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Los Arenales Manchegos

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            Mucho ha cambiado La Mancha, costaría imaginar como sería en los tiempos cervantinos, con sus trigales, sus dehesas y sus montañas densamente boscosas, de las que no dudo de la existencia de hayas, pues estoy convencido de la capacidad de Cervantes para diferenciar todos los árboles conocidos por aquel entonces; pero ya no tiene nada que ver con la actualidad.

Andar con la bici cuando se atraviesan los arenales se hace una tarea casi imposible

            A finales del XIX, de Willkomm a Reyes Prosper, mucho se discutió sobre la estepa central ibérica (alias La Mancha) y sobre si era natural o bien, el resultado de siglos de deforestación. Esos paisajes que vieron entonces, eran abundantes en incultas llanuras de inundación, en amplias lagunas casi siempre sin agua, en bastos albardinales y en improductivos campos de arenas poco prominentes, más interesantes para el pastoreo que para su cultivo.

Los abundantes jabalíes de Las Tablas tienen aquí parte de sus comederos

            De aquella imagen esteparia de horizontes donde se perdía la vista, hemos llegado a su práctica desaparición. Desaparición de las lagunas (a pesar de ser hoy la Reserva de la Biosfera de La Mancha Húmeda), desaparición de los albardinales, de los saladares y también, desaparición de los campos dunares. Tal vez la Mancha se haya hecho más productiva, pero no se ha preservado ninguno de esos antiguos ecosistemas, (salvo algunas lagunas), aunque solo fuese para saber como fue la naturaleza manchega. Desgraciadamente, también han sucumbido en pro de una agricultura voraz en exceso, todos los ríos, los arroyos y sus llanuras de inundación.

Mapa geomorfológico mostrando las zonas arenoso-dunares al NE de Las Tablas de Daimiel

            El cultivo de subvenciones ha primado la superficie por encima de la productividad, de la calidad o de la limpieza ecológica de los cultivos y, ya hace años que se está dando el caso contrario, tierras que están revertiendo a su antigua situación, en vista de que sale más caro cultivarlas que las subvenciones que se conceden. Y eso a pesar de tener el agua gratis; si se hace un pozo, casi siempre ilegal, con el tiempo y ASAJA, dejará de serlo, aunque el acuífero lleve años declarado como “sobre-explotado”. Pero en nuestro caso, estamos hablando de áreas que si estaban sin cultivar era por algo, ahora con medios se puede poner en cultivo hasta un canto, pero el límite económico siempre estará presente.

La pegajosa pero muy adaptada Ononis viscosa

            Estamos hablando de ecosistemas que, salvo los acuáticos, no son del gusto popular, son literalmente “secarrales”, y de cada uno de estos ecosistemas voy a realizar una entrada, para dar a conocer algo que entre todos, hemos dejado perder. Son parte de nuestra cultura, de nuestros paisajes,  pero sobretodo, de la de nuestros padres y antecesores, algo que tenemos en la memoria genética de nuestras retinas, pero que, probable y desgraciadamente, nuestros hijos desconocerán.

Artemisias, lechetreznas y encinas en la loma dunar por encima de los viñedos

            Casi nadie tiene la menor idea de existen campos de dunas en nuestro país; si acaso los asociamos al borde interior de las playas, aunque la construcción nos recuerde, que ya nos podemos olvidar también de eso. Pero en el centro de la meseta norte y también de la sur, tenemos y hemos tenido, muy buenas representaciones de dunas, aunque tampoco hay que acudir a la idea del ergsahariano que tenemos en mente al hablar de ellas.

Ventifracto o canto afacetado y pulido por la arena golpeándolo cientos de años

            Los campos de dunas manchegas hoy son casi irreconocibles debido a la agricultura, aunque tradicionalmente ha sido el terreno del pinar o de otro tipo de monte que servía para fijarlas y de paso, para crear pastos para ovejas y caza. Pero dada la voracidad agrícola que está acabando con estos terrenos “incultos”, los fenómenos de erosión eólica se están reactivando, dado el laboreo mecánico y la deforestación generalizada. En la Mancha de Albacete, estos fenómenos se están comprobando sobre todo, al oeste del río Júcar; una zona con buenos campos de dunas estabilizados que dibuja un paisaje en mosaico de monte, viñas, cereal y almendros.

Los tonos ocres muestran las arenas, con una banda al sur, saliendo del NE de Las Tablas y otra banda llena de canteras de arena, en paralelo al canalizado río Cigüela, esquina superior-derecha

            En Castilla la Mancha hay un buen enclave arenoso al noroeste de Toledo, el del río Guadyerbas y llanos de Velada, bien conservado, con alcornocales y protegido, parcialmente, bajo la figura de Reserva Fluvial, y otro enclave, más raro aún, al este de Albacete, de carácter y flora totalmente levantina-murciana, también protegido como Microrreserva de los Arenales de Caudete.


Alhelíes tristes (Dipcadi serotinum) en los arenales manchegos

          Pero la gran zona de “arenas” manchegas está al oeste del Júcar albaceteño, pero sobretodo en el Campo de San Juan que en pleno centro de la Mancha, va a lo largo de más de 100km., desde el este de las Tablas de Daimiel hasta el oeste de Socuéllamos, coincidiendo con las cotas más inferiores y la cercanía a la red fluvial que drena estas llanuras.

La característica Malcolmia patula en el único medio en el que puede vivir, las arenas

            Del Campo de San Juan, a pesar de los toponímicos (Arenas de San Juan, Arenales de San Gregorio, Arenales de la Moscarda, etc.) apenas quedan zonas dunares sin cultivar o con algo de vegetación original. Por eso voy a hablar aquí de una de las zonas de arenales manchegos mejor conservada, el área dunar del entorno oriental de las Tablas de Daimiel, con un par de decenas de km2ocupadas por arenas de color rojizo que dibujan  una gran y apuntada media luna y que tiene áreas de vegetación natural características.

Mapa geomorfológico de Las Tablas, en amarillo la regíon dunar al NE (tomado de la tesis de Ana Valdeolmillos Rodríguez)

            Las dunas apenas son perceptibles en varias fincas con viejos encinares o cultivos abandonados, incluso hay varias explotaciones areneras abandonadas, cuyos márgenes permanecen sin cultivar. Además, esta área dunar se solapa con varias estepas de caracter yesoso y con saladares de borde de las áreas inundables del río Cigüela en la inmediata vecindad del Parque de las Tablas de Daimiel en Villarrubia de los Ojos (del Guadiana).

Ninguna de estas dos flores pueden verse en la región fuera de las áreas dunares

            Hace alrededor de un año, en la Asociación Ojos del Guadiana Vivos, hicimos un trabajo cartográfico y documental, para que se tuviera en cuenta este ecosistema, y otros como saladares y estepas yesosas, para su inclusión en la ampliación que se iba a realizar del Parque Nacional, pero la ampliación resultó un fiasco total que ni siquiera fue capaz de meter los Ojos del Guadiana en sus nuevos límites.

La malcolmia es la gran especialista de las arenas, dando nombre a todo un genero de comunidades vegetales sabulícolas

            El origen de estas arenas está en los materiales fluviales transportados por las crecidas de los ríos, desde el Younger Dryas (11.000-10.000a) que daría las formaciones mayores, hasta el Holoceno superior (4.000-400a.) y que gracias a la intervención constante de los vientos de componente W, en las épocas más áridas y ventosas, movilizarían los sedimentos superficiales de estas zonas poco vegetadas y los arrastrarían tierra adentro hacia el este. De hecho las dos alas de las formaciones dunares de Villarrubia, se corresponden con los dos vientos dominantes, los del W (dos formaciones de 2-3km x 300m que se unen a sotavento) y los del SW (hasta 7km x 500m).

La Andryala ragusina también puede verse en arenales de bordes de ríos y arroyos

            Estos materiales fluviales son de una etapa inmediatamente anterior a las “tablas fluviales” y denotan un régimen más agresivo del Cigüela, no el de los actuales sedimentos  limo-yesosos, sino principalmente de arenas. Es decir, en lugar de tablas y formaciones vegetales ribereñas, debería haber playas y arenales, con una vegetación escasa. Esto está en concordancia con análisis polínicos que muestran la existencia de pinares y  una escasa vegetación adaptada al frío y la aridez en esta área en el pasado.

La lechetrezna Euphorbia isatifolia creciendo en medio de una artemisa

            Se crean así, por un lado concavidades de deflación, las áreas vaciadas de sus sedimentos arenosos, y formas eólicas móviles (dunas) de varios tipos, siendo las dominantes las parabólicas, pero existiendo prácticamente toda la gama, cordones, barjanas, lunette, blowout, etc. pero de dimensiones menores que nuestro desértico imaginario, aunque lo más común es una amplia lámina de arena o manto eólico de un par de metros, natural o fruto del laboreo agrícola.

Duna alargada, tonos anaranjados, sobre unos campos, hasta hace poco sin cultivar, yesoso-salinos de color gris

           En apariencia se trata de un medio hostil y casi refractario a la vida, pues se trata de granos de cuarzo feldespáticos con, cosa muy poco común en Europa, una buena proporción de arcillas, que les dan ese toque rojizo característico. Pero no es así, muchos animales usan este blando material para instalar sus madrigueras y lo especial del medio crea una colonización entomológica única y poco o nada estudiada.

Madrigueras en un zona donde se nota el perfil de las dunas entre el encinar.

            Con la vegetación ocurre el milagro de la colonización por auténticos especialistas en estos medios, es la vegetación psammófila o sabulícola. Vegetación con largas raíces, la parte superior de la planta se va desplazando con la duna y las raíces permanecen “estirándose” desde su origen; adaptadas a poder soportar unas temperaturas extremas, pues la arena se calienta o se enfría mucho; y por otras adaptaciones fisiológicas para poder soportar la sequía inherente a este sustrato percolante, al golpeteo de los granos de arena y a la pobreza en nutrientes y materia orgánica.

Las linarias abundan en todos los medios arenosos, llegando a generar especies independientes y muy locales

            La vegetación sabulícola de las Tablas, en esta zona de Villarrubia de los Ojos, apenas está estudiada; aquí se ha aceptado un Parque Nacional exclusivamente ligado al agua y todo lo demás casi es un erial científico aunque esté a dos metros de éste. Por lo que este trabajo sea quizás una de las escasas incursiones en un tipo de vegetación que  todavía puede dar sorpresas.

Torvisco (Daphne gnidium) con senecios y malcomias.

            Las plantas características de estas arenas están capitaneadas por la especialista Malcolmia patula, a veces con la sequía solo quedan de ella sus llamativas flores moradas, sin que se aprecie planta que las soporte. En el mejor de los casos aparecen viejas encinas sujetando la arena y dejando que ésta dibuje el rebufo ventoso de las sombras y huecos del encinar, permaneciendo los troncos en oquedades del terreno. En lo arbustivo puede aparecer alguna retama, espino negro y sobre todo torviscos Daphne gnidium.

La artemisia de las dunas de la Mancha

            A nivel sub-arbustivo destacan las matas por un lado de las abundantes acederas Rumex intermedia y de los ajenjos Artemisia campestris subsp. glutinosa en una variedad especialmente blanca, como "hibridada" con su congénere A. herva-alba que crece en las cercanas calizas, la jarilla Helianthemum asperum, la siempreviva Helicrysum stoechas y alguna escasa esparraguera.

El amarillo Senecio gallicus en la región solamente habita sobre las arenas

            No de menos talla, pero menos vigorosas destacan el Senecio gallicus, la Ononis viscosa, la blanca Andryala ragusina, el alhelí triste Matthiola fruticulosa y la rojiza Euphorbia isatifolia; ya de tallas menores tenemos: Linaria spartea, Alkanna tinctorea, Jasione foliosa, Malcolmia patula, Limonium echioides, Dipcadi serotinum, Crepis oporinoides, Eruca vesicaria, Crupina vulgaris, Lomelosia stellata, Silene conica y otras como algún geranio poco común y gramíneas especializadas en las arenas.

El espectacular azul de la Alkanna tinctorea

            Luego aparecen en menor proporción y, donde el suelo se lo permite, plantas menos características de estos medios, plantas nitrófilas y ruderales, como cardos y varios tipos de jaramagos y plantas más propias del encinar calizo, del que ya apenas quedan restos en la inmediata vecindad. A falta de un estudio pormenorizado y espaciado en el tiempo, la gama vegetal reúne a varios ecosistemas cruzados: las arenas, el encinar y los cultivos, con alguna variante esteparia.

La acedera Rumex intermedia, muy parecida a R. roseus pero habitante de los arenales

            La representación de las plantas con querencia hacia las arenas es completa, a falta de comprobar la existencia de alguna otra especialista, la riqueza y representatividad botánica de estas geoformas tan especiales y poco comunes, es digna de protección y sería totalmente absurdo no hacerlo.

Alkanna tinctorea, Artemisia glutinosa y Malcolmia patula

            También sería absurdo crear una Microrreserva para las dunas y su especial vegetación, a dos pasos de un Parque Nacional. Pero poco espero de la Administración, después de habérselo puesto en bandeja, con un estudio detallado de las distintas posibilidades de ampliación, zonaciones, planes alternativos y su justificación. Aunque la verdad es que en el Organismo Autónomo Parques Nacionales fueron muy receptivos y les pareció bien, pero donde se echó el freno a la propuesta de ampliación, fue en la Consejería de Agricultura de la CLM. En esta tierra manda ASAJA y todo lo que suponga un menoscabo, (que no lo es) a la agricultura y “su agua”,  será desestimado.

Área recién ampliada del Parque, arenas y demás superficies repobladas con retamas, encinas y romeros

            Queda pendiente la promesa hecha por la Administración Autonómica de la ampliación del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, aunque yo llamaría Parque Nacional de las Tablas del Guadiana al ampliado Parque, hasta los iniciales Ojos del Guadiana, en cuanto la Confederación Hidrográfica del Guadiana tenga a bien deslindar claramente el Dominio Público Hidráulico. Parte de la nueva área recién ampliada también tiene terrenos arenosos, aunque casualmente, pues se trataba de viñas regables, compradas para que no se ejercieran esos derechos de riego y sin vegetación digna de protección, aunque probablemente, el tiempo y la cercanía a la zona descrita, la haga enriquecerse florísticamente en el futuro.



            A partir de la inclusión de los Ojos del Guadiana, creo que no sería difícil ampliar el Parque Nacional con aquellas áreas colindantes y valiosas por su gran biodiversidad y por su escasez en CLM: las arenas, los saladares, los encinares y las estepas salino-gipsícolas. Creo que el acerbo cultural y patrimonial de Castilla la Mancha se lo merece como un mínimo imprescindible.



Laguna de Alcolea – Por fin una magnífica noticia

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A la derecha la cañada y el caballón del canal de desague con carrascas. Al fondo brecha de salida del agua


            Ya he hablado aquí sobre esta magnífica laguna volcánica, sobre su belleza y sobre sus problemas a pesar de ser Monumento Natural, la magnífica noticia es que ahora mismo está siendo restaurada por la Junta de Comunidades. Acabo de ver a un bulldozer trabajando en la desaparición del lamentable canal de drenaje que bordeaba todo su perímetro. Ahora la laguna cogerá la amplitud que le corresponde naturalmente, sin ningún obstáculo artificial.

Laderas cercanas de un variado monte mediterráneo de carácter térmico (lentiscos, coscojas, acebuches, etc.)

            Ahora, como en toda laguna temporal, solo falta que llueva; ya lo ha hecho hace poco y de forma torrencial, parecía que septiembre se iba de rositas, “secando las fuentes” como dice en su primera alternativa el refrán, pero en los tres últimos días del mes cayeron unos cien litros, con un reparto tipo lotero, pero por lo asurcado del mantillo del suelo en los piedemontes cercanos, se ve que aquí cayó bien, además el enorme canal de drenaje excavado en la roca para desaguar la laguna, todavía tenía bastante agua.

Ladera arroyada por el chaparrón de finales de septiembre

            Esta laguna que en propiedad debería llamarse la laguna del volcán de Peñarroya, por encontrarse al pie de dicho volcán y haber sido originada en relación al mismo evento geológico. También tiene el sobrenombre de laguna de las Maestras, porque no hace mucho tiempo perteneció a la familia de unas maestras que había en Alcolea. También, a pesar de lo que rezan algunos mapas oficiales, esta laguna pertenece al término municipal de Corral de Calatrava aunque esté cerca de Alcolea de Calatrava. Pero siempre han sido los vecinos de esta localidad los que más se han movilizado y su ayuntamiento quién más ha presionado para llegar a este feliz desenlace.

Las rocas volcánicas de la cumbre del Peñarroya hacen honor a su rojo nombre

            Hace unos días dando una vuelta en bicicleta para echarle un ojo a la laguna. Subí desde el arroyo de la Zarza, donde está una de las mejores áreas de corazas ferromagnesianas del Campo de Calatrava, una roja y durísima formación rocosa de bloques de todo tipo empastados en una matriz ferro-magnésiana, originada por fuentes hidro-termales producto de un vulcanismo de baja actividad. Poco después atravesé la parte final de las coladas de lava que del Peñarroya se dirigen hacia el sureste, una zona temible con suelo mojado, pues se forma un barro fatídico, más parecido a un pegamento que se va adheriendo a calzado o a las ruedas y que acaba atascando a quien lo atraviesa.

Rocas formadas por la coraza ferromagnesiana resaltando en el paisaje

            Finalmente dí vista a la laguna y oido a los ruidos de la maquinaria y comprobé asombrado que casi todo el borde de la laguna estaba modificado, había desaparecido el caballón que aislaba la laguna para desviar perimetralmente el agua. Ahora solo se veían las huellas del bulldozer que en un movimiento oscilante de idas y venidas de forma radial a la laguna, había hecho desaparecer el surco y el caballón.

Me encuentro con el camino interrumpido por la labor de la máquina, pero ya no hay canal

            En ese margen de maniobra también había desaparecido el camino paralelo al canal, pero la última vez que pasé por aquí, con agua, tuve que ir por la hierba fuera del anegado camino. Si ha desaparecido es por una buena causa y ya el uso hará el camino por donde más práctico sea.

Reverdecida por las últimas lluvias, al llegar salió volando una bandada de avefrías

            Por la parte occidental de la laguna transita la Cañada Real Soriana al pie del monte, ahí todavía seguía faenando la máquina. Ahora veía cortadas una anacrónicas chaparras que habían nacido en el caballón, con los pies siempre por encima del agua. La mayor podría llegar a tener unos 25 años, lo que da idea del tamaño del caballón o lo que es lo mismo, de la profundidad del canal.

La mayor encina que fue capaz de vivir en el caballón entre el canal y la laguna

            Ahora la laguna podrá extenderse hasta la cañada y las encinas tendrán que instalarse lejos de los niveles máximos de la laguna y no en artificiales caballones. Las grandes y viejas encinas al pie de la umbría de esta serrezuela de las Medias Lunas que ya existían antes del drenaje perimetral y el “gran cañón” artificial que enviaba el agua al Guadiana (cortando el collado que separaba ambos valles), llegan hasta el llano del vaso lagunar y marcan el antiguo nivel medio de las máximas crecidas de la laguna, en su ancestral pugna entre lluvias y evaporaciones.

Desagúe de toda la laguna, al fondo montón de tierra del cierre del canal perimetral

            Investigando un poco me dijeron que esto era fruto de la presión constante ejercida por el ayuntamiento de Alcolea junto con colectivos ecologistas y particulares a la Junta de Comunidades por redondear una protección que clamaba al cielo porque, si no la más bella, una de las más bellas de todo el gran conjunto lagunar de los cráteres explosivos del Campo de Calatrava, se encontraba en ese estado tan cercenado y polémico a pesar de ser Monumento Natural. Sí que ha habido presión y la Junta era proclive a una restauración, pero los tiros han venido de rebote, y aunque alguien haya salido ganando más, sin duda hemos ganado todos.

Magníficos acebuchares en la bajada de la laguna hacia el Guadiana

            D. Pedro de Borbón y Dos Sicilias, no sé si en su nombre o como gestor e intermediario de otro terrateniente, adquirió la laguna a sus antiguos propietarios con vistas ha realizar una permuta de unos terrenos públicos, (un pinar sin gran valor) en la finca de El Tocón en Almodóvar del Campo. Permuta que vio con buenos ojos la Junta y que realizó con prontitud, al igual que ha tardado poco en iniciar la tan necesaria restauración.

La cicatriz de la desparición del canal se borrará en cuanto llueva y crezca la hierba

            Este es un ejemplar precedente de la reversión de una situación anómala a su estado natural, en un par de días y por muy poco dinero, una máquina borra por completo los canales de drenaje de una laguna. Canales que nunca se debieron haberse hecho, ni haber cortado la montaña para desaguar, ni haber hecho una “mina” para desempeñar el mismo cometido. Cuanto dinero se habrá invertido en destrozar un pequeño paraíso para poner en producción cerealista de secano y con descanso en barbecho, unas tierras que cuando no había sequía había exceso de agua y que casi valían más como pastizal natural.

Las encinas del fondo, en la umbría, marcan el probable límite máximo de la laguna

            Esta laguna es una joya botánica y faunística como muchas otras en la vecindad, desde los antediluvianos Tríops (mini cangrejos de herradura), a la escasísima planta acuática Damasonium polyspermum, de fructificaciones estrelladas, pasando por toda la gama de aves lacustres y de paso (avocetas, cigüeñuelas, anátidas, avefrías, cigueñas blanca y negra, etc.).

Rara y estrellada Damasonium polyspermum en la que puede ser su localidad más norteña

            Ha quedado demostrado lo fácil que es si hay una mínima voluntad, en teoría todas las láminas de agua, aunque sean estacionales, son Dominio Público Hidráulico, no concibo como la mayoría de ellas están en manos privadas, aún habiendo sido promovidas a Monumento Natural por la Junta de Comunidades. Es fácil, son muy pocas hectáreas y sustentan paraísos de biodiversidad y son auténticas y bellas “almas del paisaje”, aparte de pertenecer al acervo cultural de todos los habitantes del Campo de Calatrava.

Un par de días de bulldozer bastaron para revertir una lamentable historia de  décadas

          ¿Para cuando el resto de las cercanas lagunas calatravas?, como la del Bú cerca de Alcolea, la de La Camacha, entre Picón y Alcolea, la de Valverde, entre este anejo y Alcolea, la del Lucianiego, en el collado antes de bajar a Piedrabuena, y un largo etcétera algo más alejadas y, como clamaba en otra entrada, con lo perpetrado a todo el cauce inicial del Guadiana, ¿para cuando el relleno de todas sus zanjas de drenaje?

Camino del Quijote, Cañada Real y Camino Natural del Guadiana, todo pasa por la laguna


            Dios quiera que llueva, que todos veamos una laguna de Peñarroya pletórica de vida y, por qué no, unos Ojos del Guadiana Vivos. No hace falta tanto, con que llueva lo que climatológicamente es lógico, podríamos verlos manar y llenar de vida estas sedientas tierras.

Restaurado puente de Las Ovejas en el cercano Guadiana

Paseo con Amable y visita a Redes

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Bosques de hayas y fresnos, y bosquetes de espinos, tejos y acebos en la cara este de Peñamayor

              Visita por tierras asturianas de cacería de colores otoñales y a saludar a algunos amigos. Uno de ellos, el más “joven” va camino de los 94, es Amable Vallina González, el pastor de tejos de  Peñamayor y de todos los que tiene plantados por aquellos pueblos y aldeas, del que ya hablé en otra entrada del blog. A pesar de que ya va notando su edad, sigue dándose sus paseos a vigilar los tejos de las peñas e incluso sigue planeando nuevas plantaciones, como me contó, quiere sacar uno de los mayores de su vivero para plantarlo, creo que en la ermita de San Antonio de Piloñeta, pueblo al que tiene un especial cariño.


Exceptuando algunos acebos, casi todos los árboles oscuros son tejos 

            Últimamente cuando da paseos demasiado largos, tiene por la noche calambres que le hacen saltar de la cama, así que nos dimos un paseo corto, fuimos por Fayacaba, no muy lejos de la fuente del Jueyo, donde como él dice, “el que pasa y no bebe, tiene más fame que sede”, luego pasamos el collado de Peñamayor para dar a Les Praeres y de allí al collado de Cobayu. Desde allí fuimos por unas buenas campas al pie del Texeu que hace honor a su nombre, pues las pequeñas manchas boscosas, allí donde lo permite el lapiaz de blanca roca caliza, están llenas de tejos mezclados con acebos, espinos y algunas hayas, pero éstas solo donde la profundidad del suelo lo permite.


Al borde de los "joyus" kársticos los tejos no tienen competencia

            Seguimos hacia la mayada de Anes hasta llegar a la roca emblemática que corona los pastos, el Pegoyón de Anes. De camino, los pastos al pie del lapiaz están llenos de grandes "joyus", simas a través de las que escapan las aguas de escorrentía; también en medio del pasto aparecen grandes “desconchones” de céspedes almohadillados debidos a las aguas rezumantes que se congelan en invierno y solifluyen por la ladera, como si de un campo levantado por jabalíes se tratase. Al borde de esos joyus, en los sitios más inaccesibles, es donde aparecen algunos de los mayores tejos, aunque afortunadamente hay muchos viejos tejos viviendo por estas laderas del Texeu.


Céspedes reptantes por la solifluxión en rezumaderos de la mayada Cobayu

            Amable echa mano de su buena memoria y enumera, casi saboreándolo, supongo que aderezados con sus recuerdos, los nombres de los picos, pueblos, majadas, cabañas, fuentes que se ven desde estas alturas: mayada la Breza, Llagos, Xamoca, Tozo, La Marea, Pileñes, Espinaredo, etc.


Amable tardó un rato en relatarnos los nombres de picos, pueblos y "mayás" de este paisaje

            De camino vamos viendo en los prados los escasos árboles que aquí están muy expuestos al ramoneo o al trato con el ganado  y la caza. Amable me explica que las vacas buscan la sombra y sestean al pie del árbol, apisonando y excavando el pie del árbol, que los venados afilan y pulen su cornamenta contra el tronco y que el árbol resiste todo lo que puede luchando por no morir.


Amable contemplando la resistencia de este acebo al acoso de los herbívoros

            Vemos varios árboles en el límite de su resistencia, acebos casi pelados, tejos heridos por el rayo, incluso vemos un gran espino caído pero que ha enraizado alguna rama y que crece de nuevo a pesar de tener casi todas sus raíces al aire. Amable lo examina y entiende su lucha por sobrevivir como si fuese un amigo que también ha tenido que pasar por ese tipo de trances.


Espino enraizando de nuevo tras ser tumbado por el viento

            Amable no deja de agradecer las visitas y los buenos recuerdos que tiene, de su amigo Ignacio Abella, de Mercedes, de los trabajadores y especialistas en poda y arboricultura (TREPA) que le homenajearon hace un par de años con una placa que, con muy buen criterio rezaba: “Para nuestro amigo Amable Vallina González, plantador de árboles y cultivador de amistades”.


Su única "debilidad": los grandes tejos

            Escuchándole enseguida se comprende que ha tenido una vida llena de vivencias, entró en la mina por debajo de la edad legal permitida, jugándose su trabajo, el de su padre y el del capataz que se lo permitían, y salió de ella con un premio por la cantidad de años trabajados y otro premio indeseado, una silicosis de la que gracias a su vida sana, rioja incluído, y a sus caminatas, ha ido superando.


El Pegoyón de Anes, detrás Carlos y Amable

            Amable tiene una mirada relajada, intensa y comprensiva que hace honor a su nombre, una mente prodigiosa que mima sus recuerdos, relata artículos y lecciones del código militar de sus años de guerra civil, sabe los nombres de casi todos los que le trataron, el lugar donde se encuentra cada tejo, los nombres de los accidentes geográficos, de las majadas y de sus dueños. Sólo lamenta el día en que no le permitieron seguir conduciendo y cazando. Se ve que su vida está, como él dice del ensamblaje de las cosas de la naturaleza, “muy bien armada”.


