentes de los límites occidentales hasta donde llegaron las transgresiones marinas mediterráneas. En estos niveles inferiores se pueden encontrar orquídeas claramente basófilas como Ophrys lutea, Ophrys sphegodes o Himantoglossum hircinum.

Ophrys sphegodes, a este único ejemplar lo localicé en un humedal,
 muestra pétalos fuera de su verduzco color normal 

         Es curioso observar la facilidad de hibridación entre diferentes especies de orquídeas, entre ellas la mejor gama se tiene desde la Orchis morio hasta la Orchis papilionacea, mostrando todas las posibilidades entre ellas, que nos llevan por la especie O. champagneusii, y por el híbrido reconocido Orchis x gennarii.  Esta gama completa la pude apreciar una lluviosa tarde sólo un par de días antes de que llegase un calor de justicia que el día 10 de mayo casi  llega a los 34 grados.

Grupo de Orchis morio (violetas) y de Orchis papilionacea (rosadas)

         Otro día haré una estrada con las orquídeas “húmedas”, de las que anduve buscando alguna rareza sin éxito, pero el clima de este año no parece ser el más apropiado para buscar rarezas. También en vano volví a buscar los narcisos de robledal, encontré buenas localidades, pero entre tanta planta, apenas ví uno fructificado, por lo que deduzco y más tras los calores, que este año no les toca florecer. Esas orquídeas húmedas son las que podemos encontrar en los bonales, trampales o turberas de los montes y oeste de Ciudad Real y las de arroyos semipermanentes. En este grupo también se podrían incluir las de bosque.

Mezcla de las orquídeas anteriores

         Solamente he querido usar material fotográfico de esta temporada, pero me temo que tenga que tirar de archivo para nuevas entradas con las orquídeas, esperemos que el verano aún se contenga un poco después de este golpe de calor y que nos deje campear en "lo mejor del año" algunas jornadas más, ya quedará tiempo de sobra para calores y sudores.

Orquídea de papel en tonos claros, aunque muy raras, encontré alguna blanca (hipocromática)


P.D. Entre las que he llamado orquídeas secas de esta temporada no he mencionado la Orchis conica, que por ser más temprana ha sido más afectada por la sequía y han salido algo enanizadas; otra también poco abundante ha sido Ophrys fusca subsp.dyris.
También se me olvidaba alabar el magnífico trabajo de Gonzalo Moreno Moral, amigo y colega, como fotógrafo del Tomo XXI, (Orchidaceae) de Flora Ibérica. Fotos, cuando no dibujos, que deberían acompañar a absolutamente todas las especies descritas en una obra de referencia como debería ser Flora Ibérica.





CTC de Coslada: Un paraíso botánico entre naves industriales y escombreras

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         Hace un par de meses colgué una entrada rápida sobre un lugar con una riqueza botánica impresionante en un lugar absolutamente impensable, desde el punto de vista de su integridad natural. Esa entrada vino motivada por la urgencia de poner en conocimiento de todos el peligro inminente de urbanización de esta inclasificable localidad botánica.

En el solar, cerca de las vías aparecen unas espigas poco comunes fuera de los sembrados

         Se trata de unas escasas hectáreas en un entorno urbano-industrial a las afueras del municipio madrileño de Coslada, al este de la capital, casi en la línea de aterrizaje de los aviones que llegan a Barajas. Este lugar ya estaba en nuestro “cuaderno de campo” (véase el blog de Javier Grijalvo). Pero como otros tantos lugares interesantes botánicamente con alguna valiosa joya, era preferible mantenerle en su pacífico anonimato. Hace unos años hablando con Juanma Martínez, el botánico que mantenía esta localidad en estudio y a buen recaudo, le pregunté, como mejor conocedor botánico de toda la región este de Madrid en sentido amplio, por su localidad botánica preferida. Me dejó perplejo al no remitirme a ningún cañón escondido,  ignoto quejigar o sierra perdida, sino a un descampado en el entorno industrial madrileño.

Tras un sofá desvencijado un gran Astragalus alopecuroides

         Pero desgraciadamente en este Madrid nervioso y voraz, en este desrregularizado Rincón de Espe, nada permanece libre de peligro. Y en efecto, a pesar del abandono de naves y locales en polígonos, a pesar de la contracción de los procesos urbanizadores, estas hectáreas libres del Puerto Seco del Centro de Transportes de Coslada (C.T.C.), fueron adjudicadas para la creación de un centro logístico de la empresa farmacéutica COFARES. Se plantó un cartel en la parcela y la entrada de máquinas era inminente.

El magnífico solar, a nivel botánico, adquirido por la empresa COFARES

         Las acciones emprendidas por asociaciones ecologistas (Ecologistas en Acción, ARBA, Jarama Vivo, GRAMA, El Soto, etc.), asociaciones vecinales y de todo tipo, promovidas por Juanma, Javier Grijalvo y numerosos científicos e Instituciones han parecido tener cierto efecto con la ralentización del proceso urbanizador. A pesar de todo, hace poco aparecieron vertidos de escombros y basuras en el interior de la parcela, a pesar de la vigilancia por parte del Ayuntamiento de Coslada, que parece estar más interesada en que no se metan “ecologetas” a que se tiren escombros y basuras en su interior.

Cynara tournefortii rodeada de escombros

         Esta parcela como ya comenté en la entrada express, contiene joyas botánicas que ni siquiera están en la lista roja de las especies madrileñas en peligro, por la total ignorancia sobre su existencia madrileña, por la escandalosa falta de actualización de dicho catálogo o porque hacía más de 150 años que no se veían en Madrid. Aquí está la única población madrileña de Malvella sherardiana y una de las dos del cardo gigante (más bien alcachofa) Cynara tournefortii , también aparecen las muy raras (al menos en Madrid), Convulvulus humilis, Teucrium spinosum, Klasea flavescens, Geropogon hybridus, Scolymus maculatus, Minuartia hamata, etc. y otras poco corrientes como, Silene muscipula, Astragalus scorpioides, Astragalus alopecuroides, etc. Pero hace poco se ha determinado con rotundidad una gramínea, aquí y solo aquí abundante, el trigo originario de nuestro trigo del pan, Triticum boeoticum, una planta de Turquía y algunos puntos del extremo suroriental de Europa.

El bello Geropogon hybridus en una de sus escasas localizaciones madrileñas

         ¿Quién puede creerse esto viendo las inmensas escombreras, obras, vías de tren y demás incongruencias que rodean a estas pocas y atormentadas hectáreas?
         La explicación sobre la presencia de estas especies parece estar en la poco común combinación litológica de estos terrenos donde aparecen interestratificados lentejones de sílex, capas finas de sepiolitas, de dolomías, de arenas, etc. pero el material principal son arcillas verdes. A nivel geológico estamos en una zona de contacto o transición entre la Cuenca sedimentaria de Madrid y el final de la rampa de la sierra, en un punto en que la gran variedad de facies laterales de borde de la Cuenca de Madrid tiene una originalidad, por así decirlo “planetaria”. Estamos en uno de los pocos puntos de gran abundancia de magnesio, que da su personalidad bioquímica a las poco comunes arcillas verdes y a las menos corrientes aún sepiolitas, mostrando éstas aquí su mayor concentración mundial, muy explotadas en la vecindad, en Vicálvaro, lugar que probablemente, junto con la hoy inexistente localidad botánica clásica de El Cerro Negro, en Vallecas, poseería un tipo de vegetación parecido. De hecho muchas de las extintas citas de esta localidad clásica han “resucitado” en el CTC de Coslada.

Cynara tournefortii, una alcachofa silvestre escasísima, la joya de Coslada

La presencia del magnesio, que hace que aparezcan ciertas plantas ligadas a este mineral, es una incógnita geológica que trae de cabeza a los científicos, al parecer es condición indispensable para estas acumulaciones, la existencia de fenómenos volcánicos junto con una gran acumulación de sales. La segunda parte se cumple pero la primera solo podría haber ocurrido por medio de manifestaciones hidrotermales, la única teoría, hoy por hoy, algo convincente.

Klasea o Serratula flavescens, una planta dependiente del magnesio

También hay que valorar el paso de una cañada real, foco de movimiento de especies por medio del vector ganadero, como me hizo ver claramente una vez Gilfer, mostrándome en una cañada principal, cerca de su Cabañeros, el cervuno Nardus stricta, impensable en Ciudad Real, traído, sin duda alguna, por el ganado. También hay que considerar el largo abandono de la explotación agropecuaria de estos terrenos en perpetuo “barbecho industrial”. El estar rodeado por terrenos industriales antiguos, las líneas de tren, con sus servidumbres, terrenos accesorios y expropiados; las zonas mineras vecinas, los solares destinados a escombreras, etcétera, ha propiciado que muchas superficies gozaran de una “libertad vegetal”, libre de presión, nada común en nuestras tierras.

Malvella sherardiana entre lascas de sílex

Más difícil de explicar parece ser la existencia del ancestro de nuestro trigo, un trigo de Asia Menor. Aquí me marco mi propia teoría: Esta región Madrileña es de las pocas de España en las que el sílex es un material abundante. Hace pocos años al abrir las trincheras para construir la M-50, en el estudio de impacto arqueológico se trabajó en uno de los yacimientos, relativamente comunes por aquí, de restos de una explotación neolítica del sílex, en Casa Montero, la parte de Coslada más cercana a Rivas. Las conclusiones fueron sorprendentes, estas gentes se dedicaban a la extracción, industria y comercio del sílex, actividad  confirmada con la aparición de materiales y productos del este del Mediterráneo y de otros lugares peninsulares. Por mi parte, incluyo este trigo arcaico entre las mercancías objeto de comercio y posterior uso en esta zona, de la que no salió con éxito por competir con otras costumbres nutricionales locales y por la posterior hegemonía de otros trigos de mayor provecho.

Trigal de trigo primigenio, Triticum boeoticum, una singularidad botánica a nivel europeo

Esto hablando de plantas, pero la riqueza entomológica de este lugar no se queda al margen, apareciendo especies muy poco comunes, en las que ya no estoy tan versado como para atreverme con los datos.
El planteamiento de Ayuntamiento y Comunidad, es quitarse de encima “la papeleta”, proponiendo un traslado de las especies en peligro al vecino Parque del Sureste de Madrid, pero sería tan absurdo como intentar trasladar las arcillas verdes y esa rara mezcla de materiales. Además la Comunidad acaba de mostrar su total ineptitud en la protección de especies en peligro, ya que propuso el traslado total de plantas a Parque Sur en Leganés, donde estaba la otra población madrileña de Cynaras; pues bien, esta población acaba de ser recientemente “barrida” con los trabajos de desbroce con tractor por la empresa TRAGSA, a pesar de estar las plantas protegidas y convenientemente señalizadas.

Astragalus hamosus

Todo pasa por dar valor a lo que lo tiene y hacer de este lugar una Micro-reserva. Solares industriales hay hoy en día para elegir, incluso una empresa farmacéutica ganaría en publicidad más que con cualquier otro tipo de campaña si supiera poner en valor su ejemplar acción realizada sobre tan importante localidad botánica. También se han llevado a cabo, por lo que veo, trabajos de inventariado, marcación y limpiado-aislado de las plantas, pero creo que está teniendo un efecto adverso, con un mayor pisoteo y secado al retirarles la protección de otras especies.

Cynaras medio secas tras ser inventariadas, controladas y "limpiadas"

Estos días en el Jardín Botánico de Madrid se muestra la Exposición“Por qué hablamos de Descampados”, instalada después de años de trabajo de prospección e investigación por parte de: Juan Manuel Martínez, Andrés Revilla, Javier Grijalbo y Emilio Blanco. En ellas se muestra claramente el importante papel jugado por estos tortuosos espacios libres en la ecología de nuestras ciudades y extrarradios. Una exposición importante y sorprendente que culmina botánicamente en lugares como el CTC de Coslada. Felicidatarles a todos ellos y darles las gracias por intentar abrirnos los ojos sobre una realidad que se nos escapa de las manos.
Parece que queda lucha para rato, esperemos que las apelaciones a las autoridades europeas y a la empresa COFARES, rindan finalmente los frutos que todos deseamos.

El motociclismo arrasa un rincón del Parque del Sureste de Madrid

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Dada la cercanía a Madrid y ciudades de su extrarradio, la naturaleza de estos campos está sometida a todo tipo de agresiones, entre las más comunes y dañinas están el vertido de basuras y escombros, y la práctica del motocross, en todas sus variantes: enduro, trial, quads, etcétera, que en teoría solamente se pueden practicar en los lugares expresamente autorizados y acondicionados para ello; pero cualquier chaval (y no tanto), se puede coger la moto y meterse por donde quiera, dado que la vigilancia es muy escasa y tiene una jornada laboral limitada.

Antes había rodadas pero ahora con el campeonato, son calles
  
            Aunque aquí la población, en general, no aprecie la riqueza natural del entorno donde habita, los valores naturales de esta zona madrileña son enormes. Aquí se da una mezcla de ecosistemas poco común en la península, una mezcla de litologías que impone una variada vida vegetal,  como son las peculiares plantas de suelos de yesos, de las sales y de las dolomías, junto con calizas y fértiles suelos aluviales. El relieve es muy variado, desde la vega a las lomas pasando por altos cantiles. Habiendo tant variedad de nichos ecológicos, así es de variada la vida que los habita.
            Recuerdo hace años ver a jóvenes naturalistas e investigadores marchar para la Sierra en busca de descubrimientos, para luego a los pocos años cambiar de mentalidad y asombrarse con los descubrimientos biológicos realizados en las áreas más bajas e incluso cercanas a Madrid. En esto tiene mucho que ver la idea anglosajona generalizada de la belleza natural: bosques, lago y montañas con nieve; lejos, que no ausente, de la realidad ecológica de nuestro solar patrio.

Aspecto de las laderas con aulagar-retamar antes de

    Un domingo hace poco pasaba entre la M-50y la Radial-3hacia el Jarama, cuando vi una gran nube de polvo que me llamó la atención, poco más adelante pude ver desde el coche un montón de motos y gente. Toda esa nube de polvo provenía del enorme destrozo que las motos estaban ocasionando en este magnífico rincón madrileño. Se trataba de una prueba del Trofeo Comunidad de Madrid de Tramos Cronometrados Enduro organizado por el club MotoCra de Vicálvaro y, por supuesto, autorizada por la Junta de Distrito de Vicálvaro, que parece "apostar por el deporte" a costa de su último rincón natural.

Todas las laderas asurcadas, al fondo la M-50 y la R-3
  
El año pasado un día antes del campeonato, casualmente, pudimos comprobar el balizamiento y señalización del trazado del circuito. Enterados del campeonato en un lugar tan valioso y a base de llamadas y denuncias, se consiguió parar la prueba en el último momento. Este año hemos llegado demasiado tarde. La colaboración de las autoridades se realizó muy a regañadientes y el posterior cabreo de los organizadores mayúsculo, incluyendo todo tipo de amenazas e insultos, tras localizarnos alguna dirección de correo. Pero parece que ha servido de bien poco, a tenor de los hechos.

Troncos y raíces destrozados entre las rodadas

Este es un rincón muy bien conservado por encontrarse rodeado de infraestructuras que lo incomunican, lejos de núcleos urbanos y en tierra de nadie, es sólo parcialmente Parque del Sureste, es medio de Rivas, medio de Vicalvaro y es de difícil acceso. Pero eso mismo es lo que ha llevado a su indefensión a pesar de ser L.I.C. (Vegas, cuestas y páramos del sureste de Madrid) y Z.E.P.A. (Cortados y cantiles de los ríos Manzanares y Jarama).

  
Hoy me he acercado a ver los destrozos, este rincón lo tengo muy paseado y a pesar de estar cerca de la M-50 y de la R-3, no deja de tener una naturaleza rica y en muy buen estado. Estas cuestas y vaguadas ya estaban tocadas, como casi todas, por los senderos de las motos, pero ahora el destrozo ha sido enorme, la cantidad de tierra removida y las plantas deshechas es apreciable desde lejos. El enrevesado recorrido, con curvas reviradas y rampas para saltos, ha destrozado más allá de la primera capa de suelo. Las área de "costra" de yesos, una peculiar formación liquénica, han acusado claramente hasta el pisoteo de espectadores y jueces.

Aspecto de la costra de líquenes y alguno de sus escasos moradores: jarilla de los yesos
  
Hay que decir que se ha recogido casi toda la basura generada y que los organizadores han plantado seis almendros. Pero para demostrar su respeto por el medio ambiente, lo mejor es que nunca se hubiese celebrado este lamentable evento. Pero lo peor, por muy triste que pueda parecer ahora este lugar, va a ser el momento en que lleguen las lluvias y sean canalizadas por los surcos de las rodadas, entonces la  erosión y pérdida de suelo va a ser aún mayor que la actual.