El macizo del Corníon desde Peñamayor

            Este puente de los Santos ha estado bien regado y no he podido andar todo lo que yo hubiera querido, además no parece buen año para “cacerías de colores otoñales”, este año no ha habido frío y el verano fue muy seco. Los árboles están todavía muy verdes y muchos tiran la hoja o la envejecen sin pasar por la paleta de colores otoñales.


Bosques por debajo de Melendreros, frente a Castañera en Bimenes

            Vamos a una de las partes altas de Redes y allí, en las umbrías parece que tienen más color las hayas, los abedules tienen pocas hojas y los cerezos tampoco, y sin “encender”; quizás sean los robles albares los que más color dan al bosque, además son los más abundantes en ese tumulto de laderas entre los que pasean los retales de nubes de un día bellísimo de comunión de aguas y tierras.


Bosques de redes acariciados por las nubes

            Los chaparrones son continuos e intensos, desde la antojana de la casa de Mariano el paisaje no tiene desperdicio, incluso mientras comemos una paella de setas recién cogidas, rabio de no poder hacer fotos de las imágenes que estoy viendo desde la improvisada mesa.



            Las nubes avanzan o retroceden, lo tapan todo o llenan de flecos nubosos rincones del monte, en un continuo cambio de paisajes, dando relieve a montes que antes parecía que no eran tales, resaltando o disipando las formas, en un silencioso y rítmico baile entre las nubes y el bosque.



            Solo por este rato, viendo las nubes acariciar los montes, ya ha merecido la pena la paliza de viajes. La montaña no defrauda y si encima disfrutas de la compañía de amigos como Rosa, Mariano, Carlos, Goyo, Marisa, Joel o Paula, y junto a Irene y las chicas, sigue mereciendo la pena el esfuerzo.



De paseo por Berlín

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        Salgo de mis temáticas habituales y dedico esta entrada a la ciudad de Berlín, por un reciente y rápido viaje. Berlín, como nos decían los españoles que por allí encontramos, no es Alemania. Alemania es cuadrada y Berlín es redondo. Alemania es ordenada, seria y cerrada, Berlín tiene algo de esto, pero reúne una buena dosis de todo lo contrario.


           Berlín es una capital símbolo y un símbolo del capital. La caída del muro significó a las claras la caída del modelo comunista, de un Erich Honecker empecinado que se obstinó absurdamente en contrariar los deseos de “su pueblo”. Pero Berlín era otra cosa, si era un símbolo, era un símbolo de una ciudad re-unida, festiva, con o sin medios, había mucho nuevo por hacer. Media ciudad se dedicó a buscar nuevas vías, el comunismo y el capitalismo como lo habían conocido ya no valía.


      Comenzó una ocupación pacífica de muchas fábricas reconvertidas, la pintura callejera, no fue el grafitti, la pequeña escala, ahora era pintura a escala monumental, urbana; y también fue el diseño de nuevos edificios, de nuevos barrios, eran muchas influencias cosmopolitas reunidas en una sola ciudad. Muestra de este arte es que la pintura ha salvado del derribo buena parte del muro de Berlín en lo que hoy es la East Side Gallery.


           Berlín fue una ciudad tolerante y tolerada, se invirtió en ella, se permitió la corriente casi magnética que atraía a gente de todo el mundo, la inmigración económica, la artística, la libertaria, la musical, etc. Un perfecto caldo de cultivo para ensayos sociales, artísticos, arquitectónicos o musicales.


           La maquinaria económico-legal, continuó también su ritmo, sin avasallar, pero imparable. Hace años los berlineses que viajaban a Madrid alucinaban con que el precio de la vida fuese aquí más caro y los alquileres exorbitantes. Ahora el precio de una ciudad en constante reforma e inauguración empieza a pasar factura a sus habitantes. Los alguileres ya no son lo que eran, ya son parecidos a la exageración hispana y la vida es más cara.


           El turismo empieza a ser más de masas que alternativo-cultural, la policía más abundante, los locales “okupables” cada día más escasos y los ya okupados van volviendo a sus antiguos inversores poco a poco, lo que no ha cambiado es el espeso paisaje de gruas.


           Berlín sigue, casi en progresión exponencial, de obras, y va completando-restaurando una ciudad preparada para estar en el elenco de esas capitales mundiales que se pueden contar con los dedos de una mano. Va camino hacia una ciudad poderosa, desmesurada, representativa del poderío germano y por ello cada día menos habitable, menos sensible y más cara.


        Pero no deja de ser un Berlín de los berlineses, y cuando ellos no están de acuerdo, no se callan y se hacen notar. Tantos años de ruina, de trabajo, de división, de darle vueltas a los modelos sociales y humanos, no pasan de la noche a la mañana.


            Un modelo de transportes ejemplar, basado en la responsabilidad y confianza de los berlineses, con toda la gama de transportes públicos posibles solapados en la misma superficie urbana, (tren, metro, tranvía, autobús, taxi y barcazas). Además el sistema de billetes hace que todos los transportes se puedan intercambiar o repetir, sin tener que pasar por tornos o controles, lo que imprime agilidad a los desplazamientos, al principio complicados, pero muy accesibles.


           En el transporte privado, el coche no es muy popular y las velocidades son bajas respecto a otras capitales; existe una preponderancia enorme de la bicicleta. Bicicletas de todas las épocas, de todas las mecánicas posibles, con todos los diseños posibles, que incluso llegán al taxi-bici de diseño, tanto en plán “rave electrónica”, como de taxí hindú. Si la mitad de los ciclistas berlineses cogiesen el coche o lo público, tendrían una ciudad más colapsada que Madrid o Roma.


        Los edificios institucionales presumen de apertura y espectacularidad, abiertos a una continua programación de actividades y lucimiento. Ejemplo paradigmático de ello es su parlamento, tan espectacular como transparente, el orgullo de presentar a la vista de todos unas instituciones de las que los alemanes presumen.


           Los mejores arquitectos del mundo tienen aquí alguna que otra obra. Los ensayos arquitectónicos más originales, llegan a todos los presupuestos y funcionalidades, aquí estamos muy cerca de la filosofía ”ikea” de la vida, diseño original y funcionalidad.


            Paseando por la calle se pueden contemplar edificios en apariencia normales pero con todas sus ventanas descentradas o con diferente grado de resalte, incluso edificios con las fachadas falsamente basculadas. En lo moderno y caro destaca el uso de cristalería, aislante del frío y transparente a la luz, a una luz que se les escapa y que valoran tanto que son capaces de venir a sufrir nuestra costa con tal ganar horas de luz como para iluminar, con su recuerdo, sus oscuros inviernos.


            Me llamó mucho la atención, supongo que a pocos se les ocurre, el tema energético, la enorme cantidad de energía que requiere una ciudad tan grande, tan fría y tan comunicada. La eficiencia seguro que es muy buena, pero la energía mínima necesaria me parecía ingente, intuyo una descompensación entre el modo de vida y las posibilidades de suministro. Supongo que es un tema extrapolable a todo el mundo y por supuesto, a Madrid. Quizás solo sea filosofía del “¿ande vamos? Pero me salió así de pertinente, igual que me ví a los alemanes, inteligentes e interesantes, también, (aquí yo desde mi enorme superioridad?), algo perdidos, aquí en una ciudad con tan pocos viejos y menos niños.



           Hay mucho que aprender de ellos, y no es un tópico, los tiempos no están como para dejarse llevar por la corriente inducida de fuerzas que nos empujan al desastre. Dar valor al trabajo, la lógica y la eficiencia e intentar ligarlo al disfrute de nuestra vida social e individual, como mediterráneos que somos, parece un asunto de la mayor importancia, y si esa idea podemos hacerla asumible por todos, iremos enderezando nuestro oscuro camino.


Marcha por la inclusión de los Ojos del Guadiana en el Parque Nacional

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            El domingo 17 de noviembre he participado en una marcha reclamando la inclusión de los Ojos del Guadiana en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. La marcha se ha realizado, a pesar de las inclemencias meteorológicas, por los iniciales Ojos del Guadiana, algunos con agua retenida pero no corriente, es decir, aún no es el agua del acuífero inmediato, sino del “aluvial”, el de la capa superficial impermeable.


Sembrado (sobre el D.P.H.) en el que se encontraba uno de los primeros Ojos del Guadiana

          La mañana amaneció bajo cero con una espesa niebla que afortunadamente se fue disipando poco antes de la cita: a las diez de la mañana, la previsión era de lluvia débil que aumentaría en intensidad con el trascurso del día; ese día la máxima no llegó a los cinco grados, o sea, el día más frío del año.


Una lección de historia y también de lo que nunca se debe volver a hacer, a cargo de Conce

             A pesar de todo, y sabiendo que mucha gente se echó para atrás, sobre todo los que venían con niños, poco más de cincuenta personas nos dimos cita. El motivo era reivindicar la corrección de un monumental error histórico, la no inclusión el día de la creación del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, de su fuente primigenia de agua y vida, los ancestrales Ojos del Guadiana. Este error acaba de ser clamorosamente reiterado, con la no inclusión de este tramo de los Ojos en la reciente ampliación del Parque Nacional.


Cambios del pasado a la situación actual en los Ojos del Guadiana
 a través de la fotografía aérea en un panel in situ

            La ampliación ha ido por otra parte, desoyendo a todas las voces autorizadas, se trataba simplemente de incluir las fincas compradas desde hace años, teóricamente para evitar excesivos consumos de agua en la vecindad del Parque. Compras bajo sospecha de especulación intencionada, compras con dinero público (mío y de usted), que no han aminorado esos elevados consumos. La ampliación ha esquivado áreas de enorme riqueza ecológica y mayor potencial, incluyendo un mínimo inexcusable, la llanura de inundación que es el Dominio Público Hidráulico (D.P.H.) del Guadiana y Cigüela que increíblemente se encuentra sin deslindar todavía.

Aquí se puede apreciar por el tono oscuro del suelo, lo que fue zona inundables y por lo tanto D.P.H.

            La promesa está lanzada al aire, en cuanto se deslinde el D.P.H. se añadirá al Parque. El razonamiento parece simple y más con la facilidad que da la teledetección para saber cuales son las potenciales superficies inundables, pero será todo lo complicado que las autoridades quieran. Parte de los terrenos están usurpados al río; hace unos 30 años, cuando dejó de salir agua por los Ojos, debido a las presiones de los extractores de turba, un juez extremeño dictaminó que el Guadiana no existía y que las tierras eran prácticamente ocupables. La chapuza del leguleyo fue revertida en 1994, cuando el Tribunal Supremo dictaminó que aunque no existieran aguas superficiales, toda esa zona seguía perteneciendo al D.P.H.; sentencia aún sin cumplir.

Las rocas de la limpieza de las viñas han ido sistemáticamente al D.P.H. y a rellenar Ojos y socavones

            Algunos avispados agricultores y propietarios colindantes fueron cambiando las lindes y se metieron donde no debían, algunos hicieron inversiones fomentadas por las administraciones, otros incluso pasaron los tractores sobre ruinas arqueológicas para instalar riegos o para destruir posibles hallazgos, no fuera que les expropiaran. Los políticos castellano-manchegos siempre han solido ser, de un signo o de otro, marionetas de los intereses locales (ASAJA), pasando por encima del interés general que también es el suyo.

En el centro del valle una aislada "motilla" cercenada lateralmente por un tractor. (ampliar para ver el gran bando de grullas al fondo)

            La agricultura pasó hace muchos años de ser casi una esclavitud, a ser un trabajo subvencionado por esa misma Europa que “tira” el dinero para que puedan conservarse los humedales manchegos. Un caldo de cultivo perfecto para la picaresca, y los agricultores manchegos serán de pueblo, pero de tontos no tienen un pelo, aunque han estado a punto de regar con lo peor del “culo” del acuífero, lo que podía haber significado el desprestigio total de los productos de "toda" la región.

Conce nos habla sobre la vida antaño, en esta desvencijada casilla de pescadores

            La marcha fue aderezada por las continuas paradas para escuchar las explicaciones sobre los lugares por los que pasábamos, gracias, principalmente a las enseñanzas de Conce, el veterano cronista de la ecología y arqueología de Villarrubia de los Ojos, con sus explicaciones apoyadas por sus propias vivencias, investigaciones y comentarios de los furtivos del detector de metales. 


Antigua foto aérea de los iniciales Ojos del Guadiana (puntos negros en la zona oscura), como el Ojo de la Señora rodeado con un círculo rojo. La marcha trascurrió de la esquina sup/dcha. a la península (Toriles), cruzando la línea blanca del puente-dique. 

             Nos habló de los charcones/ojos que veíamos en los lugares de menor cota, de los Ojos de Marilópez, de los Ojos de la Señora, de los pescadores y cangrejeros, de los intentos de cultivo de arrozales, de los trabajadores de la turba, pero sobre todo, y gracias al interés que mostramos todos, la excursión derivó hacia lo arqueológico, pues estábamos exactamente en uno de los centros neurálgicos de la historia antigua de nuestro país.

Afloramientos de agua en la llanura de inundación, al fondo la loma de la ibérica Los Toriles

            Aquí en los Ojos tuvo lugar, entre otras batallas, aquella en la que murió el caudillo cartaginés Asdrúbal Barca. También esta zona está plagada de “motillas” unos singulares asentamientos ibéricos, ubicados en el llano pero casi siempre rodeados de lagunas, algunos defendiendo pozos, otras defendidos por las aguas. Pero a esa cultura que copó prácticamente todo el llamado “bronce manchego”, una cultura pacífica de numerosos pequeños núcleos sin fortificar, llegó Cartago y la guerra. Se han encontrado incluso restos de un elefante entre la turba de los Ojos, aparte de una ánfora llenas de monedas cartaginesas que se supone era la paga de los soldados, “el Tesorillo de Villarrubia”.



            A partir de estas explicaciones éramos muchos los que no dejábamos de escudriñar el suelo pues los hallazgos eran continuos y Conce los catalogaba enseguida: terra sigillata, cerámica de barniz negro, ibérica con decoraciones, asas de ánfora, etc. Esta claro que esta zona es ecológicamente muy valiosa, pero casi lo es más en arqueología, pues lo que hay entre Alarcos y los Ojos (40km. todo ya propuesto como Parque Nacional), podría ser de lo mejor de Castilla la Mancha, si se pusiese en valor, se protegiese, se excavase y se preparase para mostrarlo.


Tramo inicial del curso del Guadiana, ahora sin agua

            Cruzamos lo que debió ser el Guadiana inicial por una especie de presa-puente de grandes dimensiones que unía las dos orillas, hacia el oeste el valle se hace mucho más amplio y recogía las aguas de otros ojos, provenientes de un ancho valle al sur. Levantamos grandes bandadas de patos en los charcones y tablizos que aparecen por casi todas las áreas más deprimidas.

Atravesando el puente por la parte derruida tras el paso subterráneo del incendio de turba

            Sobre el puente, (reforzado en sus extremos, pero con grandes hundimientos provocados tras los incendios de la turba que pasaron bajo él), había varias teorías: conseguir hacer de foso, represar para nivelar las aguas para ser subidas a la ciudad por algún ingenio, paso de una ruta de importancia y más, pero todas convergían en que al otro lado, seguro que debió de haber una gran ciudad.


Grullas sobrevolando Zuacorta y charcones sobre el lecho inundable del Guadiana

               Todo apuntaba, según los participantes más versados en arqueología, a que cada vez hay más pistas de que nos encontramos frente a la mayor ciudad romana de la meseta sur, la ciudad perdida de Laminium, a la que se atribuyen varios enclaves, hasta ahora el más consistente Alhambra, al este de Ciudad Real, pero que los estudios más actuales ubican aquí, en los Ojos, como sucesora de la ciudad ibérica de Los Toriles. Punto al que nos dirigimos, tras comprobar que la lluvia probablemente se mantenga tan débil como hasta ahora.

Subiendo la loma de la ciudad ibérica de los Toriles

            Al dirigirnos a la loma de los Toriles, nos damos cuenta, al igual que el gran bando de grullas que allí estaba, del magnífico y estratégico lugar que ocupa. Es una pequeña península rodeada al norte por un Guadiana naciente y al oeste y suroeste por otro brazo de río naciente originado en otros manantiales, los llamados Ojo del Sordico, Ojo del Pico y Ojo del Rincón.

Al subir la loma espantamos un gran bando de grullas

            Desde aquí arriba estamos casi rodeados de tierras bajas llenas de charcones donde se concentran los bandos de anátidas. Es una pena el otoño tan seco que estamos teniendo, si hubiera llovido lo que debe, muy probablemente estaríamos a punto de ver todos los Ojos del Guadiana manando, una mayor área inundada y el río circulando de verdad, como lo hacía hace más de treinta años.

Gran bandada de diferentes tipos de patos en charcones sobre el antiguo lecho del Guadiana

            Aquí, en este punto culminante, se dio lectura al Manifiesto por la Ampliación de las Tablas hasta los Ojos del Guadiana abogando por la recuperación de los Humedales Manchegos y como ejemplo, el de estos renacientes ojos y tablas fluviales, un paraíso perdido pero recuperable; y que mejor momento que este, en el que el Guadiana lleva varios años corriendo y los humedales se encuentran en un buen estado general.


            Desde luego que la ampliación propuesta tras los estudios de Ojos del Guadiana Vivos, no se limita a la inclusión del D.P.H. hasta los Ojos, sino que es la opción mínima aceptable.
        La verdadera ampliación sería aquella que metiera en el Parque Nacional, aparte de (1).- todas las tablas fluviales en buen estado o fácilmente recuperables del Guadiana, desde sus Ojos hasta la desembocadura del Jabalón, esos hábitats casi totalmente desterrados de la llanura manchega, como son: (2).- las zonas estepario-yesíferas, (3).- los hábitats salinos, (4).- los encinares en buen estado y (5).- los campos de dunas.
           Qué menos que tener protegida una muestra conjunta en la que aparezcan reunidos todos esos valiosos hábitats que hemos ido haciendo desaparecer y que nuestros descendientes probablemente ya no conocerán en estas tierras.


La foto en blanco y negro está tomada de la web: tablasdedaimiel.com de visita obligada si se quiere estar al día en lo que concierne a la ecología e historia de Daimiel. 
La foto 3ª, de Conce aleccionándonos, está tomada de la web de Ecologistas en Acción.

Los Mestos

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           Mesto es el nombre que en el campo se le ha venido dando desde antiguo al árbol híbrido entre dos especies, estando este nombre casi reservado, por la frecuencia con la que ocurre, a los híbridos del género Quercus (aquellos árboles -o arbustos- productores de bellotas). Por su singularidad y por diferenciarse del resto de árboles, a veces no se les ha talado y han llegado a viejos; de hecho como toponímico, "El Mesto" es frecuente.


            Salvo situaciones ecotónicas, mucho más corrientes de lo que pueda pensarse, cada especie ocupa un nicho ecológico determinado. Así la encina ocuparía un lugar preponderante al concordar con las condiciones  medias de la gama termo-pluviométrica peninsular, potenciada además por factores edafo-topográficos o culturales.

A veces los mestos son viables y prolíficos - Quercus senneniana (Q. rotundifolia x Q. faginea)

            Las principales especies que trataré son las quercíneas propias del centro peninsular silíceo: la coscoja (Quercus coccifera), la encina (Q. rotundifolia), el alcornoque (Q. suber), el quejigo occidental (Q. broteroi) y el roble melojo (Q. pyrenaica), ordenados de mayor a menor adaptación a la xericidad y, por supuesto, de algunos de sus mestosAunque por aquí también aparezcan, los quejigos de los suelos calizos orientales (Q. faginea) o los muy escasos robles andaluces (Q. canariensis).



             ESPECIE               RANGO TÉRMICO            RANGO PLUVIOMÉTRICO

            Coscoja                           40ºC a -5ºC                                250 a450 mm.
            Encina                             40ºC a -10ºC                              350 a550 mm.
            Alcornoque                      40ºC a 0ºC                                 450 a600 mm.
            Quejigo                            35ºC a -10ºC                              500 a700 mm.
            Roble  melojo                   35ºC a -15ºC                              600 a800 mm.


Como se puede ver en la tabla, donde faltaría el tipo de sequía veraniega que pueden soportar, cada especie tendría su nicho ecológico a pesar de un solapamiento, más importante de lo que parece. Dado que nuestro territorio es sumamente variado, es frecuente la mezcla de algunas de estas especies en localidades de variada topografía, lo que conlleva variaciones microclimáticas y edáficas. Además algunas especies dependen de aportes extra de humedad de las laderas o del subsuelo. En general, no tienen grandes requerimientos edáficos; quizás el alcornoque prefiera suelos arenosos y los quejigos suelos profundos. Los mestos surgen en las situaciones ecotónicas, es decir, de solapamiento entre los distintos tipos de bosque.



Existe una catena altitudinal de sucesión de especies en función de la altitud, encinar > alcornocal > robledal, variación dada por el endurecimiento térmico al ascender, aparejado por un aumento en las precipitaciones. Esta variación pluviométrica influye tanto al aumentar la altitud, como a nivel zonal, como el aumento de las lluvias según nos alejamos del centro peninsular hacia el Atlántico. Por esto la sucesión de pisos de vegetación no ocurre a iguales altitudes en Gredos o en Guadarrama, en los montes toledanos o en la sierra de Montánchez.

Enorme quejigo (Quercus broteroi ) en los meandros del Guadiana

Pero existe una región, tanto a nivel zonal como altitudinal, que llamaría la “Zona de Los Mestos”, que es aquella de transición entre el piso de la encina y el piso del roble, aquí es donde con mayor frecuencia aparecen los alcornocales y los quejigares, que junto con las encinas de las zonas bajas y los robles de las altas, dan lugar a una mayor frecuencia en la aparición de los mestos entre todas estas especies.

Quejigos, encina, alcornoques y melojos conviven en la línea 550m en el valle del Tiétar

Media Extremadura es una zona de transición pluviométrica, entre el encinar manchego y el robledal portugués; y también se podría trazar una sinuosa curva perimetrando el Sistema Central, Montes de Toledo y otros montes, que dejara abajo a la encina y arriba al roble. Esta sería la línea altitudinal de los mestos y la primera, la zona de los mestos por transición pluviométrica.

                        Quejigos (Quercus broteroi), alcornoques (Q. suber) y encinejas (Q. rotundifolia) de izquierda a derecha.

En la península existen varias regiones ricas en mestos al cumplir con lo anterior y por el hecho de contar con un buen conjunto de diferentes quercíneas, con lo que la hibridación está servida en bandeja. Estas áreas más ricas en mestos serían:

1.- Las áreas montuosas extremeñas y norte de Huelva (W):
            Q. rotundifolia + Q. suber + Q. broteroi + Q. pyrenaica + Q. coccifera
            Escasos: Q. robur + Q. lusitanica + Q. canariensis
Mestos:            Quercus x senneniana                  = Q. faginea x Q. rotundifolia
                        Quercus x neomairei                     = Q. broteroi x Q. pyrenaica
                        Quercus x mixta                           = Q. suber x Q. rotundifolia
                        Quercus x auzandrii                       = Q. rotundifolia x Q. coccifera
                               Quercus x battandieri                   = Q. coccifera x Q. broteroi
                                               Quercus x numantina                          = Q. faginea x Q. pyrenaica
                        Quercus x marianica                     = Q. canariensis x Q. broteroi
                        Quercus x andegavensis              = Q. robur x Q. pyrenaica

Mesto en discusión, Quercus x marianica: Quecus pyrenaica x Q. canariensis ?

2.- La región sub-pirenaica y montes costero-catalanes  (NNE):
           Q. pubescens + Q. subpyrenaica + Q. ilex + Q. rotundifolia + Q. faginea + Q. petraea                                    Escasos: Q. robur + Q. suber + Q. canariensis + Q. coccifera
Mestos:            Quercus x cerrioides           = Q. pubescens x Q. faginea
                        Quercus x kernerii             = Q. robur x Q. pubescens
                        Quercus x calvescens        = Q. petraea x Q. pubescens
                        Quercus x desmotricha      = Q. subpyrenaica x Q. canariensis
                        Quercus x coutinhoi            = Q. robur x Q. faginea

El magnífico mesto  de Sta. Quiteria, Quercus x hispanica (Q. rotundifolia x Q. suber), podría ser el mayor árbol de todo Cabañeros

3.- El centro-sur de Asturias-Cantabria-Galicia (NNW).
            Q. robur + Q. petraea + Q. pyrenaica                   Escasos: Q. faginea + Q. orocantabrica + Q. ilex + Q. suber + Q. rotundifolia + Q. pauciradiata
Mestos:            Quercus x rosacea              = Q. petraea x Q. robur
                        Quercus x trabutii                = Q. petraea x Q. pyrenaica
                        Quercus x puentei               = Q. orocantabrica x Q. petraea
                        Quercus x penasii               = Q. orocantabrica x Q. pyrenaica

Quercus x marianica (Quercus canariensis x Q. broteroi), entre Sierra Morena y Montes de Toledo

Los Quercus pueden hibridarse casi todos, pero lo hacen con más facilidad aquellos más cercanos en sus características (como el tipo de hoja: perisistente-marcescente-caediza) o en su genética (por subgéneros). Así se explica ese "mapa" previo de los mestos, en el eje norteño NNW, están los Quercus de hoja caediza (robur- petraea- orocantabrica) y localmente (faginea, suber, ilex y rotundifolia, incluso Q. lusitanicus en la costa sur gallega).

Quercus x senneniana (Q. broteroi x Q. rotundifolia) cerca de las Tablas, el mayor de todos hace poco rompió dos de sus tres enormes ramas

En el eje subpirenaico-catalán NNE, los submediterráneos y marcescentes (Q. pubescens (antes Q. humilis), Q. faginea y Q. subpyrenaica, éste muy abundante y de origen híbrido entre los anteriores que para muchos es la nothoespcie Quercus x cerrioides. Aparte de las xerófilas Q. rotundifolia, Q. ilex y Q. coccifera, también los caducos Q.robur y Q. petraea. Ya cerca de la costa al elenco se le suman el alcornoque y el quejigo andaluz (Q. canariensis) lo que viene a aportar más posibilidades de mestizaje.

Mesto en discusión, la enorme "coscoja" de la carretera de Piedrabuena a Arroba de los Montes, puede ser  Quercus x auzandrii (Q. rotundifolia x coccifera) o Quercus x battandieri (Q. broteroi x coccifera)

 Los mestos no son especies propias aunque algunos vayan especiando, son nothospecies, (notho: híbrido), se nombran por la combinación de sus padres o con el binomen: Género y la notación "x" previo al nombre nothoespecífico. Los mestos más comunes son:
Quercus x senneniana       >          Quercus faginea x Q. rotundifolia
Quercus x neomairei (welwitschii) >          Quercus faginea x Q. pyrenaica
Quercus x morisii                >          Quercus rotundifolia x Q. suber
Quercus x hispanica           >          Q. faginea x Q. suber

Mucho menos comunes son los mestos entre los Quercus más escasos: Q. lusitanicus, Q. canariensis, Q. orocantabrica y Q. pauciradiata.  


La determinación de los mestos es muy compleja, con algunos amigos sigo discutiendo todavía algunos casos. Un carácter clave son los pelillos (tricomas) del envés, además del porte y la hoja, donde se ve el parecido con el padre y la madre, y a cual de los dos se parece más. También es complicada su taxonomía, pues a la lista de más arriba hay que añadirle los mestos menos comunes y los nombres antiguos o invalidados.



En el continente americano, al contrario que en Europa, las glaciaciones no han acorralado a las especies, que tendrían que desaparecer por no poder migrar en sentido norte-sur, y las quercíneas se han diversificado tres veces más que en Europa, y en Europa con su rica variedad mediterránea y sin un Himalaya de barrera, son el doble de diversas que en Asia. En la parte americana más parecida a nuestra región mediterránea (California y Méjico), llega a haber hasta cuatro veces más especies de quercíneas que por estos pagos, y las adaptaciones a la sequía son aún más ricas y variadas que en nuestra región.

Mestos Quercus x numantina (Q.faginea x Q. pyrenaica) más como bosque que como individuos en la sierra de la Calderina



Según las previsiones de cambio climático, hay científicos postulando como método para curarse en salud, la plantación en las montañas de varios tipos de Quercus , pues por si mismos y con el paso de los años esas especies irán hibridándose. Esos híbridos heredarán características intermedias entre sus parentales, a todos los niveles, físicas y ecológicas, y en situaciones de stress ambiental, prevalecerán las especies más adaptables y las quercíneas han demostrado esa capacidad, como he podido comprobar en algunas sierras de los Montes de Toledo oriental. En ellas buscando melojos, lo que he encontrado, han sido rodales de Quercus x neomairei, híbridos entre quejigo y melojo, sin duda bien adaptados a esa nueva situación de mayor sequía que ya no puede soportar un roble melojo.

Las morrenas terminales del glaciar de La Nava en Gredos

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           La Nava es un pueblo serrano situado al sureste de Barco de Ávila donde confluyen un par de gargantas que tuvieron importantes aparatos glaciares, amén de otros glaciares menores tributarios de éstas. Ambas gargantas vienen de las nieves acumuladas en el macizo de La Covacha (2.395m. segunda cumbre extremeña un par de metros por detrás del Torreón). La mayor y más occidental es la garganta de Galín Gómez, al noroeste de la Covacha y tras un largo recorrido deja sus morrenas terminales poco antes de la unión con la otra gran garganta, la de La Nava que recogía los hielos que se formaron al noreste de La Covacha.

El cordal del fondo separa las gargantas de la Nava (izquierda) de Galín Gómez (derecha)

            Ambas gargantas tienen dos buenas lagunas en sus cabeceras, la de La Nava y la del Barco, ésta la segunda mayor de Gredos después de la del Duque, cercana pero por algunos adscrita a otra sierra, la de Béjar o Candelario, aunque hablando en propiedad se trataría del Macizo Occidental de Gredos. En este mismo macizo de la Covacha y orientado totalmente al este (muy raro en Gredos), existe en un valle interminable, con otra bellísima laguna que es la de los Caballeros, a poco más de un km. lineal desde la de La Navahacia el sur-suroeste. En este macizo tiene lugar la prueba de sky más clásica del centro peninsular, la Carrera de Los Tres Circos (Caballeros-Nava-Barco), realizada desde antiguo por el Club Alpino Madrileño.

Gama de morrenas terminales. Al fondo la sierra de Béjar o macizo occidental de Gredos

            Una morrena es una formación de rocas y materiales acumulados en el frente y laterales de un glaciar que, a modo de pala de bulldozery debido al empuje de la enorme masa de hielo en su avance, va arrancando esos materiales de la base y laterales del valle, dejándolos enmarcando su recorrido, a partir del punto en que empieza a depositar su carga lateral, y al final de su recorrido. Posteriormente sigue una retirada del hielo, y si existe otro ciclo de frío, se vuelve a través de toneladas de nieve a generar hielo, que se acumula y pesa, deslizándose de nuevo por las laderas arrastrando y erosionando de nuevo todo a su paso.

Claro surco del glaciar de la Nava con sus dos morrenas laterales

            El estudio que estamos llevando a cabo, un equipo de geógrafos de la Universidad Complutense, va a intentar datar las diferentes morrenas terminales del glaciar de La Nava, para determinar como ocurrió la deglaciación, con sus diferentes retiradas y re-avances glaciares. Fácil de apreciar en todos estos glaciares gredenses porque todos finalizan en un conjunto de entre cinco y ocho arcos morrénicos frontales. Solo unos pocos valles muestran claramente morrenas intermedias o pequeñas morrenas tardías.

La morrena terminal está llena de bloques redondeados arrancados del superficial manto de alteración inicial

            El método de datación es bastante complejo e incierto, pues se trata de buscar entre los numerosos bloques aquellos que más tiempo hayan estado expuestos a la atmósfera, en concreto a la radiación cósmica y en función de la proporción de determinados isótopos es posible calcular su edad de exposición. Es complicado localizar los bloques ideales, que no hayan basculado ni hayan estado tapados; al tiempo hay que arrancar un trozo de su superficie a base martillo y escoplo, lo que siempre es muy laborioso.

Eligiendo el bloque y la muestra ideal

            El aparato glaciar de la Nava se inicia en un hermoso lugar, el Corral del Diablo, un circo bastante cerrado con una gran laguna originada por la sobre-excavación glaciar y ligeramente recrecida a principios del pasado siglo. Como bastantes valles glaciares de Gredos tiene una cabecera un tanto extraña para aquellos que conocen los clásicos glaciares alpinos que rematan en unas agrestes y escarpadas laderas, creadas por la propia acción de los hielos. En esta garganta el remate final tiene una empinada ladera orientada al este, mientras que las orientadas al norte y al oeste, son unas suaves lomas cubiertas de piornal.

La laguna de la Nava, al este una empinada y rocosa ladera frente al suave piornal cimero del este.

            En todo Gredos queda muy claro que las orientaciones al este son las que registran las mayores acumulaciones de nieve debido a que la circulación general de la atmósfera registra (y también la hizo en el pasado máximo glaciar), la mayor parte de las precipitaciones de procedencia atlántica. Por esto las ventiscas acumulan la nieve, que posteriormente se va apelmazando y convirtiendo en hielo al aumentar su cantidad, en las laderas orientadas al este; además el sol matinal siempre actuará con menor intensidad sobre la nieve que el sol de la tarde.


Final morrénico de Galín Gómez, se pasa de un valle en "U" a un valle en "V"

            Este valle tiene un buen camino que muestra toda la gama de formas que la geomorfología glaciar (el hielo y su posterior deshielo es quien  las crea) y periglaciar (quienes las crean son los ciclos diarios o estacionales de hielo/deshielo) pueden formar en estas montañas. Al poco de introducirnos en el valle vamos recorriendo el final de los diferentes arcos morrénicos, algunos claros y otros deshechos en grandes acumulaciones de bloques redondeados, para posteriormente andar por los llanos prados, seccionados por la garganta que ha erosionado estos materiales poco cohesionados,llanura que es una terraza fluvio-glaciar en ligera rampa desde la apertura del valle pero perfectamente plana.

Las fuertes heladas van congelando los cervunales a pesar de la poca lluvia caída este otoño

            En los laterales del valle vemos al pie de los escarpes magníficas pedreras, de bloques de todos los tamaños, esta vez llenos de aristas, arrancados de la roca por la explotación de las fisuras por el hielo. Vemos según subimos varias cubetas de sobre-excavación glaciar, pretéritas lagunas ahora ocupadas por pastos de cervuno y cerrados aguas abajo por umbrales rocosos perfectamente pulidos, son las rocas aborregadas.

Poza alojada en un estrecho canal sub-glaciar

            La garganta se encajona en la roca dejando unas muy buenas pozas, se trata de canales sub-glaciales. En una ladera se puede apreciar un surco o cicatriz en la ladera producido por una impetuosa bajada de una masa mixta de agua, suelo y rocas, tan rápida y erosiva que ha dejado un canal flanqueado por líneas de rocas y que acaba desparramado en lóbulos de rocas al final de su recorrido, es una corriente de derrubios, más conocido en inglés como debris flow.

Canal producido por el recorrido de un debris flow con sus levées laterales

            En un tramo llano, entre umbrales rocosos de la garganta, vemos el jaleo de canales y depósitos fluvio-torrenciales debido a bajadas impetuosas de aguas tras fuertes episodios lluviosos combinados o no, con los deshielos. Esto deja un cauce caótico lleno de bloques movidos y crestas de bordes de corrientes, con una gama de tonos desde los grises a los más blancos, que son los más recientemente removidos.

Céspedes almohadillados o hummocks debidos a la congelación bajo un cervunal con dinámica solifluidal

            El camino en lo más rocoso se pega a las paredes y muestra el buen hacer de quienes lo empedraron. Bajo algunos resaltes rocosos hay buenas muestras de megaforbios, formaciones vegetales que requieres de frío, sombra, humedad y mucha materia orgánica para prosperar; aquí se dan plantas nórdicas poco comunes al sur de los Pirineos, plantas de grandes hojas como la calabacera Adenostyles alliaria, el acónito amarillo Aconitum vulparia, el vedegambre Veratrum albumStreptopus amplexicaule, uva del diablo Paris quadrifolia y grandes helechos norteños entre otras.

Rincón megafórbico, con helechos, angélicas, acónitos, streptopus, hipéricos, etc.

            En alguna pared podremos ver la boca de dragón de Gredos Antirrhinum grosii, una planta antaño corriente pero que las cabras están relegando a las paredes lejos de sus dientes. Desde aquí abogo por que permitan el retorno de los lobos a Gredos y no sean abatidos los escasísimos individuos que por allí pululan, como hasta ahora, será bueno para todos, incluso para los cada día más vagos rebaños de montesas, para todos  menos para los ganaderos más vagos, aunque probablemente se les subvencionarán sus escasas pérdidas.

La cada día más escasa boca de dragón de Gredos (Antirrhinum grosii)

            Al parecer el rellano inferior de la laguna de la Nava acogió una lagunilla en su seno que fue colmatada por las rocas en la desastrosa ruptura del inicial dique de piedra que se hizo, teniendo que rehacerse con posterioridad en mejores condiciones que la primera.
            Toda esta parte occidental quizás sea de lo menos conocido de Gredos a pesar de contar la misma espectacularidad del área central de la laguna de Gredos y Cinco Lagunas. La Nava y Galín Gómez están algo más transitadas pero la infinidad de valles laterales y otros valles como La Serrá o San Martín apenas tienen visitantes fuera de los escasos pastores.

Morrena adosada a una ladera formando un "barquillo"

            Yo estoy ya muy unido sentimentalmente a esta sierra y me duele verla, a veces tan turisteada, aunque la mayor parte de la gente sea estupenda. Siempre recordaré una vez apagando un incendio de piornal junto a los Barrerones, con una buena cantidad de domingueros que pasaban hacia la laguna Grande, por el camino sin pararse a ayudar o mirando sin entender que se necesitaba su ayuda, hasta que acudieron dos pastores del prado de las Pozas y pudimos controlar el fuego.

La Nava, el valle del Tormes y delante de la sierra de Villafranca y la Sª de Ávila al fondo a la izquierda

            Hay mucho Gredos, desde la sierra de Ávila hasta el Piélago (Sª al sur del Tiétar), desde Hervás hasta el Tiemblo, no quiero hablar siquiera de la cara sur y su enorme cantidad de gargantas no aptas para cobardes. Afortunadamente se necesitarían varias vidas para conocer todos los rincones que encierra Gredos.

            Espero que los estudios de las morrenas de la Nava sirvan para desvelar claramente como se produjo una deglaciación plagada de incógnitas y congeturas.

Sobre los pinos ibéricos

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Para quien haya viajado por lo largo y ancho de la península, no le cabrá duda de la importancia que cobran los pinares hoy en día por su dilatado alcance territorial. Dada su tremenda expansión de la mano del hombre, siempre me ha sido difícil reconocer su auténtica y propia ecología, aunque con el tiempo voy reconociendo su papel en nuestros ecosistemas.


Los mayores seres vivos de Gredos, unos escasos Pinus nigra agarrados a las rocas

Este problema también se ha dado en la investigación botánica, como le ocurrió con D. Salvador Rivas-Martínez que después de caracterizar hace años, la totalidad de las asociaciones vegetales españolas (y mundiales), fue muy criticado por no reconocer la mayoría de los pinares ibéricos. Posteriormente, con muchos más datos y estudios, ha ido certificando la naturalidad de nuevas asociaciones vegetales que tienen en los pinos su especie protagonista, pero sigue siendo muy difícil encontrar la vegetación propia de muchos pinos, como los resineros y, más aún, la de los piñoneros, pues es casi imposible encontrar un pinar de garantizada naturalidad.


Resineros conquistando un enebral tras acorralar a los robles del sur de Gredos

Esta expansión del pinar, tergiversada como una expansión del bosque, enmascara los grandes problemas ecológicos de nuestros montes, como cuál es su función y por ende, su futuro. Problemas que no se limitan a la superficie pinariega, sino que afectan a la totalidad de la cuenca hidrográfica inferior y a todo el medio ambiente en general.

Tras el incendio de Pedro Bernardo, llegaron las lluvias y provocaron coladas de bloques destrozando bancales, prados y todo a su paso

Con los años he visto que el pinar ha generado muchos más casos perversos que positivos, lo que me lleva a una política, al menos de contención, respecto a su implantación y desarrollo. Alguno casos positivos han sido la repoblación de grandes áreas deforestadas como en las montañas del sureste, con el clásico ejemplo de Sierra Espuña, donde se recuperó un ambiente que había perdido su condición forestal; lo han sido las repoblaciones de muchas arbustedas y piornales castellanos de paramera, tanto en la iberia caliza como en la silícea, y también lo ha sido, la expansión del matorral y el bosque autóctono bajo su dosel arbóreo, lo que no ha ocurrido de forma premeditada, sino a resultas de una, afortunadamente escasa, limpieza de montes.


Una variada vegetación autóctona prospera bajo la protección de las copas de los piñoneros, 20 años antes todo esto era un erial y antes monte bajo variado con encinas aisladas

La verdadera cara de ese hiper-crecimiento de los pinares, ha sido, en gran medida, la pérdida de biodiversidad de los ecosistemas autóctonos, el destrozo y abandono de los montes y el incremento de los grandes incendios forestales, con sus ulteriores consecuencias de grandes erosiones, pérdidas del suelo fértil y, todo ello, con un alto coste en la lucha contra incendios, vía jornales, infraestructuras, medios aéreos e incluso en vidas humanas.


            Pero para comprender el paisaje forestal actual hace falta recurrir a un par de cuestiones de importancia. El cómo eran los bosques españoles en el pasado y cómo ha sido la política forestal precedente.
             Desde la última glaciación en la península hemos pasado por diferentes fases climáticas con avances y retrocesos de los pinares, pero acercándonos a tiempos históricos, ocurre en todos los análisis polínicos que hemos pasado de un mundo pinariego a uno de frondosas; a más humedad, hayas, arces, robles y quejigos, y a menos humedad, alcornoques, encinas, enebros y coscojas. Aunque esto no es tajante y varía por zonas.

La procesionaria de los pinos, un peligro para pinares fuera de su sitio y para personas alérgicas

Los pinares, en general, han ido quedando relegados a comunidades vegetales cada vez menos climácicas, donde el tipo, la dinámica de los suelos o una climatología especialmente dura, han actuado como factores limitantes para el establecimiento de una vegetación acorde a las condiciones medias de clima y suelos; son las llamadas comunidades permanentes.


En terrenos inestables el pino resinero no tiene competencia, sería un tipo de comunidad permanente

            Históricamente el punto álgido de la implantación del pinar vino a partir de los 50’ con la Dirección General de Montes, posterior ICONA,  donde se da salida a varias generaciones de técnicos forestales con herramientas y maquinaria, para poner los “vastos eriales” en producción. Se crearon políticas territoriales “incontestables” que ningunearon el poder municipal sobre sus montes y se animó la concertación de montes “consorciados” con miles de fincas privadas.


En muchos pinares la ausencia de vida vegetal bajo las copas y el peligro de incendio es palpable

            En casi todos los casos se repuebla con pinos, el más usado es el resinero seguido por el carrasco, convirtiendo lo que eran bosques o sus etapas seriales, en monocultivos, creando espacios totalmente ajenos a las comunidades rurales donde se implantaban. Usualmente la imposición del pinar acabó con la ganadería de cabras, ovejas y abejas, con las majadas y aldehuelas, dando la puntilla a muchos pueblos donde ya había empezado el éxodo rural.


Laderas irrecuperables por varias generaciones tras el incendio del pinar

            Con los 70’, tras la pérdida de uso y habitabilidad, el monte empieza a dar los primeros dineros y jornales, se explota la madera y se crean puntos de recogida de resina. Es lamentable recordar el caso de pueblos que precisamente antes de sus fiestas patronales, sufrían incendios, para que los mozos tuvieran dinero extra para el gasto festivo. Pero esa bonanza no duraría mucho, a partir de aquí los montes dejaron de ser rentables, aunque diesen algunos jornales.


Al pie de Sierra Morena y Montes de Toledo se ha repoblado con pinares de piñonero, pero no son de producción piñonera como los del sur del Duero

        A partir de los 80’se produce la debacle de los montes españoles, el éxodo rural está en su cenit, los montes han perdido mucha de su rentabilidad por la bajada de precios de la madera y la sustitución de la resina por productos sintéticos más baratos. La población se ha desligado de su monte que apenas se mantiene, los caminos están abandonados y apenas hay ganado que antes limpiaba el monte. Es el momento perfecto para los grandes incendios forestales de los 80’ y 90’. Auténtico "Atila" de la naturaleza española, toneladas de CO2 al aire. azote para suelos y pantanos, y la cantinela más triste del verano.

Pinos salgareños casi muertos por la plaga de procesionarias, finalmente la mayoría se recuperan

            El areal de los pinares ahora es tan enorme debido a su cultivo que es difícil discernir su verdadera naturalidad, en los pinos más exigentes (albar, salgareño y negro) está clara su naturalidad a pesar de la expansión artificial de los dos primeros, tanto en nuevos territorios, como en áreas inferiores a las de sus bosques naturales.

Los últimos restos de los pinares naturales de la cara sur de la Cantábrica, el pinar de Lillo

El pino carrasco (Pinus halepensis) es propio del levante y sureste por debajo de los 800m. pero más dificil es discernir su naturalidad en áreas interiores como los pies del Sistema Ibérico (Cuenca, Guadalajara y Zaragoza) o incluso en los yesos madrileños de Villamanrique, aunque el cortejo florístico y sucesional en algunos casos apuesta por su naturalidad. Tolera bien la sequía y los suelos pobres como yesos y margas. En muchas áreas del sureste es la única vegetación arbórea y tiene potencial creador de suelos y de abrir el abanico vegetacional.


Pinos carrascos abatidos por el viento marino; otros pinos "marítimos" son el resinero de las costas del noroeste y el piñonero del suroeste.

El pino resinero (Pinus pinaster), también negral o rodeno, a pesar de ser el más pirófilo, ha tenido una expansión exponencial, ya sea por plantación directa o por el maltrato de los suelos forestales, (uso de maquinaria pesada en el campo, apertura de pistas, infraestructuras, abandono de cultivos, incendios, etc.), pues las posteriores secuelas erosivas, dejan disponible un suelo des-estructurado y roto, ideal para su colonización por este tipo de pino, pues este tipo de medios inestables y arenizados son su auténtico nicho natural y es ahí donde se debería utilizar para asentar suelos e impedir avenidas. Se baraja una raza del NW (subsp. atlantica), otra centroibérica (subsp. pinaster) y otra dolomítica bética (subsp. acutisquama).


Carlos fotografiando pinos antiguamente trabajados por los resineros en un campo de bolos torrenciales

El pino piñonero (Pinus pinea), por dar piñones de buen tamaño, ha sido tan propagado desde la antigüedad que hoy no se sabe de seguro si es ibérico autóctono, aunque sí lo fue en un pasado cercano, como ocurre también con el otro pino español, el pino canario que en la actualidad solo es macaronésico. Es de zonas térmicas y arenosas, aunque puede aguantar el frio de los arenales del sur del Duero, de donde procede la mayor producción mundial de piñones. Combina bien con la encina dando un monte abierto y variado aunque apenas sin valor comercial.

El pino piñonero es uno de los más queridos por el agricultor

            El pino albar (Pinus sylvestris), de alto fuste anaranjado por arriba, requiere más agua que el salgareño y la misma o más continentalidad, por lo que forma el pinar más montano (a excepción de P. uncinata); tiene la aguja pequeña y por ello bajo su dosel prospera bien todo tipo de vida vegetal. Es el pino más cotizado por las madereras, más por su calidad que por su rapidez de crecimiento. Favorecido por el hombre frente a robles y hayas. Tiene varias razas ibéricas dado el aislamiento de las distintas poblaciones. Es el pino que alcanza las mayores alturas ibéricas, tanto en suelos básicos como ácidos. A pesar de las repoblaciones, estuvo más extendido geográficamente que hoy en día, incluso en todas las altas sierras andaluzas del sureste. Con potencial en todas los grandes brezales y arbustedas de las montañas del sur de la Cantábrica, sierras gredenses y altas parameras castellanas.

Los pinares de Valsaín y Peñalara son una de las mejores masas forestales ibéricas

            El pino salgareño (Pinus nigra), también laricio, doncel o cascalbo, es propio de las montañas calizas de interior, aunque también aparece en los granitos del Sistema Central. Es el pino ibérico más longevo, con ejemplares con nombre propio en numerosas sierras, aunque no llega a tanta altitud como el silvestre. Es el símbolo de Cazorla y la Ibérica; en su límite altitudinal, la mezcla con el pino albar es habitual. Combina la tolerancia con el resto de flora del pino albar con una mayor resistencia a la sequía, tiene aún un gran potencial en toda la ibérica, Sistema Central (donde es residual), y las alturas de las sierras calizas andaluzas.


            El pino negro (Pinus uncinata) es el más alpino de todos, crece en lugares tan duros que su pinar es poco denso; es pirenaico con un par de localidades en Gúdar y Demanda (Sistema Ibérico), no es de uso en repoblaciones por su especificidad ecológica e hibrida con facilidad con el albar.


Últimos silvestres entre los menos exigentes resineros en sierras deforestadas por quemas de piornal, un tipo de incendio no veraniego, y que por lo tanto, pasa desapercibido para los medios y autoridades.

            La explotación económica de los pinares ha cambiado radicalmente respecto a las pasadas previsiones de la mitad del siglo pasado, (salvo en el Sistema Central e Ibérica soriano-turolense), ahora los pinares, a parte de haber sustituido a otros tipos de bosque o matorral, han dejado de ser productivos. Salvo el pino silvestre y algo el laricio (menos expandidos), la madera, mermada en su valor, se destina a aglomerados; la industria resinera ha desaparecido; los jornales del campo se han esfumado debido a la mecanización de las tareas; y por otra parte, han crecido exponencialmente las partidas de la lucha contra el fuego, dándose casos  paradójicos de haber fuegos provocados para que se gaste más en su extinción.


Sobre yesos se ha repoblado con pino carrasco, pero requiere una labor de subsolado que destroza el monte

            Por contra ha aumentado la demanda de madera de leña, que no es producida por los pinos; la necesidad de controlar la retención de humedad por los suelos en las cabeceras hídricas de las cuencas mediterráneas; los aprovechamientos variados del monte: cinegéticos, micológicos, apícolas, recreativos, etc. que mayormente se dan en los otros tipos de bosque. Se ha perdido la oportunidad de la reforestación de tierras agrícolas, donde, a pesar de bastante autóctona, se ha repoblado mucho con pinos en áreas que nunca los han tenido. Incluso, muy a menudo, se ha repoblado desbrozando encinar y bosque autóctono en expansión natural.


El único pinar auténticamente natural de Gredos desapareció por la incompetencia  y el miedo de los técnicos en el terrible incendio de Arenas de San Pedro, iniciado a 15km.

            Por todo y pensando en el futuro y en un supuesto cambio del clima en ciernes, es absolutamente necesario llevar respecto a nuestros montes, una auténtica política de estado, totalmente seria, comprometida y ecológicamente solvente, planteada a largo plazo y pensando en las futuras necesidades perentorias, como la conservación y limpieza de las aguas, el mantenimiento y calidad de vida de la población rural y por ende de los urbanitas, camperos vacacionales o simples “respirantes”.


A algún ingeniero "lumbreras" se le ocurrió repoblar pinos en medio de una de las escasas poblaciones de roble alto-cantábrico, Quercus orocantabricus. No es una mala elección, pero hay miles de has. de brezal baldío para hacerlo.

         Ya no son tiempos de jugársela a una sola carta, la variedad y el respeto, a las personas, a las otras especies, al bosque y a la atmósfera, es algo que no puede ser relegado por planteamientos economicistas, planteados normalmente a corto plazo, sin contar ni valorar todas las variables y, muy a menudo, con las cartas marcadas para que alguien, en particular, gane con ello. 

El Bajo Jarama en Invierno

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         El río Jarama es uno de los mayores ríos del centro peninsular, hace años era tan temido que ningún municipio se asentó en sus orillas. Su fama no era figurada, en su haber contaba con un exceso de cadáveres que pocos ríos se pueden adjudicar. Sus riadas eran famosas al igual que sus cambios en el cauce, con sus nuevos meandros, con su socavamiento de paredes y con sus salvajes avenidas.

Playa de cantos de todo tipo de procedencias con su vegetación asociada (Andryala ragusina, Scrophularia canina, Sedum album, Alkanna, etc.)

            En los últimos años su cauce está tan regulado, sus orillas tan explotadas, sus aguas tan usadas, aprovechadas y contaminadas que ha perdido el carácter salvaje e impredecible que siempre le caracterizó. Pero ahí está y en cualquier momento puede volver a demostrar el tipo de río que siempre ha sido y este año y otros más, ha estado a punto de demostrarlo.


             A mitad de siglo pasado se estimó que en su cuenca media-baja, se encontraban las mayores reservas europeas de gravas y cantos, por lo que ha sido un río de terrazas super-explotadas para la extracción de áridos, dejando como buen recuerdo, en muchos casos, unas lagunas que pronto han sido ocupadas por una naturaleza desbordante. 

Lagunas de graveras como las del Picón de los Conejos jalonan su curso bajo, es el Parque Natural del Sureste madrileño

      En otros casos han servido para tapar las vergüenzas madrileñas, lagunas escombreras, lagunas hiper-contaminadas como la "del Aceite" que continúa siendo la otra gran vergüenza de las autoridades medioambientales de la Comunidad madrileña, después del espectacular destrozo de Centro de Transportes de Coslada, donde se arrasó su única y privilegiada vegetación. Esta laguna es un verdadero cóctel explosivo de todo tipo de sustancias químicamente peligrosas; también hay alguna llena de automóviles.

Laguna de El Campillo al atardecer invernal

            El río Jarama tiene una cuenca enorme al recibir a grandes e importantes tributarios como son el río Lozoya, el Manzanares, el Tajuña y el río Henares, que prácticamente viene de Soria, por eso no es nada extraño el poderío de este río que desde hace muchos años, parece que en lugar de desembocar en el Tajo, cerca de Aranjuez, es éste quien desemboca en el Jarama.


1946
1956
Duras variaciones del Jarama en lo que hoy es la laguna de Campillo, inexistente en esos años. Abajo-izquierda, el famoso puente de Arganda

         La cuenca del Henares es tan variada que en sus orillas se pueden encontrar todos los materiales pétreos posibles en la península, los granitos y esquistos del Guadarrama, las pizarras y cuarcitas de Ayllón, las calizas de Valdelaguna, los yesos rojos de Uceda, los alabastros de Jadraque, sílex, etc., por no hablar de los deleznables materiales de las zonas bajas que más que ser arrastrados, son disueltos por el agua, como arcillas, sales y yesos.


          La parte baja del río atraviesa los yesos del sureste madrileño, material muy deleznable y que el río, a lo largo de su historia se ha encargado de ir erosionándolo y hacer retranquear sus impresionantes cantiles que es una morfología típica de estos yesos masivos y fallados.

Este impresionante desprendimiento hizo cambiar el lineal curso del Jarama para rodearlo

             Las paredes van retrocediendo, no como paredes inclinadas que van perdiendo poco a poco su verticalidad, sino por una sucesión de derrumbes paralelos a esa paredes, de las que se van separando paquetes generados por fisuras de descompresión  que crean planos que se van agrandando por disolución hasta inestabilizar el paquete rocoso y provocar un gran desprendimiento. Son las llamadas “fallas panameñas”, a similitud de las que se produjeron en las obras de construcción del Canal de Panamá y que provocaron la muerte de demasiados obreros.