Buenas intenciones pero poca coherencia

Estoy seguro de que la práctica de este “deporte” es muy disfrutona, y que el garabateado recorrido también lo es. Pero hay “deportes” que no hacen sino ensordecer, molestar y excluir otros tipos de disfrute o incluso destrozar el lugar donde se realizanl. Solamente por esto deberían prohibirse tajantemente, salvo en circuitos expresamente instalados para su práctica. Ya el colmo es que se practiquen en lugares de alto valor ecológico o en lugares protegidos.

¿Qué pasará aquí cuando lleguen las lluvias?   Hace poco era una ladera uniforme
  
Las razones para respetar este lugar son sobradas:

1) Es un lugar en magnífico estado de conservación con gran variedad de comunidades vegetales que, aunque sin apenas presencia arbórea, posee una riqueza difícil de encontrar en otros lugares del entorno.

2) La presencia de especies muy poco comunes en todo Madrid, como el azafrán silvestre Colchicum triphyllum, Klasea o Serratula flavescens, Geropogon hybridus, Asperula aristata, la salina Plantago maritima en una abundancia única en Madrid, albardín Lygeum spartum y comunidades únicas en la zona como el pastizal de Brachypodium retusum, etc.

El albardinal (Lygeum spartum) más cercano a Madrid, se salvó por los pelos

3) La enorme fragilidad de este medio. Los suelos sobre yesos son enormemente frágiles, y una vez perdida la capa superficial del suelo, tienen una larga y difícil recuperación. Una importante parte de estos suelos está formada por la llamada "costra yesífera" hecha de líquenes que acolchan y protegen el mínimo suelo subyacente, pero esta capa es aún más débil que los suelos anteriores. El resto (calizas, dolomías y sílex), a pesar de gozar de una buena capa de suelo rico en materia orgánica, por su orientación, si se asurcara, quedaría expuesto a su desecación y posterior arrastre en época de lluvias.

4) El gran potencial arqueológico de este enclave, con canteras y minas de sílex trabajado in situ, al igual que en el muy cercano yacimiento de Casa Montero.

El llantén de salina (Plantago maritima) en su mejor población madrileña

5) Por alguna razón difícil de explicar, estos terrenos quedaron en contacto, pero fuera del Parque Regional del Sureste, y para acceder a ellos hay que atravesarlo, (zona de protección B1), lo que está explícitamente prohibida en el P.R.U.G. del parque.

Hay otras muchas razones, entre ellas todas las "legales" que provocaron que el año pasado fuera "ilegal" este campeonato, aunque parece que este año, como nadie lo ha denunciado previamente ha sido "legal".

El muy escaso Geropogon hybridus en una de sus últimas poblaciones madrileñas

Esta zona ya está bastante vapuleada a nivel particular por moteros y desaprensivos, y a nivel administrativo por la instalación de grandes infraestructuras que han fraccionado todos estos cerros, con la M-50, la R-3, gasoductos, canalizaciones, el AVE y un largo etcétera. Por otro lado el Ayuntamiento de Rivas, que debería velar porque no se hubiese producido este acto, arrasó todas las zonas cimeras hacia el oeste, en un delirio urbanizador absolutamente desproporcionado para las necesidades de Rivas y más aún para los tiempos que corren.
La solución más lógica y económica, pasaría por la protección efectiva de todas las erosionables cuestas que hay entre los llanos de Vicálvaro-Coslada, hoy prácticamente urbanizados y llenos de grandes infraestructuras, y el Parque del Sureste que ocupa las vegas, sus bosques de ribera, los cantiles y la primera franja tras éstos. Son pocas hectáreas y en muy buen estado de conservación, y pueden ser un futuro “pulmón” y un área de esparcimiento de los actuales y futuros desarrollos, y siempre es mejor y más barato, tener un buen parque natural que uno artificial.
El Cristo de Rivas, los cantiles y vegas del Jarama a menos de1km de las motos
  
Además estos lugares están llenos de joyitas botánicas, entomológicas y geológicas; hay interesantes yacimientos antropológicos y el derruido castillo del Duque de Rivas que sobrevuela la famosa ermita del Cristo de Rivas, que aún conserva una de las mejores olmedas madrileñas y unas praderas-juncales únicas por su riqueza y composición florística.  Todo ello en un magnífico mirador sobre las vegas del Jarama, con los páramos alcarreños cerrando el paisaje por el oriente.
Por todo esto hay que pedir una protección clara y efectiva de estos lugares tan expuestos, una señalización de la prohibición de esta actividad supuestamente deportiva y, por supuesto, la depuración de responsabilidades, empezando por las instituciones que han participado en que este desastre se haya producido.

 Más info: (también se puede encontrar lo del año pasado)
https://sites.google.com/a/arbabajojarama.com/herbario/el-motociclismo-arrasa-con-el-parque-del-sureste

Mijares, vegetación del norte en el centro peninsular

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Cuando la primavera se ha ido definitivamente, no hay nada como subir a buscarla a las alturas, ir a otro piso altitudinal a disfrutarla. Este mes de mayo ha sido demoledor, pocas veces la primavera ha sido tan breve y precipitada como este año. Nació helada y sedienta, solamente abril tuvo algún miramiento, lloviendo un poco más de lo normal, paliando en algo la seria sequía que se ha ido acumulando mes a mes.

En plena canícula estos rincones norteños hacen olvidar el ambiente africano reinante

Mayo empezó con una semana de temperaturas inferiores a las normales que con el agua caída en abril, auguraba una buena explosión primaveral. Pero las expectativas duraron poco, el 12 de Mayo, haciendo fotos de orquídeas, ya soporté los 35°C que se mantuvieron durante toda una semana. El mes acabó con dos grados por encima de la media, ya caldeada, de los últimos 30 años y eso provocó el marchitamiento, en muchos casos anticipado, de gran parte de la vegetación.

Malva tournefortiana abundante en esta zona del sur de Gredos

Desde entonces ha hecho tanto calor que casi solo me apetecía salir a lugares frescos, que en estas latitudes son cada vez más escasos. He estado buscando lugares frescos por esta zona central ibérica, auténticas "islas atlánticas en un mar de vegetación mediterránea", como las denominó el insigne botánico don Salvador Rivas Goday, describiendo lugares de Sierra Morena y del occidente de Ciudad Real. Fruto de esas salidas haré una próxima entrada sobre los robledales manchegos de zonas bajas.

Dianthus lusitanicus, el clavel de las rocas; en cotas mucho más elevadas también vi Dianthus deltoides

El pasado fin de semana dio una tregua el asfixiante inicio de verano que llevamos y, aunque ventoso, daba gusto estar al aire libre sin agobios. Estuve dando un paseo por la vertiente sur de Gredos, en la localidad abulense de Mijares. Este pueblo posee, a diferencia de casi todos los pueblos de la cara sur de Gredos, un genuino carácter norteño que se refleja claramente en su vegetación. Los encinares de las zonas bajas que llegan hasta los 450m del río Tiétar, aparecen ya totalmente agostados, pero en las zonas de media montaña aún es primavera e incluso en las áreas superiores, pues el término de Mijares supera los 2200m, aún está empezando la floración.

La manzanilla de Gredos, Santolina oblongifolia, aquí a 1000m, pero en los 2100m aún no ha florecido

Aquí la vegetación, a pesar de las antiguas repoblaciones de pinos resineros y de la recurrencia de los incendios de piornal que azotan las zonas superiores del bosque, aún se mantiene en buen estado de conservación. Afortunadamente los clásicos grandes incendios forestales de la zona pinariega del valle del Tiétar han flanquedo ambos lados de este valle (como en Gavilanes y Casavieja), pero no han llegado a entrar aquí.

La bella Argynnis pandora, una gran planeadora, sobre Carduus carpetanus

La explotación humana, como en todo largo y racional aprovechamiento del monte, ha dado un mosaico de usos en sintonía total con las posibilidades del terreno y un aprovechamiento mesurado y acorde a los recursos disponibles, tanto para la ganadería como para la agricultura; si bien el aprovechamiento forestal ha llevado a una expansión excesiva, y hoy en día poco rentable, del pino resinero (Pinus pinaster).

El acebo destaca con el brillo del sol pareciendo mojado como reza su nombre latino Ilex aquifolium

El bosque previo que partía de unas muy antiguas repoblaciones de pino resinero, aparecía en los mapas de mediados del siglo XX como bosque mixto. La abundancia de arroyos, zonas rocosas y una abigarrada orografía han creado una gran variedad de situaciones microclimáticas que han potenciado la pervivencia de especies forestales atlánticas que se encuentran en franca recesión en ambas caras de la sierra.

Un buen vallejo atlántico: en flor genistas floridas y saúcos, más oscuros, tejos y acebos

Con los años y el abandono agrario, este bosque mixto ha ido derivando a un monocultivo del pinar en detrimento de todos los demás usos. Las pistas de acceso fueron orientadas más a la extracción de la madera que al acceso a las fincas agrarias; esto junto a la profusión de cortafuegos, en unos terrenos sometidos a una fuerte régimen de precipitaciones de carácter orográfico, han provocado que la erosión debida a la torrencialidad sea una constante en las laderas maltratadas, por desgracia abundantes en estos valles.

Zygena trifolii sobre botón azul (Jasione montana)

En lugares cercanos a fincas agrícolas, bordes de caminos, linderos y situaciones topográficas de difícil explotación pinariega, abundan los robles (Quercus pyrenaica) que son la auténtica vegetación potencial de estos montes. Por otro lado, sobre los cursos de agua se asientan las alisedas, acompañadas por algunos fresnos y sauces, vegetación muy extendida fuera de estos lugares, dado el gran aprovechamiento de los arroyos, con acequias, regueras y desvíos para regar los abundantes prados, lo que amplía el área de esta vegetación de carácter ribereño.

Entre la aliseda un gran ejemplar de olmo de montaña (Ulmus glabra)

La vegetación potencial de estos montes fue cediendo a la explotación humana del terreno que aquí se muestra en forma de prados de siega y castañares. En los últimos años ambos aprovechamientos están en desuso, los castaños poco cuidados y aquejados de varias enfermedades que están diezmando sus efectivos; y los prados perviviendo solo los más accesibles y con sus vallados de mampostería desmoronándose poco a poco, lo que lleva a que el ganado suelto se enseñoree de lugares y bebederos a los que antes no tenían acceso, acrecentando el deterioro de prados, vallas y fuentes.

Los castaños (Castanea sativa) en plena floración

En la vecindad de arroyos y en vallejos con buena orientación abundan especies atlánticas cada día menos comunes, como son los olmos de montaña (Ulmus glabra), tejos (Taxus baccata), saúcos (Sambucus nigra) y acebos (Ilex aquifolium); en zonas rocosas poco accesibles al fuego quedan aún los pinos que dominaban las laderas más rocosas desde tiempos inmemoriales, los pinos cascalbos (Pinus nigra) como los denominan en esta zona; también algunos arces (Acer monspessolanum) muy escasos en Gredos. Subiendo en altura ya no es tan necesaria la humedad extra aportada por los arroyos y, tejos y acebos, solo necesitan estar en posiciones inaccesibles al fuego para prosperar, también aquí entran en escena los abundantes serbales de cazadores (Sorbus aucuparia)..

Un gran pino cascalbo, ya muy escaso en Gredos, tras un enebro

En la vegetación de menor talla también hay un gran cambio respecto a las cercanas áreas inferiores, aquí aparecen especies propias de lugares más fríos y húmedos. Donde mejor se aprecia esta vegetación es en la orla forestal y en las zonas de elevada humedad (Digitalis purpurea, Lamiun roseum, grandes helechos, etc.). A esta vegetación hay que añadirle el elemento propio de estas sierras, los endemismos gredenses y carpetano-leoneses: (Echinospartum barnadesii, Adenocarpus hispanicus, Carduus carpetanus, Reseda gredensis, Santolina oblongifolia, Thymus bratychina, Linaria nivea, etcétera).

La hermosa Linaria nivea gusta de suelos ricos en materia orgánica

Posteriormente subí hasta la zona de los 1500m., aquí estaba ahora en su apogeo la floración del cambrón de Gredos (Echinospartum barnadesii) y la de la grande, y aquí abundante, genista florida, ya pasada la del masivo piorno serrano (Cytisus oromediterraneus) y lejos ya de la del codeso (Adenocarpus hispanicus). Todos contribuyendo a la estampa típica de Gredos en este tiempo, una estampa en tonos amarillo-anaranjados de los piornales, verdes de los cervunales y grises graníticos, siempre con un cielo fuertemente azul en el que destacan unas blanquísimas nubes de evolución.

El cambrón en plena floración arroja una de las clásicas imágenes de Gredos

También fui a ver alguna muestra de una de las comunidades vegetales más interesantes de Gredos, las comunidades megafórbicas, literalmente: vegetación de grandes hojas. Ésta se da en lugares donde se conjugan una gran humedad, áreas sombreadas y suelos con mucha materia orgánica, unidas aquí a una prolongada innivación. Aquí aparecen plantas de montaña que podríamos encontrar en los Pirineos o en los Alpes (azucena silvestre: Lilium martagon, sello de Salomón: Polygonatum verticillatum, uva de zorra: Paris quadrifolia, primavera: Primula elatior, clérigos boca abajo: Aquilegia vulgaris, acónitos: Aconitum napellus y A. neapolitanum, vedegambre: Veratrum album, Doronicum sp., etc.).

La azucena silvestre, también conocidas en jardinería y ramos de novia como Lilium, una planta escasa propia de comunidades megafórbicas

Todas ellas auténticas joyas y plantas en su mayoría en trance de desaparición por el aislamiento de sus poblaciones, por el cambio climático, por la recolección dada su belleza e incluso por la herborización botánica. Plantas que debemos cuidar especialmente por su fragilidad y por su rareza, unas candidatas perfectas para la instalación de micro-reservas que las preserven aunque a veces con esta protección se les da a estas áreas una peligrosa publicidad extra no deseada.
Aún así y desmereciendo las fotos, vaya una muestra de su belleza.

Los robledales manchegos mesomediterráneos

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  Hablar de los robledales manchegos mesomediterráneos es prácticamente hablar de los robles de Ciudad Real pues los muy escasos de Albacete, los de Cuenca y los de Guadalajara, pertenecen al piso bioclimático supramediterráneo; solamente Toledo posee algunos robledales parecidos a éstos, en algunos vallejos al pie de Montes de Toledo, en las faldas del Piélago (también Sierra de San Vicente) y los más interesantes, y ya claramente mesomediterráneos, en su casi “verata” esquina noroccidental.


Hojas del roble melojo (Quercus pyrenaica)a contraluz, las más hermosas de todos los robles ibéricos 

La localización y tamaño de los robledales es muy variada, se encuentran en las estribaciones de Sierra Morena y Montes de Toledo o al amparo de montañas menores entre ambos sistemas montañosos , casi siempre ceñidos a vallejos bien conservados. Estas localidades son siempre lugares muchos más frescos (microclimas) que el entorno general (macroclima) que los rodea. Estos bosques suelen depender de buenos arroyos o de un aporte hídrico supletorio, (compensación edáfica), aunque no siempre. Su gama altitudinal va de los 500m en las cercanías de Puebla de Don Rodrigo, al oeste, hasta el límite entre el piso mesomediterráneo y el supramediterráneo a unos 900 o 1100m, según sea umbría o solana. También podemos encontrar restos de robledal en zonas altas de algunas serretas orientales, como en Calderina-Sierra Luenga y la Sierra de Calatrava, marcando el límite oriental de un robledal muy venido a menos.


Interior de un buen robledal en el suroeste de Ciudad Real

Si estamos hablando de comunidades vegetales con unos requerimientos ecológicos tan limitantes, en unos lugares que apenas llegan a cumplir esos condicionantes, el factor de un muy buen estado de conservación de la cubierta vegetal es determinante. Esta condición es fundamental a la hora de explicar la presencia de muchas especies en estos lugares, y a mí me han llevado a mantener en algunas discusiones que el estado general de los robledales de Montes de Toledo y Sierra Morena, a pesar de estar lejos del óptimo bioclimático del roble (Quercus pyrenaica), es mucho mejor que el de los robledales del mucho mayor y más húmedo Sistema Central ibérico.