Nacedero a media pared de un cantil yesífero

            La zona que describo aquí, es una zona intermedia en estos cantiles yesíferos y, afortunadamente, todavía goza de una naturaleza privilegiada a pesar de la cercanía de la gran urbe madrileña y podría ser todavía mejor de haberse cuidado con un mínimo de atención y consideración, cosa que las autoridades ambientales madrileñas desconocen por completo, a pesar de tenerla protegida, solo "sobre el papel" como Parque Natural del Sureste.

Rincones inusitados de la naturaleza centro ibérica

      Ha sido lamentable está época reciente que ha traído, necesariamente, una crisis que mejor  hubiese llegado un par de años antes, para que haber cortado antes esa orgía constructora y destructora que ha llenado esta región de proyectos urbanísticos sobre-dimensionados, ahora vacíos, o de infraestructuras como autopistas sin viajeros y otras que parecen ser el futuro del sureste de Madrid, como son los grandes complejos para la destrucción (ahora lo llaman "valorización") de todo tipo de basuras.

Un cañal en cascada sobre el río

            El bosque galería del Jarama, salvado en muchos casos gracias a estos cantiles, su topografía y sus derrumbes, es un ecosistema completo, con una rica gama vegetal y animal, quizás bastante transformada, pero de una riqueza impensable, y quizás de las mejores representaciones ribereñas de  todo el centro peninsular.


         Los bosques de la unión del Jarama con el Henares, el Jarama ripense, las lagunas del Porcal, el soto de las Juntas y la presa del Rey, el Manzanares final, el soto de Bayona, son de las mejores muestras de la naturaleza madrileña. Ecosistema ripario que unido al aljezar, las áreas salinas y los encinares de las zonas bajas madrileñas forman un conjunto que rivaliza y gana en biodiversidad a la más considerada, sierra madrileña.

Ribera y espartal, ausencia y abundancia acuática en unos pocos metros

            El invierno y los albores de la primavera, son una de las mejores épocas para apreciar la naturaleza de estos pagos. Los sucesivos estados de las yemas de los árboles dan diferentes tonalidades a las distintas masas boscosas. Pronto empiezan a desarrollarse y abrir sus amentos, que cambian el aspecto de estos lugares, incluso, cuando se producen las semillas, que muchos toman por pólenes, el interior del bosque se llena, como de una brillante neblina que se queda enganchada a ramas y hojas, creando un ambiente casi onírico

Bosque, con megaforbios, con una luz especial, lleno de la borra de los álamos

            Esta época de frío da más oportunidades de ver su fauna, que cada día es más variada e incluso anacrónica.  Veo que cada vez hay más jabalíes, ya he visto varias veces a los mapaches, no sé quién sería el “iluminado” que soltó o dejó escapar algunos de ellos, pero ahora son un peligro para todos los animales del bosque, incluso para las muy escasas nutrias que llegan a la zona. La primera vez que vi uno me quedé asombrado de su tamaño.

Bando de ciguieñas en el cercano Manzanares que a diferencia del Jarama, es arenoso y lleno de fresnedas

         Mucho más facil de observar es su vida ornítica, donde destacan las grandes concentraciones de aves; notoria por la abundancia de lagunas y riberas y potenciada hasta la exageración, por la cercanía del gran basurero madrileño de Valdemingómez, hacia o desde donde parten a sus dormideros legiones de garcillas, cigueñas o gaviotas.


            La vegetación también se encuentra bastante modificada, en la ribera es fácil encontrar especies exóticas, como ailantos, olmos siberianos, negundos, sauces llorones, acacias o melias. La vegetación nitrófila campa a sus anchas, aunque también es propia de esta ecología de excesos de materia orgánica y crecidas que mueven y nitrifican las orillas.

La extraña flor del aro Arum italicum en lo más umbroso del bosque de ribera

          Los árboles más comunes, tras la debacle de los olmos, son los sauces, los álamos negros y blancos y los tarays, de los que la mayoría, al contrario de lo que dicen los libros, son Tamarix mascatense y T. matritensis, y no T. gallica. (en un par de meses Dario Melia y cía, tendrán, por fin, certeramente identificados todos los tarays de la vega del Jarama y alrededores). Ya menos abundantes son los olmos, saúcos y unos pocos alisos.

La flor del taray es uno de sus pocos y difíciles rasgos identificativos de cada especie

          De gran importancia es la vegetación lianoide y la orla espinosa de este bosque, por eso es una ventaja poder andar en esta época del años sin su barrera. Aquí abundan altas esparragueras, zarzas, parras, calistegias, nuezas, lúpulo y el extraño y termófilo Cynanchum acutum.

Selva de lúpulo, zarzas, rosales y calistegias, bajo el dosel arbóreo ribereño

La especial flora de los volcanes del Campo de Calatrava en Ciudad Real

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           Poca  gente sabe que en el interior peninsular tenemos una región volcánica, quizás porque no alcanza el concepto “estromboliano” que la gente tiene de los volcanes. Supongo que a los que vieron “Al Este de Java” los volcanes calatraveños no les parecerán volcanes, comparados con esa televisiva imagen,  sino unos cerros como los demás. Quizás, en apariencia sea lo cierto, pero geológica y botánicamente son otro cantar.

Las gramíneas, en este caso Stipa capensis, son las dominantes en los volcanes calatravos

                Los volcanes del Campo de Calatrava no destacan demasiado en el paisaje y tampoco lo hacen frente a los vecinos e intercalados montes cuarcíticos, en esta región española que tiene la característica física de mezclar casi a partes iguales la llanura caliza manchega, las serretas cuarcíticas y las formas volcánicas.



              Pero el hombre desde la antigüedad si que ha valorado la fertilidad de los suelos volcánicos, dándose la estadística de que en esta región aparezcan el doble de pueblos que en la vecina Mancha, al oriente sobre suelos calizos, y el cuádruple que en la comarca de Los Montes, a occidente sobre sustratos ácidos paleozoicos.


La disyunción columnar de los basaltos se muestra en superficie como este basto enlosado

                Esta arcaica ocupación agro-ganadera intensiva de los suelos volcánicos ha llevado a que estos paisajes, hace tiempo que hayan perdido su naturalidad, encontrándose, casi siempre, totalmente transformados por el hombre que también ha hecho un aprovechamiento minero intensivo de ellos. Por eso, hoy en día, solo es posible encontrar buenas áreas volcánicas relativamente bien conservadas, en áreas marginales y enclaves entre montuosas áreas silíceas.


Todo son coladas procedentes del Manoteras o Morro del Arzollar, volcán iluminado por el sol

              Otras peculiaridad, volcánica y ecológica, son las lagunas o navas de origen volcánico. No son calderas volcánicas ocupadas por una laguna, sino hondonadas producidas de forma explosiva en lugares puntuales  en que un acuífero subterráneo  entró en contacto con el calor magmático inferior, calentándose hasta producir una explosión que lanzó todo el material supra-yacente al cielo; son los “maares” y en el Campo de Calatrava muestran su mayor extensión y variedad mundial, creando unas especiales y variadas lagunas, que a pesar del maltrato secular al que han sido sometidas, en estos últimos años de bonanza hídrica, están mostrándose como aquellos paraísos ecológicos que en su día debieron ser.


Maar de Fuentillezgo o la Posadilla lleno de agua

                Pero no voy a hablar de la también peculiar flora ligada a estas lagunas, sino de la relacionada con los volcanes, sus coladas de lava y áreas adyacentes. Hace algún tiempo, un grupo de botánicos dictaminó, tras varias excursiones, que no existía una especial vegetación volcánica en el Campo de Calatrava, a pesar de haber herborizado algunas plantas que declaraban como novedades provinciales o manchegas. En esta entrada quiero demostrar absolutamente todo lo contrario y mostrar el gran alcance, valor y especificidad de la vegetación de los volcanes calatraveños.


Erodium primulaceum, corriente, pero con una floración totalmente explosiva sobre las coladas de lava

                Como he dicho antes, estos terrenos son especialmente fértiles, hasta el punto que las zonas más pedregosas, si no son demasiado abruptas, también se han cultivado, incluso en las faldas de un pedregoso volcán, se asienta "Piedrabuena". Casi ninguna zona de lava ha escapado al cultivo o a un pastoreo intensivo y para colmo, esta área volcánica está fragmentada en diferentes núcleos, mayores o menores, a veces muy distantes de su centro. 


Los pastizales reúnen la mayoría de las joyas botánicas de este territorio

                 Estas áreas más distales, pequeñas islas en un mar silíceo, apenas difieren mucho en vegetación con sus áreas vecinas, mostrando más significado las notorias ausencias (como los distintos tipos de jaras) o abundancias (cornicabras, almendros y acebuches), que su flora propia.


             Florísticamente predominan las gramíneas y terófitos, de forma abusiva sobre el resto. Esto se puede deber a su aprovechamiento secular e intensivo y a su especial litología, pues la alteración de las lavas, produce arcillas que captan el agua hinchándose y encongiéndose rápidamente al secarse, creando grietas de retracción y una gran movilidad de gravas y bloques.

Bolo basáltico alterándose en capas de cebolla

              En muy poco tiempo se puede pasar de la abundancia, a una sequía severa y las plantas tienen que adaptarse, predominando las plantas de carácter sureño, plantas más andaluzas que manchegas. También el magnesio y el carácter de básico a ultrabásico de los suelos contribuye a la especificidad de la flora.


En algún volcán destaca la abundancia de higueras rupícolas

               En lo arbóreo destaca la abundancia del allozo o almendro silvestre, tanto que hace plantearse si no se trata realmente de un árbol autóctono, recibiendo el topónimo de arzollar numerosos cerros volcánicos. La termicidad aludida se muestra en la abundancia de acebuches, dándose, en los enclaves más occidentales, un fuerte contraste con los contiguos encinares carentes de ellos, en lo no volcánico; también son comunes los higuerales en situaciones casi rupícolas.


Acebuches y almendros en las cimas de algunos volcanes

           No soy un buen botánico, no suelo entrar en subespecies o plantas de difícil determinación, más bien siempre me ha llamado siempre la atención, las diferentes especies por su belleza y por eso quiero mostrar aquí estas plantas de auténtico escándalo, incluso por su tamaño; algunas de ellas teóricamente “inexistentes en Castilla la Mancha” y otras “novedades provinciales”.


De impresionante tamaño, el Allium nigrum es una joya de la región

              Todas ellas son plantas muy escasas, tanto que me niego a recolectarlas para ningún herbario para no poner ninguna de ellas en riesgo por mi científica culpa, aunque un amigo mío y magnífico botánico (D.S.M.), me suele decir que si no meto la planta en un herbario, a los ojos de la ciencia, es como si no existiese.

Las plantas volcánicas más destacables son:

-          El ajo negro, Allium nigrum, no está citada en CLM, aparece en vaguadas y laderas bajas de los volcanes, es una planta enorme, contundente y llamativa, tanto por su porte y floración, como por sus persistentes frutos. De una belleza y tamaño que me extraña no haya sido descrita mucho tiempo atrás en CLM.


Allium nigrum

-          El gladiolo grande, Gladiolus italicus, es parecido al otro gladiolo, pero mayor y de flores dísticas. Aparece en bordes de arroyos de laderas volcánicas, el medio más demandado por su producción hortícola, apareciendo marginalmente en bordes de fincas y arroyos. A pesar de su tamaño y resistencia, incluso de su muy puntual abundancia, un par de pasadas de arado pueden acabar con su presencia en CLM, donde creo es la primera cita tras Albacete.

Gladiolus itallicus


-          El geranio malva, Geranium malviflorum, es muy escaso, aparece en coscojares al pie de las laderas volcánicas, vuelve a aparecer en las faldas de Sierra Morena y luego en Extremadura y Andalucía. Lo cité hace años como novedad en CLM.

Geranium malviflorum

-          Onosma tricerosperma, es una planta rarísima, relacionada con las montañas béticas, muy escasa y cercana a la extinción, pues solo hay dos localidades en volcanes de Ciudad Real, con una o dos plantas cada una, y en una de ellas ya no la localizo, esperemos que no la haya recolectado ningún aficionado a la botánica.

Onosma  tricherosperma

-          Geropogon hybridum, bella flor estrellada que si aparece citada en Ciudad Real, pero que yo solo he visto en volcanes o en su inmediata vecindad sobre calizas, también existe en las margas de Toledo.

Geropogon hybridum

-          Cynoglossum clandestinum, especie muy poco corriente frente a las otras más comunes de este género, solo se tiene una cita provincial y manchega, apareciendo exclusivamente en estos volcanes.

Cynoglossum clandestinum

-          Cardillo manchado, Scolymus maculatus, poco corriente en CLM y sin citar en Ciudad Real y probablemente en CLM, es de terrenos más cálidos como la costa mediterránea y Andalucía. En algún volcán es muy abundante.

Scolymus maculatus

-          Azafrán amarillo, Sternbergia colchiciflora, aparece en las zonas yesosas y margosas de CLM, pero en Ciudad Real no está citada, apareciendo solamente sobre coladas de lava. También aparece su congénere S. lutea, pero se trata de una planta más naturalizada que natural.

Sternbergia colchiciflora

-          Hay otras dos plantas, Teucrium spinosum y Senecio sylvaticus que son únicas citas provinciales, ambas de carácter nitrófilo, la primera de charcos efímeros entre cultivos y la segunda relacionada (por mí), con lugares nitrificados por las aves.


A finales de febrero perduran las últimas flores de los lirios pero aún no han florecido los geranios malva

Aparte de estas dos últimas y las que, seguro,  nos deparará el futuro, destacan poderosamente las floraciones que ya tengo bien documentadas en este blog: el lirio de invierno (Iris planifolia), que solo aparece en los volcanes o en su inmediata vecindad, y el que llamo geranio de los volcanes (Erodium primulaceum), común en otros medios pero aquí absolutamente masivo en las áreas pastoreadas por ovejas. Ambos muestran floraciones espectaculares, a primeros de año el lirio y a primeros de marzo el geranio.

Cima de un volcán calatraveño cubierto de lirios a primeros de febrero


                Todas estas plantas no son exclusivas de los volcanes calatraveños, pero curiosamente, en la región solamente aparecen sobre ellos y para buscar a sus vecinos más inmediatos a veces habría que viajar a cientos de kilómetros. 


Macizo del estrellado  Geropogon hybridum

           Esta flora se encuentra muy amenazada, pues aparte de su escasez, del aprovechamiento agrícola o de la minería, ni siquiera figuran en la Directiva Hátitats por ausencia de estudios científicos que determinen una valía y exclusividad que aún ningún botánico ha sentado, pero que solamente con ver las imágenes de esta entrada, creo haber dejado claro que se trata de algo absolutamente especial y en verdadero riesgo.


Macizo de Glaciolus italicus compitiendo con los huertos y cultivos

                Estoy muy al día de lo ocurrido en el CTC de Coslada con una gran cantidad de plantas únicas, extinguidas en masa gracias al celo en conseguirlo mostrado por las “autoridades” madrileñas. Es curioso, la especifidad de ese lugar consistía en la abundancia de magnesio en sus arcillas verdes; una abundancia cuyo origen, los científicos han sido incapaces de demostrar y echaban de menos una zona volcánica cercana que lo produjera. Aquí en el Campo de Calatrava sí tenemos esa fuente de magnesio volcánico y, por lógica, las coincidencias florísticas con esa excepcional flora genuinamente madrileña y casi extinguida, son más que  notorias.

Ladera cubierta de espartal y Ballota nigra en el Cerro Gordo

                En el caso madrileño quisimos recurrir a Europa para que parasen la enorme tropelía que se estaba cometiendo delante de nuestras narices con total descaro, pero la contestación fue que esa no era un área protegida porque no estaba catalogada como Hábitat prioritario en la directiva comunitaria. Ese buen botánico que menciono antes, intentó trasponer la normativa valenciana de Microrreservas a Madrid, pero las autoridades han sido más diligentes en su empeño de hacer desaparecer la vegetación del CTC de Coslada.


Explosión intempestiva del geranio de los volcanes Erodium primulaceum a pesar de la sequía

              Espero que esta entrada sirva para llamar la atención sobre unas pocas localidades que tienen una flora que se sale de lo común en La Mancha, que testifica la singularidad de una vegetación relacionada con los infra-valorados volcanes del Campo de Calatrava y que sirva para proteger la vegetación de una pequeña zona manchega que está perdiendo sus últimos efectivos frente a una agricultura que ya se comió casi todas las laguna y llanuras de inundación y que ahora está acabando con los escasos arroyos de los volcanes calatraveños y también, con una minería que está devorando sus volcanes.

Una explotación minera devorando el volcán de la Yezosa en Almagro, bajo un arzollar

     Pero seamos optimistas, el Guadiana y las llanuras de inundación, así como todas las lagunas, están viviendo un momento de oro, llenas de agua y de una vida excepcional, que probablemente sea reconocida en forma de un futuro Parque Natural de las Lagunas Volcánicas del Campo de Calatrava.


Iris planifolia

      Yo sigo aquí en mi empeño, clamando por un Parque Nacional del Guadiana, que desde sus Ojos llegue hasta el límite con Extremadura, reuniendo a su alrededor todos esos entornos únicos como volcanes, llanuras de inundación, lagunas y esos enclaves cercanos con una vegetación única: bonales, robledales, quejigares, murtedas, alisedas, abedulares, riberas del Guadiana, Bullaque y Bullaquejo y un largo etcétera. Pero de momento aquí he señalado las plantas menos comunes y características de una vegetación exclusiva que merece sin duda ser considerada como Hábitat prioritario, por su singularidad y por su peligro de desaparición.

Posdata: Como me temía, el 95% de la población de gladiolos han desaparecido por el arado de esa propiedad que llevaba varios años sin hacerlo. También meses adelante, en volcanes calatraveños encontré dos especies nuevas: la alcaparra Capparis spinosa y la invasora Abutilon theophrasti.


Los Bonales de la Puebla de Don Rodrigo

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Hoy me ha invitado Valentín a dar una  vuelta por los bonales de su pueblo, los famosos bonales de Puebla de Don Rodrigo, cuyas mejores representaciones están protegidas bajo la figura de Microrreservas, algunos desde 2002 y otros con  posterioridad. Una figura de protección idónea para pequeñas y delicadas áreas con valores de gran importancia ecológica, no  solo a nivel local, sino nacional.

Teucrium fruticans recordándonos que estamos casi fuera de la meseta por el sur

Los bonales son pequeños pero completos ecosistemas hídricos debidos a la aparición de manantiales en la base de algunas laderas con  una  interesantísima vegetación  asociada a ellos. Son islas verdes en medio del secorro monte mediterráneo, con una  vegetación que incluso escasamente, encontraremos en la cornisa cántabro-pirenaica o en las cumbres del Sistema Central e Ibérico. Manifestando muchas especies las localidades más meridionales de su área de distribución.


Un arroyo pletórico de helechos reales

Los bonales son un ecosistema peculiar y representativo de la naturaleza en buen  estado de conservación del oeste de Ciudad Real, desde los Montes de Toledo hasta Sierra Morena, donde en los últimos decenios, su declive parece  inexorable. Son más abundantes en la zona central, a medio camino entre los dos macizos y en  sus confines occidentales, los más lluviosos al marcar un pequeño, pero pluviométricamente importante, escalón entre la penillanura extremeña y la sub-meseta manchega.

Serapias parviflora, una de la numerosas orquídeas de los bonales

Esta bonanza en  aguas, también ha sido la causa de su transformación o desaparición, a la vez que  punto vital, para el asentamiento del hombre en el territorio. Casi  se podría decir que la totalidad de los pueblos y aldeas de los Montes de Ciudad Real han tenido su origen en un bonal, incluso algunos asentamientos poseen este topónimo.

La extraña orquídea Limodorum abortivum en el quejigar cercano a un bonal

Valentín, buen experto en orquídeas y mayor aún en  setas, conoce todo este territorio al dedillo, él y sus compañeros y amigos del pueblo, a tiempo completo o parcial, tienen el buen juicio de valorar y apreciar las cosas buenas del campo; salen juntos siempre que pueden, a setas, a espárragos, a ver plantas poco comunes o a bañarse en las tablas del Guadiana y disfrutan su campo como en pocos pueblos he visto. Siempre que pueden quedan, se organizan, hacen una ruta por el monte o cerca del río y pocas cosas escapan a su curiosidad.

Escudriñando  el terreno en el borde de un manantial

Hace tiempo que ando detrás de una  orquídea muy rara, la Serapias perez-chiscanoi o serapia verde, Valentín me comentó que el cree haberla visto por estos bonales y vamos a echar un  vistazo y, de paso, ver si  han salido boletos. Nos  dirigimos a raña Maleta, una raña (las llanas y poco inclinadas peanas de las serretas de cuarcitas, formada por angulosos bloques de cuarcitas empastados en  una  matriz de arcillas y limos rojizos), con varios de los más célebres bonales de La Puebla.

Para Valentín estas láminas reticuladas lo identifican rápido: Polyporus arcularius

Ya de camino, para abrir boca, en uno de los arroyos iniciales se ven mirtos (Myrtus communis) algo recomidos por la caza y el ganado.  Los bonales se ven con claridad, porque al estar vallados, para protegerlos del pastoreo, se resalta el contraste entre esas zonas de lozana vegetación natural y los cultivados o pastoreados terrenos exteriores.

Una gran pasarela rodea una de las vejigas de un bonal

Al atravesarlos veo que la vegetación arbustiva está en un buen momento, destacando la escandalosa floración, porque nunca había visto tanta aulaga ratera (Genista anglica), ni tan alta, ni tan florida, aunque quienes dominan son los brezos, en una  amplia gama, aunque ya pasados los brezos blancos y los de arroyo (Erica arbórea, E. lusitanica y E. scoparia), empiezan a florecer los de turbera (Erica  tetralix).


La vegetación de los bonales varía mucho según su estado de conservación, de si han  sido  manejados para sacarles agua para algún abrevadero o para regar huertos, de si se encuentran muy pastoreados o si han sido levantados y arados; malgastados en una poco productiva superficie que se anega siempre que llueve algo más de lo normal. Del ganado o de la caza se protegen ellos solos pues siempre a su alrededor crece una espesa orla espinosa de zarzales, rosales y espinos, en muchos casos impenetrable.

Anthericum baeticum, una blanca joyita del borde de algunos bonales

Esa vegetación que los coloniza varía en función de la cercanía al agua, a su constancia y régimen, desde aguas quietas o “estagnantes” a corrientes. El monte mediterráneo de encinas, quejigos o alcornoques, en su transición comienza a llenarse de brezos, luego se hace demasiado húmedo para quercíneas, a no ser algunos quejigos, hay más madroños, algunos hediondos, como llaman aquí al arranclán (Frangula alnus), zarzas y helechos.


El brezo de turbera Erica tetralix

El paso a la vegetación más  propia del humedal llega por la mayor abundancia de hediondos  y sauces, aunque en los mejor conservados aparece el fragante arrayán de pantano o mirto de Bravante, un arbusto que podría tener una de sus mejores representaciones mundiales aquí, en el oeste de Ciudad Real. Este bello arbusto posee, para mi gusto, uno de los mejores aromas que jamás he olido. En las pocas zonas de centro-europa donde existe, un uso tradicional suyo es el de aromatizar la cerveza.

El arrayán de pantano o mirto de Bravante (Myrica gale)

El paso siguiente ya es la turbera, áreas cercanas al nacedero, cargadas de agua retenida por musgos y unos suelos formados por materia orgánica sin terminar de descomponerse. Aquí ya escasean los arbustos, quedando solo los especialistas en estos medios, como la genista ratera Genista anglica, el brezo de turbera Erica tetralix, y otra genista, más herbácea que arbustiva, la Genista tinctorea.

Las macollas más verdes son Carex lusitanica y las verde-grisáceas Molinia caerulea

En lo herbáceo, y con las raíces en el barro, aparecen los pajonales o masegares, grandes macollas de gramíneas adaptadas a estas humedades, por un lado las molinias (Molinia caerulea), de largas hojas acintadas, con macollas que pueden elevarse hasta casi un  metro por encima del barro o del agua; y la parecida, pero mucho más  verde y vigorosa, la gran cárice, (Carex paniculata subsp. lusitanica), aunque en arroyos más protegidos y sombreados, se ve la enorme Carex pendula; bajo ellas, a veces, aparecen micro-céspedes floridos como los de Anagallis tenella o Scutellaria minor o las acuáticas Eleocharis sp.,Callitriche, juncos y nano-juncos. También, menos dominantes, aparecen otras gramíneas norteñas, como Dantonia decumbens y otras cárices como C. echinata, C. distachya, etc .


Los musgos Sphagnos son las esponjas del bonal

En los puntos iniciales del manantial cuando  el estado de conservación es bueno aparecen las verdaderas turberas, suelos siempre húmedos con las permanentemente empapadas esponjas de musgos esfagnos, a veces creciendo tan apretadamente entorno al manadero, que los hacen elevar el punto de salida de agua por obstruirlo lateralmente con su espeso crecimiento, creando lo que aquí llaman “vejigas”, las llamadas turberas altas, acumulaciones turbosas en forma de montículos que pueden superar los dos metros de altura, pudiendo ser funcionales hoy , aunque la mayoría son relictas o heredadas.


Una vejiga de más de dos metros de alto, roedeada de una alta pasarela como atracción de visitantes

En estas zonas de esfagnos rezumantes es donde aparecen los verdaderos especialistas del bonal (en otras zonas: tremedales, toyas o turberas), aquí aparecen las plantas carnívoras: la drosera Drosera rotundifolia y la grasilla portuguesa Pinguicola  lusitanica, el algodonoso Senecio helodes y también rarezas norteñas como Rhyncospora alba o los raros helechos Ophyoglossum e Isoetes. En las pequeñas pocillas y arroyos iniciales flotan las hojas de los Potamogetum polygonifolius.

Hace pocos días parecía una Serapia perez-chiscanoi pero es una S. lingua bastante clara

Esta vez no va a ser, unas serapias que hace una semana aparecían casi blancas, ahora se muestran más rojillas, no es la serapia verde sino la más común, Serapias lingua, muy abundantes y con una  buena gama de tonos y formas. También vemos, casi sin abrir alguna  Serapias parviflora, pero no hay nada de la otra, aunque algunos amigos de Valentín, me dicen, tras ver varias fotos, que sin duda la han visto, y que tarde o temprano, darán de nuevo con ella. 


 Serapias perez-chiscanoi era exclusivamente extremeña y solo de la cuenca del Guadiana norte, hace  unos años apareció una  población al oeste de Toledo, y el año pasado se encontró otra cerca del límite con Ciudad Real. Aquí solo tenemos noticias de Jesús Víctor García y María Jesús Fernández, que en el blog de Arroba, hace tiempo dieron noticias de su hallazgo y unas fotos magníficas.

La auténtica Serapias perez-chiscanoi ciudarrealeña, foto de Jesús Víctor García

Tras  un  repaso a los primeros bonales y ver un manantial de aguas casi calientes, bajamos por el bosque, se ven muchas plantas semi-parásitas, las grandes Orobanches o jopos, al poco me muestran un buen rodal de una orquídea también semi-parásita, el Limodorum abortivum de bellos tonos violáceos y flor sin terminar de abrir (abortada antes de abrir).


Jopos (Orobanche latisquama) bajo el quejigar

En medio de la sequía de esta primavera, Colombia canta el hallazgo de un boleto en buen estado, ese fue el único que apereció ese día y  casi en  todo el resto de seca primavera. Es un placer ir con gente primero, con tan  buena vista y, segundo, tan  conocedero de la naturaleza de su pueblo.


  
El único Boletus que he visto esta primavera

 Vimos una virutas en el suelo, en seguida, se buscó el nido de un pájaro carpintero, y además por los bordes con plumón pegado, ya me dijeron, que no hacía falta asomarse, que tenía pollos. Al poco rato, al remontar un arroyo, un nido y por el tamaño y el lugar, sin duda de azor.


Remontamos un arroyo que recogía el agua de varios bonales y vimos que tenía un alargado bonal de ladera, casi imposible de andar, con bastantes genistas rateras, brezo de turbera y mirto de Bravante. El arroyo también gozaba de un ambiente húmedo y  sombrío y  pudimos ver más mirtos y helecho real (Osmunda regalis) en abundancia y bellas rarezas como Anthericum baeticum .