Robles cerca de una arroyo (compensación hídrica) y robledal de ladera (climácico), al fondo

El buen estado de conservación de gran parte del territorio es debido, en gran medida, al régimen de propiedad latifundista de estas regiones, en las que el hombre, (muy poco presente dada la escasez de municipios), no ha tenido que luchar con la naturaleza para sacarle todo el beneficio posible. Estamos en el reino de las grandes fincas cinegéticas, en las que el prestigio de la posesión es casi más importante que el beneficio económico real que se obtenga de ella.



Bosque mixto de quercíneas, sin hojas: robles y quejigos; alcornoques (verde oscuro) y encinas (grises)

En general, muchas de estas fincas no se sometieron a la apisonadora de la política forestal de las grandes repoblaciones con pinos y eucaliptos de los años 60 y 70, existiendo hoy en día un enorme contraste ecológico entre los montes con vegetación natural y los pinares de los montes consorciados (situación disclimácica). Para colmo económicamente, a la larga, ha sido mucho más rentable el monte de vegetación natural, con aprovechamientos como leña, caza y apicultura que los pinares, sin contabilizar la gran inversión económica del: desmonte, aterrazado, plantación, mantenimiento y medios contra incendios; debido al declive comercial, primero de la resina y luego de la madera de pino.



Esta es una idea general plagada de diferentes realidades particulares. Un caso demasiado frecuente hoy es el de muchos “nuevos ricos” que pretenden conseguir en pocos años una producción “industrial” de trofeos de caza. Pero el monte tiene un aguante, existe una “capacidad de carga”, de presión cinegética sobre la vegetación que es sobrepasada en la mayoría de los casos y cuyos efectos, en forma de madroños recomidos, mirtos rastreros o vegetación muerta, son fácilmente detectables. Para colmo, estos animales suelen preferir los plantones y brotes tiernos, perjudicando seriamente la regeneración normal del monte y, en mayor medida, la de aquellas especies en peligro o en su límite territorial, tales como abedules, tejos, mirtos y acebos, cada día menos comunes aquí y, prácticamente, sin regeneración alguna.

Fuera del robledal pero muy cerca, el endémico y escaso clavel Dianthus toletanus

Frente a este mal general, se unen otros menores pero también lamentables, como son el acogimiento a las subvenciones por reforestación, que si bien en algunos casos han sido ecológicamente positivas, en la mayoría ha llevado a labrar unos campos que hacía ya muchos años que no se labraban y que estaban en un muy avanzado estado de reforestación natural, desandando el mejor de los caminos posibles para la regeneración del monte. Estas tierras se han roturado (lo que destroza la estructura del suelo y su vida interna: hongos, geófitos, microfauna, etccétera), para meter, en muchos casos, especies ajenas a estos territorios, como diferentes tipos de pino e incluso la gran retama alóctona Spartium junceum. Ni que decir tiene que estas ayudas han ido a parar a quienes menos ayuda necesitan.

Siempre acompañando al bosque la flor ibérica más grande, la peonía

Estos robledales, en el auténtico límite ecológico de la especie, tienen una gran riqueza florística dada su situación ecotónica, es decir de estar con un pie en el mundo fresco y húmedo, y otro en el seco y caluroso. Plantas que han ido desapareciendo por el cambio a condiciones menos húmedas que las pasadas, encontraron refugio en estos medios. También dado el aporte hídrico edáfico, se produce aquí una mezcla entre especies forestales y ribereñas; la gama vegetal, la catena de vegetación, entre la que está con sus pies en el agua y aquella que permanece ajena a esta influencia, queda reducida a unos pocos metros en los que todo se mezcla y enriquece.


Grandes macollas de cárice portuguesa, Carex paniculata subsp. lusitanica, en un humedal del bosque

El séquito de plantas que acompaña a los robles es diferente a la que aparece en los robledales de mayores alturas, si bien tienen algunas especies nemorales en común. Destaca poderosamente la belleza de gran parte de las plantas características, mucho geófito y plantas de flores grandes como narcisos, lirios, anémonas, botones de oro, ajos, etcétera que hacen de estos lugares hermosos jardines botánicos silvestres a lo largo de toda la primavera.


El lirio español (Iris xiphium), este año menos abundante de lo normal

Un catálogo florístico aproximado, y perdón por los latinajos, sería: Especies nemorales: (Peonia broteroi, Pteridium aquilinum, Doronicum plantagineum, Geranium sylvaticum, G. disectum, Ornithogalum pyrenaicum, O. ortophyllum, Vincetoxicum nigrum, Iris xiphium, Allium massaessylum, Clinopodium arundanum, Trifolium ochroleucon, Teucrium scorodonia, Geum sylvaticum, Conopodium majus, Origanum virens, Brachypodium sylvaticum, etcétera).

Una planta usada en jardinería, la térmica Teucrium fruticans

Especies nemorales con carácter ribereño (Lonicera hispanica, Inula salicina, Narcissus hispanicus, Centaurea nigra, Filipendula vulgaris, Genista tinctorea, Vinca difformis, Stachys officinalis, Prunella vulgaris, Mentha aquatica, Scutellaria minor, Agrimonia eupatoria, Anemona palmata, Rosa sp, Rubus sp., etc).

La planta más representativa de este tipo de robledales, la compuesta Inula salicina

Especies de bosques más térmicos: (Genista tournefortii, Teucrium fruticans, Thapsia nitida, Magydaris panacifolia, Smyrnium perforatum, Euphorbia amygdaloides, Serratula abulensis, etc.) y algunas plantassingulares de los bonales de la región como (Myrica gale-el mirto de Bravante-, Narcissus muñozii-garmendiae, Genista anglica, Erica tetralix, Scilla rambureii, Walenbergia hederacea, Anagallis tenella, etc.) y algunas rarezas puntuales como Teline monspessolanus, Iris foetidissimus, Lepidium villarsii, Polygala vulgaris, Melitis melissophylum, Primula veris, Allium scorzonerifolium, etcétera.


Una escasa joya entomológica, el coleóptero cerambícido Nustera distigma

Vistos y localizados la mayor parte de los robledales y robles sueltos de la zona, estoy convencido que la abundancia de topónimos relacionados con el roble en lugares donde hoy en día no aparecen, reflejan una situación nada lejana, en que los robles ocupaban una superficie mucho mayor que el actual. Además el robledal no es tan débil  frente a la sequía como pueda parecer, tiene varias estrategias para perpetuarse, tales como una gran producción de hojarasca que hace de manta protectora de los suelos, evitando el escape de la humedad a la atmósfera con gran efectividad; otra es el crecimiento estolonífero de sus raíces que crean un paquete, una madeja de raíces, brotes y tierra que protegen el suelo, evitando una posible erosión por donde se fugaría la humedad y los nutrientes. En ocasiones los arroyos quedan encajonados en esta apretada red, creando zonas peligrosas, verdaderas trampas de unos dos metros de profundidad tapadas por las ramas.


Una sorpresa en medio del bosque, una buena cascada aún en este año tan seco

A pesar de estas estrategias, que permiten sobrevivir robles en lugares impensables como la Sierra de Calatrava o en algunas sierra orientales como Calderina-Sierra Luenga, están desapareciendo a ojos vista, potenciadas por una nefasta política forestal y/o un exceso de presión de la fauna cinegética. Allí en varias zonas los robles altos han desaparecido y quedan “pimpollos” de escasa talla que mueren cuando se unen varios factores adversos o cuando se prolongan las situaciones de sequía, para volver a rebrotar con menor empuje al año siguiente y así, sucesivamente, hasta su completa desaparición.


Un bello geófito de los bonales y humedales de esta zona, también en el robledal: Scilla rambureii

P.D. /Gracias a Jose Ignacio López y Colón por la identificación del escarabajo



Parque arqueológico Alarcos-Calatrava - Requiem por unas piedras con Historia

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El Guadiana contoneando las murallas de Calatrava la Vieja

Hace pocos días se ha producido el cierre de las visitas guiadas al parque arqueológico de Alarcos-Calatrava, quizás el mejor conjunto arqueológico del centro peninsular. Una más de tantas novedades lamentables que nos acosan, pero mucho más lamentable lo es para los curtidos trabajadores que se encargaban de la interpretación y conservación del yacimiento.


Llanura de inundación del Guadiana en su acuática plenitud en la primavera de 2010

Para el que no lo sepa, y desgraciadamente son muchos, estoy hablando de dos yacimientos distintos pero relacionados, ambos a pocos kilómetros de Ciudad Real y los dos custodiando los pasos del Guadiana, a la vez que eran defendidospor este río. Pero ninguna de estas "ciudades-fortaleza" tiene nada que ver formalmente con la otra. Alarcos se encuentra en lo alto de una serreta cuarcítica sobre el Guadiana cuando éste comienza a internarse en los montes, abandonando la llanura manchega, y Calatrava (que  posteriormente daría nombre a toda la comarca), se encuentra en una pequeña meseta-península en plena Mancha, rodeada por el arroyo Valdecañas-Pellejero y el antaño poderoso Guadiana.


Magnífica  formación de calaminar (Salsola vermiculata) con Calatrava la Vieja al fondo


En ambos casos no ha habido una continuidad en el tiempo, en un momento dado fueron abandonados perdiendo sus glorias pasadas, incluso sus piedras, a favor de nuevas construcciones como fueron  la fundación de Ciudad Real, para reemplazar a Alarcos y el magnífico castillo de Calatrava la Nueva, para sustituir a la que a partir de entonces sería Calatrava "la Vieja".


El vado de Alarcos desde el oeste a comienzos de primavera

Es curioso como se puede escribir la historia, a pesar que desde el momento en que se puede escribir es historia y lo no escrito es prehistoria. Pero la "Historia" es algo colectivo, completo, no es el fruto de visiones particulares, y creo que en ambos casos no ha sido una historia completa la que nos ha llegado. En mis tiempos  de colegio nacional-católico, nunca oí la palabra “Alarcos”, aún cuando  se trataba de una ciudad de importancia (ibérica y musulmana) y de la batalla más importante de todas las de la guerra contra los musulmanes, junto con la de las Navas de Tolosa.


Puerta oeste de Calatrava la Vieja y vegas del Guadiana a su derecha

Alarcos fue la mayor derrota cristiana, los lobos bajaron de la sierras a darse un festín y los fosos de la muralla se rellenaron con miles de cadáveres, sentenciando definitivamente a esta ciudad. La unidad y el poderío musulmán ya estaban en declive y tras la victoria en esa batalla, a pesar de las facilidades, (un rey en fuga y órdenes militares y mercenarios dudando de su autoridad), no tuvo la continuidad que sí tuvo posteriormente la de Las Navas de Tolosa.

Los cimientos de Alarcos se apoyan en estratos cuarcíticos casi verticales

De Alarcos ya he tenido el placer de escribir en una entrada en la que hablo del magnífico bosque de almendros (Arzollar) que flanquea y culmina su ladera oriental, pero toda la serreta donde se alza está llena de lugares impactantes: la caída rocosa hacia el puente homónimo sobre el Guadiana, la hoya del Despeñadero, un gran cráter freatomagmático que rompe la sierra; la cueva en pliegue anticlinal del Cerro Moreno; el castillejo, pequeño volcán abrupto que le sigue hacia el sureste, etc. Aunque lo que es un espectáculo es ver el gran Guadiana, con una de las escasísimas llanura de inundación funcionales en la actualidad, esperemos que la volvamos a ver inundada alguna otra vez.

El sensacional castillo de Calatrava la Nueva hizo "Vieja" a la otra Calatrava
De Calatrava la Vieja tengo pendientes varias entradas, relacionadas con Los Prados, la llanura inundable del Valdecañas y su poco común vegetación halo-nitrófila. Las condiciones bioclimáticas y geológicas de estos terrenos hacen de este lugar un terreno muy poco apto para la agricultura e incluso peligroso por los hundimientos, pero esta temporada una gran parte de este lugar ha sido roturado, destrozando el calaminar o sisallar (un denso matorral de la quenopodiácea Salsola vermiculata), no sé bien con qué motivos económicos pues las cosechas aquí son de una más que dudosa rentabilidad. Aquí el Guadiana está destrozado por un inmenso canal de drenaje que va desde los Ojos del Guadiana a la cola del embalse de El Vicario. Un destrozo desafortunado pero fácilmente recuperable con un par de "bulldozers" que increíblemente, nadie ha querido contratar hasta ahora.

El cerro de Alarcos marca el inicio de los montes del oeste de Ciudad Real

Desde el inicio del blog vengo hablando de lo que me gustaría que fuese el Parque Nacional del Guadiana, un parque que empezaría en los Ojos del Guadiana y que terminaría en los grandes embalses extremeños, a veces ensanchándose hasta unirse a Cabañeros y en tramos más ceñido al cauce, pero siempre englobando los numerosos espacios naturales protegidos o reseñables de esta única zona geográfica. Una parte fundamental de este parque serían algunas manifestaciones volcánicas de importancia como las lagunas temporales de los cráteres y los magníficos vestigios arqueológicos de Alarcos, Calatrava la Vieja en un entorno natural privilegiado, y los menos conocidos castros y castillos de la zona.
Los muros semi-derruídos de Calatrava la Vieja tras las amapolas

Alarcos fue una importante zona íbera hasta los romanos, de los que hay señales pero no asentamiento demostrado (todavía) y en las cercanías de Calatrava la Vieja incluso yo he encontrado cortes del terreno donde he localizado desde bifaces paleolíticos hasta cerámica reciente, pasando por casi toda la gama de cerámicas históricas y prehistóricas, por lo que queda muy claro que aún quedan muchos años de trabajo arqueológico. Ambos lugares se encuentran en un entorno ecológico impresionante y poco común, que nadie ha sabido aunar o ni siquiera ha visto, pero cuyas posibilidades son aún enormes.

Oscuros nubarrones se ciernen sobre el futuro de este magnífico parque arqueológico

Ambos lugares, a pesar de la buena oferta didáctica que hasta ahora se ha ofrecido, están muy lejos de haberse recuperado en su mayor parte y tienen todavía años de trabajo arqueológico pero, sobretodo, es más importante aún que no se eche a perder todo lo conseguido hasta ahora, por ahorrar unos millares vamos a perder millones y lo que es peor, y no valoramos, una parte importante de nuestras señas de identidad y la dignidad de nuestros antepasados.

Cabo Peñas - El Norte del Norte

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Extremo final delCabo de Peñas


           El "Norte del norte" es el lema turístico del Concejo de Gozón en Asturias, quizás más conocido por ciudades como Luanco o Candás que por ese descriptivo nombre. Aunque no es tan norteño como la Estaca de Bares en A Coruña, si que destaca poderosamente en la rectitud de la costa cantábrica metiéndose una decena de kilómetros al norte, mar adentro, entre Gijón y Avilés. Es la primera vez que he disfrutado unas vacaciones en el mar, aunque a veces haya estado unos días de algunos veranos o algún puente. Desde hace muchos años siempre he ido en agosto a la montaña asturiana y algunos días nos dejábamos caer al mar. Pero esta vez ha sido al revés casi quince días al borde del mar y algunos días, subimos a la montaña.


Cabo y faro de Peñas desde la ensenada de Bañugues


         Ya conocía de otro viaje esta zona y por eso busqué alojamiento por aquí, que para bien o para mal, poco hay, pues esta zona, afortunadamente, sigue siendo todavía muy rural y espero que no se lleve a cabo el futurible campo de golf de Verdicio que es la escusa para construir 230 viviendas de "semilujo". Este año había mucha gente por aquí, no como en 2010 cuando lo conocí, parece haber una relación directa entre el calor sofocante de julio y una mayor tendencia hacia el norte del turismo. La playa más cercana era también la más concurrida, la de Tenrero o Verdicio, hace años era una de las más bonitas y completas de Asturias, con sus arenales, rocas, islotes, desembocadura fluvial y dunas tras la playa, si bien, como todas las enfrentadas al norte, peligrosa. Pero a principios de los 80 a algún “caciquillo” le dio por promover una urbanización que a pesar de las protestas ecologistas, del terreno poco propicio y de la Ley de Costas, siguió adelante y mandó las grandes dunas al baúl de los recuerdos de los abuelos. En 2010 una riada se había llevado el puente, medio chiringuito y el lateral de la urbanización.


Vegetación de acantilados donde destaca Armeria pubigera


       El camino que antes llevaba directo a la playa, ahora hace varios requiebros para llegar a la playa bordeando la urbanización y te lleva hasta donde te espera una señora para pedirte dos euros por aparcar en su prado. En los prados de al lado, creo que por otros pocos euros dejan aparcar caravanas y han abierto otro chiringuito, o sea incremento de basuras y aguas residuales, pero al menos, fuera del fin de semana, siguen  predominando los prados abiertos.