Nido  de azor, como siempre, cerca de un arroyo

 Pero lo más valioso de estos vallejos es la gran biodiversidad que acumulan, incluso en lo arbóreo, aparecen  los alcornoques, quejigos encinas y algún roble, mezclando sus correspondientes cortejos, de arbustos (jaras, genisteas y brezos), junto con todo lo higrófilo de bonales y arroyos.


Al fondo tonos grises del brezo de turbera (Erica tetralix) entre amarillos de Genista anglica en un bonal de ladera

Pero también me contaron de algún buen bonal recién desaparecido para crear un charca contra incendios (obra del estado) o una raña entera, como ésta, cuyos bonales habían sido arados no hace muchos años. A pesar de ser un Hábitat Prioritario y tener casi toda su vegetación protegida sobre el papel, todavía hay muchos bonales sin inventariar, sin proteger. No hacen falta muchas vallas o prohibiciones, solo saber lo que se tiene, cuidarlo mínimamente e impedir que nadie los destruya. 
Los bonales son, como decía D. Salvador Rivas Goday, "Islas Atlánticas en un Mundo Mediterráneo".





Ruta por la Vegetación climácica de los Yesos

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Hace poco organicé con Darío, por fin, una ruta planteada varios años atrás, un paseo por una de las zonas mejor conservadas de los yesos de la cuenca  de Madrid. El aljezar (el yesar) aquí se encuentra en todo su esplendor, esas teóricas catenas que se explican en los libros aquí se ven claramente. A diferencia de otros lugares, aquí el yesar se muestra en toda su variedad, desde la más pelada costra de líquenes hasta espesos rodales de encinar.

Costra liquénica, espartos, jarillas y encinar de fondo

                Coincidimos unos cuantos aprendices de botánicos, algún bichero y tres blogueros (Javier, Juanjo y el que escribe), y la excursión, a pesar de estar curtidos en estos medios, no dejó de sorprendernos, incluso a  mí, que he venido varias veces a preparar la ruta. A pesar de los calores, de la logística y de las numerosas garrapatas que se abalanzaban sobre los que iban en cabeza haciéndoles acelerar el paso, con lo que acabamos en una marcha bicéfala, salió una ruta redonda en todos los aspectos.

Tras pasar estas orzagas y herbazales, muchos ya iban cargados de garrapatas

                 La ruta se realizó siguiendo un arroyo que va desde el estrato superior calizo que corona el mioceno de la llamada Cuenca de Madrid, hasta el río Tajo, de yesos ricos en sales y suelos aluviales. El plan inicial era continuar por la otra orilla, en tierras toledanas, para visitar alguna salina, pero ya era demasiado andar. A pesar de estar en Madrid, fue una excursión manchega, pues más de medio  Madrid, manque les  pese a algunos, es Mancha manchega.

Los yesares del otro lado del Tajo tienen otro aspecto, más salvaje y rojizo

        En esta región hay dos buenas representaciones de ecosistemas casi desaparecidos del resto de la comunidad madrileña, los encinares bien conservados sobre yesos y los albardinales. Sí hay encinares cercanos, pero mayoritariamente prosperan sobre materiales calizos, y el albardín (Lygeum spartum) si antaño fue abundante, hoy solo aparece de manera puntual y testimonial.

Probablemente el mayor albardinal (Lygeum spartum) madrileño

                Este año, a estas alturas, ya está todo achicharrado, pero aquí en los yesos, muchas de las plantas tienen carácter termófilo y esas, siempre florecen más tarde, así pasaba con unas de las plantes dominantes del jabunal, el tomillar gipsícola con jabuna (Gypsophilla struthium), las jarillas de los yesos, la llamada jarilla de escamas (Helianthemum squamatum) y la mayor y más térmica (H. syriacum); la retama de bolas está en su punto llenando de su fragancia alguno  de los tramos del camino.

Jarilla de hojas de lavanda (H. syriacum) derecha  y de escamas (H. squamatum) izquierda. 

                Para estudiar el aljezar, no es que haya que saber árabe, pero sí hay que mantener y no dejar que caigan en el olvido, la gran cantidad de palabras heredadas de nuestros mayores que se están perdiendo en medio de tanta modernidad y falta de aprecio por nuestros ecosistemas más cercanos. Fitotopónimos como: calaminar, albardinal, fenalar, sapinar, jabunal, atochar, arnachos, orzagal, jabunal, lastonar, almorchinar, etc., son formaciones vegetales presentes en el aljezar, y como dice Salvador Rivas-Martínez, en España hay más nombres de formaciones vegetales que de los mismos vegetales que las forman.

Ontinar (Artemisia herva-alba) abajo y atochar (Stipa tenacissima) arriba

               Comenzamos la  caminata dejando la vega, con huertos, sembrados y barbechos a mano derecha y el encinar, más o menos aclarado, a la izquierda; en algunas vaguadas la cobertura es casi total. A la sombra del encinar apenas crecen algunas lianas, esparragueras y algún jazminorro. Al otro lado, muchos  campos llevan varios años de barbecho y se van naturalizando; el arroyo apenas conserva vegetación riparia dado el ajustado aprovechamiento de los cultivos, aunque en algún momento aparecen restos de olmedas, tarayes y cañaveras de Arundo donax, para tutores y tomateras. Aguas abajo el arroyo se naturaliza, llenándose de orzagas (Atriplex halimmus) y tarays.

Costra, espartal, fenalar, orzagal y encinas sueltas en un valle sin transformar demasiado

                Surge con Javier la discusión de cuál es la clímax de los yesos, él no duda de un espeso bosque que iría de las olmedas del arroyo a los encinares y quejigares de las laderas. Para mí estaría muy cercana a lo que vemos, encinares más espesos en la umbría y dispersos en la solana, alternándose con coscojares y efedras; con albardinales en los vallejos, donde a más humedad aparecerían los orzagales seguidos de los tarayales (Tamarix canariensis), olmedas y quizás en las vaguadas casi endorreicas y meandros del valle principal, pequeños saladares con su vegetación halófila.

Espartales, albardinales abajo, encinares en umbría y jabunal-espartal en solana

La aridez, las sales y los venenosos sulfatos no dan para muchas alegrías forestales, aunque sí podría ser con suelos orgánicos, difíciles de conseguir y mantener. Por eso pienso que en su día el bosque sería más variado, más parecido al de cercanas áreas calizas, habría quejigos y algunos arces en las umbrías, y probablemente tendríamos un bosque mixto de encinas y pinos carrascos, con Juniperus de varios tipos (por esta región llegan a aparecer puntualmente J.thurifera, J. phoenicea y más común J. oxycedrus.

Encinar con un gran pino carrasco aislado, no lejos está el Pinar de la Encomienda

No hay que olvidar que estamos a poca distancia del Pinar de la Encomienda, donde aparte del pino aparecen casi todas las especies forestales y arbustivas de la región con un séquito que da fe de su naturalidad. Actualmente un alto porcentaje de todas las laderas del Tajo han sido y están  siendo repobladas con este pino, cuestionable, porque no suelen respetar el medio donde se implantan, a veces incluso levantan chaparras en progreso, al pasar el subsolado, que sirve para recoger más humedad para los plantones pero que destroza el monte, dejando casi de por vida, esos surcos y caballones en curvas de nivel.

Pinos colonizando poco a poco laderas, afortunadamente, sin roturar

La gente empieza a calentarse tras las lentitudes iniciales, el valle se va poniendo más salvaje y menos humano según bajamos. Vamos viendo todas las plantas de los yesos y sobre todo comenzamos a disfrutar con la  visión, casi marina, de los grandes albardinares llenando las amplias vaguadas que van a dar al arroyo principal. Antes era común, ahora casi todos los fondos de valle en comarcas yesíferas, son cultivos cerealísticos o de regadío, con sus arroyos convertidos en rayas.

Arriba el esparto y abajo, como un brazo de mar, el esparto fino o albardín

No falta el ambiente salino y de hecho van apareciendo sus protagonistas, vemos varias matitas de Plantago maritima, el escaso y “protegido” Lepidium cardamine. Este es un tipo de albardinal que Jesús Izco en su famoso y lamentablemente descatalogado “Madrid Verde”, daba casi por común, y para no contradecirle, apareció otra famosa “joyita” botánica madrileña, el Senecio auricula que seguro que los que deberían velar por su protección, probablemente no sepan que aún existe en esta Comunidad tan regañada con su naturaleza.

El albardinal salino completo: Lygeum spartum, seco Senecio auricula, abajo izquierda Lepidium cardamines 

      Este hallazgo no nos lo esperábamos  a pesar de estar “previsto” en un todo buen albardinal, otra interesante planta salina, junto con Suaeda splendesn fue la rastrera Frankenia pulverulenta.

Botánicos adorando la rastrera Frankenia pulverulenta como si del becerro de oro se tratase

Como nos hemos juntado un grupetto todoterreno, vamos viendo insectos, hongos, un lagarto que tras ver el par de perros decide subirse a un  alto olmo fané; al rato oímos un reiterado quejido, uno de los perros tiene entre sus fauces el cuello de un corcino, no se sabe quién tiene más susto, si el corzo o el perro al ver que le perseguimos para obligarle a soltar su presa.

Lagarto ocelado encaramado a lo alto de un olmo seco

          Afortunadamente el pobre corzo se largó saltando por la alta hierba a la espesura del arroyo. Otro disgusto fue ver recién atropellado a un eslizón, aún no he conseguido ver uno vivo, siempre los he visto como ahora, una lagartija de cristal, brillante y tornasolada, pero muerta.

Ephedra dystachia, ni tan fina como E. nebrodensis ni tan gruesa y gris como E. fragilis

En el recorrido vemos las tres efedras, por una vez no discutimos sobre la menos común Ephedra dystachia, solo con compararla vemos claramente los tallos algo mayores que en E. nebrodensis. Seguimos viendo cosas interesantesBupleurum ramossisimus y Dorycnium gracile, también de carácter salino y según Flora Ibérica inexistente en  Madrid.

Insólito, la liana riparia Cynanchum acutum, planta de la mariposa monarca, creciendo en la costra liquénica

      Al igual que Ignacio López Colón viene demostrando que cada planta del aljezar tiene su insecto  específico, algo similar ocurre con las plantas parásitas del género Phelipanche,  bellezas algo similares, pero cada una eligiendo una especie, el año pasado ví Phelipanche resedae, parasitando al gran endemismo Reseda suffruticosa, ahora le toca el turno a P. portoilicitana con su Centaurea hyssopifolia, en Rivas Rubén encontró al P. georgii-reuterii sobre Lepidium subulatum, y todavía quedan unas cuantas más por ver.

La pequeña Orobanchacea Phelipanche portoilicitana parásita de la Centaurea hyssopifolia

No es menos interesante la “costra liquénica”, una cuasi-vegetación exclusiva de la dureza ambiental de los yesos, aquí la riqueza y cobertura de los líquenes supera con creces a la flora vascular, pero las plantas que aparecen son verdaderos especialistas que solo se dan en el aljezar.

El bello especialista de lo más crudo de la costra, Teucrium pumillum

     Su  gran especialista, embajador de otros congéneres suyos del sureste ibérico es el Teucrium pumillum, acompañado por el tomillo de Aranjuez Thymus lacaita, Launaea fragilis y anualitas como Ziziphora hispanica o Campanula fastigiata.

Resedas en primer plano: R.stricta y R. suffruuticosa

      En los abundantes taludes y cortados abunda la Reseda suffruticosa y la boca de dragón Antirhinum graniticum. Hay algún tipo de vegetación que no había visto antes como la perfecta comunión del espartal con el romero, salpicado con algunas encinas y efedras.

La gran reseda sufruticosa, uno de los más bellos endemismos gipsícolas del centro peninsular

Finalmente, al acercarnos al Tajo vemos formaciones de conglomerados, en cotas altas llenos de plantas gipsícolas y más cerca del río con algunas plantas menos afines. Aparecen   estratos inclinados de cantos más gruesos o de arenas. Poco más adelante, para contrarrestar el calor del mediodía nos esperaban los verdores del Tajo con su fresca vega y el impresionante azud de Buenamesón, donde dimos por finiquitada la excursión con un buen sabor de boca en todos los paladares.

                

Los Bonales más sureños de Castilla la Mancha

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            En una entrada reciente ya he hablado de los bonales, esas islas de vegetación húmeda en medio de la extensa sábana calcinada que son nuestros campos en verano. Algunos son poco más que unos amplios brezales con juncos en los que se intuye la cercana circulación del agua bajo tierra, mientras que otros tienen en su interior grandes pajonales de herbáceas higrófilas o buenos trampales (turberas) en torno a aguas nacientes y regueros iniciales. Son estos últimos los que atesoran en estos micro-ecosistemas, verdaderas joyas botánicas y faunísticas.

Una de las plantas protegidas del bonal: Lobelia urens

            Si bien es muy raro encontrar estos ecosistemas fuera de las grandes y norteñas montañas ibéricas, como ocurre en las montes del oeste manchego, más peculiar aún resulta encontrarlos en la más baja y térmica comarca de los Montes de Almadén o Montes Sur de Ciudad Real, región a medio camino entre La Mancha, Andalucía y Extremadura. Aquí los bonales se encuentran totalmente desprotegidos al no existir una sola micro-reserva, como sí ocurre, afortunadamente, más al norte.

El brezo de turbera (Erica tetralix) entre hojas de otro brezo (Erica scoparia), abunda en todos estos bonales

            Solo algunos bonales se encuentran bajo el paraguas, muy difuso legalmente y más en la práctica, de tres Lugares de Importancia Comunitaria, concretamente los de: "Sierras de Almadén, Chillón y Guadalmez", "Sierra de los Canalizos" y el de los "Ríos Quejigal, Valdeazores y Alcudia"; coincidentes con ZEPAs, Area Crítica de la Cigüeña Negra y Zona de Importancia para Aguila Imperial y Buitre Negro.


Helechos (izqda.), brezo de escoba (arriba) y brezo de turbera (en medio), típicos de un  bonal

          Estas figuras de protección aunque velan por la protección de estos ecosistemas, se centran en la protección de las grandes aves. Los bonales de esta zona apenas han sido estudiados y ni siquiera inventariados, de ejemplo os muestro varias imágenes localizadas gracias a Iberpix.

Conjunto de bonales del extremo suroeste manchego

           Toda esta región estuvo capitaneada económicamente por Almadén y como esta capital sufre la debacle económica y poblacional que supuso el cierre de la mina más antigua del mundo, sin una visible alternativa económica, la mayoría de la población en edad laboral ha emigrado y los que permanecen, son guardeses de fincas cinegéticas, pastores o atienden los escasos olivos familiares.


La bella seta Hygrocibe miniata (gracias Valentín) prosperando en el verano del bonal

             Contrariamente a lo que se pueda pensar, el abandono no es bueno para la naturaleza, siempre íntimamente relacionada con el hombre, pues a más abandono, menor cuidado y mayor desfachatez de algunos terratenientes o aprovechados, por segar el pan para hoy y sembrar el hambre para mañana.

Nadie pudo impedir el drenaje de este otrora magnífico bonal del que apenas quedan unos restos

La otra cara de la moneda, bonal recuperándose tras el abandono de la majada de la Cabrera

            Aquí aparecen fantásticos e impensables rincones boscosos; la nota general del paisaje es el de sus grandes dimensiones, con horizontes que se pierden en cadenas de serrezuelas y grandes manchas de un rico bosque mediterráneo, variado en toda su gama ecosistémica, donde destaca su magnífico estado de conservación. Llama la atención la abundancia de aguas superficiales debidas a una pluviometría significativamente más húmeda que el resto de Castilla la Mancha, muestra de ello es la abundancia de alcornocales, quejigares y pequeños, pero buenos robledales en las zonas más propicias.

Pequeño bonal entre grades pies de roble (Quercus pyrenaica) y algunos mestos

            Esta región registra muchos años, como el sureste de Albacete, las temperaturas estivales más altas y también los inviernos más suaves de la región manchega. La vegetación es el reflejo más claro sobre el terreno de esta bonanza climática, a pesar de los rigores del verano, por ello aquí abundan el alcornoque, el mirto (Myrtus communis) o la aliaga de tres espinas (Genista triacanthos).

Mirto común en plena floración

            Gracias a mi amigo Leovigildo Flox he podido disfrutar de un par de excursiones por lo más recóndito de estas serrezuelas, aunque ya hice algunas incursiones, las últimas salidas con él han sido clarificadoras de lo que puede dar de sí esta zona, aunque él es mucho más experto en especies animales en peligro de extinción que en lo mucho y bueno que sabe sobre bonales.


            Dado el poco grado de alteración que presenta toda la región podemos encontrar una buena cantidad de bonales, todos sin inventariar ni valorar, y dada también la bonanza climatológica aparecen con rasgos diferenciadores del resto de los bonales en torno al Guadiana o a los más norteños de la provincia. Aquí ya es más difícil encontrar el arrayán de pantano (Myrica gale) e impensable la presencia de abedules (Betula fontqueri), pero aparecen otras como la inmediata vecindad de murtedas (de Myrtus communis). Aunque dada la gran cantidad y variedad de bonales (de raña, de ladera, de solana, de umbría, de valle, de bosque, etc.), es difícil sacar conclusiones de una vegetación que todavía pueden dar sorpresas.

Dos buenos bonales sin visitar, uno de raña y otro (arriba-izquierda) de valle

            Con Leovi estuve en unos cuantos bonales y no pudimos llegar, por cancelas en los caminos a alguno de los más interesante. En uno de ellos encontramos rodeando un pequeño bonal de valle, un espeso rodal de ciruelos silvestres (Prunus insititia), pero en el que más tiempo estuvimos fue en el Trampal de Santorrostrillo, en una zona donde en cada valle hay varias bonales: Trampal del Lobo, Trampal del valle de la Quejigosa, etc.

Leovi avanzando penosamente entre los pajonales

            En la aproximación al bonal, vemos que los pequeños arroyuelos cercanos también tienen algo de pajonal, con su zona más húmeda enmarcada entre zarzales, brezos y, sobre todo, mirtos, que ahora se encuentran en plena y fragante floración. La variedad arbustiva es apabullante y casi sin dominancia de ninguna especie: madroño, genista (Cytisus striatus), mirto, jara pringosa, jara cervuna, brezo de arroyo, brezo blanco, brecina, zarza, aulaga, etc, y los árboles: alcornoques, quejigos, encinas y sauces.

Sauces, escoba estriada, jaras cervunas, mirtos, zarzas, aulagas, brezos, etc.

            Con el calor, la humedad y la espesura de arbustos y pajonal, su recorrido se hace muy fatigoso, además nunca sabes donde va a quedar el pie, si arriba o medio metro más abajo, si sobre blando, sobre duro o en medio del agua, de ahí le viene el nombre de trampal, pero merece el esfuerzo pues siempre hay cosas interesantes que ver.


Como en casi todos, se han excavado balsas para la sed del ganado, silvestre o doméstico

          Primero se trataba de acercarse y buscar el lugar por donde entrar al bonal. Al llegar vemos varias vías de entrada demasiado enzarzadas como para avanzar, pero más abajo era factible, además nada más seguir el primer arroyuelo, algo despejado por estar pastoreado, topamos con un buen suelo de musgos esfagnos, entre los pajonales.

Sphagnos bajo el tapiz de la florida Anagallis tenella

            Nos internamos por el herbazal que está surcado por numerosos y pequeños cauces que embarran el terreno bajo las macollas de molinia, desde lejos vemos la parte central e inicial del bonal dado el caótico abombamiento del terreno que apenas pueden contener la vegetación, al situarlo visualmente se levanta un cuello de ese punto, es una corza a la que hemos sorprendido y que desaparece pronto entre la espesura.

Parte central del bonal, donde estaba escondida la corza

           Casi no se ven, pero quedan flores de la escoba de pantano (Genista tinctorea), luego vemos que es masiva por todo el bonal, apenas vimos al aulaga ratera (Genista anglica) dentro de bonal, pero luego vimos que todo el jaral-brezal circundante rebosaba de ella.


Masa de genista tintorera hace varias semanas en un bonal cercano

            Vamos comprobando que se trata de un bonal en toda regla, con toda su gama o catena vegetacional. Lo más abundante son los pajonales de Molinia caerulea, los brezos de turbera, escasa pero presente algunas grandes macollas de Carex lusitanica. En los puntos de agua algo más profunda la Callitriche brutia, los pequeños y floridos céspedes de Anagallis tenella y, también en flor, los de Scutellaria minor

Scutellaria minor en flor

            No encontramos plantas carnívoras, pero sí la protegida y casi orquídea, Lobelia urens. Los hipéricos están casi todos, Hypericum elodes, H. undulatum, H. linarifolium, H. perforatum e H. perfoliatum. En un bonal aguas abajo, hace un mes pude ver la rara Gratiola officinalis entre una multitud de serapias, satiriones (Orchis laxiflora) y genistas tintoreras.

La poco común Gratiola officinalis

            Todavía dio tiempo para ver algún bonalillo suelto y otro muy interesante al estar en una vaguada rodeado de algunos robles de muy buen tamaño, algunos de ellos mestos. Aquí vimos en el arroyo antes de llegar a él un gran pie de avellano, probablemente naturalizado; como de costumbre algunos nacederos de aguas ferruginosas a juzgar por el color rojo de los bordes y los brillos metalizados de su superficie.


Stachys officinalis abundante entre el bosque y el bonal

           Nos sorprendió en medio del herbazal la florida abundancia de las otoñales campanitas blancas, Leucojum autumnale, también estaba en flor la betónica Stachys officinalis.

La primera vez que veo floridas las campanitas blancas, Leucojum autumnale, fuera de los inicios de otoño

            El calor empezaba a apretar y decidimos dar fin a esta intensa jornada por una de las regiones que conserva mejor su naturaleza de toda la península. No hace falta escalar montañas o largarse a tierras de mayor fama eco-turística, a veces los lugares de los que menos se oye hablar son los que encierran las mejores sorpresas. Esta región, tan difícil de recorrer y tan lejos de cualquier gran ciudad o autovía, nunca dejará de sorprenderme.

Sorpresa, un avellano en el arroyo, entre un variado bosque mediterráneo

Por la Sierra de Béjar

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Hace pocos días tuve la oportunidad de subir con mi familia a la sierra de Béjar, en una excursión algo improvisada aprovechando una estancia en Hervás (Cáceres). Coincidiendo, afortunadamente, con unos días de bajada de temperaturas, llegamos a esas cimas en lo mejor de su primavera (julio), cuando todo a sus pies se encuentra ya agostado.


No sé como llamar propiamente a esta sierra de la que mi amigo Ángel Vázquez publicó hace poco más de un año el único libro sobre sus rutas montañeras más destacadas. Gredos es la porción del Sistema Central entre el Guadarrama y la Sierra de Gata-Peña de Francia; dentro del cordal principal de Gredos están Gredos Oriental, el Alto Gredos y Gredos Occidental, y aquí están las sierras del Barco -Tormantos y la Sierra de Bejar -Traslasierra, flanqueando respectivamente a este y oeste la gran falla de Plasencia que entre el valle del Jerte al sur y el Aravalle al norte, forma el puerto de Tornavacas.

Tras el valle del Trampal, Gredos, desde el Almanzor, cima del Alto Gredos (izqda.) ,a la Covacha, cima de la sierra del Barco (dcha.)

Hay quien independiza la sierra de Béjar (o de Candelario) de Gredos, pero mayoritariamente se la incluye en Gredos Occidental, como Santiago Sardinero que realizó su magnífica tésis sobre la vegetación de este macizo. Aquí voy a llamar sierra de Béjar a las sierras al oeste de Tornavacas aunque gran parte de ella sea abulense.

La clavelina de Gredos domina las praderas de gran altura de la sierra

Hace bastantes años realicé junto con el Club de Montañeros Sierra de Béjar  una ruta inolvidable con una de los mayores descensos que he realizado, de casi 1800m; entonces subimos a la sierra desde el refugio de Candelario, recorrimos toda la cuerda del Calvitero hasta el Torreón y bajamos directamente a Hervás donde una suculenta comida dio fin a la reunión de madrileños y salmantinos.

Momento álgido de la floración de la rosada uña de gato Sedum brevifolium

            Ahora subo desde la plataforma de El Travieso a la enorme cuerda del Calvitero, una loma uniforme de 11km de longitud y una altura entre 2250 y los 2400m. que muestra todos los signos de haber soportado un casquete o montera de hielo de la que partían aparatos glaciares en todas las direcciones, siendo los mayores los orientales, los del Trampal y Malillo hacia tierras abulenses; hacia el oeste, en Salamanca, el mayor es el de la Hoya Moros, cabecera del río con uno de los nombres más sugerentes, el Cuerpo de Hombre; hacia el sur, hacia Cáceres las huellas glaciares son mucho menores y algo de su vegetación se puede saborear en “Desde el Torreón”.

Echinospartum ibericum subsp. pulviniformis, muy parecido E. barnadessi del resto de Gredos

            La floración del piorno en las laderas ya se ha pasado, pero en la parte alta y en la ladera abulense aún continúa, como también lo hace la del cambrón (Echinospartum pulviniformis). En este momento queda claro cuales son los lugares donde ha durado más tiempo la nieve, pues la ladera está tachonada de grandes oquedades alargadas de piornal  en plena floración, en claro contraste con el piornal ya pasado que las rodea. 


Los "hoyos" amarillos señalan los neveros fundidos hace poco. Al fondo derecho un par de morrenas paralelas.

         Casi al coronar la cuesta me desvío del camino para asomarme a la Hoya Mayor, cabecera de la garganta que baja directamente al pueblo de Candelario, todavía con impresionantes neveros de más de 5m de espesor, ahora teñidos de color rosa, la “watermelon snow” de los sajones, color debido a la micro-alga Chlamydomonas nivalis.

Los ingleses la llaman "watermelon snow", no confundir con polvo sahariano sobre la nieve

            Ya estamos, al coronar la loma, en el piso bioclimático crioromediterráneo con su vegetación característica, un escaso y ralo pastizal que apenas llega a cubrir la mitad del suelo, aquí abundan las plantas más específicas de la sierra, muchas formando cojines o pulvinículos y gastan nombres específicos como “alpina” o “gredensis”.


Linaria alpina en el piso crioro-mediterráneo

          Destacan ahora, el florido clavel de Gredos, Dianthus gredensis, en vaguadas nivosas Plantago alpina; entre la grava blanca, el color violeta y anaranjado de Linaria alpina, el cardillo rastrero Jurinea humilis, también en flor, y los compactos coginetes de Minuartia recurvasubsp. juressi, muy diferentes de la subsp. recurva que fotografié en el Pico del Lobo en Ayllón.


Una Campanula herminii entre un pulvinículo de Minuartia recurva subsp. juressi


            Voy con mi mujer y mi hija mayor, y al poco de coronar la cuerda quiero que vean las lagunas del Trampal desde lo alto y abandonamos el camino para ir bajando hasta tener una magnífica vista de ellas. Al ver a alguien pululando por rellanos inferiores cercanos a la laguna y la aparentemente fácil bajada, me decanto por tomar la directa. Yo estoy muy acostumbrado a estos terrenos y a buscar salidas y requiebros a los cortados, pero he sido tan torpe e irresponsable como para subestimar las dificultades y meto a las chicas en un berenjenal detrás de otro.

Entre este rellano y la laguna hay un laberinto de cortados, lagunillas y rocas aborregadas

            Todo es una sucesión de cortados y rellanos, sobre rocas aborregadas por el paso de los hielos, y como es habitual, estas cabeceras de los antiguos glaciares son hoy en día los lugares donde más dura la nieve. Pero no eran los neveros sino las aguas del deshielo, las que hacían peligroso el paso por cervunales y rocas pulidas. El lugar era magnífico, con los cervunales cuajados de flores, con la nieve fundiéndose y creando lagunillas en los rellanos, pequeñas cascadas y arroyuelos.