Isla de la Erbosa tras los brezales de la rasa costera


           Entre las pocas playas que hay, destacan los grandes acantilados y entre ellos y con rotundidad el conjunto del Cabo Peñas que no dudaría en calificar como la costa más acantilada de toda la península. Este es un conjunto magnífico, con pequeñas aldeas de casas muy dispersas y un llano cimero de una landa nada común, formada por casi todo el elenco de brezos y tojos – Ulex europaeus-, sin apenas vegetación arbórea, salvo los restos de un pinar de repoblación. El paisaje interior no tiene prácticamente ningún atractivo, bueno, se podría decir que “es verde”, cosa que a los meseteños nos agrada de una manera bastante simplona. Es una zona agrícola muy productiva con prados y maizales sin regadío y cuando el relieve se torna abrupto prácticamente solo aparecen eucaliptales y pinares. Es muy difícil localizar especies arbóreas autóctonas, solo hay laureles en vallados y taludes, y  sauces en los arroyos, junto con alguna intrincada aliseda. Existe una aldea que se llama Carbayeda, pero no pude ver ni un solo roble o carbayo en todo su campo.

Atardecer rocoso


            Mi curiosidad botánica se vuelca con los ambientes marinos y aquí destacan poderosamente dos tipos de vegetación, la de los arenales (playas y sistemas dunares) y la de los acantilados. Estos ambientes escalonan su vegetación en franjas, en ambos un factor de primer orden es la salinidad, proveniente de las salpicaduras marinas o rociones, pero en el arenal es más importante el grado de consolidación de las arenas. En ellos la vegetación varía, salvo alguna especie en común, según estemos en el borde exterior de la playa, de material muy suelto, salino y con restos de materiales aportados por el mar (vegetación nitrófila); en las dunas blancas y móviles o, finalmente, en las fijas dunas grises. Este es uno de los medios más difíciles para el establecimiento de las especies, siendo el hogar de verdaderos especialistas, en sales (vegetación halófila) y en sustratos de arenas móviles (vegetación psammófila). Estoy hablando de una vegetación en verdadero peligro pues, al tratarse de nichos ecológicos tan reducidos, sus posibilidades de expansión o de re-colonización son muy escasas y, si a esto, le sumamos que esas plantas están en el lugar ideal para aparcar nuestros coches, nuestros chiringuitos, nuestros juegos playeros y hasta casas de vacaciones, ya si que lo tienen difícil de verdad.

Paisaje de un bandeado lapiaz calizo con la primera franja vegetal (Inula crithmoides, Crithmum maritumum y Asparagus prostratus)


            En la vegetación de los acantilados tenemos una primera franja que tiene que bregar con la dureza directa de los grandes temporales marinos, luego sigue otra faja superior con menos actividad mecánica limitante pero con la salinidad propia de los “rociones” de gotas de agua cargadas de sales. Por último hay otra franja, antes de llegar al borde del acantilado donde ya empieza a entrar la vegetación normal o climácica de la zona, aunque muchas veces sometida puntualmente a la actividad de las gaviotas y aves que habitualmente crían o se posan con frecuencia, creando zonas ricas en “guano”, con una interesante comunidad (vegetación nitrófila), adaptada a este aporte extra de nitrógeno y fosfatos.


Primera y segunda franja (Crithmum, Armeria, Euphorbia, Festuca, etc.)


            Me ha hecho gracia viniendo de la meseta encontrar algunas plantas de allí abajo por aquí. Por un lado algunas de los lugares más húmedos del oeste manchego, plantas como el helecho real (Osmunda regalis), el lirio hediondo (Iris foetidissimus) o la aquí abundante gran cárice (Carex pendula); y por otro lado una vegetación que este año he conocido más, la relacionada con las escasas zonas salinas de interior, con especies como Plantago maritima, Blakstonia imperfoliata, Frankenia laevis, Centaurium spicatum, Limonium sp. o Samolus valerandii aunque en la meseta esas sales provienen del lavado de suelos algo salinos.


Vegetación halófila similar a la de interior (Samolus valerandii, Centaurium spicatum y Blackstonia)


            Temprano por las mañanas me dio por correr y andar explorando de una manera casi exhaustiva, cada rincón mínimamente accesible y gracias a la dificultad de accesos conocí algunas playas interesantes, aunque con los nuevos tiempos la idea idílica del mar intacto ha caducado, ahora una playa sin accesos es una playa sin limpieza y el mar hoy, reconozcámoslo, es una auténtica fábrica de porquería que simplemente nos devuelve lo que es nuestro. Me quedé con ganas de bajar a alguna playa en el entorno de Cabo Peñas, pero eso son palabras mayores y tampoco se trata de arriesgar por arriesgar.


Una inalcanzable cala en un rincón del cabo


            El Cabo de Peñas es especial, es una meseta (la rasa costera) a poco más de cien metros sobre el mar y prácticamente sin ninguna bajada a él. Es un lugar siempre batido por el viento, formado por cuarcitas en diferentes tonos con suelos muy pobres. La sensación aquí es la de estar en Irlanda o Escocia por lo intrincado de la línea mar-tierra, por el clima, por el tipo de roca y hasta por una landa de vegetación semejante. Incluso en este llano sin cultivar, aparecen pequeñas áreas de turberas con su vegetación asociada que coincide, tanto como la del brezal, con las de aquellas intempestivas tierras. Esta landa no podía tener una mejor representación de los brezos ibéricos, estaban casi todos (Erica cinerea, E. arborea, E. umbellata, E. mackaiana, E. vagans, E. ciliaris, E. tetralix, Calluna vulgaris y Daboecia cantabrica).


Brezales con una turbera en su interior


            En sus pedregosos bordes hacia los acantilados me llama la atención el parecido fisionómico y vegetal con cualquier cumbre de alta montaña, con su vegetación sufrida y achaparrada. La ecología es una ciencia predecible pues aún en medios tan diferentes como la alta montaña o estos bordes de acantilados, si se repiten casi idénticos factores limitantes de la vegetación como fuertes vientos, alta insolación, difícil retención de agua por los suelos, etcétera, la vegetación tenderá a ser muy parecida, incluso coincidiendo algunas especies. Esta relación, cuando es completa, recibe el nombre de vicarianza, dándose especies muy parecidas por habitar  parecidos nichos ecológicos aunque manteniendo diferencias geográficas y ecológicas.


Vegetación de cima venteada de acantilado (Armeria pubigera, Sedum anglicum, Plantago coronopus), podría coincidir con algunas cumbres de Gredos a más de 2200m. de altura, llevando Armeria caespitosa, Plantago alpina y el mismo Sedum anglicum o el S. brevifolium.


            Frente a estas sensaciones marineras algún día nos acercamos a la montaña, el cambio era radical y a la inversa que otros años, en que cuando bajábamos a la costa nos encontrábamos con tardes nubladas y desapacibles. Ahora, a pesar de que cerca del mar la temperatura no sube mucho, cuando subíamos comprobábamos una variación general de entre cinco y diez grados menos de temperatura, con su “orbayu” y sus nieblas a partir de media tarde. Pero el placer de andar por unos buenos, aunque empinados hayedos, entre la niebla, te refresca hasta el alma.


Claro en el interior de un hayedo de Redes


            En el disperso caserío rural de esta costa destacan poderosamente los hórreos y paneras (unos con cuatro apoyos y las otras con seis o más); casi todos están pintados en bandas verdes y blancas, con adornos en puertas y ventanas, y siempre, con su cara norte totalmente tapada y reforzada, pues saben muy bien por aquí de donde les llegan el frío y la humedad.


Típica panera de la zona con sus colores verdes y blancos, y su cara norte protegida


            Una visita obligada es acudir al magnífico botánico de Gijón, el Jardín Atlántico, un antiguo jardín histórico y carbayeda que es un auténtico lujo para estudiosos, paseantes o niños, pues hasta se encargan de amenizar la visita con todo tipo de actuaciones, paseos nocturnos y actividades lúdicas en un escenario de cuento con una cuidadísima vegetación, aunque al verla tan natural no lo aparente, tanto la autóctona, como la decorativa o la que llena nuestras despensas.


Rincón del Jardín Atlántico de Gijón


            Como de costumbre lo malo ha sido volver a la meseta y  más este año, con un contraste térmico superior a los quince grados, con los incendios forestales por doquier y con un ambiente de calima sahariana que, como una bofetada, nos situaba de repente en nuestro sitio, es decir, con muchas zonas de la península al  borde de la desertización, aunque pocos se quieran dar cuenta de esta cruda realidad.

           



Un saludo a Laura por su magnífica hospitalidad

            

Flores de Otoño

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Sobre el oscuro suelo volcánico del Campo de Calatrava aparecen las primeras flores del otoño

          Tras un duro verano que remataba en más de un año con una tercera parte menos de la lluvia que hubiera sido normal, por fin empieza a asomar la hierba verde entre la ya agostada, comienza una pequeña primavera, no tan llamativa pero sin que falten esplendorosas floraciones y joyitas botánicas.

El azafrán silvestre Crocus nudiflorus aparece desde umbrías yesosas hasta en bosques aclarados

Muchas de las flores que salen en esta época poseen el apellido específico de “autumnalis” o “serotinus”, lo que indica que son propias de esta estación. Poco más tarde llegarán otras flores más típicas del otoño que éstas, pero no del reino vegetal sino del de los hongos, son las setas.

Floración de la cebolla albarrana apreciable desde mediados de agosto hasta mediados de octubre

Botánicamente lo primero que anuncia el fin del verano son las solitarias e impensables altas varas floridas de la cebolla albarrana, Urginea maritima, una planta de rozagantes hojas verdes en invierno que florece al final del verano; a ella le siguen en cañadas y herbazales nunca arados muchos geófitos, plantas que no necesitan crecer y desarrollarse ahora para poder florecer, porque ya lo hicieron la temporada anterior, acumulando reservas subterráneas en forma de bulbos o tubérculos.

La flor del quitameriendas (Merendera montana) es muy parecida a la de los azafranes (Crocus)

Son plantas como la quitameriendas Merendera montana, casi siempre acompañada por el jacintillo de otoño Scilla autumnalis, igual de abundante pero siempre más disperso. Al poco y solapándose en el tiempo aparecen los azafranes silvestres, como Crocus serotinus, Crocus nudiflorus, Sternbergia colchyciflora ; algo más tarde lo hará el verdadero y espectacular azafrán Crocus sativus, el oro rojo, la más apreciada y cara de todas las especias.

El jacintillo (Scilla autumnallis) suele ser  rosado pero aquí aparece un ejemplar albino

Todos esos geófitos aparecen en lugares incultos (nunca arados), pues la reja es uno los mayores enemigos de estas plantas. Según me han comentado, Galicia antiguamente era una buena tierra de narcisos pero que con los años del hambre, en los primeros 40 que obligaron a la población a arar casi hasta las piedras y con las grandes repoblaciones posteriores de pinos y eucaliptos, dejaron a Galicia casi sin narcisos y el resto de geófitos silvestres como la mayoría de los de estas fotografías.

                En majadales y suelos pastoreados por ovejas resulta explosiva la floración del quitameriendas

Hay algunos geófitos como el quitameriendas, (su nombre alude a la creciente brevedad de las tardes otoñales), que le viene de maravilla un poco de abono y que el ganado le quite la competencia de otras plantas, por lo que las cañadas y sesteaderos del ganado en esta época se pueden ver desde lejos por el tono rosado de su explosiva floración.

En medio del secarral yesoso o volcánico salta el fuego del azafrán amarillo

 Menos común, pero más sorprendente, aparece también ahora el azafrán amarillo, Sternbergia colchiciflora, yo le tengo visto en los terrenos volcánicos calatravos y en los yesos de la Cuenca de Madrid. En invierno-primavera echa unas curiosas hojas acintadas y retorcidas en espiral. Este azafrán amarillo es genuinamente ibérico, pero existe otra especie de ese mismo género, Sternbergia lutea, que está en el limbo de la flora naturalizada desde muy antiguo, tan antiguo que se remite a los árabes, a los romanos o se llega a dudar de su extranjería.

Las llamativas flores del azafrán amarillo Sternbergia colchyciflora

Es curioso que una planta tan bella, abandonada  por la jardinería y por el uso tradicional, no se me ocurre porqué, pueda pervivir cientos de años en nuestro duro y variable medio ambiente. Bien es cierto que lo hace en el suavizado ambiente de los bosques de ribera, olmedas o bordes umbríos de huertos y nogaleras. Lo cierto es que fuera de estos lugares no aparece, como tampoco lo hace en bosques de ribera cerrados y lejos de cultivos.

Sternbergia lutea entre hiedra y vinca protegida bajo unos nogales

También hay que contar con las floraciones de algunas especies que más que otoñales son fini-veraniegas, como ocurre con muchas plantas termófilas o especialmente adaptadas a la aridez, con una floración muy tardía como es el caso de casi todo un género como son las acelguillas saladas o Limonium, un género de plantas amantes de terrenos salinos, un género  super-diversificado en nuestra península e islas.

Las aparentemente delicadas flores del Limonium pueden conservarse durante años

Dentro de los Limoniun cabe destacar el espectáculo del grupo L. dichotomum, grupo porque hay varias especies: L. toletanum, L. carpetanicum, etc., que se diferencian poco de la especie directriz. Son estas unas plantas muy duras que incluso después de cortadas pueden permanecer con el mismo aspecto durante años, lo que entre floristas y vendedores ambulantes ha ido nombrándose como “siemprevivas”.

Masiva floración de acelguillas (Limonium dichotomum) en suelo salinos cerca de las Tablas de Daimiel

En el monte mediterráneo silíceo es ahora el momento de un par de llamativas floraciones, como la de la brecina Calluna vulgaris, una ericácea (familia de los brezos) que destaca en los bordes de sitios húmedos y en algunos pie de montes.

Brecina en flor en una ladera bien conservada del monte mediterráneo


La otra floración que pasa desapercibida por coincidir con su mucho más llamativa fructificación, es la del madroño Arbutus unedo que llega a enseñorearse de gran cantidad de montes ibéricos dando lugar a una pequeña primavera a su alrededor, en la que no faltan ni las mariposas, como ocurre con la otoñal y espectacular mariposa del madroño (Charaxes jasius). 

Flores y frutos simultáneos del madroño (Arbutus unedo)

También y menos espectacular, a no ser que la busquemos son las campanillas de otoño, Leucojum autumnale, de suelos arenosos silíceos de zonas bajas y medias.


Campanilla de otoño (Leucojum autumnale)

En terrenos yesíferos, como siempre dependiendo aún más estrechamente de la climatología que en otras litologías, a parte de los señalados Crocus nudiflorus, Merendera hispanica y Sternbergia colchyciflora, es el momento de la rara flor de Odontites longiflora que en buenos años es sorprendente por su abundante floración. En estos terrenos no hay que confundir el fruto en forma de flor rosada del sisallo o calamino, Salsola vermiculata, con una verdadera flor, lo que puede engañar a cualquier observador.

Espectacular floración de Odontites longifolia, en años normales solo se ven dos o tres flores por rama

Este año ha sido menos llamativo que otros finales e inicios de otoño que en lo floral se muestran como una resurrección o como unos últimos cartuchos de muchas especies fini-primaverales como lo son multitud de cardos que renuevan algunas flores en unos cuerpos resecos y agostados, creando un llamativo contraste como ocurre con Carlina sp., Centaurea calcitrapa, Picnomon acarna, Cirsium sp., etcétera. También ocurre esto con algunas especies de la familia de las compuestas como con la achicoria Cichorium intybus, la Chondrilla juncea, etc. y sigue todavía en activo la floración de varias umbelíferas como el hinojo Foeniculum vulgare.

Aunque parezcan flores, se trata de los frutos del sisallo o calamino

El comienzo del otoño también es el momento de numerosas nitrófilas (plantas de suelos removidos, alterados, sobre-abonados o contaminados), muchas veces son neófitos (especies venidas de otros países) o plantas sureñas que van introduciéndose masivamente en la meseta,  con una fenología que no termina de coincidir con nuestro calendario pero que prosperan gracias al descuido, suciedad y a la agricultura, casi industrial, de nuestros campos y bordes de ciudades.


La pegajosa olivarda (Dittrichia viscosa), actual reina de los solares, colonizando un suelo totalmente desnudo

Son especies oportunistas que al menos cumplen con una de las primeras máximas de nuestra naturaleza mediterránea que dice que hay que cubrir rápidamente los suelos antes que las lluvias y la intemperie se lo lleven con sus valiosos nutrientes. Entre plantas como estas podemos encontrar a la ahora abundante olivarda, Dittrichia viscosa, conquistando año tras año solares, cunetas y descampados, la olivardilla Dittrichia graveolens, las conizas Conyza sp.,  la hierba piojera Pulicaria arabica, el jaramago levantino Diplotaxis erucoides, el jaramago morado Moricandia arvensis, el Sonchus tenerrimus, el Aster squamatum y un largo etcétera de plantas que ya son harina de otro costal a tratar en una entrada aparte.


Un verano suave (2010) mantuvo las flores del Delphinium gracile hasta finales de octubre

P.D./ Aunque la he buscado no he encontrado una de las flores más nobles del otoño, la orquídea Spiranthes spiralis, (antes S. autumnalis).
P.D./ Acabo de comprobar que mis citas de las dos Sternbergias para Ciudad Real, son las primeras. Pero para que lo sean se han de recoger ejemplares y llevarlos a un Herbario de referencia en un pliego con sus datos. Como no son abundantes, me niego a recolectarlas y Ciudad Real continuará sin que "existan" azafranes amarillos en su territorio.


"Abrir heridas y cerrar castillos" Adiós a los castillos calatravos

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         Esta entrada es una más que lamentable continuación de mi anterior entrada "Requiem por unas piedras con historia" relativa al cierre del Parque Arqueológico Alarcos-Calatrava la Vieja. Al parecer el efecto caída en dominó ha continuado y si para mí era impensable el cierre de la gran e inexpugnable fortaleza de Calatrava la Nueva, acabo de enterarme de ello. La noticia me la ha dado Pedro González Moreno, un gran escritor a quien ya "utilicé" dedicándole una entrada sobre las lluvias de 2009-2010 basada en su artículo, tan realista como poético: "El Sueño de las Aguas Desbordadas". Paso, como entonces, a reproducir íntegro este artículo que nunca debería haberse escrito:


"Abrir heridas y cerrar castillos"

Publicado el 2 de octubre en el Diario Lanza porPedro A. González Moreno

El castillo-fortaleza-convento de Calatrava la Nueva

         "Vivimos en unos tiempos de portazo y clausura, y en un país que corre ya el peligro de parecerse a aquella España de cerrado y sacristía de la que, tan proféticamente, hablaba Antonio Machado en su poema “El mañana efímero”...

Vista de Calatrava la Nueva desde el suroeste 

         Tiempos aciagos en los que se cierran bares y comercios, porque el consumo se encuentra en estado catatónico; se cierran empresas porque han dejado de ser rentables y competitivas; se cierran bancos, o más exactamente quiebran (o para decirlo en su propio lenguaje eufemístico, se fusionan o se recapitalizan para enmascarar sus descalabros financieros); se cierran aulas en los colegios y habitaciones en los hospitales; se cierran castillos porque la voz de la piedra, que es la voz viva de la Historia, nadie quiere escucharla; y a este paso acabarán también por cerrarnos las puertas de nuestras propias casas.

Gran rosetón y puerta de entrada al Sacro Convento de Calatrava la Nueva

         Después del cierre de los castillos de Calatrava la Vieja y Alarcos, dos de las más emblemáticas fortalezas de nuestra región, se anuncia ahora el cierre de Calatrava la Nueva, en lo que parece ser un episodio más en este delirante proceso de clausuras y portazos. Y cada castillo que se cierra (esos castillos que tanto saben de antiguas y gloriosas victorias) es como una batalla que perdemos contra nosotros mismos: una traición cometida contra nuestros orígenes, contra nuestra identidad y contra nuestra propia cultura.

Ruinas de Calatrava la Vieja, en tiempos la mayor ciudad-fortaleza entre Córdoba y Toledo

         No hace mucho, a principios del pasado verano, las puertas del castillo de Calatrava la Nuevase abrieron para acoger en su iglesia cisterciense un recital poético, donde algunos escritores de nuestra provincia hicieron oír su voz, y donde también ciertos cargos políticos aprovecharon en sus discursos para apostar por la continuidad de semejantes eventos; incluso prometieron que ese prodigioso recinto no sólo permanecería abierto en el futuro para los poetas, sino para todo tipo de iniciativas culturales. Sin embargo ahora, inexplicablemente, se anuncia que también se cerrarán sus puertas.

Interior de la fortaleza de Calatrava la Nueva

         En el año 2007 otro grupo más numeroso de poetas castellano-manchegos promovimos un movimiento de reivindicación de nuestros castillos, cuyo manifiesto se leyó al pie de las murallas de Miraflores, en Piedrabuena; de aquel encuentro quedó como testimonio un proyecto de libro que, por extraños azares, quedó estancado en los cajones de algún despacho de la Delegación de Cultura de la Junta de Comunidades. Y tal vez, cinco años después, sea hora ya de desenterrar nuevamente aquel hacha lírica y empuñar aquellas antorchas reivindicativas para repetir, una vez más, lo que proclamaban algunos de los puntos de aquel manifiesto:

Castillo de Miraflores, lugar de lectura del Manifiesto de Reivindicación de los Castillos en 2007

          “Reivindicamos nuestros castillos porque en ellos está grabada nuestra memoria colectiva... Debajo de sus piedras están nuestras raíces, las señas ancestrales de nuestra cultura, las huellas de una raza que levantó murallas para que un día nosotros, desde ellas, pudiésemos ver mucho más alto y más hermoso el mundo... No somos adalides de ninguna batalla. Somos la voz antigua de la piedra, somos el grito y la memoria de la piedra, y es la palabra de nuestros antepasados la que habla a través de nuestra voz... Todos hemos crecido a la sombra de nuestros castillos y, desde sus almenas, queremos ser vigías de nuestra identidad regional, atalayas de todos los caminos, centinelas de nuestra historia, guardianes de la luz de la llanura.

Calatrava la Vieja al atardecer 

         Se cierran castillos, pero se abren costosos y fantasmales aeropuertos que son como absurdos monumentos a la inutilidad y al vacío. Se cierran castillos, pero se construyen urbanizaciones no menos espectrales bajo las que se esconden oscuras marañas recalificadoras y turbios pelotazos urbanísticos. Se cierran castillos y escuelas y habitaciones de hospitales, pero se abren autopistas inútiles y deficitarias, parques temáticos ruinosos, incluso puede que lleguemos también a ver abierto algún fastuoso casino, que es, paradójicamente, lo que un país en bancarrota necesita...

Fortaleza de Alarcos
  
         Y cada puerta que se cierra, cada muralla que se clausura, es una nueva herida que se abre (o que  debería abrirse) sobre nuestras conciencias...
 Porque cerrar un castillo, aunque sea apelando a mezquinos argumentos presupuestarios, no es sólo mutilar nuestros paisajes, renunciar al turismo y al desarrollo de los pueblos, dar la espalda a la Historia y a la riqueza patrimonial de nuestra tierra; no es sólo cubrir con una losa las más profundas raíces de nuestra identidad. Es, más allá de todo eso, secuestrar un bien público del que todos somos usufructuarios. Y es reconocer, además, que somos indignos de merecer el legado que nuestros antepasados nos transmitieron.


Calatrava la Vieja desde un  desbordado arroyo Valdecañas

         Los cierres de Calatrava la Vieja, Alarcos, Salvatierra (que aún continúa incomprensiblemente vallado), y ahora también Calatrava la Nueva, parecen responder a una oscura estrategia de demolición de nuestras raíces y a un flagrante secuestro de nuestros más preciados bienes culturales.
         Cada vez que se cierra una puerta, se abre una nueva herida.

Restos del castillo de Salvatierra visto desde las alturas de Calatrava la Nueva

  Por eso, recordando otro de los puntos de aquel viejo manifiesto poético, deberíamos clavar, en todas las Torres de Homenaje de nuestros castillos, un estandarte que sólo esté hecho de palabras; un estandarte que ondee no como señal de ninguna victoria, sino sólo como un signo de lealtad a nuestro origen".

Sierra Morena vislumbrada desde Calatrava la Nueva

PD/    Estas tres, (Calatrava la Nueva y la Vieja y Alarcos) son las mejores fortalezas calatravas; atrás quedaron, hoy casi totalmente arruinados, castillos menores como: Ciruela, Herrera, Benavente, la Atalaya, Picón Viejo, Hojalora, Calabazas, etc. y otros, en mejor estado, como Miraflores o Caracuel y algún castillo urbano como el de Bolaños. 
    "La desidia española por el pasado (patrimonio natural y cultural),  está contribuyendo, claramente, a que nos estemos dejando imponer este lamentable presente".


Restos del castillo de Ciruela sobre un pitón volcánico



Las lluvias apagan la sequía

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            Ha vuelto un otoño lluvioso, como los de antaño; los dos últimos grandes episodios lluviosos, (1996-97 y 2009-10) tuvieron lugar al final del otoño y principios del invierno. Pero antes, las lluvias de toda la región central ibérica, salvo el Sistema Ibérico que es uno de los pocos lugares de España con la precipitación más regularmente repartida a lo largo de las estaciones, tenía dos épocas álgidas, una principal a mediados del otoño y la otra a mediados de primavera. Desde los años setenta parece que esa pauta ha ido mudando, retrasando esos máximos cerca de un mes y aumentando la irregularidad de las lluvias.

Antes de acabar septiembre el cielo se llenó de nubes preñadas

            Por fin llegaron las lluvias, más  vale tarde que nunca, pero llegaron, volviendo a hacer verdadero el refrán de septiembre, “o seca las fuentes o se lleva las puentes”; y este año se ha cumplido pero en ambos extremos, pues empezó secando fuentes, lagunas, ríos e incluso muchas encinas y, desgraciadamente, atizando importantes incendios forestales. Septiembre acabó con una semana de más de ochenta litros de lluvia y temperaturas que corrigieron una media mensual que se inclinaba hacia África.


            No ha sido este duro verano quien ha secado esas encinas, sino todo el año hidrológico previo y algunos meses más, pues desde mayo de 2011, solamente han levantado cabeza los meses de noviembre de 2011 y abril de 2012, todos los demás han estado muy por debajo de sus medias de precipitación salvo, como es lo normal, el seco verano.

Un alto porcentaje de encinas, en laderas pedregosas, no han resistido esta última sequía

La media de lluvia anual en Ciudad Real, y por extensión de toda la meseta sur, está en el entorno de los 425 litrospor metro cuadrado, más húmedo en sus bordes extremeños y mas seco hacia oriente, hasta que la influencia del Sistema Ibérico o las Subbéticas incrementan la precipitación. Este año hidrológico (2011-2012) se iba a ver mermado en un 35% de no ser por los últimos días de septiembre en los que cayeron más de 80mm., (más de 60 en un solo día); situando dicho déficit en solo algo más de un 20% en Ciudad Real. Otras áreas cercanas como la Cuenca de Madrid han quedado cerca de la mitad de lo habitual (vegas del Tajo y Jarama en torno a los 200mm.).


En abril, Santiago Sardinero de la Universidad de CLM en Toledo, nos mostró las labores  de restauración botánica que llevan a cabo en unas antiguas canteras de cemento en Yepes, en el extremo noroccidental de la Mesa de Ocaña. A pesar del ingente trabajo de su equipo, el éxito de las plantaciones se vio muy perjudicado por la sequía y sus efectos colaterales en forma de arrase por parte de los conejos. Solamente las plantas más duras y vulnerantes han tenido algún éxito (aliagas, tomillos, efedras, etc.). El destrozo ha sido grande y nos contaba lo difícil que era explicar y mostrar todo eso a la empresa (Lafarge) que pone el dinero para dicha restauración.

Examinando especies en la restauración de las canteras de Yepes

A pesar de todo y gracias a la dedicación y trabajo extra de ese equipo, el paisaje se va naturalizando estableciéndose gradualmente, una vegetación más parecida a la de las áreas poco alteradas del entorno. Santiago nos mostró también que las especies arbóreas y arbustivas con la sequía, no solo crecen poco, sino que pueden retroceder, ir secando ramas desde sus extremos hacia dentro, llegando incluso a secarse. Nos mostró claros ejemplos en el terreno, como coscojas que habían retrocedido más de un palmo, espinos negros que apenas tenían hojas e iban secando puntas o ramas. No se lo que pasaría después con el fin de primavera y verano tan duro que siguieron.

Espino negro y coscojas secando parte de sus puntas y ramas por la sequía

La problemática general en todo el centro peninsular ha sido que tras dos años espléndidos en precipitaciones se disparó la población de conejos y jabalíes, de acuerdo al aumento de sus recursos alimenticios; luego llegaron las vacas flacas, faltó comida y sobraban comensales. Se propaló la idea de “plaga de conejos”, los cazadores consiguieron permisos para descastes en época de veda y cupos superiores en época de caza, usualmente esas cacerías se dieron mucho más en  cotos de monte que en terreno agrario que era lo que se pretendía proteger. Más que el clima, la causa del exceso hay que buscarla en su combinación con el excesivo “control de depredadores” que hace difícil ver alguna rapaz conejera por estas regiones.

Los mejores pastos entre el monte de nuestros campos arrasados por los jabalíes

Muy al contrario, la plaga de jabalíes que está destrozando multitud de campos, abiertos o vallados, se ha considerado como “un buen año de jabalíes”. Ahora con el paso de los meses, al menos los conejos han vuelto a sus números normales, lo que ha mostrado como la naturaleza se autorregula sin necesidad de orgías venatorias.

A pesar de la sequía previa el otoño luce sus galas cerca de Sierra Morena

Espero que ahora comience un cambio de ciclo, pues como ha quedado demostrado este incendiario verano, nuestra naturaleza no puede aguantar muchos años como este, ni a unos políticos y gestores como los nuestros. Para más señas baste decir que más que una sequía, lo que hemos pasado es un año seco. La última sequía “normal” fue la de los primeros noventa que acabó a finales de noviembre de 1995.

El Fresnedas se enfrenta a Sierra Morena llevándose los sedimentos manchegos hacia Doñana

Entonces en Madrid se prohibió el llenado de piscinas y el riego de jardines y estuvimos al borde del racionamiento, desde entonces Madrid, casi ha duplicado su superficie de áreas residenciales extensivas, con sus jardines y piscinas, y ha triplicado su número de campos de golf. Si tuviésemos que vivir una situación pluviométrica como la de esos años y, tarde o temprano, habremos de vivirla, que dios nos coja confesados. De los últimos quince años solo ha habido uno verdaderamente “malo”, el 2005 y también fue como este último, con sus hielos invernales y su escasez de lluvias que no llegó ni a los 200mm; aunque 2011-12 no haya sido tan seco, el contraste con los generosos años previos ha sido muy duro.

El Guadiana, crecido por el Jabalón, ocupa lo que debería ser Dominio Público Hidráulico

Uno de los motivos que a modo de prueba me hacen barruntar un otoño-invierno lluvioso, como pude comprobar en los últimos  periodos lluviosos: (1996-97 y 2009-10), es la forma de los hormigueros, si son altos y sus entradas tienen forma de chimenea, es que las hormigas ven peligrar sus hormigueros y elevan su nivel de entrada por encima del suelo.  Estos inicios de octubre estoy viendo así la mayoría de ellos.

Hormigueros con sus entradas sobre-elevadas en previsión de lluvias

Tras muchos años dedicándome a esto, he comprobado que tal como empiezan los otoños, así se comporta el año hasta finales de invierno, por lo que he visto la certeza del refrán que dice: “la luna de octubre siete lunas cubre”, este octubre de 2012, el plenilunio tenía lugar en medio de una semana lluviosa, lo que significaría un otoño-invierno lluvioso. Y otro de los motivos, sin duda el más objetivo, son las ganas que tengo de que se repitan lluvias como las vividas hace un par de años. Años en que la gente salía al campo a ver como iban los arroyos creciendo para ríos, como se desembalsaban los pantanos, como se llenaban las lagunas, incluso como se formaban grandes socavones y hundimientos en el usurpado cauce del Guadiana, y como los ríos salían de sus artificiales y rectilíneos canales en lo que los hemos convertido, para ocupar sus amplias y sinuosas vegas.

El Jabalón muestra sus escrituras al que le calzó encima un viñedo

En estos inicios del otoño espero con ansiedad los primeros síntomas del cambio de ciclo, también es que cada año los veranos me parecen más largos, de casi cinco meses a costa del otoño y de la primavera. Tal es el cambio que ahora acontece que en lo agrícola, el año empieza ahora, como también lo hace el año hidrológico (1 de octubre).