Jardín de orquídeas en un rellano

         Pero el horno no estaba para bollos, al principio iba haciendo foto,s pero ya lo importante era ir encontrando las mejores o simplemente, las posibles bajadas para salir del atolladero. Ví maravillas como el flamante Ranunculus amplexicaulis en flor y grupos florales impresionantes, pero estaba al borde del divorcio y/o del parricidio; finalmente llegamos al borde de la laguna superior del Trampal donde descansamos  y comimos.

El símbolo de la flora de Gredos, la boca de dragón endémica Antirrhinum grossi

            En esa bajada de alturas escalonadas por donde bajé a la laguna me fijé en la abundancia de ericáceas, muy rara en Gredos a estas alturas (2200m.) de matas de brezos de buen porte (Erica arborea) y, ya más común, la brecina (Calluna europea) y el brezo de turbera (Erica tetralix), bordeando los trampales y cervunales húmedos, todo esto más difícil de ver en Gredos donde las cabras monteses los ramonean hasta su final.

En esta ladera y a 2200m no es raro el brezo blanco, junto con la calluna y el brezo de turbera

         A partir de aquí ya todo lo que recorreríamos serían caminos, pero como de costumbre dediqué la siesta a escaparme a ver los sitios más apetecibles, que eran demasiados para tan poco tiempo, porque no podía haber llegado a este lugar en mejor momento, su momento álgido, con el piorno florido, bastantes neveros todavía y un día con una buena temperatura para andar por la sierra.


            La primera gran hoya del valle es la que da nombre a toda la garganta y sus lagunas, pues se trata de una alargada laguna recién colmatada, con unas enormes pedreras de bloques gigantes que le llegan desde la cuerda de la Ceja, punto culminante de esta sierra a 2428m. Este lugar está lleno de manantiales, turberas, arroyos zigzagueantes que en el Pirineo llaman aguas tuertas; es el gran trampal, la gran turbera, uno de los ecosistemas que en esta sierra, es donde los he visto en mayor abundancia de la península, si exceptuamos el Pirineo granítico leridano.

La primera hoya del valle es una lagunilla colmatada convertida en un gran "trampal"

            Voy montaña arriba, la base de las grandes paredes están llenas de grandes bloques fruto de desprendimientos masivos durante la rápida deglaciación de la sierra. Uno de estos taludes forma por delante un gran lóbulo de rocas, lo que denota la existencia de un buen lentejón de permafrost relativamente reciente.


Este enorme lóbulo gelifluidal evidencia que el periglaciarismo sigue activo en lo más alto de la sierra

       La vegetación aquí apenas aparece y casi todo son cervunales, helechos (Cryptogramma crispay Dryopteris oreades), plantas rupícolas (Saxifraga almanzorii, Armeria bigerrensis, Valeriana tripteris, Murbeckiela boryi, etcétera), junto a algunas plantas de hojas grandes, los megaforbios.


Gran comunidad megafórbica llena de calabacera, angélicas, helechos y valerianas en flor.

        Subo a las grandes comunidades megafórbicas al pie de los paredones de la Ceja, son las únicas formaciones vegetales que alcanzan una buena talla en estas alturas, pues los piornales cimeros están fuertemente baqueteados por el viento y no llegan al metro de altura.

Angélicas y las hojas redondas de calabacera (Adenostyles alliaria)

            Frente a los megaforbios de Gredos dominados por el Veratrum album, aquí dominan las grandes hojas de Adenostyles alliaria acompañada por la Angelica sylvestris. La cantidad y variedad de musgos es sorprendente, lamento saber tan poco sobre ellos, pero admirándolos me llama la atención una plantita que destaca, no me lo puedo creer, es una planta que más de un botánico pagaría por verla viva, el raro helecho Botrychium lunaria, del que sabía que había una cita en Gredos y que luego, investigando, vi que había alguna más para Béjar.

El rarísimo helecho Botrychium lunaria

            Esta sierra, dada su alta pluviometría, es ideal para todos los ecosistemas ligados a la abundancia de agua. Las aguas nacientes e iniciales crean unos apretados céspedes, herbáceos o muscinales, que en los rellanos dan turberas, lagunillas, ambientes de aguas temporales o permanentes. Unas de las comunidades típicamente gredenses ligadas a estos medios son las fontinales, con Myosotis stolonifera, Stellaria alsinae y Saxifraga alpigena, y las de los ajos de Gredos, de las aguas rezumantes de neveros sobre pequeños rellanos y grietas.

Ajillos de Gredos a punto de florecer

            Caminando por estas rocas me he acordado de Bernardo García, el mejor conocedor de la vegetación de Gredos que me decía que la boca de dragón de Gredos (Antirrhinum grosii) es una planta estrictamente rupícola en Gredos, pero solo por culpa de las cabras, pues aquí en Béjar, al no haber cabras, aparece por todas partes, en pedreras, en rellanos, en grietas horizontales. Me doy cuenta de que tiene toda la razón, no deja de ser el símbolo de lo rupícola esta hermosa flor creciendo en medio de altas paredes, pero aquí presenta una ecología más variada. También me contó que encontró aquí el extremo sur de la distribución europea (y española) de otro helecho, también raro,  Huperzia selago.


Esta sierra es la primera gran altura que encuentran los vientos atlánticos, los ábregos, en su trayecto de suroeste a noreste, y por eso es uno de los lugares de la península donde más precipitaciones se registran. Si en el Alto Gredos tenemos precipitaciones muy por encima de los 2000mm, aquí debe llover entre un 10-20% más, a falta de pluviómetros o de registros duraderos de datos, la precipitación, a estima, debe rondar los 3000 litros anuales.

El bello Doronicum kuepferi al borde de una laguna

A pesar de ser el mismo macizo que el Alto Gredos, con idénticas alturas y litologías, la vegetación, aún siendo la misma en rasgos generales, se enriquece en especies con mayores requerimientos hídricos: Angelica major, Doronicum kuepferi, Echinospartum pulviniformis, Eleocharis acicularis, Isoetes lereschi, Minuartia juressi, Ranunculus amplexicaulis, Ranunculus omiophylus, R. amplexicaule, Trichophorum germanicum, etc.

La extraña flor de Phyteuma hemisphaericum

Una de las grandes diferencias con Gredos, es la “difícilmente explicable” ausencia de cabras monteses. Esta ausencia conlleva una serie de consecuencias que marcan una gran diferencia con el macizo de Gredos, empezando por la libertad de movimientos que se puede tener a la hora de recorrer la sierra, abierta por sus cuatro costados a quien quiera recorrerla, tarea que recomiendo sin ninguna duda, a pesar del general abandono de los caminos serranos menos transitados, aunque afortunadamente, el movimiento de los ganados de unos pastos a otros, conlleva que los pastores mantengan gran parte de los caminos y manantiales.

La manzanilla de Gredos (Santolina oblongifolia), debido a las monteses, ha pasado de ser muy abundante a poco corriente

En la vegetación esta ausencia de cabras monteses, que en Gredos ha pasado de ser una especie silvestre a ganado suelto por el monte, está teniendo consecuencias nefastas sobre la vegetación. Seguro que si se hiciera un trabajo comparativo entre la vegetación de ambas sierras, daría unas señales alarmantes sobre la pérdida de biodiversidad que se está produciendo en Gredos, en especial sobre sus especies endémicas o más relevantes. Especies como la manzanilla de Gredos, la viborera de montaña, las bocas de dragón y cualquier otra que no sea venenosa, están desapareciendo a ojos vista de todo Gredos.

La gran viborera Echium flavum (para mí Echium cantabricum) es una de las plantas más comidas por las monteses

La acción de las cabras es apreciable para cualquiera que lo intente observar, pero me remito a la imagen que me mostró Bernardo García, yo estoy más acostumbrado a ir durante el verano, pero él va todo el año y me contó que las cabras se disponen en una franja inmediatamente por debajo de la nieve, peinando y ramoneando todo en esa área. La línea nival va bajando según avanza el invierno y con ella las cabras van triscándolo todo laderas abajo, luego con la primavera la línea va subiendo y ellas vuelven a repasarlo todo en sentido inverso. En verano es cuando ocupan una mayor superficie, aparentando, frente a la vegetación, una densidad y una presión menor de la que realmente existe. 


Realmente es imprescindible que el lobo vuelva a estas sierras para poner un poco de orden, ya que la caza realmente hace una selección natural a la inversa y como suele ocurrir que se prefiere la cantidad a la calidad, todo esto acarreará, a largo o medio plazo, un debilitamiento genético sobre este símbolo vivo de la naturaleza salvaje de Gredos, tras haber puesto su vegetación endémica en el límite de la desaparición. Pero, a pesar de todo, a nadie le cabe la menor duda de que estamos en uno de los lugares más maravillosos y salvajes de España y de Europa.




La Vegetación de las Dunas Gallegas

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               Es pura coincidencia que mi última entrada hablase de la vegetación de los arenales interiores y que posteriormente, haya pasado parte del mes de agosto cerca de algunos de los mejores arenales gallegos, disfrutando de una vegetación, relativamente parecida a la descrita para los arenales de la Mancha
                  

           Realmente se trata de un completo ecosistema marino-terrestre, del cual derivan esos “pequeños” arenales interiores. Aquí, en las costas, está la fábrica de este tipo de plantas tan especializadas. Pequeñas variaciones climáticas y edáficas enriquecen el elenco de plantas vasculares, según los diferentes climas costeros, ya sea Mediterráneo o Atlántico, y éste, Atlántico gallego, gaditano-onubo-algarviense o cantábrico.


El origen de los materiales también  crea una diferenciación adaptada a la química del sustrato, aunque aquí, la variación no es tan neta como en tierra firme, entre suelos silíceos y básicos, al llevar las arenas, casi siempre, una alta proporción calcárea por la alta proporción de esqueletos y conchas que llegan a tener.


Dos factores edáficos más tienden hacer aún más diversa la vida vegetal costera. La salinidad, decreciente tierra adentro, y los nitratos provenientes de la abundante materia orgánica aportada por el oleaje. Además la vida vegetal está condicionada por el movimiento de las arenas, ya sea por el  golpeteo mecánico, por el rozamiento o por enterramiento


La acción del viento se pone de manifiesto en las sombras de esta imagen


Ante todos estos factores, casi más bien inconvenientes, la vegetación  responde con estoicas adaptaciones a uno u otro factor, engrosando epidermis, cubriéndose de pelos y vellosidades, acumulando agua o reservas para afrontar la salinidad o los enterramientos; aminorando hojas, reduciendo estomas, creando cutículas reflectantes y un largo etcétera. Casi todas estas plantas tienen apellidos como: maritima, littorea, o arenaria.



Otanthus maritimus y Medicago marina (abajo) repelen la luz del sol y el viento desecante con una espesa vellosidad


Supongo que es la distancia a las grandes ciudades, el mal llamado “mal tiempo” o la temperatura de las aguas, la que ha hecho que las áreas dunares y  bordes de playas se encuentren aquí, aparentemente, en  tan buen estado de conservación; máxime si lo  comparamos con sus homólogas áreas mediterráneas.



Muchas de las grandes playas gallegas son una auténtica lección de geografía. Desde  los cerros cercanos a la costa, el paisaje es como esas láminas que acompañan a los libros de ciencias de la tierra, en las que se ve la montaña originando valles y ríos que van a parar al mar entre colinas y desembocando a un lado de la playa, tras dejar una breve marisma e incluso algunas albuferas o lagunas interiores. Faltan los rótulos de: cabo, bahía, playa, tómbolo, marismas, acantilado, puerto, etc.


Salvando las distancias, me llaman la atención las coincidencias con la vegetación manchega, la nitrófila: desde el malvecino Salsola kali a extremos puntuales como Lavatera marina o la amapola amarilla Glaucium flavum, de algunas lagunas de Rivas; la salina: desde las suedas y salicornias a los llantenes o, como en la entrada anterior, la sabulícola o psammofila con los paralelismos o vicarianzas de Malcolmias, Linarias, Artemisas o acederas.



Las playas son un ejemplo de esos ecosistemas en que puedes trazar una línea en función de un parámetro de importancia y ver cómo cambia la vegetación en su progresión lineal, existe una “catena” salino-arenosa, en la que la vegetación va cambiando según se va reduciendo la salinidad hacia el interior, función también remarcada por la reducción de la movilidad de la arena que cada vez está  más asentada, tiene más materia orgánica y llega un momento en que la vegetación, apenas se diferencia de la de los montes vecinos.




Existen varias zonaciones funcionales de lo que es una playa o mejor dicho, un conjunto dunar. Desde el borde superior de las mareas hasta el interior continental totalmente estabilizado. En zonas de costa rocosa, también existe una zonación vegetacional en función de la salinidad y de la influencia de los “rociones” marinos, pero totalmente diferente a la de las playas.


En primer plano dunas blancas, luego dunas grises y al fondo el  contacto con las laderas


 Esta zonación es variable en denominación, pero las respuestas vegetales son precisas. Hay playas, dunas blancas y grises (función de la estabilidad y abundancia de materia orgánica); hay playas y post-playas, hay dunas primarias, secundarias y terciarias. Dunas remontantes, activas, sub-recientes y fósiles, etc.


La primera franja vegetal apenas tiene cobertura y variedad de especies

-  En la playa, muy cerca de donde mueren las olas de las mareas altas normales, comienza la vida vegetal, aún no han comenzado propiamente las dunas, pues está en la misma línea de rotura de las olas de los temporales de invierno. 


Dunas blancaas con Euphorbia parallias, Otanthus maritimmus, Eryngium maritimus y barrón
      Es la zona más inestable, más salina y más arriesgada, aunque son frecuentes los regalos, el maná alimenticio que aportan algas, materiales diversos y restos animales, traídos por las olas más altas.

Una estrecha franja ocupada por Cakile maritima y la nitrófila Salsola kali


A pesar de ello la cobertura no llega a una cuarta parte. Aquí solo pueden vivir verdaderos especialistas de la sal y aprovechados de la nitrofilia. Son Cakile maritima, Salsola kali, Honckenia peploides, Pancratium maritimum, Medicago marina y muy pocas más, pues los grandes temporales invernales “machacan” literalmente esta estrecha franja.

En  lo más duro de la playa propera la pequeña Honckenia peploides

La azucena de mar Pancratium maritimum aparece desde el  borde del agua hasta las post-playa


- Casi bruscamente comienza el campo de dunas, a veces con montículos aislados, formados gracias a la tenacidad del barrón, Ammophilla arenaria,  verdadero protagonista de las dunas marinas que resiste o retrasa los procesos erosivos respecto a las arenas circundantes. Estas son las dunas blancas, las más activas o móviles, la vegetación apenas coloniza la mitad del sustrato.

El barrón es el responsable de la formación de estos altos montículos  aislados

Las linarias son un género amante de las arenas, aquí Linaria polygalifolia

Aquí, aparte de alguna de las anteriores, ya entran los especialistas de la arena y el viento, el barrón y otra dura gramínea Elymus farctus. Aparecen especies como la correhuela de las dunas Calystegia soldanella, Othantus maritimus, Crucianella maritima, Carex arenaria, Eryngium maritima, Euphorbia paralliasPolygonus maritimus, Rumex bucephalophorus, Limonium dodartii, las  compuestas Aetheorhiza bulbosa y Reichardia gaditana, y alguna siempreviva Helicrhysum stoechas.

La  Crucianella maritima contribuye a estabilizar las dunas más cercanas a la orilla, protegiendo las arenas de la erosión

- Viene ahora la zona dunar estabilizada, usualmente con varios cordones elevados y con sus vallejos interiores, a veces con vegetación higrófila en su seno (juncos, eupatorios, salicornias, sauces y tarays).


Masa  de Euphorbia paralias en el límite entre las dunas blancas y las grises. Abajo otra lechetrezna menos corriente, Euphorbia portlandica

Uno de los escasos sedum de las dunas Sedum anglicum (dunense)

Ya aparecen algunos arbustos aunque de escaso porte como el torvisco Daphne gnidium o Scrophularia frutescens y un especialista cada día más escaso, la camariña Corema album, que no he tenido la suerte de ver por donde he estado.


El cardo marino es una de las especies más abundantes de las dunas blancas, para desgracia de bañistas descalzos

Aparte de muchas de las anteriores ahora aparecen o lo hacen en mayor abundancia Iberis procumbens, Lagurus ovatus, Korinephorus canescens, Anchusa calcarea, Silene littorea, S. nicaensis, Matricaria maritima, Linaria polygalifolia, Corrigiola  telephifolia, Seseli tortuosum, etc.



La bella Iberis procumbens es una de las joyitas más abundantes en las dunas del NW ibérico

- La parte final del campo dunar aùn es distinguible del exterior; ya entran aquí más arbustos como algunas escobas, torviscos, zarzas, brezos y tojos. Algunos caméfitos como la siempreviva, los espárragos Asparagus aphyllus o el ajenjo marino Artemisia critchmifolia.


La amapola amarilla aparece en las zonas algo nitrificadas del borde externo  de la playa

Abundan aquí especies que medran aquí por tener menos  competencia que en  el monte interior como Echium rosulatum, el peregil Petroselinum sativum, Anthyllis vulneraria, Carlina vulgare, etc. y algunas nitrófilas tales como Glaucium flavum, Lavatera marina, Eupatorium cannabinum, etc.


Alhelíes marinos, ahora sin flor, al final de la pllaya

También aquí aparece vegetación nitrófila en el contacto entre el monte y los cultivos y las arenas, aparece la amapola amarilla Glaucium flavum, los bellos alhelíes marinos Matthiola incana y M. sinuata, la alta malvaloca Althaea maritima, el gordolobo Verbascum sinuatum, ortigas y berzas.

La gran malvaloca Lavatera marina en el contacto entre el exterior y la zona dunar

Normalmente el campo dunar contacta con alguna zona de marismas con su cerrada vegetación herbácea y nitrófila o con una pequeña zona lagunar, cercana pero fuera del influjo mareal, con su vegetación dulceacuícola de carrizos y juncales.


Contacto entre el área dunar y la marisma

La compuesta Aster tripolium típica de las marismas del norte


Toda una lección, no de botánica, sino de geografía, de geomorfología marina y de como la vida, la vegetación, se adapta a las cambiantes condiciones de un medio cambiante, anfibio y arenoso, eólico y salino, hiper-nitrificado o xerófilo extremo.


Entre las dunas y la marisma medra la Armeria maritima
        
Como en casi todos los lugares templados y lluviosos, las plantas cosmopolitas están desplazando a ojos vista a las plantas nativas. En Portugal ya me llamó poderosamente la atención, pero Galicia no le va a la zaga. Aún así las dunas son un ecosistema para especialistas, pero poco a poco, y no solo la gran uña de gato, el Carpobrotus edulis, sino también otras plantas más discretas, van colonizando estas áreas.


La extraña Hydrocotile bonariensis expandiéndose en una de sus escasas localidades ibéricas

 Al menos con la primera, hay que plantearse su clara erradicación, limitándola exclusivamente a decoración de jardines, donde no corra peligro de expandirse. Aunque el salto del jardín al exterior es mucho más habitual e invasivo de lo que la gente piensa.


Aeonium arboreum colonizando una zona dunar cerca del jardín donde se plantó



Los Ültimos Albardinales Manchegos

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                   Mucho se ha discutido en el ámbito geográfico sobre las estepas ibéricas, principalmente en el siglo pasado, tras varios estudios que tildaban de esteparios, amplios paisajes del centro peninsular.


               La estepa, propiamente dicho, es un vasto ámbito geográfico situado al sur de la taiga euro-asiática que por sus duras peculiaridades climáticas y/o edáficas, no es apto para el desarrollo del bosque, pero si para diferentes comunidades herbáceas. Pertenecen al clima templado, pero de características semi-áridas y con una acusada continentalidad.


           Es el paralelo euro-asiático de las praderas norteamericanas o de la pampa argentina; las sabanas africanas y los sub-desiertos asiáticos, con parentescos vegetales y ciertos solapamientos, ya serían más propias del clima tropical.


               La geográfica discusión partía del cómo sería la vegetación potencial de estas llanuras castellanas, aragonesas y andaluzas. Pues hay quien opina que de no ser por la mano del hombre, la ptolemaica ardilla se habría paseado antaño, sin tocar el suelo, por estos secarrales de hogaño, y que desde entonces, perdidas las condiciones edáficas originales ya es muy difícil recuperar la vocación forestal de todos estos terrenos.

En un espacio bien  conservado, los albardinales ocupan el fondo yesoso y algo salino de una "val"

               D. Reyes Prósper hizo un magnífico y enciclopédico trabajo de todas las estepas españolas, máxime para las condiciones de inicios del s.XX; al igual que también lo hizo D. Mauricio Willkomm, casi más español que alemán, aunque pueda adolecer de haber viajado mayormente en verano y en períodos muy secos, donde se le escaparon algunas de las numerosas, entonces, lagunas manchegas.



               Otros estudios de la segunda mitad del siglo pasado, llegaron a la conclusión de que las estepas ibéricas no eran verdaderas estepas, sino que la mayoría simplemente eran paisajes desarbolados, por una u otra razón, la principal el paso paulatino a campos cerealísticos o pastizales; puesto de manifiesto en casos muy claros como La Serena extremeña o las grandes áreas cerealísticas castellanas.


Área castellana esteparia por deforestación continuada

Posteriormente, otros estudios de finales de siglo, han venido concluyendo que grandes áreas del interior seco peninsular o en sombra de lluvias orográficas, que coinciden con la parte central de las cuencas de los principales ríos, muestran, dado el clima y el carácter de sus suelos, una gran ineptitud para la vida forestal. Las condiciones edáficas generales son la de suelos excesivamente arenosos, yesosos o salinos y extremadamente variables en cuanto a las condiciones hídricas.


Albardinal casi  inundado tras un  invierno muy lluvioso

En este rango verdaderamente estepario, por la ausencia de arbolado, entrarían, las otrora grandes áreas temporalmente inundables, hoy en peligro de desaparición, como las amplias llanuras de inundación de los grandes ríos y sus afluentes; las lagunas temporales de carácter endorreico, con su gran variación espacial, en función de la climatología; las áreas salinas que en bastantes casos suelen coincidir con las anteriores y, finalmente las áreas de arenas móviles, localizadas principalmente en ambas mesetas y muy venidas a menos en los últimos tiempos.


Retazos de albardinal con la escasa crucífera Lepidium cardamines, al fondo Villarrubia de los OJos

Vista la extensión que debieron llegar a tener en su  día estas regiones, la famosa ardilla, tendría que haber dado unos cuantos grandes rodeos para cruzar la península. Y una de esas regiones a esquivar, debería haber sido La Mancha, región de arcaica ocupación y aprovechamiento, lo que  sumado a una climatología de escasas lluvias y una continentalidad que extrema veranos e inviernos, haría difícil la recuperación de suelos otrora forestales de sus zonas más interiores, como atestiguan estudios polínicos que muestran la presencia de pinares y encinares en esas áreas hoy desertizadas.


Muy escasa en la  Mancha, pero presente en los Ojuelos de Villarrubia, Centarurium quadrifolium indicadora de yesos en los suelos

Pero lo forestal no es el no va más de la naturaleza y las estepas muchas veces muestran una diversidad florística que no poseen muchos bosques. A esto hay que unir la historia de esas especies y estirpes de especies, pues muchas de ellas muestran  recorridos verdaderamente espectaculares desde áreas tan  lejanas como esas verdaderas estepas irano-turanianas, hasta llegar al centro de la Mancha, y un comportamiento y una dureza verdaderamente admirables para soportar esas duras condiciones de vida.


Los últimos albardinales, la vegetación esteparia, relegada a reductos marginales como puedan ser los bordes de caminos

De lo que D. Reyes Prósper denominó la Estepa Central Ibérica que iba desde Madrid a Valdepeñas o desde Toledo a Albacete, poco o muy poco queda de la esa estepa manchega. Estoy hablando de grandes espacios ocupados por una dura vegetación herbácea, señalada florísticamente por una dura gramínea, el albardín Lygeum spartum, también llamado esparto fino, y por una serie de plantas de escaso porte y perfectamente adaptadas a esas duras condiciones ambientales, con una  muy escasa presencia arbórea, de tarays cerca de las charcas temporales o de carrascas en áreas ya más pedregosas y en cotas superiores.




La agricultura, en buena parte aupada por las subvenciones y por un agua ahorrada durante siglos, ha puesto cerco a los últimos restos de esos espacios, incluso ahogando a lo poco que queda del pastoreo, tan ligado a estos medios esteparios.


La llamativa y luminosa espata de la flor del albardín

 El albardinal, los últimos retazos, solo aparece de forma extraordinariamente fragmentada y marginal, en linderos de parcelas, bordes de cañadas y cercanías de arroyos, hoy encauzados y “rebañados” por el arado.

Terreno de suelos   grises, ricos en yesos y sales solo aptos para el cultivo de subvenciones en una llanura recién roturada en los Ojuelos

Para encontrar retazos algo dignos, prácticamente hay que recurrir a las escasas áreas protegidas, que lo son de manera muy marginal, al ser hábitats que coexisten, por ejemplo con lagunas temporales en los que realmente se ha  querido proteger a sus especies orníticas. El único caso de protección de una estepa es una micro-reserva, que hace verdadero honor a la palabra “micro”, la de los Albardinales entre La Solana y Membrilla en Ciudad Real.

Ultimos retazos de albardinal en los Ojuelos de Villarrubia

Uno de esos escasos dignos retazos de la estepa manchega, se encuentra en la vecindad del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, en su esquina noreste, en conexión con algunos buenos arenales manchegos. Es la zona de los Ojuelos de Villarrubia de los Ojos, una serie de antiguos manantiales, defenestrados hace décadas, que vertían al río Cigüela a la entrada del actual Parque Nacional.

Depresión de una antigua laguna reiteradamente rellenada

 Esta zona también es rica en yesos, donde hubo hornos para la explotación artesanal de yeso y está surcada por viejas zanjas de drenaje, para la expansión de cultivos para una villa en constante crecimiento.

En tono gris área esteparia de los Ojuelos y a la izquierda Parque Nacional Tablas de Daimiel

  Las  parcelas privadas alternan su arado, con largos períodos de inactividad; existen  restos de lagunas que la labor de reja tiende, machacona y  reiteradamente,   a rellenar, pero que buenos periodos de lluvias resucitan milagrosamente.

Área afectada por los drenajes y la extracción de yesos en los Ojuelos de Villarrubia

Esta área es muy poco productiva y problemática; los problemas vienen de su posible inundación en épocas de lluvias fuertes y por la aparición de socavones, también relacionados con las variaciones del nivel freático; la escasa producción viene de la pobreza de los suelos, abundantes en yeso y de su salinidad. Ambos  problemas comunes a casi todas las áreas esteparias manchegas.

Gypsophila (izquierda) y Sonchus (derecha) en los claros de un albardinal

Los albardinales obran en un medio ligeramente cambiante, en función de la abundancia de precipitaciones que pueden convertir estas regiones en cenagales, dada la retención de un suelo abundante en limos y arcillas o bien por la cercanía del nivel freático. Por esto es común el ecotono con formaciones más propias de un saladar, en las áreas de fondo de cubetas más áridas o con formaciones de juncal,  tarayal o carrizal en esas áreas pero más húmedas.

Los tarays  y el pastizal (rico en acelguillas)  indican  el contacto de la estepa con áreas más húmedas

La vegetación que acompaña es pobre en especies, pero éstas son, y más debida a la paulatina restricción de este hábitat, muy poco comunes y se encuentran en los catálogos de especies en  peligro, destacando entre ellas, por su belleza, rareza y extrema adaptación  a estos  medios, el Senecio auricula y Lepidium cardamines. Mucho más comunes son las acelguillas o Limonium (dichotomum, carpetanicum, toletanum, echioides, costae, latebracteatum, etc.), ligadas también a la salinidad.

La joya del albardinal  manchego,  presente en los Ojuelos y en verdadero peligro  Senecio auricula

Otras especies están empezando a medrar dado su carácter intermedio entre este tipo de medios y lo nitrófilo, lo removido y alterado, de tal manera están prosperando que son incluso una sorpresa para los mismos agricultores que antes, apenas las conocían. Son plantas como el cardo Sonchus crassifolium, Gypsophila tomentosao Zygophyllum fabago. No sé si es debido al cambio climático o a la constante alteración mecánica de los suelos.

Masas del muy adaptado  Sonchus  crassifolius sobre albardinal alterado en los Ojuelos

Al igual que como con otros medios ecosistémicos de importancia, por su rareza y biodiversidad, desde la asociación Ojos del Guadiana Vivos, solicitamos y preparamos un extenso y minucioso trabajo para la inclusión de estos medios en una ampliación del menor de todos los parques nacionales españoles, el de las Tablas de Daimiel, en un vano intento, por intentar  conservar en  un solo espacio protegido, todos los hábitats representativos del medio natural de La Mancha en peligro.

Bella estampa florida del escaso Lepidium cardamines también presente en los Ojuelos

Para los menos informados, este tipo de paisajes que como decía Jesús Izco en su célebre Madrid Verde, son matorrales cenicientos sobre un  campo ceniciento,  no  pasan de ser secarrales improductivos. Pero en realidad son una rica y diversa comunidad natural, con una interasante fauna y microfauna asociada, en verdadero peligro de desaparición. Son terrenos de muy  escasa valía agrícola, más bien de importancia pastoral, el terreno idóneo para la dura oveja de raza manchega, o bien para su aprovechamiento cinegético.


Lamentable y ruinosa (?) puesta en cultivo de un área esteparia pegada al P.N. Tablas de Daimiel

Desde este blog, quizás clamando en el desierto, abogo por la protección y recuperación de estas últimas hectáreas de la antigua estepa central ibérica. A parte de que ya son hábitats prioritarios, por su rareza y biodiversidad como Estepas Salinas Mediterráneas 1510, y que solamento por ello deberían seguir existiendo.

Senecio auricula y Lepidium cardamines, ambos presentes en Ojuelos de Villarrubia, a las puertas del P.N. de las Tablas de Daimiel



Saladares del Guadiana

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Aunque la gente asocia los saladares de interior con las numerosas lagunas temporales manchegas, esta entrada viene a hablar de los saladares más occidentales, los que tiene como eje vertebrador al curso de un “renacido” Guadiana, por lo que también se podría hablar de los saladares calatraveños. Esta entrada continúa con las dedicadas a los valiosos ecosistemas que han quedado incomprensiblemente, al margen de la ampliación del colindante Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (PNTD), llevada a cabo hace casi un año.


               Ahora es el  turno de los saladares, un tipo de ecosistema bien  desarrollado en la región manchega aunque, como casi todos los ecosistemas de las llanuras, muy apetecidos por la agricultura, se ha pasado de una cierta abundancia, a su casi desaparición, pues a no ser que hayan logrado acogerse a alguna figura  de protección están quedando relegados a situaciones extremadamente marginales.

Ejemplar de gran tamaño (pensé era Arcthrocnemum) de salicornia

               Me voy a referir a las escasas, pero buenas representaciones de estos ecosistemas en enclaves que aún sobreviven, o que “sorprendentemente” están prosperando, a costa de las llanuras de inundación en el entorno del  PNTD. Uno en el Cigüela, a las mismas puertas del Parque. Otro en la llanura de inundación del Guadiana cerca de la desembocadura del arroyo de Campomojado. Finalmente, el de mayores dimensiones, pero menos  halófilo, el de Los Prados de Carrión, en la reuníon con el Guadiana del Valdecañas-Pellejero. 

Arriba Campomojado y abajo el Pellejero, entre ellos aún perviven varios pequeños, pero importantes saladares

               En Castilla la Mancha hay distintos tipos de saladares, los cercanos a la Cordillera Ibérica ganan las sales del subsuelo, de las aguas que han recorrido capas salobres de estratos del Keuper. En esas áreas son comunes las salinas, hoy en lamentable desuso, frente a la sal, cada vez más contaminada, de origen costero.


Saladar en buen estado desmantelado hace  pocos meses

      En el fondo de la llanura manchega se encuentra el saladar más usual, el que recoge el drenaje de pequeñas cuencas cerradas (endorreicas), que por el aporte y la desecación sucesiva en el tiempo, van cargando de sales esas zonas donde en épocas lluviosas se acumula el agua.


               Pero con el paso de los años, estoy viendo que hay un tercer tipo de saladares que están   a medio camino entre un área ribereña y lagunas temporales. Desgraciadamente, la  desaparición de las corrientes superficiales de agua (cuando existían eran conocidas como “ríos”),  ha hecho que áreas puntuales de este drenaje manchego, mantengan  un comportamiento más continental y árido, sin el periódico lavado de sales y el aporte de nutrientes que la circulación, más o menos continua de las aguas, suponía.

La Puccinellia festuciformis tiende a formar espesos  céspedes en los suelos húmedos del saladar

               Por este motivo desaparecieron los antiguos ecosistemas fluviales y ahora las antiguas riberas, (las que se han librado del arado), no saben a qué carta quedarse y funcionan “a resultas“ de los acontecimientos: si viene una riada: cría  una vegetación tipo aluvial; si cede la riada: nitrófila natural; si no llega el agua casi nunca: pastizal de secano; si llega el agua de forma recurrente, pero espaciada: vegetación salina. A esto hay que añadir la  acción del arado, entonces entran los grandes cardales y pastizales de la vegetación nitrófila ruderal.

Entre las gramíneas nitrófilas destacan las espesas espigas de los Polypogon

               Los saladares son una de las comunidades de vegetación  más especializadas y exclusivas (pues solo pueden vivir allí quien tenga narices para hacerlo).


La sosa reúne muchos de los caracteres adaptativos de las plantas a la sal

          Las plantas no solo tienen que bregar con unos suelos inestables, descarnados y desprotegidos que existen, también tienen que prepararse para una insolación que hasta les llega rebotada del suelo y también tienen que hacer frente a las mortíferas sales del suelo, adecuando toda su fisiología a hacer una gestión “anti-salina” para poder conseguir el agua que quieren para sí, las sales del suelo.

A pesar de estar secos y sin su color rojo característico, se reconocen fácilmente los coralillo

               En el Campo de Calatrava, apenas hay saladares dignos de tal nombre, solamente la protegida Laguna de Pozuelo, a pesar de sus problemas de aguas cuasi residuales y estar casi engullida por la población, tiene una decente vegetación salina e incluso sus flamencos.


Últimas muestras de arroyos desapareciendo (crypto-lagunas), en la  llanura, de corte semi-salino

         No muy lejos de allí está el pequeño y estacional, aunque más dependiente del arado que de las lluvias, semi-saladar o semi-laguna de  La Membrilleja que con una vegetación casi más nitrófila que halófila. En el resto de la región, tras las importantes lluvias de estos años atrás, surgieron una serie de “crypto lagunas ” entra Torralba y Almagro, allí donde mueren, en medio de la llanura (cuenca arreica), varios ríos nacidos en  las serretas de Moral.

Aeluropus littoralis es la gramínea más repartida por los bordes de los saladares calatraveños

               Ante tan  escasas muestras de este tipo  de comunidades, las localidades de las que hablo cobran una gran importancia, máxime teniendo en  cuenta la  gran distancia al resto de las lagunas salinas del centro de La Mancha (área de Alcázar de San Juan). Pero lo que sí que es lamentable es su maltrato y, para colmo, su olvido en la reciente ampliación del PNTD.


Buenas áreas salinas a la misma puerta del PNTD, en terrenos que deberían ser públicos  y Parque Nacional

        La mejor representación de vegetación halófila a escasos 2 km. del límite del parque, en la misma llanura de inundación  del Cigüela, al igual que las otras de aguas abajo: una, hace poco medio arada, a 4 kms. del límite occidental del parque, y la de Los Prados de Carrión a solo 7 kms.; todas en los cauces, en lo que es o debería ser, Dominio Público Hidráulico.

Un alcaraván en medio de una de las saladas de Campomojado

               La primera se encuentra cercana a la EDAR de Villarrubia de los Ojos, pegada a la Madre Chica del Cigüela. No hace demasiado tiempo, incluso hoy en día, el arado le recorta cada vez un poco más de terreno; la producción obtenida es absurda, pero es una forma de reclamar una propiedad puesta en duda por el cauce del río; de hecho esta es zona de desbordamientos y lo era de lagunillas interiores que a fuerza de pasadas de tractor se consigue, finalmente, hacer desaparecer. Estos meses con tan poca lluvia son ideales para seguir trabajando en ello con el  tractor.


               Aquí hay una buena  gama de casi todas las comunidades salobres unidas, a falta de las grandes plantas vivaces de Sarcocornia o Arcthrocnemum, están todas las demás; los juncales y praderas halófilas; los almarjales de Suaeda vera, los campos de limonium, las comunidades de anuales salinas de salicornias; las moderadamente salinas de llantenes  y otras; las pioneras de coralillo;  las praderas graminoides húmedas de Puccinellias y las secas de Hordeum marinum; casi todas recogidas como Hábitats Prioritarios de protección especial de la CE, por su escasez y valor científico.


               Entre las plantas menos comunes aquí podemos encontrar el coralillo Microcnemum coraloides; el llantén salino Plantago maritima, la hiel de salina Centaurium tenuifolium y C. spicatum, Frankenia laevis y F. pulverulenta, Parapholis incurva, Blackstonia perfoliata, espergularias y otras especies de interés.


Centaurium tenuiflorum en el saladar a las puertas del PNTD

          La vegetación ya cercana a los cultivos ha llegado a estar constituída casi monoespecíficamente por enormes extensiones de Lythrum flexuosum. Sin duda existió la protegida Senecio auricula, planta que he llegado a encontrar en  el interior del Parque (seguro que nadie lo ha añadido a su flora), pero  debido a la propia dinámica fluvial, habrá sido expulsado por el carrizo.


               Ya aguas abajo del PNTD encontramos en medio de la llanura de inundación las saladas de Campomojado que sólo muy temporalmente recogen agua, pero que poseen un magnífico muestrario de vegetación salina. A buen seguro que de no  haber sido ocupada (usurpada al río) y roturada la desembocadura de Campomojado, también tendría una buena muestra de comunidades halófilas.


La salada de Campomojado desarrollando espesos céspedes de Puccinellia

          No  tienen una flora tan variada como la anterior, pero tienen un buen rodal de la muy escasa Cressa cretica o Himmenolobus procumbens. Hay una buena extensión de pastizales anuales, destacando los de la sosa Salsola soda Suaeda splendens con Salicornia ramossisima.

La escasa Cressa cretica posee uno de sus últimos refugios en la salada de Campomojado

              Existen grandes superficies cubiertas por la gramínea halófila Puccinellia festuciformis, entre la que solamente descollan algunos juncales salinos. En sus bordes hay una pequeño rodal de almarjal y, en lo más pastoreado por las ovejas, espesas formaciones de Gypsophilla tomentosa, Atryplex roseum y Suaeda spicata, por las que es frecuente ver pastar a las ovejas


               Hace poco este saladar  fue parcialmente roturado y, cortados y quemados sus tarajes que ya tenían consistencia arbórea. Parece que este paraje ha caído bajo una familia especializada en reivindicar (..y conseguir?) la propiedad de algunas llanuras de inundación calatraveñas. Esperemos que la defensa de lo público prevalezca sobre el “peloteo” a una familia importante. Desgraciadamente algunas de las fotos que veis ya no se  van a poder repetir en años.


Este paisaje ha quedado cortado por la mitad gracias al arado

               El último saladar al que me refiero también tiene algunos problemas con supuestos propietarios pero de forma más marginal, pues aún, el conjunto, tiene buenas  dimensiones.


Los Prados. Entre izquierda (buen estado) y derecha (recién  arado), se muestran las blancas sales del  suelo

          Sus áreas verdaderamente salinas son escasas, siendo muy abundante la vegetación halonitrófila, es decir, moderadamente salina y de carácter nitrófilo, como se manifiesta en lo que quizás sean los mayores calaminares manchegos (matorrales de Salsola vermiculata, calamino en la Mancha o sisallo en Aragón). También hay buenos carrizales en esta área que antaño tuvo explotaciones artesanales de yeso.

A la izquierda puede verse la llanura de inundación del Guadiana, con algunos buenos saladares

               Esta gran área inundable formaba, con el contiguo Guadiana, la defensa fluvial del gran castillo de Calatrava la Vieja que se encuentra en la península formada por ambas. Su vegetación es muy interesante al mostrar todo tipo de transiciones, hacia lo salino, hacia la costra rocosa de caliche, hacia lo lacustre, hacia tomillares o hacia los cultivos. Por estas razones y por su gran dimensión espacial, se solicitó su inclusión en el Parque Nacional, como todas las llamadas Tablas de Calatrava o como pre-Parque.

Almarjal en medio del gran calaminar de Los Prados de Carrión de Calatrava

               Al menos posee dos áreas claramente salobres, en ambas con almarjales de Suaedas y grandes masas de acelguilla (género Limonium); una cercana a la ermita y castillo; y la otra en la orilla opuesta ya cercana a la desembocadura que además posee uno de los mejores tarayales de la región. 



          En otras partes, allí donde aparecen manchas blancas en el suelo, aparece el micropastizal de Frankenia pulverulenta y bordeándolo juncales o herbazales salinos de Aeluropus littoralis o de Puccinellia festuciforme. A pesar de los canales de drenaje, en épocas de aguas han permanecido buenas lagunas en años sucesivos.


               Posee un muestrario muy completa de toda la vegetación halonitrófila, desde los cardales a praderas de gramíneas de gran talla, con especies poco comunes en la región como Centaurium spicatum, C. tenuifolium, Haplophyllum linarifolium, Blakstonia perfoliata, Lythrum flexuosum, L. tribracteatum, Limonium varios, Pistorinia hispanica, etc…

La soda, una buena planta barrillera Salsola soda

               Las formaciones halonitrófilas son muy diversas, tanto que probablemente sea el mejor catálogo de este tipo de comunidades en  toda la Mancha, por lo que sería demasiado prolijo entrar en un catálogo exhaustivo de especies. Algunas de sus formaciones más abundantes son los cardales.


Llamativa imagen de Sonchus crassifolius y Cirsium monspessolanum


           En ellos existe una gama de especies pocas veces vista, a parte de tobas, carlinas y cardillos,  hay varios tipos de Cirsium (monspessolanum, pyrenaicum y vulgare), destacan las blancas  masas de Sonchus crassifolius y cerca de los canales el S. marinum.


Más claras, rodales de Limonium en medio de un ralo carrizal en Los Prados de Carrión


Hay formaciones de escasa talla dominadas de forma masiva por Asteriscus aquaticus, hay praderas de gramíneas varias, como las de  Polygonum maritimus; los lastonares de Elymus varios, como praderas de Hordeum marinum. Otras formaciones herbáceas de alta talla son las comunidades de la viscosa Gypsophilla tomentosa.


Atardecer en el que probablemente sea el mayor calaminar del centro de la península

               Este lugar merece por sí solo una entrada entera e incluso un libro, en el que entrarían desde su rica arqueología (motilla de Malvecinos), su arquitectura (castillo de Calatrava de Calatrava, ermita de la Encarnación; hornos de yesos, etc.); su especial geología, con áreas de yesos, sales, calizas e incluso cuarcitas. Cuenta con un hervidero hidrotermal recientemente rehabilitado por el ayuntamiento de Carrión de Calatrava.


Profusión de cardales tras las riadas. Al fondo una  de las "motillas" del Bronce Manchego

        Este lugar sería un punto magnífico como “segunda entrada principal” del Parque Nacional de las Tablas del Guadiana, una vez rellenadas las grandes zanjas del drenaje del Guadiana y del Pellejero.



En tonos rosados Suaeda splendens, verdes Puccinellia festuciformis y en primer término Hordeum marinum


         Este tipo de comunidades vegetales están estrictamente protegidas legalmente como hábitats de interés comunitario: 1310 - Comunidades halófilas anuales: micro-céspedes de Frankenia pulverulenta; comunidad de Microcnemum coralloides y comunidades de salicornias; 1410 - Pastizales salinos continentales mediterráneos: juncales salinos y praderas graminoides salinas; 1420 - Matorrales halófilos vivaces: almarjales.  1510 - Estepas salinas mediterráneas: Comunidades de Limonium (de Interés Prioritario). 82DO - Bosquetes de Tamarix canariensis y 1430 - Matorrales halonitrófilos.

Entre un suelo lleno de sales destaca el color verde de las salicornias

        Por otra parte figuran en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas en Castilla la Mancha como “en peligro”, Lepidium cardamines, muy escaso en esta área; y, como ”de interés especial” Cladium mariscusLimonium carpetanicumLimonium costae y Microcnemum coralloides.


El coralillo con su color que le da nombre

          Desde aquí no me  queda sino felicitar a la Asociación Tablas de Calatrava, por la labor divulgativa e  incluso restauradora, de paisajes, antiguos oficios como los yeseros e incluso implicados en actos teatralizados en el interior del Castillo de Calatrava que está poniendo en valor esta parte tan valiosa, pero escasamente valorada del municipio de Carrión de Calatrava.

Calatrava la Vieja rodeada por la llanura de inundación del Guadiana y del Pellejero


Más información:
- ecocarrion.wordpress.com
- http://tablasdedaimiel.com/
- vicencon.wordpress.com

Los Encinares del Occidente Manchego

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            La vegetación potencial de toda la región manchega son los encinares. No aparecerían en las escasas más salinas, las más esteparias o las antaño numerosas áreas temporalmente inundables; y serían sustituídas por quejigares en las áreas más frescas y umbrosas, también escasas, pero presentes hasta la actualidad.

Las abundancia de esparragueras apunta la diferencia respecto a los demás encinares ibéricos

            El encinar manchego, llamado por los fitosociólogos Asparago acutifolii-Querceto rotundifoliae, se extendería por la mayor parte del centro peninsular, desde Talavera a Albacete y desde Madrid a Valdepeñas. Pero no es un encinar homogéneo, teniendo variaciones florísticas debidas a las diferentes litologías, dentro de una dominancia calcárea, y a las variaciones climáticas, tanto por lluvias, como por temperaturas o continentalidad.

Hacia el borde occidental manchego la presencia de suelos calizos queda manifiesta por la vegetación, en este caso la llamativa Prangos trifida

            El verdadero encinar manchego es una vegetación en verdadero peligro. Ha pasado de tener una marcada dominancia territorial hasta la Guerra Civil, a ir desapareciendo, de una manera lenta pero inexorable a causa de la intensificación de la agricultura. La mayor viña del mundo, se instaló en una área poblada mayoritariamente por encinares y campos de cereales. Las “manchas” de monte mediterráneo fueron desapareciendo al ser roturadas para dar paso a un monte adehesado que fue poco a poco reduciendo el número de pie de encinas al mínimo.

Entre el encinar y los cultivos flora basófila con Iberis  pectinata y Anagallis monelli

            Un factor importante pocas veces tenido en cuenta en el estudio de la deforestación del centro peninsular, fue la lucha contra las plagas de langosta. Antes yo pensaba que era algo que venía de África y que ocasionalmente golpeaba el sur de Andalucía y Murcia cuando soplaban vientos del sureste; pero no solo fue así, en los siglos XVIII y XIX fue un azote recurrente que diezmaba los cultivos provocando hambrunas y calamidades. Ante este mal los encinares se roturaban para arruinar las puestas de las langostas y, ya de paso, se roturaba el monte o se le hacía desaparecer.

A parte de la caza, este suele ser el uso habitual del encinar manchego, escombrera de las fincas vecinas

            El golpe definitivo fue la extensión del cultivo de viñas para abastecer a la capital del estado aprovechando una epidemia de filoxera que arruinó los viñedos de gran parte del este ibérico. Ese cultivo, a pesar de que se lleva años diciendo que se están arrancando viñas, no ha hecho sino incrementarse exponencialmente hasta el presente. Y si se arrancan viñas, es para ir acabando con el cultivo de la vid en “vaso”, para reconvertirlo en “espaldera”, con riego y recogida mecánica. Se ahorra agua, en comparación con un campo de alfalfa o cebollas, pero el consumo de agua, en esta región tan seca, no ha hecho sino crecer a pesar de su ya antigua declaración como área sobre-explotada.

Sin palabras

           La tecnificación y mecanización de las labores agrícolas ha hecho que, a pesar de una legislación protectora de los encinares, las encinas se vayan arrancando por ser consideradas un estorbo. También los numerosos bloques de piedra caliza de los cultivos, son desplazados de forma sistemática a los bordes y taludes de los cultivos, arruinando todas esas áreas marginales que son el último refugio de la vegetación autóctona. Incluso los mismos encinares, antaño muy aprovechados para el pastoreo y para la caza, ahora sirven como aparcadero o almacén de mercancías, útiles o deshechos agrícolas.
         
Encinar acorralado por la agricultura. Melones abajo y viñas en espaldera al fondo

            En la Mancha toledana o madrileña existe una topografía más accidentada del terreno por el desnivel de la llanura a las vegas del Tajo y sus afluentes, creando rincones y vallejos en muchos casos poblados de encinas y, puntualmente, de quejigares. Pero en la Mancha más plana y monótona, apenas hay desnivel con el Guadiana o sus tributarios, por lo que el dominio agrícola es total y por ello los encinares están en verdadero trance de desaparición.
  
En lo más seco y pedregoso del encinar aparece la pinchuda Astragalus clusianus


            El encinar de la llanura manchega ha ido desapareciendo de toda su área central, volviendo a aparecer, incluso generosamente en los extremos orientales de la Mancha, donde el elemento levantino de la vegetación se hace más presente. Aquí aparece el encinar frecuentemente unido al pinar, tanto al pino carrasco, Pinus alepensis en el área más influída por el Júcar, como por el piñonero, algo más al interior. Pero el encinar del que voy a hablar es el que aparece en la parte más centro-occidental de la Mancha, el de los escasos montes del Campo de San Juan y los más orientales, pero manchegos, del Campo de Calatrava.

El asperón Lithodora fruticosa en el borde del encinar manchego

            Esta es una nueva entrega, (y van cuatro), de los ecosistemas del entorno del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (PNTD) que no han sido incluidos, en su reciente y ridícula ampliación, aunque publiciten que ésta: “Incluye una excelente representación de un encinar sobre calizas y una representación de una dehesa manchega”. Tal representación es ínfima, apenas recoge varias hectáreas de encinar y cerca de treinta de una dehesa muy aclarada.


Este es el encinar incluido en la Ampliación del Parque: una franja así de ancha y de menos de un kilómetro de largo

          He recorrido ese encinar y apenas tiene un buen estado, ni vegetación reseñable, pues todo su borde superior es área de cultivos. Pero quien si tiene una gran riqueza florística, es un encinar mucho mayor situada más al oeste. También los escasos quejigos y los grandes mestos (mezcla de quejigo y encina) de la zona siguen quedando fuera de protección.

Del borde rojo hacia arriba, la ampliación de las Tablas para meter algo de encinar. En línea blanca punteada, parte de la propuesta hecha a Parques Nacionales para incorporar un encinar en condiciones.

            El verdadero encinar manchego no es el definido al principio, pues éste se describió en Guadalajara y el sureste madrileño. Coincide en mucho, por supuesto, pero las ligeras diferencia litológicas y climáticas con los encinares del centro de la llanura manchaga, suponen variaciones florísticas, tanto en la presencia de determinadas especies como variaciones en sus respectivas abundancias. Hoy dado la escasa presencia de encinares sobre calizas y su lamentable estado, es difícil definirlo con exactitud, pero después de bastantes años y muchos paseos, tengo bastante claro como debe ser.

La coronita Hippocrepis commutata muestra claramente la influecia caliza en los suelos

            El encinar en muchos casos aparece muy pobre en especies siendo la encina la dominante en todos los estratos, con muy escasa presencia de otros arbustos. Esto es debido a que no son encinares antiguos, sino trozos de dehesas que se dejaron de cultivar y están volviendo a su naturalidad sin el “semillado” de toda la gama floral de un encinar antiguo.

Al borde de la reciente ampliación, un excelente y variado encinar, ideal para extenderse al resto de las dehesas

            Los encinares viejos, aunque pequeños y dispersos, se caracterizan por su riqueza florística en el estrato arbustivo, acrecentándose en el herbáceo. El encinar en su contacto con áreas más húmedas puede presentar quejigos, aparte de majuelos y rosales. Los arbustos más característicos son la coscoja Quercus coccifera, el espino negro Rhamnus lycioides, el torvisco Daphne gnidium, el jazminorro Jasminum fruticans y en los encinares mejor conservados abundan, llegando a ser sub-arbóreos, los aladiernos Rhamnus alaternus, con retamas Retama sphaerocarpa, alguna aliaga Cytisus scorpius y sin jaras, a no ser Cistus albidus.

El aladierno Rhamnus alaternus es fácilmente confundible con las mismas encinas

            En un estrato inmediatamente inferior están las matas y subarbustos, siendo abundantes las esparragueras Asparagus acutifolius, las efedras Ephedra nebrodensis, los asperones Lithodora fruticosa, las bolinas Santolina chamaecyparissus o Artemisia herba-alba. En los más pedregoso y árido florece el pinchudo Astragalus clusianus y a pesar de haber dado nombre anteriormente al encinar castellano y manchego, el Bupleurum rigidumapenas aparece de forma marginal, pero sí lo hace y muy abundante su congénere B. fruticescens.

Bolinas y Bupleurum fruticescens forman el bajo matorral de los claros del encinar manchego

            Entre las plantas herbáceas, abundan los tomillos Thymus vulgaris, las zamarrillas Teucrium pseudochamaepytis, T. omphalodes y T. capitatum junto condiferentes tipos de jarillas como Helianthemum rotundifolium, H. ledifolium; la ruda Ruta montana. destacan las flores de la herradurilla Hippocrepis commutata, Cachrys trifidaAritolochia pistolochia, las lechetreznas Euphorbia nicaensis y E. isatifolia o de Coris monspeliensis, junto con las serrátulas S. pinnatifida y las menos llamativas Centaurea aspera o Plantago albicans. También aparecen, y he visto que en Flora Ibérica que no están citadas para Ciudad Real, Coronilla minima y Thesium divaricatum.

Las estrañas flores de la Aristolochia pistolochia adornan el suelo en los claros del encinar

            Al norte, en la Mancha toledana y Madrid, son más abundantes los quejigares y ya hay otras especies que no llegan por poco, hasta aquí, como el espantalobos Colutea hispanica, Silene mellifera, Ononis tridentata, Cistus clusii, Salvia lavandulifolia, Ephedra fragilis o E. distachya.

Himantoglossum hircinum, una orquídea propia de terrenos calizos destaca por su tamaño al borde de Las Tablas

            La llanura manchega descansa sobre un sustrato paleozoico que asoma en pequeñas serretas en su interior y ya de manera dominante en Montes de Toledo y Sierra Morena. Estos materiales son de naturaleza silícea y su vegetación es muy diferente a la que vive sobre las calizas manchegas, pero en sus numerosas áreas de contacto, sobre todo en el Campo de Calatrava, existe una vegetación casi a medio camino entre la una y la otra. En estas áreas es mayor la influencia caliza sobre el sustrato silíceo que a la inversa.

La jarilla Cistus crispus tapiza los bordes del encinar en el Campo de Calatrava

            El encinar calatraveño, al contrario que el manchego se llena de jaras, destacando la pequeña Cistus crispus que llega a tapizar mayoritariamente sus suelos; también aparece la térmica Cistus monspeliensis, quedando la jara pringosa C. ladanifer y la aliaga Genista hirsuta, para las zonas del monte con menor influencia básica. Un comportamiento intermedio también lo tiene la escoba Cytisus scoparius.