Campos saturados de agua por las últimas lluvias

Empecé a redactar esta entrada a primeros de octubre, pero se me fue de tamaño y decidí desdoblarla, dedicando una a las Flores de Otoño y esta otra sobre el clima. Ahora a nueve de noviembre hemos entrado de lleno en uno de los otoños más lluviosos de los registrados desde 1865 en el observatorio de Ciudad Real. Las lagunas se están llenando por momentos cuando este verano caducaron hasta las más persistentes de la zona. Algunos pantanos están desaguando y está este otoño como decía mi amigo Valentín,  “voy al campo y no sé, si ir a espárragos o a setas”, y doy fe que es cierto pues estoy viendo una buena cantidad de los “primaverales” espárragos y, encinas y arbustos están rebrotando.

Espárragos, encinas y muchos arbustos más han vuelto a rebrotar como en primavera

Empieza un otoño inesperado, de los que ya pensaba que era posible que no volviera a disfrutar y del que os daré cuenta en posteriores entradas. Como siga el otoño de esta guisa, sería posible hasta la soñada realidad de unos Ojos del Guadiana derramando sus lágrimas de alegría por el campo manchego.


Sin palabras

Llanuras de Inundación

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Llanura de inundación en sus mejores momentos cerca del puente de Alarcos

              Existe hoy en día una forma de la geomorfología fluvial prácticamente extinguida en la península ibérica. Hay geoformas como las terrazas fluviales, los meandros, los estuarios, etc., pero prácticamente nadie, a pesar de lo explícito del nombre, tiene una noción exacta de lo que es una “llanura de inundación” o "tabla fluvial". Se tiene más clara la idea de lecho mayor de un río, el canal ocupado en las grandes avenidas de agua; pero en una región llana, como puede ser la manchega, el lecho mayor es de difícil delimitación y ocupa grandes extensiones.

La presencia del lirio Iris spuria confirma el buen estado de conservación de esta llanura de inundación

    Los agricultores de siempre respetaron ese ambiguo margen por el riesgo a perder la cosecha por inundación, por su escasa productividad, al tratarse de suelos medio salinos, y por estar expuestos a la fauna de los vecinos terrenos ribereños. Al mismo tiempo estos espacios servían de alimento a los rebaños, incluso como agostaderos cuando el resto de las rastrojeras estaban yermas en verano; aparte de ser buenos lugares para la caza y la pesca.


Espantavacas para evitar que el ganado se acerque a un profundo "ojo" en Santa María de Guadiana

     Toda una gama de oficios sacaban partido a estas extensas áreas naturales: cazadores, pastores, pescadores, cangrejeros, artesanos de la enea, el esparto y el albardín o esparto fino, etcétera que junto con el comercio de sus productos y pertrechos, creaba una tupida red comercial sobre estos espacios "improductivos".


               Una llanura de inundación casi siempre tiene un curso de agua meandriforme, (lleno de curvas y recurvas debido a su casi nula pendiente), lagunillas, canales o meandros abandonados y, a veces, algunos nacederos u “ojos”. Su vegetación oscila entre la dulceacuícola y la salina (halófila) de sus bordes externos. Variando las especies en función de la cercanía al agua y/o de la salinidad. En el caso de haber orillas claras, por aumentar el desnivel topográfico, se asentaría un bosque ribereño de tarays, olmos o álamos.

Guadiana en Campomojado, a pesar de los drenajes muestra una buena vegetación

            La Mancha es básicamente una gran región agraria, a principios del siglo XX no se diferenciaba mucho de la vecina Extremadura, con sus amplias dehesas y pastizales, aunque con la trilogía leñosa mediterránea, (olivo-vid-almendro) bien asentada. Tras la terrible plaga de la filoxera que hundió la vida económica basada en la vid de muchas áreas agrícolas marginales, la Mancha se comenzó a llenar masivamente de viñedos para abastecer de vino a Madrid, fue el comienzo de la intensificación agraria que luego seguiría con el melón, la ampliación de los cultivos de cereales y a partir de los 70’, la expansión brutal del regadío, con la cebolla, remolacha, maíz y el riego de productos tradicionalmente de secano como los cereales y la vid.

El regadío mediante pivots, un auténtico azote para los acuíferos

            A partir de ahí, el desastre ecológico, a grandes rasgos, lo conocemos todos, incluso una vez, en un encuentro con geógrafos ingleses me hablaron de “daimielization”, tras unos segundos de duda por el “palabro” y sorprendidos de que yo, un español, me sorprendiera, me explicaron que se estudiaba en la universidad como el término usado para referirse, como caso paradigmático (de Daimiel), a lo que nunca se debería hacer en el aprovechamiento de un recurso natural como es el agua.

Últimos charcos del surco de un Guadiana destrozado 

   Ya a principios de los 60’ se impuso una política de eliminación de zonas húmedas por considerarlas malsanas, convirtiendo los escasos ríos en canalillos, drenando lagunas y áreas inundables. El Guadiana renacido en los Ojos, se convirtió en una enorme zanja que cortaba los campos hasta el pantano de El Vicario en las cercanías de Ciudad Real (40 km), y muchas grandes y famosas lagunas desaparecieron. Leer la descripción de la Laguna de Las Islas, luego Tablas de Daimiel, y de las grandes lagunas manchegas hacia 1920 de D. Reyes Prósper y otros viajeros, suena hoy a historia-ficción de un idílico mundo natural hoy perdido.

La descripción de D. Reyes Prósper de muchas lagunas es la idílicos paraísos perdidos. (Mapa de 1953)

    Todo cambió a comienzos de los 70’ cuando comenzó a abusarse del acuífero del que hasta entonces solo se extraía agua con norias desde pequeños pozos. Recuerdo de pequeño, entonces una portada del ABC declarando que bajo la llanura manchega se encontraba el mayor “embalse” de Europa. Al poco se inició la carrera por el agua, por perforar más profundo y los “pivots”. Un agricultor dejaba sin agua al vecino, y así hasta que las grandes fincas dejaban a los demás sin agua al perforar mucho más hondo. Hacer nuevos pozos era ilegal, pero cuando todos lo hacían y no pasaba nada, era quedar como un tonto y dejar de ganar un buen dinero, si tu no lo hacías también.

Tramo con alguna vegetación del profundo canal de drenaje de la llanura de inundación del Guadiana

     Se creó el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, se deshizo por allí el canal del Guadiana y se retuvo someramente el agua con un dique. Se reconocía finalmente el enorme valor de una de las mejores llanuras de inundación de Europa, por su tamaño, por su solera, por su avifauna y por coincidir dos corrientes de aguas distintas, unas limpias y dulces (Guadiana recién brotado y río  Azuer) y otras salobres (Cigüela). Pero la ceguera fue total al no considerar ese tipo de ecosistema en su conjunto, se protegieron los patos y los peces, pero luego no tenían agua para vivir. El catálogo de especies extintas, al menos en lo vegetal, es para llorar pues varias de ellas contaban allí con su única población española.


            
        Los Ojos del Guadiana dejaron de manar y su llanura de inundación, también salpicada de otros muchos “ojos”, comenzó a secarse en superficie y también por dentro. Tras el drenaje del Guadiana recién nacido hasta las Tablas de Daimiel, las tierras fueron ocupadas y cultivadas por las fincas vecinas hasta que, contra toda lógica, un juez extremeño dictaminó que el Guadiana no existía y que por lo tanto, eran tierras legalmente ocupables.

El mundo al revés, antiguos ojos o manantiales ejerciendo de sumideros y el Guadiana circulando río arriba, hacia el este

    Es difícil de concebir, pues siempre he entendido las turberas en lugares de clima frío, pero estos terrenos manchegos se asentaban sobre una masa de turba formada durante milenios al irse acumulando más materia orgánica de la que era descompuesta cada año. Esa turba se secó totalmente al quedar muy descolgada de los niveles freáticos, con los que contactaba, y tampoco recibir aportes superficiales. Al quedar tan secos, en los suelos surgieron grietas y la turba (un humilde tipo de carbón) empezó a arder por zonas, a veces por fuego de alguna quema de rastrojos y otras por autocombustión.


Turba ardiendo bajo el subsuelo de los sembrados

    Hace años, viajando por esos campos de madrugada, era fácil observar como de la tierra, de los sembrados surgían fumarolas, pequeñas nubes de vapores que se deshacían tres o cuatro metros por encima del suelo. Luego al aumentar la temperatura ambiente, esos humos dejaban de ser visibles.


Paisaje de fumarolas por la combustión interna de la turba a primeras horas del día

La tierra ha estado ardiendo durante años, aunque un episodio menor fue el más mediático, el del incendio dentro de los límites de las Tablas de Daimiel en septiembre de 2009, allí viendo también las burradas que se hacían para intentar acabar con el fuego, dí por  perdido el Parque y una gran parte de esa antigua naturaleza manchega, el final de una era ecológica, la de la Mancha húmeda.

La carga arrastrada por el río está a punto de romper un antiguo puente románico en Corral de Calatrava

    Todas las llanuras de inundación, salvo algunas zonas lagunares del Cigüela (santo desvestido –llanura de inundación canalizada-, para intentar vestir a otro santo, o sea transportar agua  rápidamente a las Tablas) y la de El Vicario-Alarcos, entraron en combustión y se volvieron peligrosas. Empezó a haber accidentes por rotura del terreno, derrumbes y socavones de distintos tamaños, hundimientos de tractores e incluso de personas, entre las que me cuento.
       

       Un día al acercarme a una conejera de la que salía humo, hundí mi pierna derecha hasta poco más de la rodilla, encontré rápido apoyo y la saqué inmediatamente. No me quedó ni un solo pelo en la pierna y la tenía roja y dolorida, afortunadamente solo se me hundió un segundo, no sé que hubiera pasado si me hundo más o tardo en salir. Hasta entonces lo más que me había pasado es que se hundiese un poco el terreno por donde pisaba, incluso una vez, me vi corriendo con la bicicleta al tiempo que abría tras de mí un gran surco continuo de terreno resquebrajado.

A la derecha el surco del artificial Guadiana y a la derecha un nuevo cauce tras la "resurrección" del río

    Ni siquiera los agricultores se atrevieron a cultivar en amplias zonas de estas antiguas vegas, en otras daban bastantes pasadas de tractor para apelmazar el terreno o para rellenar boquetes. La confederación hidrográfica sembró de carteles esos lugares alertando del peligro. Era tierra muerta, el terreno ya no valía ni para la naturaleza ni para la agricultura.

Al menos en 2010 las aguas del Guadiana corrían bajo el moderno puente del otrora paraíso de Flor de Ribera

   Recuerdo que mi amigo Pascual, me comentaba el magnífico recuerdo de hace años, de los días pasados en el molino de Flor de Ribera que hacía justo honor a su bello nombre, disfrutando de una paella con cangrejos (de los autóctonos) a la sombra de los olmos, después de haberse dado unos buenos baños y cogido los cangrejos. El día que yo conocí Flor de Ribera, ni había río, ni agua, ni árboles, ni cangrejos, ni molino, ni nada que no fuesen ruinas y miseria, hasta la carretera y el puente estaban rotos y sus ruinas enfrentadas a otro más moderno de feas columnas de hormigón. El desastre en un par de décadas había sido espectacular, pocos casos más flagrantes de desertización ha habido en España, y en pocos casos se le ha dado tan poca importancia, como tampoco se le dio en su día, a la desaparición de los olmos.

Socavones, grietas y hundimientos en el Guadiana. Ese chopo en el anterior episodio de lluvias del 1996-97 se hundió más de 6m., lo que vemos ahora (2010) ha crecido desde entonces

    Al límite se llegó en 2009, ese año con el nivel freático situado a más de treinta metros de profundidad, con su agua tan cargada que algunos cultivos se perdieron porque las sustancias disueltas en el agua de riego precipitaban sobre las hojas matando las plantas. No hay estudios sobre la toxicidad de los productos regados con aguas del “culo” del acuífero 23, pero podía haber significado el hundimiento de toda, de "toda" la agricultura manchega, la regada y la de secano. En otoño llegó  el incendio de turbas en Las Tablas, los camiones campeaban a sus anchas ensayando todo tipo de ñapas y remedios; un trasvase de 10 hm3 por el canal del defenestrado Cigüela, se quedó en menos de dos que no sirvieron para nada; las excavadoras rematando un ramal de la tubería manchega para llevar agua al parque y desde Europa una comisión estaba a punto de descatalogar al Parque Nacional y la Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda.

Destrozo en plenas Tablas de Daimiel para meter la tubería de socorro del parque

     Por suerte, aunque no sé yo si hubiera sido mejor llegar al desastre total para renacer con la lección aprendida, nos vino Dios a ver y se abrieron los cielos como hacía catorce años que no lo hacían. Entró agua por el Cigüela y el Guadiana funcionó al revés, circulando desde las Tablas hacia los Ojos. El nivel del acuífero subió casi veinte metros. El campo manchego se llenó de lagunas, llanuras de inundación en funcionamiento y casi todos los ríos se salieron de sus estrechos canales; arroyos que hacía muchos años que no corrían, demostraron su fuerza. (ver la entrada: "El Sueño de las Aguas Desbordadas").

Nada más empezar el invierno de 2009-10 se abrieron los cielos

   Tras el momento álgido de la ruina de las llanuras de inundación se han abierto algunas esperanzas, a pesar de la política comunitaria de subvencionar la superficie y no la producción, que motivó que se cultivaran muchas superficies, aún sabiendo sobradamente que no eran rentables. En algunos lugares, como las juntas del Cigüela con el Riansares primero, con el Záncara después y llanuras de inundación más al este, las iniciales roturaciones y cultivos están siendo, en muchos casos, abandonadas debido a la salinidad, los socavones y los malos rendimientos. También las inundaciones del 1996-97 y del 2009-10 han contribuido al abandono y posterior re-naturalización de algunas llanuras de inundación. Siempre de forma espontánea, sin la intervención de ninguna autoridad bienintencionada, ni a través de una mínima buena Ordenación del Territorio. En otros casos alguna sociedad de cazadores ha salvaguardado alguna laguna dentro de llanuras de inundación.

El Jabalón ocupa toda su llanura de inundación a la altura de La Puebla

   Mejor suerte ha corrido el río Guadiana a partir del embalse de El Vicario, (famoso por su abundante ornitofauna), conservándose una buena llanura de inundación que termina en el puente de Alarcos, quizás salvada por los usos ganaderos de las fincas vecinas que se aprovechan de estos grandes herbazales, aunque peor lo lleva (por cultivos) en Santa María,  al unirse con el arroyo del Raso que baja desde Picón.

Puente de Picón sobre el Guadiana en Santa María

    A partir de Alarcos y hasta Extremadura, el Guadiana es un claro candidato a Parque Nacional, de no ser por el desconocimiento generalizado que se tiene de estas áreas, mayormente en manos de grandes terratenientes que muchas veces tienen a bien o quedarse con la vega (aquí ya no sería estrictamente una llanura de inundación), o meter de vez en cuando los tractores para arar, sembrar y cosechar subvenciones de ella. Por supuesto que es ilegal, pero los años trascurridos, la inacción de la Confederación Hidrográfica del Guadiana y el silencio de los ayuntamientos afectados, hace que esto se tolere y consolide.

El Jabalón saliéndose de su estrecho canal en varios brazos

    Esta región fluvial es de órdago, donde no han sido alterados, los sotos poseen un magnifico bosque mixto de fresnos y quejigos, y un estrato cuasi arbóreo de grandes arces, cornicabras y lentiscos. Aquí, por estos sotos y montes bien conservados, están presentes, y abundan, casi todos los animales ibéricos en peligro. Por eso, ante una naturaleza tan exuberante y cargada de vida, cuando se meten las máquinas a romper para sembrar en lo que es de todos, el destrozo es chirriante.


                     Estampa del Parque Nacional del Guadiana en sus mejores tramos

Con los buenos episodios de lluvias, pasados y presentes, las aguas vuelven a su ser y muestran sus escrituras a todo el mundo, Confederación Hidrográfica incluída. Los cultivos en el lecho del río o en la llanura de inundación quedan anegados y perdidos, surcados de canales resucitados y con grandes acumulaciones de piedras y broza.

Tras las fuertes lluvias el agua, poco a poco, va anegando de nuevo unas resecas Tablas de Daimiel

   La posterior primavera mostró, aunque sin árboles, esos nuevos espacios recuperados para la naturaleza del río que, peticiones de ayudas económicas por la riada y sucesivas pasadas de tractor, hicieron que al otoño siguiente pareciera que nada había ocurrido. Lo una vez cultivado, lo volvía a estar y además con los propietarios solicitando a las autoridades, las canalizaciones oportunas, eufemísticamente llamadas “limpiezas de cauces”, para que no vuelva a repetirse la inundación.

El Guadiana va por la derecha, este nuevo canal y todo el cultivo es tierra usurpada al río

     Parece que ahora estamos ante un nuevo episodio de lluvias; las mismas áreas de siempre se vuelven a inundar, “como siempre”. Es una oportunidad para que los ríos y la naturaleza que les rodea, se recuperen y hagan saludables tantas riberas maltrechas. Una oportunidad para que las autoridades terminen definiendo oportunamente el Dominio Público Hidráulico, atendiendo a razones “de cajón” y no a intereses de terratenientes y agricultores particulares.

Guadiana desdoblándose y trenzándose a la altura de Herrera

     En esta materia creo que el interés público general coincide plenamente con un interés ecológico, no por proteger la biodiversidad o por modas verdes, sino porque canalizar ríos significa trasladar el problema de una riada, muy aumentado, a los territorios de aguas abajo; que canalizar ríos significa que el agua pase, a toda velocidad, sin quedarse, sin filtrarse a los acuíferos, donde luego pondrán su agua a disposición del consumo humano, para beber o para regar, sin necesidad de costosos y polémicos trasvases que dejen a unas zonas sin agua para llevársela a otras.

El bosque recoge y recicla toda la carga orgánica de las riadas librando de atascos los puentes y evitando la colmatación de los grandes pantanos de aguas abajo

  Porque los pastores, cazadores, paseantes, etcétera, necesitamos terrenos incultos, cada día más escasos o inexistentes en amplias regiones y, también, porque como decía Machado, “los ríos son el alma del paisaje”. Recuperemos al menos una parte de nuestra alma dejando a los ríos recuperar sus caminos usurpados.

Un Guadiana desbordado en medio de un buen quejigar-fresneda

P.D./ En entradas posteriores mostraré como muchas de las llanuras de inundación manchegas se han ido salinizando desde que dejaron de funcionar como tales. Con su nueva dinámica y su vegetación salina asociada.

P.D./ Con los nuevos políticos manchegos, se ha deshechado el P.E.A.G. (Plan Especial Alto Guadiana), el mínimo pero básico acuerdo social para regular las extracciones del acuífero y avanzar hacia su recuperación. El tiempo que ha vivido ha funcionado, pero estamos en la tierra del "ansia viva" y ahora la idea es legalizar todos los pozos.  En una cortedad de miras total (no se piensa ni en el futuro ni en otros sectores), lo primero es la economía (pan para hoy) y luego, si sobra, el medio ambiente (hambre para mañana).
NOTA: Se acaba de aprobar el Plan Hidrológico del Guadiana que viene a darme la razón, se abre la puerta a nuevos regadíos y no contempla la recuperación de los acuíferos. Permitiendo sacar 80Hm3 más y abriendo la puerta a trasvases a Murcia y a Las Tablas para "recuperarlas".

P.D./ El 10-12-2012 en Magisterio de Ciudad Real, Óscar Jerez presenta el libro "La Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda" donde, entre otras cosas, se analizan los casos (con el antes y el después), de las mejores llanuras de inundación manchegas. Desde aquí un saludo y mi enhorabuena.



Los Ojos del Guadiana entreabiertos

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            El acuífero 23 que es quien debería alimentar el nacimiento del río Guadiana en los Ojos, va asomándose lenta y esporádicamente a la superficie aunque las lluvias se hayan tomado un respiro este mes de diciembre. El sustrato calcáreo de la llanura manchega filtra muy lentamente el agua de las lluvias hasta que va llegando poco a poco hasta esas bodegas subterráneas, al contrario que sus bordes sur y occidental que apenas filtran el agua y la vierten rápidamente a los arroyos, ríos y pantanos. Pero este acuífero no es simple, pues la existencia de mantos acuíferos locales, como el aluvial del Guadiana, la conexión con el vecino Acuífero 24 del Campo de Montiel y también la conexión con el Guadiana que desaparece tras el canal del Prior aguas abajo de Peñarroya en su salida de Ruidera, no están por entero bien conocidas.

Llanura inicial de los Ojos del Guadiana con una triste vegetación nitrófila y troceados bloques blancos de turba (fueron negros)

              Hablo de los Ojos entreabiertos, porque no está nada claro, como nada en estos tiempos, ni su presente ni su futuro. El presente es esperanzador, pues el nivel de las aguas subterráneas sube, despacio, pero sube, incluso están apareciendo algunos ojos, como los surgidos hasta ahora, probablemente temporales, en el tramo entre los Ojos y Las Tablas, y a poco que la meteorología no falle, hay posibilidades de volver a asistir al espectacular nacimiento del Guadiana, algo de lo que me despedí hace años.

Superficie recién arada en la llanura de inundación inicial de los Ojos del Guadiana

            El futuro no pinta nada bien, primero con la amenaza del cambio climático, cuyos aciagos pronósticos se están cumpliendo claramente en cuanto a temperaturas, aunque a nivel de precipitaciones, todavía no. Por si esto fuera poco, se acaba de aprobar el Plan Hidrológicode la Cuenca del Guadiana, en la que se ha impuesto el criterio agrario, con legalizaciones de pozos, ampliación de regadíos y ningún plan claro para la recuperación hídrica, aunque por otros lados se prevé una compra de fincas para ampliar las Tablas de Daimiel. Espacio que lamentablemente sigue sin tener un Plan de Regulación de Usos y Gestión (P.R.U.G.) que es la herramienta de manejo de todo parque.
            El domingo 17 de diciembre asistí a un magnífico acto músico-poético-reivindicativo, en el molino de Molemocho, a las puertas del Parque, para llamar la atención sobre la nefasta ausencia de este P.R.U.G. y llamar la atención sobre los problemas del Parque. El principal, su auténtica razón de ser, el del flujo natural de las aguas superficiales.

La coral Molto Vivace cantando delante del molino de Molemocho

Esta actividad fue convocada por el colectivo “Salvemos la Tablas Ya” y contó con la colaboración de afamados poetas venidos de muchos lugares de nuestra geografía, y una buena actuación musical a cargo de la coral Molto Vivace  y el grupo Sunny María; fue emotivo oir esas melodías, de letras bellas y comprometidas, solapándose con el trompeteo de las grullas sonando de fondo. Posteriormente (esto ya me lo perdí yo), se inició un recorrido con paradas para escuchar los versos de los poetas sonando en medio del paisaje, de las nubes y el viento que esa mañana pugnaban con las voces por ser protagonistas.

El grupo Sunny María

            Desde las lluvias de hace dos años, todo el mundo ha estado muy pendiente de los niveles que alcanzaban las aguas subterráneas de la Mancha occidental, es decir, el famoso Acuífero 23, por las ganas que todos tenemos de ver los Ojos del Guadiana vivos. Tantas son esas ganas que a cualquier atisbo de nuevos manantiales, la prensa salta como un resorte con el titular “Los Ojos del Guadiana vuelven a manar tras 30 años”.
            Pero no, aún no ha renacido el Guadiana, ese río juguetón y escondidizo que trajo de cabeza a geógrafos e hidrólogos. Han aparecido ojos en varios sitios, la mayoría efímeros, de los que alguno ha vuelto a ser tapado con remolques de piedras o pasadas de reja, aunque otros están rozando ya la permanencia. Alguno ha tenido que ver con vertidos-avenidas de la depuradora de Daimiel, otros con el desagüe de embolsamientos de aguas muy localizados y otros con reboses de acuíferos locales. Aunque el nivel general del acuífero no ha alcanzado la cota de “rebose”, se presupone un hundimiento generalizado que en algunas zonas puede superar los dos metros, lo que ha permitido al agua acceder a la superficie.


Vaguada seca desde los Ojos del Sordico hacia la motilla de Zuacorta

             El conjunto inicial de Ojos del Guadiana, los reales, los que daban origen a este río que, como estudiábamos en su día, “nace en las lagunas de Ruidera para desaparecer en el subsuelo manchego y volver a renacer en los Ojos del Guadiana en las cercanías de Daimiel”, se encuentra dando origen, en su extremo oriental, a una amplia y ramificada vaguada fluvial en las cercanías de la N-420, con la CR-P-2012. Estos ojos están secos como el ojo de un tuerto; pasear por allí es completamente desolador, cuando no están arados, sus suelos son un amasijo de canales de drenaje y azudes decrépitos, con áreas descarnadas por la extracción de turbas, sin una vegetación parecida a la natural, no hay un solo junco y apenas aparecen algunos carrizos incipientes. Parece increíble la numerosa presencia de fragmentos de almejas de río (Margaritiferas) en esos suelos desnudos.         


Conejo atrapado por un derrumbe dentro de su conejera en estos terrenos tan inestables

          En medio de estas maltrechas inmensidades aparece algún gran montículo en medio de la nada. Son los asentamientos de los primitivos moradores que sí supieron sacar partido a estas llanuras de inundación y sus manantiales. Son las “motillas” del bronce manchego, una singularidad arquitectónica y funcional ibérica única en Europa. Esos antiguos Oretanos que tuvieron que vérselas con los cartagineses primero y con los romanos después, vivían en un entorno que les daba todo lo que necesitaban y además les defendía. Me pierdo intentando imaginar el paisaje, la fauna y la vegetación que verían desde lo alto de los muros circulares y concéntricos de sus motillas.

La motilla de Zuacorta en medio de un paisaje desolado de malvecinos, en lo que en su plenitud debió ser un paraíso

             De toda la Mancha es aquí donde las motillas, una excentricidad constructiva cargada de sentido y funcionalidad, son más abundantes, la mayoría están sin investigar y muchas mutiladas. La de Zuacorta, tiene un corte casi diametral, a través del que se puede ver las distintas litologías de su mampostería, restos cerámicos y carbones; la de la Máquina tiene todo su perímetro recortado por la pala de un tractor que impunemente destrozó la base de la construcción en busca de algún tesoro. Afortunadamente la motilla de Azuer, próxima a su museización, ha corrido mejor suerte y no para de sorprender a los investigadores.

La motilla de la Máquina brutalmente escavada por su base

              Yendo hacia los Ojos del Guadiana iniciales, atravieso canales de drenaje llenos de malvecinos (Salsola kali, la planta rodadora de las películas del oeste). Por allí veo un tractor faenando, parece que la reja continuada ha acabado con la variada y caótica micro-topografía de esta parte de la llanura de inundación. En la otra orilla veo un muro muy agrietado, lo corono y veo que es artificial pero muy antiguo, posteriormente, leyendo el libro de Óscar Jerez, veo que se trata de un azud romano, posiblemente la primera gran modificación paisajística tras las motillas.

Un azud de origen romano ya muy desmoronado y agrietado, remansaba agua de unos ojos iniciales hoy secos

            Otra tarde me acerco al molino de Griñón, entre la zona anterior, la de los secos Ojos iniciales y las Tablas, remontando lo que parece un Guadiana en buen estado, con bastante agua en tablas con penínsulas e isletas. Según voy avanzando no paro de levantar bandos de patos, garzas, etc. Las orillas son de carrizal ajustado entre el agua y los cultivos, y en las orillas sin pendiente se acumulan miles de plantones de taray. Más adelante las orillas se vuelven sumamente sinuosas, tanto que son una concatenación de mordiscos circulares solapados sobre los campos de cultivo, se trata de amplios hundimientos perfectamente circulares.


Hundimientos circulares o posibles ojos temporales?

      Hacia la finca de la Peñuela se meten varios entrantes que denotan hundimientos someros pero de gran extensión superficial, como canales desde los pies de la casa de la finca hacia el centro del cauce, aquí fue donde al inicio de la pasada primavera surgieron ojos que vertían hacia el antiguo cauce del Guadiana.
            Sigo un canal que sale del Guadiana y acaba en medio del sembrado en una depresión con forma de embudo, se trata de lo que debió ser un ojo. Claramente le han tirado un par de tractores de piedras encima, lo da por hecho que sí que lo es. Veo que salen bastantes líneas de burbujas de su fondo, duran un rato y luego prosiguen en otro sitio, o se juntan varias columnas de burbujas en un baile achampañado que me hace comprender que se encuentra en pleno funcionamiento soltando agua. No es una gran corriente, pero tiene buen caudal. Es uno de los nuevos Ojos del Guadiana.

El agua burbujeante indica la surgencia de aguas del subsuelo

          Más adelante el agua va desapareciendo en encharcamientos venidos a menos desde hace poco. Veo el molino y puente de la Máquina, bajo el que no corre el agua, pero el lecho artificial del río aguas arriba, tiene una línea de agua más o menos contínua. Voy para allá, pero de camino intento cruzar por una zona algo embarrada que luego continua en lámina de agua hacia el río, casi no me lo puedo creer me voy hundiendo sin tocar fondo, es de lo más parecidas a arenas movedizas que he visto.  


Un ojo del Guadiana en pleno funcionamiento a pesar de las piedras vertidas en su embudo

           Sigo por un camino río arriba por el margen derecho, llego a una curva del río donde hace dos años un brazo de río se hundía en unos ojos reconvertidos a sumideros, ahora lo veo muy cambiado, tienen agua, les falta bastante para rebosar, pero tienen agua, supongo que al mismo nivel que la del escaso cauce.
            Estoy delante de la llanura de inundación que en 2010 había sido anegada temporalmente por la gran avenida del Azuer que dejó una línea roja, (por la cantidad de arcilla en suspensión), del nivel que alcanzó y lleno de todo de basura tras haber limpiado su estrecho cauce, sobre todo cientos de recipientes de plástico. Esa llanura llena de socavones circulares, aparece ahora muy trabajada por tractores para alisarla en lo posible, sin llegar a conseguirlo y salvando algún que otro buen boquete.


A base de pasadas de tractor van desapareciendo los socavones y las irregularidades de la zona inundable

            En los chopos al pie de unas casillas derruídas, veo otros ojos-sumideros llenos de agua  con verdín, este nivel también podría corresponder, como en los otros ojos de antes, al nivel actual del cauce del río que aquí se encuentra a más de cien metros.
            Los Ojos del Guadiana están entreabiertos, tenemos una ocasión de oro para verlos manar como lo hacían hasta principios de los ochenta, y si de verdad queremos ser sostenibles, ese debería ser el nivel de referencia. El consumo de agua en la Mancha se debería hacer coincidir con ese nivel, su bajada debería hacer saltar las alarmas de la sequía o del sobre-consumo. Nos jugamos la calidad de los productos agrícolas manchegos, ahora casi identificados con el monocultivo vinícola de viñas en espaldera y  regadas.

En noviembre ha surgido agua de estos Ojos, aunque no llega a la "madre" del Guadiana. (comparar con la foto siguiente)

             Los peligros de bajar de estos niveles, de olvidarnos de “un problema sin importancia” son enormes. La concentración de sustancias químicas nocivas en el fondo del acuífero va en proporción al aumento del consumo de agua. También se pone, por esto mismo, en peligro el agua para consumo humano que toda lógica indica que debe ser fruto de aguas subterráneas y no de trasvases ajenos. También, aunque me pueda pasar de alarmista, no hay que perder de vista lo ocurrido en Lorca, donde el brutal descenso de sus acuíferos la hizo ser el área de Europa que más se está hundiendo, lo que motivó el pasado terremoto.

El mismo lugar en 2010 actuó como sumidero tras la riada del Azuer que tiñó de rojo todo lo que inundó

            La Mancha no es una región tan activa tectónicamente, pero el subsuelo no hace sino responder al juego de fuerzas que sobre él se ejercen, y vistas las grandes subsidencias, hundimientos y socavones en estas llanuras de inundación, esa posibilidad no es tan remota.
           Este es el momento de recuperar los ojos del Guadiana, si dejamos pasar esta oportunidad es absurdo pensar en mantener o ampliar las Tablas de Daimiel. Este ecosistema está íntimamente ligado a la salud de unas aguas superficiales genuinas, para aguas  trasvasadas, podemos poner un bebedero para patos donde mejor nos parezca, sin que nadie se aproveche de las aguas que se filtran y que tanto echarán de menos en los ríos en mal estado de la cuenca donante.