Encinar de clara influencia extremeña (Pyrus bourgaeana y Cytisus scoparius) en Los Pozuelos de Calatrava

            Más al oeste el encinar se va tornando luso-extremadurense, ya es el mundo de la jara, es el encinar con piruétanos Pyrus bourgaeana. Aquí ya ha desaparecido toda la influencia manchega, la de los suelos básicos. Solo quedan restos de plataforma caliza intercalada entre serretas silíceas y disecada por los ríos, entre el Jabalón y Los Pozuelos de Calatrava, con escasos restos de encinar manchego.

La proliferación de palomas torcaces está llenando el encinar de olivos asilvestrados

            En la mancha occidental prácticamente quedan áreas de encinar, por eso son tan valiosas esas últimas manifestaciones en el entorno de Las Tablas, aunque la mayor parte esté adehesado, a partir de las escasas áreas de monte y de una fácil repoblación, sería muy fácil recuperar el encinar manchego con unas dimensiones decentes para poder hacer frente al futuro.

Ya en el campo de Calatrava algunos encinares se orlan de rosales, Dorycnium pentaphyllum y Cleonia lusitanica

        Prefiero pensar que por desconocimiento, esa lógica no parece haber calado en las mentes pensantes que dirigen nuestros parques, piensan que para encinar ya tenemos Cabañeros (mayoritariamente en manos privadas y ya es encinar luso-extremeño) y la ampliación realizada, apenas les ha concedido importancia, a pesar de alabarlos tanto sobre el papel.

Aguas abajo y fuera del PNTD un encinar-coscojar con ontinas Artemisia herba-alba, al borde del Guadiana

            No solo están esos encinares en el noroeste del Parque, también hay muy buenos retazos de monte en buen estado de conservación al este, rodeando los iniciales Ojos del Guadiana, la mínima ampliación posible que pedimos desde la Asociación Ojos del Guadiana Vivos a los responsables del PNTD. Esperemos que el año que empieza nos traiga otra manera de valorar el medio ambiente y las últimas manifestaciones de una naturaleza que se nos escapa de las manos ante tanta cortedad de miras de quien tiene los medios pero no está dispuesto a gastar un duro o poner límites a la agricultura manchega.


“Timberline”. La Fragilidad del Límite Superior del Bosque

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     El límite superior del bosque, el “Timberline” de los países anglosajones, nos remite directamente a la idea de alta montaña que a diferencia de la baja o media montaña y obviando discutibles criterios altitudinales, es aquella que posee una franja altitudinal superior carente de vegetación forestal natural. Es significativo el nombre alemán de esta línea: “Krummholz” que literalmente significa madera retorcida, debido a las duras condiciones que tienen que soportar los últimos árboles del bosque, pues aparecen enanizados, retorcidos e incluso, tocados por el rayo.






















   Esta zona, muy desnaturalizada en los últimos tiempos, presenta unas características ecológicas que la hacen diferente y  peculiar. Es ecológicamente un medio fronterizo, un ecotono, la zona intermedia entre dos mundos, entre dos medios vegetales dinámicamente muy diferentes, el arbóreo y el arbustivo.


Pedreras inestabilizadas por el hielo y la escorrentía en los tubos de Cabezas de Hierro

   Aquí la crudeza climática y los procesos geomorfológicos asociados, marcan un límite altitudinal, más o menos neto, al desarrollo de la vegetación de gran talla. A partir de esta línea solo en refugios, bajo condiciones microclimáticas más favorables, podremos encontrar algún arbol. El relevo de lo forestal lo toma la vegetación arbustiva con lo que las características edáficas, lumínicas y microclimáticas cambian por dejar de ser nemorales, aunque tenemos la riqueza combinada de esos dos mundos.

En la Cantábrica pasamos  del bosque a un gran brezal-tojal con escobas

     El clima se caracteriza por un descenso generalizado de la temperatura, la acción persistente del viento y la mayor cuantía de las precipitaciones, siendo las invernales mayormente en forma de nieve. Las precipitaciones se ven potenciadas por la altitud y, en muchos casos, también por el efecto de pantalla orográfica frente a la circulación general de los vientos dominantes.

Tras el fuego las fuertes lluvias del sur de Gredos erosionaron brutalmente estas laderas

     Al disminuir la temperatura y aumentar la precipitación, dentro del macrobioclima mediterráneo se hace posible la existencia de numerosas especies de carácter atlántico o eurosiberiano. En muchos sistemas montañosos del centro y norte ibérico, en razón al incremento de la altura pasamos directamente de estar bajo un macrobioclima mediterráneo al templado, lo que lleva asociado todo un cambio vegetacional y una neta frontera biogeográfica en esas mismas laderas.

En las montañas templadas el límite del bosque  viene marcado por los abedulares, situados por encima del hayedo

         Los factores climáticos aquí, salvo el aumento de precipitaciones, son limitantes de la actividad vegetal y ponen en marcha procesos apenas relevantes en áreas inferiores, como son todos aquellos relacionados con la congelación del agua en el interior del suelo. Los ciclos diarios o estacionales de congelación/deshielo actúan enérgicamente sobre la capa superficial del suelo inestabilizándolo o sobre el material rocoso, cuarteándolo y arenizándolo; Ciclos de mayor duración crean en el interior del suelo vejigas o hinchazones de proporciones muy variables, fenómeno llamativo principalmente en las zonas húmedas, siendo capaces de, por gravedad, movilizar masas de terreno. 

Lóbulo solifluidal de barro y césped  fluyendo entre pinos que sufren el "efecto bandera" del fuerte viento dominante

        La congelación de los suelos queda amortiguada por la presencia de la vegetación, aunque un régimen hídrico potenciado por precipitaciones puntualmente importantes y los deshielos pueden combinase peligrosamente. Esto queda patente cuando desaparece la cubierta vegetal y se producen, avalanchas de terreno, acarcavamientos o grandes surcos torrenciales que hacen desaparecer la rica capa superficial del suelo. Estos materiales arrastrados colmatan las pozas de las gargantas y, río abajo, el fondo de los pantanos.

Estos pinos sujetan con sus raíces el suelo y los materiales rocosos en  el borde de la garganta

      Esta es la zona con mayor  biodiversidad de la montaña, pues la condición fronteriza y su variada topografía crea un gran mosaico de microhábitats. Los ambientes van de lo rupícola a lo megafórbico, de lo heliófilo a lo esciófilo, de las condiciones más xéricas, impuestas por la exposición a los agentes atmosféricos: sol, vientos, una rápida escorrentía, etcétera; a las más higrófilas: umbrías, abundancia de manantiales, sombras topográficas,.. Por esto aquí aparecen cercanos reductos de la flora cacuminal y de la flora de cotas inferiores.

Abedulares sobre el pinar de Lillo marcando el límite del bosque

    Es por esta mezcolanza de ambientes ecológicos una zona de hibridación; especies adaptadas a uno u otro medio se encuentran aquí en vecindad; no en el mismo nicho ecológico, pero en nichos que están muy próximos: son áreas idóneas para la especiación. Por ejemplo, en Gredos el caso de las santolinas o de los tomillos. Santolina oblongifolia de cotas altas y S. rosmarinifolia de las bajas, coincieden en el timberline donde es frecuente encontrar individuos intermedios S. virescens; otro tanto ocurre con los tomillos, el  supraforestal Thymus bracteatus, contacta con el T. mastichina, de zonas inferiores, resultando un tomillo con olor a melisa que es el Thymus bratichina, dado por híbrido pero, en mi opinión, una nueva especie en toda regla, y así numerosos ejemplos.

Santolina virescens, intermedia entre la  oromediterránea S. oblongifolia y la supramediterránea S. rosmarinifolia

              Numerosos elementos norteños se dejan ver en este límite: tejos, acebos, serbales varios, abedules, etc.; así como especies relictas: roble albar, pinos cascalbos y silvestres en el sistema central; pinos negros o moros y sabinas rastreras en el Ibérico; pinsapos y quejigos alpinos en las sierras andaluzas y especies alpinas en el eje cántabro-pirenaico. A nivel arbustivo se produce una dominancia explosiva  al reducirse la competencia arbórea.  También existe  potencialidad hibridógena y generadoras de especies,  mezclándose arbustos de cotas superiores e inferiores. Ej: Cytisus oromediterranus x C. multiflorus: Cytisus praecox.
Santolina oblongifolia rodeada de Thymus bracteatus y una solitaria y supramediterránea Festuca elegans

       El caso del Sistema Central Ibérico es paradigmático de la fragilidad del timberline.  A Gredos, en sentido amplio, llegan ganados de regiones vecinas e incluso distantes, lo que finalmente ha resultado en que solo existan bosques en las áreas bajas, en las de importancia ganadera marginal, en la vecindad de los pueblos o en la retícula del parcelario, donde se mantiene algo de la primitiva riqueza forestal.  Ni que decir tiene que los mejores pastos casi coinciden con el área de timber, aunque hoy, hay que sumar a los recurrentes incendios de piornal (climácico o serial), la plaga de los incendios forestales, el mayor desastre ecológico en los veranos contemporáneos.



           El límite del bosque por la acción antrópica es un tema controvertido, no como en el Guadarrama, donde por encima del piso del roble existe un claro piso del pino silvestre, apareciendo algunos tortuosos pies de pino incluso por encima de los 2200m. Según recientes investigaciones hasta no hace mucho existió en Gredos un límite forestal de pinar, el resto de los pinares de pino silvestre actuales, (Hoyocasero y Alto Tormes), son pinares probablemente naturales pero favorecidos por el hombre frente al robledal.
Paso del robledal al piornal en lo alto del Pinajarro en el timber del valle de Ambroz

        El roble es quien tomó el relevo al pinar silvestre en la paulatina dulcificación del clima a mitad del Holoceno. El robledal tiene un límite forestal difuso en torno a los 1300-1500m. pero no es difícil encontrar pies en localizaciones rupestres que rozando los 2000m., en ambas vertientes y en puntos de difícil acumulación de nieve, factor que parece ser más restrictivo a nivel climático que el descenso de la temperatura con la altitud. En la mitad occidental de Gredos de influencia atlántica dominan los robles, mientras que en su mitad oriental, más continental, dominan los pinares, aunque muy favorecidos por el hombre.

Límite del bosque totalmente natural, algo inusual en la sierra Madrileña

           La idea de los pisos bioclimáticos altitudinales o pisos de vegetación es un concepto antiguo. Para el centro peninsular fue el geógrafo Huguet del Villar quién primero los definió. Hoy en día el planteamiento científico más acertado y admitido para la cliserie altitudinal de la montaña mediterránea es el de Salvador Rivas-Martínez que los caracteriza clara y matemáticamente por medio de valores umbrales climáticos. El timberline se encontraría en el límite entre el piso supramediterráneo (robledal) y el oromediterráneo; aunque si existe pinar silvestre, el timber estaría entre el horizonte inferior oromediterráneo y el piornal del horizonte superior. 

En Guadarrama Huguet del Villar comprobó la zonación altitudinal de la vegetación ibérica

       En el esquema clásico para el Guadarrama,  estaba el piso de la encina, por encima de éste, el piso del roble; por encima de éste, el piso del pinar; por encima de éste, el piso del piornal y por encima de este último, el piso del pastizal  vivaz de alta montaña. Este esquema, con ligeras variantes,  parece haber sido válido en el pasado para la práctica totalidad de las grandes montañas peninsulares, incluso la cordillera Cantábrica albergó una secuencia similar en su vertiente mesetaria, con grandes pinares reducidos en la actualidad a Lillo y Velilla del rio Carrión. Las Béticas y el sistema ibérico también parecen haber seguido este esquema, aunque los robledales (en calizas quejigares y acerales) están francamente mermados por la potenciación de los pinares. En estas áreas, mayoritariamente calizas, el papel del pino silvestre también ha sido desempeñado por el pino laricio y los sabinares.

Por encima del cantábrico pinar de Lillo, por encima del límite forestal aparece el arbustivo Quercus orocantabrica

    Ha sido el fuego quien ha dejado literalmente pelado el timber de la mayoría de nuestras sierras. Desde los celtas para mantener sus idolatrados ganados, a romanos y reconquista, con  el uso del fuego como táctica de guerra, hasta los incendios de nuestros días,  se ha ido calcinando esta región; pero hay un fuego  especialmente dañino, en mayor medida al tratarse de unos fuegos que se suelen provocar cuando se da por  concluída la campaña de incendios. Es el fuego intencionado de los piornales (o brezales en climas más húmedos) para recuperar o conseguir pastos. Antes era una herramienta que era casi un arte y hacían poco daño, pero hoy es el mayor azote de lo más alto de nuestros montes.

Acebos ramoneados por los venados en su parte inferior en el timber asturiano

           Un nuevo factor degradante se viene a sumar hoy en día a los incendios forestales en el timberline, es la actual pujanza de la caza mayor que en el Sistema Central ha venido del incremento exponencial de la cabra montés en los últimos años. Su número es francamente excesivo en todo el Sistema Central, con un serio problema en Gredos; otro tanto ocurre con los jabalíes, síntoma del abandono rural y prueba de la dureza de estos animales, es muy corriente el observar grandes áreas de pastizal totalmente arados por ellos. Con los cérvidos y debido al cambio climático, en esta área que debido a la nieve tenían vetada, se ha pasado de la ausencia más absoluta a la abundancia. Aumento, poblacional muy considerable en todo el Sistema Central e Ibérico, pero espectacular en la Cantábrica. Si la evolución siguiera su curso probablemente daría una nueva especie más adaptada al frío y la nieve, el ciervo de piornal.

Zona  gredense deforestada y abundante en jabalíes y venados

   El efecto de esta fauna tan alabada por los escopeteros, sobre la vegetación, unida a las causas provocadas directa o indirectamente por la acción del hombre (principalmente los fuegos), está dejando esta franja zonal de vegetación en unas condiciones precarias para enfrentar un incierto futuro que los vaticinios climáticos nos presentan como poco o nada halagüeño.

Un fuego o el rayo acabó  con uno de los últimos pinos silvestres del valle del Tiétar, cara sur de Gredos

           Entre las medidas que se deberían tomar para impedir el deterioro de esta franja altitudinal, aparte de las coherentes con todas las normativas de protección ambiental nacionales y europeas, de las que muchas atañen a estas áreas por entrar en áreas de protección manifiesta, y manifiestamente ampliable, se deberían observar otras de sentido común que no suelen entrar en las miras de gestores más proclives a un falso sentido económico.

Reversión de la pista de esquí de Valcotos a un estado más natural

Por todo esto habría que asentar medidas indispensables para esta región tan delicada y tan importante para garantizar la seguridad de las áreas inferiores tales como:


- Prohibir la explotación forestal en áreas con pendiente mayor de 20°, como factor protector del suelo frente a las abundantes precipitaciones que aquí se producen y sus ulteriores destrozos erosivos. Actuar pensando en el bosque como reservorio de humedad y fábrica de fertilidad. El cuidado y protección del bosque es asegurar un ciclo hidrológico limpio y bien secuenciado, protegiendo desde arriba toda la cuenca y el suministro a las zonas inferiores.

Al fondo paso del hayedo-robledal al piornal-brezal de Ayllón. En primer término montes aterrazados

- Racionalizar y conjuntar un sistema silvo-pastoral. Ocurre que grandes áreas se dedican en exclusiva a uno u otro uso. Es corriente ver buenos pastizales reforestados cuando serían más productivos ecológica y ganaderamente siguiendo como prados y viceversa; si se plantaran árboles en altos y oteros, vallándose los árboles cuando jóvenes, darían en el futuro mayor humedad y protección al terreno, así como cobijo al ganado en verano.

- Reforestar con especies del terreno o recientemente desaparecidas de la zona, con un abanico de especies autóctonas e incluso no tanto, al menos en las áreas de menos valor ecológico, adecuando las especies a las áreas del terreno más favorables a ellas. Dado los variables tiempos que se avecinan es absurdo jugársela a una sola carta.


Últimos silvestres  del sur de Gredos con un fondo de laderas deforestadas por los fuegos reiterados

- Control poblacional de las especies cinegéticas con el establecimiento de unas densidades máximas y no impedir por más tiempo, la entrada del lobo como actor y parte de la dinámica poblacional de los herbívoros en las áreas donde aún no está presente.


- Una labor educativa digna y pagada en el medio rural, las ideas preconcebidas, antiguas o los prejuicios frente a la protección del territorio están a la orden del día entre los paisanos que son finalmente quienes van a cuidar y sufrir o disfrutar de las acciones de protección. Este puede ser el punto clave de cualquier gestión del espacio rural. La valoración del factor humano y el ganar racionalmente la colaboración de los pueblos tiene una importancia crucial ante cualquier acción de futuro.


- Hacer de la lucha contra el fuego un asunto de estado y conseguir la erradicación del incendio de piornal como práctica de manejo de los pastos ganaderos. Antes se sabía quemar en tiempo y forma, y siempre bajo estricta vigilancia. Hoy se prende y se escapa porque es ilegal y luego el fuego sigue su curso desbocado.

Poco a poco esos pinillos van conquistando la cima de las montañas, vetadas antes de estos tiempos más cálidos

Efedras, las más antiguas, las mejor adaptadas

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Hay tipos de vegetación de los que se suele hablar poco, pues no están en el candelero científico o no  aparecen en el menú mediático verde; es el caso de los efedrales.  Como suelo reiterar, parece que la moda “europeo-alpina” que nos quieren vender como “nuestro entorno”, aunque tengamos más cerca de Madrid, Orán que Burdeos, sea la de paisajes siempre verdes, llenos de arroyos cristalinos en medio de una naturaleza prístina, idílica y esdrújula.


Unos buenos espartales madrileños baqueteados por el viento del norte

        Pero nuestra naturaleza, a parte de ese verde europeo, es mucho más rica y poseemos toda una gama de paisajes y formaciones vegetales que, aunque lo tengamos al lado, desconocemos, y esa ignorancia hace que ni los valoremos ni, menos aún, que los protejamos.


Coscojares con encinas, espartales y pinos en el Parque del Sureste madrileño

Los ecosistemas de tierras secas o semiáridas son una de nuestras “individualidades” a nivel continental. Muchos de nuestros ecosistemas relacionados con la aridez y la termicidad se encuentran protegidos a nivel europeo por la extrema rareza de esos ambientes en toda Europa y, desgraciadamente, porque gracias al urbanismo descontrolado y a nuestra voraz agricultura y silvicultura, estamos relegando a situaciones cada vez más restringidas y marginales.


Contemplando  un  vetusto ejemplar de efedra con la gente de ARBA

  Aprovechando una  convocatoria, realizada alevosamente el día más frío de todo el invierno, de la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA), me uno a un recorrido por el mejor efedral madrileño, que aunque parezca mentira, es hablar de uno de los mejores de toda España.


Salvo algunas coscojas (verdes) casi todo son efedras enormes

  La efedra en Madrid, como arbusto térmico que es, aparece solamente en situaciones protegidas y solanas del sureste. Es típica su situación en las solanas de los tres grandes ríos: Jarama, Tajuña y Tajo. Pero en la zona del recorrido, dado el sustrato yesífero dominante, se le imponen a la vegetación unas condiciones edáficas tan duras que solo los muy adaptados a la termicidad y a la aridez, pueden  superar.


Efedras, coscojas, espinos negros y esparto en la cara noreste del cerro

        Ni que decir tiene que la efedra reúne casi todo el elenco de adaptaciones necesarias para competir y prosperar con éxito frente al resto de plantas y arbustos superiores en este tipo de medios.


Es sustratro yesífero apenas tolera a los más adaptados a la xericidad

  La efedra es uno de los géneros más antiguos del reino vegetal, se originó al comienzo del cretácico, en un mundo de plantas sin flores llamativas. Desde entonces su exitoso diseño, al igual que ocurre en el reino animal con tiburones y cocodrilos, apenas ha variado.


Mancha de Ephedra nebrodensis en una ladera expuesta al noreste

        Para combatir la sequía, tiene hojas reducidas a escamas unidas por su base, lo que vemos como hojas aparentes, son las ramillas; suelen tener esas ramillas tonos claros para repeler los rayos solares, aparte de otras muchas adaptaciones, como la de tener  un potente sistema radicular.


El espartal y las efedras duramente azotadas por el viento

Las efedras viven en zonas  calizas y sobre yesos, más difícilmente sobre suelos poco ácidos sobre cuarcitas (Campo de Calatrava). Por ello el mapa de distribución de las efedras españolas casi coincide con la de los suelos no ácidos peninsulares,  a no ser algunos arenales marítimos, donde sus adaptaciones a la xericidad vuelven a mostrar su competencia. Pero en suelos mejores y situaciones más benignas no pueden competir con la vegetación zonal.


Solo al pie de estas calizas y sílex le cuesta al encinar, entonces entran las efedras

Vimos las tres efedras ibéricas, Ephedra fragilis, la mayor y objeto de esta ruta, la Ephedra nebrodensis, abundante incluso debajo de un denso pinar, y algo más dificil de discernir de la anterior, la E. distachya, un poco a medio camino entre la arbustiva fragilis y la tapizante nebrodensis. Para clarificar las dudas que puedan surgir entre estas dos, como ocurrió en la excursión, y con ejemplares pequeños de la fragilis, aquí está el cuadro de las efedras:




Ephedra fragilis
E. distachya
E. nebrodensis
Tamaño
2 – 4 (5)m.
0,5 – 1,5 (2)m.
0,3 – 1,2 (1,5)m.
Aspecto
Blanco-grisáceo
Grisáceo-verdoso
Verde-amarillento
Ramillas
1,5 – 2,2mm.
0,7 – 1mm.
0,4 0,7mm.
      . .
Desarticulables
No desarticulable
No desarticulable
      . .
Cenicientas
Verde-amarillentas
Verde-amarillentas
Hojas
Hasta 2mm.
Hasta 2mm.
Hasta 3mm.
Hojas viejas
Grisáceas
Grisáceas
marrones
Insolación
Sol
Sol
Sol o semisombra

    
Ephedra distachya florida en otra excursión arbera

     E. nebrodensis es mucho más cespitosa que Ephedra distachya, parece no gustarle las situaciones demasiado asoleadas. Sí le gustan las laderas despobladas, pero prefiriendo las semi-umbrías en pendiente, incluso se le dan bien sobrevivir a la sombra de los pinares.

Ladera  cubierta de Ephedra nebrodensis

       La Ephedra distachya es rizomatosa pero no llega a la cobertura de los “céspedes” verde-marrones de la nebrodensis, forma masas menores y grisáceas de las que destacan algunas ramas de mayor tamaño y también es confundible con una Ephedra fragilis poco desarrollada.

Espartal con efedras y alguna coscoja

Si bien el motivo de la ruta eran las efedras, ésta fue muy variada, incluso litológicamente encontramos de todo, pues esta es una área de contacto entre dos formaciones miocenas madrileña. Por un lado y dominante en el paisaje, el mioceno inferior formado exclusivamente por yesos y por otro la unidad intermedia, formada por algo de yesos, sílex, calizas, margas, dolomías, etc.

Líquenes sobre sílex opalino

        Esta unidad es mucho más dura que la inferior y crea cerros testigo como este y los vecinos Almodóvar, Telégrafo, cerro de los Ángeles y los de Alcalá. En el paseo vimos las muestras de muchas pequeñas canteras, unas veces para puzolanas, otras para sílex, incluso vimos sílex cercanos al ópalo.

Milano real y alguna cigueña muerta en una zona de alta concentración de aves por el cercano vertedero


La respuesta vegetal a esta disparidad geológica también aparece clara. Arriba una vegetación basófila, destacada por encinares y coscojares ricos en todo tipo de arbustos (espino negro, jara estepa, jazminorros, madreselvas, etc.), abajo solo los especialistas en yesos (Lepidium, Centaurea, Jarilla de escamas, etc.). Para complicar más la situación, sílex y dolomías puntualmente muestran una vegetación casi acidófila, como Cistus salvifolius o Umbilicus rupestris y Sedum andegavense en sus grietas y rellanos.

Hace seis años tras un incendio Haplophyllum linarifolium brotó de manera explosiva

     Pero quizás lo más interesante se encuentra en la amplia área de transición entre ambas, con una buena mezcla florística donde quizás destaquen especies poco corrientes como Haplophyllum linifolium o Nepeta hispanica (beltrani)y, estadísticamente parece que es la zona de las mejores muestras del efedral de E. fragilis.

Área con la mayor densidad de grandes efedras

          Las vistas y la limpieza del día son excepcionales, pero el paisaje dominante es el “culo” de Madrid, el trastero, el lugar donde va toda la porquería, lo que nadie quiere tener cerca. 

Esta montaña es solo una   parte   de lo que genera Madrid y alrededores (Rivas incluída)

    Es la incineradora de Valdemingómez con sus gases tóxicos, denunciados por Asociaciones de Rivas y Vallecas y, su ciudad-basurero, de todo tipo de reciclados, compost, lixiviados, tratamientos, incendios (como el que sigue ardiendo subterráneamente desde este verano en la vecindad de la A-3) y también la Cañada Real, con sus basureros ilegales, sus quemas de cableado para obtener el cobre y sus tráficos y trapicheos ilegales a todo tipo de escalas.





Madrid no puede vivir de espaldas a lo que genera, que son “montañas” de basura ocupando un enorme espacio y generando un montón de problemas; para colmo esta basura está cubriendo lomas y vallejos con una naturaleza singularísima y llena de vida, como la que denuncié en otra entrada y lo que está aún sin mostrar.



Volviendo a las efedras, ya nos metemos en faena y aparecen las primeras plantas centenarias. Difícil calcular su edad pero muy pocas veces las he visto mayores, tanto en troncos grandes como en superficie cubierta, incluso hay algunas de aspecto arborescente. Se ven bastantes ejemplares decrépitos, mostrando un gran hueco dibujado por sus largas y potentes ramas blancas muertas, cubriendo una amplia superficie de la que asoman solo algunas ramas menores o renacidas.


A pesar  de su dureza algunas caducan aunque parece que está renaciendo

El espartal es magnífico, una de las formaciones más compactas que he visto y desde luego de las pocas con orientación norte. Aquí la vegetación es un efedral con coscojas y espinos negros. El espino usualmente es Rhamnus lycioides, pero vamos buscando su gemelo, el Rhamnus oleoides y no tardamos en encontrarlo, las hojas algo más anchas y sin vellosidad le delatan.


El menos común espino negro Rhamnus oleoides

Una familia tan antigua como las efedras no podía dejar de tener sus especialísimos insectos asociados, Buprestis (Yamina) sanguinea, Nasocoris ephedrae, Theodorinus lopezcoloni, etc., algunos en  el Libro Rojo de los Invertebrados Ibéricos. Descubiertos hace poco tiempo, van saliendo poco a poco a la luz, pues son difíciles de encontrar e investigar. Alguno como Hyoidea flavolimbata descubiertos en la cercana Rivas por el magnífico entomólogo José Ignacio López y Colón.



      Bajo las viejas efedras se produce un suelo humífero increíblemente rico, como pudimos comprobar al localizar una muy buena población del azafrán amarillo, la Sternbergia colchiciflora, inconfundible con sus hojas reviradas; aquí me mostraron el raro secreto de sus frutillos hipogeos, una planta sorprendente.


Los frutos hipogeos del azafrán amarillo

      Ya vamos despidiéndonos de las efedras y nos vamos acercando a una zona de arenas, arenas en las que el observador botánico Cutanda constató la presencia (siglos ha), de la jarilla de arenal, el Halymium calycinum (ex-commutatum). Nosotros no la hemos visto pero ya tenemos observado un buen muestrario sabulícola.




La diminuta Mibora minima, una gramínea floreciendo en febrero

      A estas le añadimos Otras especies madrugadoras que también vimos: Euphorbia matritensis, E. lagascae, Mercurialis ambiguaFumaria reuteri, Hypecoum pendulum  Y la pequeña y madrugadora Mibora mínima, aunque no tanto como la Crassula tillaea.



      Llegamos al final de la excursión, junto a una de las últimas olmedas del centro peninsular, aún en buen estado, aunque la abundancia de cigüeñas haga que algunas de ellas sucumban por el peso de los nidos y la blanca pintura de sus deyecciones.
       Gracias a ARBA por este magnífico día de campo.



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