P.D./ el libro de Óscar Jerez es "La Reserva de la Biosfera de La Mancha Húmeda y la Cuenca Alta del Guadiana"

ACTUALIZACIÓN: Con el invierno tan lluvioso del 2012-13, los ojuelos de los fotos han manado como para crear arroyos que van reuniendo un Guadiana casi en forma. El nivel del acuífero va remontando, los nacederos (Ojos) con corriente se suceden a partir de Zuacorta, y por encima, es decir, cerca de los Ojos iniciales están empezando a aparecer "ojuelos". Está manando agua en la extinta laguna de la Albuera. En Daimiel existe un refrán que reza: "Agua en la Albuera, al poco en los Ojos". Todo apunta a que existe la posibilidad de volver a ver a los Ojos del Guadiana dando vida con sus lágrimas a buena parte de estas tierras.


Las Pedrizas

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           Pedrizas es el nombre dado a las grandes superficies de bloques de diversos tamaños que se acumulan al pie de las laderas cuarcíticas de toda la región centro-suroccidental de la península. Estas formaciones detríticas de acumulación de clastos de caída gravitatoria no son exclusivas de las cuarcitas, pues  por supuesto, se dan en cualquier formación rocosa, más conocidas por pedreras, pero es en las cuarcitas donde aparecen con mayor frecuencia y extensión, incluso mucho tiempo después de haber desaparecido las crestas rocosas que las originaron, caracterizando fuertemente los paisajes de los montes de los que se enseñorean.
Se puede apreciar que ya ha quedado rota hace tiempo la comunicación entre la pedriza y su área fuente

            La cuarcita probablemente sea la más dura e inalterable de todas nuestras rocas, pero esa rigidez hace que no sea capaz adaptarse al tira y afloja del juego de las tensiones internas y las fuerzas tectónicas, y que se fracture con relativa facilidad siguiendo las líneas de un diaclasado casi ortogonal que irá generando bloques de prismáticos a piramidales.
La cuarcita da toda la gama de tonos entre el rojizo y los ocres

            Las crestas cuarcíticas al ser tan duras permanecen poco alterables y expuestas a los agentes erosivos sin apenas retroceso, aunque esos mismos agentes afecten fuertemente a otras capas de materiales más débiles compañeros de estos estratos, tales como pizarras o areniscas que con su merma continua por erosión y por la acción fluvial, no hacen sino resaltar cada vez más esas crestas. 

Ladera de solana en Montes de Toledo con una pedriza generalizada en toda la ladera

            Sobre las crestas de cuarcita, en los inviernos y principalmente en el último periodo glaciar, actuó fuertemente la crioclastia, fenómeno por el cual el agua retenida en las grietas de la rocas va acuñando esas rendijas por medio de los diversos ciclos de hielo/deshielo (diarios, estacionales o de larga duración), hasta provocar la rotura y caída de diversos tamaños de bloque.
Muchas veces la únca vida que podemos encontrar en las pedrizas son los líquenes

            Estas formaciones tienen su origen por el conjunto de procesos englobados en la llamada geomorfología periglaciar, es decir aquellos procesos relacionados con la acción conjunta o sucesiva del hielo y del agua. Estos procesos fueron concretados tras estudiar la más clara acción de la geomorfología glaciar, es decir aquella relacionada exclusivamente con la acción del hielo (y en muy escasa medida con la del agua), por lo que al estar en la órbita y cercanía de lo glaciar, se denominó geomorfología periglaciar, mucho más presente y activa en la península que la glaciar.

Por lo común, esas acumulaciones eran objeto de posteriores movimientos de ladera en masa. El proceso más normal era la de la formación de un cuerpo de masa helada de agua y roca que hacía posible un movimiento deslizante conjunto de parte de la formación, también a menudo estas acumulaciones se producían sobre materiales finos, como limos o arcillas que originaban un movimiento similar al anterior, al cargarse de agua y poder fluir por el peso de la formación rocosa, y otro tipo de movimientos, siempre potenciados por la inclinación de las laderas y por el aumento de la carga de materiales en la cabecera.

            La dureza de la cuarcita hace que se mantenga por siglos inalterable a la meteorización o la acción de la vegetación, permaneciendo casi inalteradas milenios después de haberse formado. Solo por sus bordes la acumulación de materia orgánica hace que se le sobreponga un nivel de suelo que con el tiempo va engrosando y alterando con mayor efectividad esta dura roca.
Durante siglos el agua ha ido abriendo esta oquedad e incluso puliendo unas fisuras paralelas

            La distribución de las cuarcitas coincide, en toda la zona central española, con el llamado macizo ibérico, el verdadero corazón paleozoico peninsular, sobre el que se depositaron también los sedimentos más modernos de las cuencas de los ríos Duero, Tajo, Guadiana y parte de la del Guadalquivir, siempre en sus áreas occidentales. También asoman dentro de esta región materiales graníticos como los del Sistema Central y los de zonas bajas de los Montes de Toledo, Pedroches y "las arribas” del Tajo y Duero.
Grandes pedreras de bloques de gneis en el Guadarrama

            Ya perimetralmente al macizo ibérico, asoman por el norte las cuarcitas en amplias zonas del oeste asturiano y leonés, albergando curiosas, abundantes y poco conocidas formaciones rocosas en sus zonas más altas, como son los glaciares rocosos y las morrenas de nevé. También aparecen en la zona central del Macizo Ibérico en Soria, Cuenca y Teruel. En la serranía del Albarracín se encuentran las mayores pedrizas de Europa, lo que ya es una atracción turística en los llamados “ríos de piedras”.
Desde el interior de una morrena de nevé se ve un glaciar rocoso (lengua verde de izquierda a derecha) en la Cantábrica

            Pero donde realmente destacan las pedrizas, es en los paisajes de las numerosas serretas de cuarcitas armoricanas del ordovícico, que van desde los Sierra Morena hasta Montes de Toledo, y desde éstos a Peña de Francia en los macizos occidentales del Sistema Central, cordillera que ambos extremos (Hurdes-Gata / Ayllón-Alto Rey), pierde la condición de granítico-gnéisica para hacerse cuarcítico-pizarrosa. Esta región occidental prácticamente coincide con la conocida en biogeografía como subprovincia Luso-extremadurense.
Poco a poco, con mucho tiempo la pedriza se va estabilizando por la vegetación

            La vida sobre las pedrizas no podría ser más cruda para las plantas, dada la ausencia de materiales finos entre los bloques, por lo que apenas hay suelos superficiales, si bien muchas veces a quien logra prosperar en ellas, será muy difícil de erradicar. En los Montes de Toledo a las grandes pedrizas se les llama las “madres del agua”, esto ocurre porque bajo el manto de bloques se encuentra un sustrato de materiales finos, cargados de humedad y protegidos de la intemperie por los bloques superiores. 

            Cuando una semilla de árbol a arbusto germina entre los bloques y llega a esa capa, tiene muchas posibilidades de llegar a viejo, pues va a tener suficiente alimento, humedad y muy poca competencia. Además estas formaciones son uno de los mejores cortafuegos que existen, por lo que los mayores árboles de estos montes, suelen estar en los bordes o en el interior de las pedrizas.
Un enorme y viejo quejigo en una pedriza de los Alcoba de los Montes (Ciudad Real)

            También para los animales son un buen refugio dada la cantidad y variedad de oquedades, siendo un lugar típico de cría y escondite. En el norte  es el clásico lugar donde crían o en el que se esconden los lobos en las batidas, pues no hay quien ande por ellas y los perros apenas pueden seguir un rastro sobre las pedrizas.
Las peonías denotan una escasa potencia del horizonte de bloques

            Entre las pocas plantas que colonizan estos medios suelen encontrarse las plantas de sustratos móviles (saxícolas), alguna planta de las paredes rocosas (rupícolas)  y plantas de lugares donde se acumula materia orgánica (nitrófilas). En el conjunto de pedreras de otras litologías, en medios de alta-media montaña, existe una especializada y rica vegetación, plagada de endemismos en los ambientes más alpinos o sobre sustratos poco comunes, llegando a su extremo en sustratos dolomíticos. Pero sobre las cuarcitas, dada la escasez de materiales de pequeño tamaño y de suelos, apenas existen unas pocas plantas interesantes.
La dedalera (Digitalis mariana), una rupícola que coloniza el arranque de algunas pedrizas

Usualmente en las pedrizas de cuarcitas aparecen plantas de taludes como la acedera (Rumex induratus) y plantas de las cercanas paredes como ocurre con el clavel de roca (Dianthus lusitanus), botones azules (Jasione mariana y J. tomentosa) y dedaleras (Digitalis mariana, D. thapsi y D. heiwoodii), pero las plantas más corrientes suelen ser el ombligo de Venus (Umbilicus rupestres) y el geranio de roca (Geranium lucidum). A veces aparece alguna saxícola interesante como bocas de dragón (Antirrhinum graniticum), armerias (Armeria villosa, A. genesiana o A. alboi) e incluso a veces el raro cardo (Eryngium tenue).

Eryngium tenue en pedrizas cuarcíticas de umbría de Montes de Toledo

            Lo más normal es la presencia de gran variedad de árboles y arbustos que han prosperado al abrigo de los bloques, como el cornicabra, los majuelos, encinas, robles o quejigos. Es notoria la dependencia de este tipo de sustratos de los bosquetes de acebuche en las solanas, a no ser que sea una pedrera profunda, entonces no hay árbol que enraíce.


           Por el contrario en las umbrías húmedas, al pie de pedreras de montes de Toledo y las Batuecas, es notoria la presencia de raras especies eurosiberianas o relícticas como el tejo (Taxus baccata, el mostajo (Sorbus aria y S. torminalis), el acebo (Ilex acuifolium), el abedul sureño (Betula alba subsp. fontquerii var.parvibracteata), incluso al este de Peña de Francia se encuentra en medio de una pedriza la única y vetusta haya del occidente ibérico.
La riqueza de cornicabras es mucho mayor en las pedrizas que en el resto del monte

            Las pedrizas no son formaciones en peligro pero sí son sensibles a actuaciones de carácter minero sobre ellas, bien para obtener “balasto” para empedrar carreteras o peanas de vías férreas; también a veces se remueven para obtener los fértiles suelos que se encuentran bajo ellas.

Las pedrizas ocupan la parte media-baja de las laderas al pie de los cantiles

           Un alto porcentaje de pedrizas se encuentran en grandes fincas cinegéticas que trazan pistas con maquinaria pesada sobre ellas, bien para crear cortafuegos, tiraderos o pistas, provocando cambios en la circulación de las aguas de escorrentía que profundizan las brechas abiertas haciendo desaparecer los suelos subyacentes ladera abajo, aparte de destrozar grandes y hermosos paisajes por el adefesio de montes rayados de líneas rectas de un lado para otro de los montes.

Delirios de Invierno

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          Increíble, para las fechas y fríos que corren, ver la floración explosiva de alguna especie vegetal, pero así ha sido y todos los años por estas fechas, los lirios de invierno, por lo menos, lo intentan. La cosa solamente les sale bien, aproximadamente, uno de cada tres intentos, pues uno de cada tres años por estas fechas caen unas pelonas tan duras que no hay planta que pueda soportarlas y florecer al mismo tiempo, otros años se llevan consecutivamente una de cal y otra de arena, combinándose alguna flor en buen estado y congeladas flores marchitas, dando una breve floración medio fallida; y por fin, llega un año en que se produce una buena y larga floración.

El año pasado los lirios sufrieron las inclemencias de una año seco y frío

      Un año bueno, como este, la floración puede iniciarse a principios de diciembre y acabar a finales de febrero, aunque lo normal es que ocurra de mediados de enero a finales de febrero, solapándose los últimos lirios con los primeros almendros floridos. Ha faltado la foto que se podría ver muchas mañanas, de esos colores nazarenos adornados por la escarcha, otra vez será.


             Desgraciadamente, no son muchas las localidades ibéricas que pueden disfrutar la floración de los lirios de invierno, yo los conozco del Campo de Calatrava en Ciudad Real, pero aquí aparecen algo alejados de su área de distribución (disyunción), pues son más sureños y de tierras normalmente, más bajas. Es un lirio andaluz, (exceptuando todo el sureste), extremeño y portugués, de terrenos carbonatados, que en estas regiones  no son abundantes, de tierras bajas y también costeras.



            En otros lugares donde no hay lirios de invierno, ese nombre a veces se lo dan a otros lirios, las patitas de burro (Ginandriris sisyrinchium), de menor tamaño y que más que de invierno, son de inicios de primavera y aparecen en un área geográfica casi coincidente, pero algo más extensa y sobre todo tipo de suelos.

Las patitas de burro Gynandriris sisyrinchium en algunas zonas se denominan lirios de invierno

            El lirio de invierno en Ciudad Real tiene una distribución muy especial, está asociado exclusivamente a suelos de naturaleza volcánica o su inmediata vecindad. Su distribución no se encuentra en ellos generalizada, pues no aparece en la zona volcánica sur (de Almagro a Puertollano), lo que podría tener que ver con un ligero endurecimiento de las condiciones climáticas, no como  en torno a los valles que van a converger al Guadiana, donde son extraordinariamente abundantes sobre volcanes y coladas.

Lirios en una loma al borde del Guadiana

            El nombre científico de este lirio (Iris) está a punto de cambiar. Pese a lo mucho que me contraría mudar lo aprendido, no puedo sino alabar la labor investigadora desarrollada para reventar la anterior clasificación de los lirios ibéricos bajo el paraguas del género Iris, a partir de ahora, en seis diferentes géneros ibéricos (Iris, Juno, Chamaeiris, Xiphion, Limniris y Ginandriris), algunos monoespecíficos como Juno, Limniris y  Ginandriris que son, respectivamente, el lirio de invierno, el lirio amarillo o lirio de agua y la patita de burro.

Un par de veces he visto lirios totalmente blanco, este año este ha sido el más albino que he visto

            Me va a dar rabia ver flores de lirio bajo nombres que no incluyen el genérico Iris, pero los potentes estudios filogenéticos, la exhaustiva búsqueda de datos y la gran labor de herbario de estos buenos investigadores, no admite discusión; aparte de la valentía de romper con todo y hacer borrón y cuenta nueva. Un punto a favor de Flora Ibérica, algo que no puedo decir de otros géneros ya remodelados o algunos que nada más ser publicados ya pedían a gritos una remodelación que no les ha llegado.


             El lirio de invierno que en Ciudad Real podría llamarse el lirio de los volcanes, es el Iris planifolia que cuando se publique el nuevo tomo de Flora Ibérica pasará a llamarse Juno planifolia y forma parte de la vegetación volcánica del Campo de Calatrava. Una vegetación volcánica poco o nada reconocida por los botánicos de profesión, ajenos a estos pagos y más por estas fechas; pero no se puede obviar la influencia que estos fértiles suelos realizan sobre la vegetación.



          Pero esa volcánica fertilidad ha jugado siempre en contra de la vegetación natural, dado el intensivo aprovechamiento agro-ganadero que han sufrido desde muy antiguo todos estos campos, por lo que es casi imposible encontrar algún volcán poco alterado. Baste señalar el topónimo de Piedrabuena, un próspero pueblo cuyo pedregoso terreno está casi totalmente cultivado en sus áreas volcánicas y apenas en todas las demás, aún siendo éstas mucho menos pedregosas.

En el, nunca arado, borde rocoso de una colada de lava abundan los lirios

            Los lirios como todos los geófitos, es decir aquellas plantas que poseen bulbos, rizomas o tubérculos subterráneos para sobrevivir en las épocas adversas, son totalmente vulnerables al arado de los suelos. Esto queda patente en el parcelario de amplias zonas pedregosas de estos volcanes. Con las labores de reja, solamente encontramos lirios en los bardales y medianeras del parcelario, donde se acumulan los grandes bloques de lava apartados de los sembrados.

  
            En los asomos rocosos y en esas medianeras, han permanecido acantonados los lirios hasta que largos barbechos o el abandono de fincas les ha permitido reconquistar de nuevo esos espacios, pero siempre conquistando con más pujanza la inmediata cercanía de esos pedregosos bordes de las parcelas. Otros geófitos, como orquídeas y narcisos, no tienen tanta capacidad de expansión y permanecen acantonados en escasos lugares o en peligro de desaparecer de muchas tierras.


             Quedan pendientes dos entradas, una de ellas con todos los lirios de estas regiones que dan un magnífico juego fotográfico, a falta de que localice una rareza botánica en una localidad de Montes de Toledo y, la otra entrada, relativa a la vegetación volcánica del Campo de Calatrava, una de las tres pequeñas regiones volcánicas ibéricas, no tan espléndida en endemismos y rarezas como la del Cabo de Gata en Almería, pero con una  original personalidad que no tiene, a pesar de su exuberancia, la catalana Garrotxa en Gerona.


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